
Novena Cruzada

La Novena Cruzada es muchas veces considerada como parte de la Octava Cruzada. El príncipe Eduardo de Inglaterra, después Eduardo I, se unió a la Cruzada de Luis IX de Francia contra Túnez, pero llegó al campamento francés tras la muerte del rey. Tras pasar el invierno en Sicilia, decidió continuar con la Cruzada y comandó sus seguidores, entre 1000 y 2000, hasta Acre, adonde llegó 9 de mayo de 1271. También le acompañaban un pequeño destacamento de Bretones y otro de flamencos, liderados por el Obispo de Lieja, que abandonaría la campaña en invierno ante la noticia de su elección como nuevo Papa, Gregorio X.En 1268 Baybars, el sultán mameluco de Egipto, había conquistado el Principado de Antioquía, y ya había reducido el Reino de Jerusalén, a una pequeña franja de tierra entre Sidón y Acre. Las fuerzas de Eduardo eran insuficientes para forzar una guerra abierta con los mamelucos, con lo cual la campaña se redujo a una serie de escaramuzas al no poder concretar Eduardo una acción conjunta con los mongoles del Ilkanato, pues a pesar de que Abaqa envió a saquear la Siria del norte una fuerza de varios miles de jinetes, éstos se retiraron ante el avance del ejército mameluco. Finalmente, tras un año de conflicto, el príncipe Eduardo comprendió que con tan exiguas fuerzas estaba perdiendo el tiempo. La Cruzada acabó con la firma de una tregua por 10 años el 22 de mayo de 1272 en Cesarea. No obstante, era conocida por todos la intención de Eduardo de volver en el futuro al frente de una Cruzada mayor y más organizada, por lo que Baybars intentó asesinarlo mediante los Hashshashin, uno de los cuales apuñaló al príncipe con una daga envenada el 16 de junio de 1272. La herida no fue mortal pero Eduardo estuvo enfermo varios meses, hasta que su salud le permitió partir de vuelta a Inglaterra el 22 de septiembre de 1272.