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C lase 4 de 8 SÁ B AD O Midiendo la demanda D ecisores de p olítica p úb lica y ag entes p rivados req uieren estimar en cuánto se valora una cosa, o cuántas unidades menos venderán si se aumentan el p recio. LA ELASTICIDAD P RECIO mandada se reduce en 5%, entonces la elasticidad es -0,5. Saber cuán elástica es la demanda a un determinado precio que cobro, permite responder preguntas diversas, algunas de las cuales inciden en nuestra vida diaria. COB ROS EN H ORAS PEAK AFP Entender el proceso de equilibrio de los mercados y en particular, el de formación de precios, es básico para hacer buena economía. P arte esencial es comprender que la demanda refleja valoraciones, disposición a pagar y la oferta, costos. En conjunto, podemos determinar la conveniencia de destinar recursos a cada actividad y las presiones que operan sobre los limitados recursos disponibles. Pero teorizar o manejar tendencias no es suficiente. D esde la política pública y desde el mundo privado se requiere que a decisores de política pública, por una parte, y agentes particulares, por otra, no les baste sugerir tendencias ni la dirección de los cambios, sino que concretamente requieran estimar en cuánto se valora una cosa, o cuántas unidades menos venderán si es que aumentan el precio. Llegar a conocer empíricamente la demanda es complejo, pues la falta de “laboratorios” sobre el comportamiento humano hace que se necesite mucho dato y creatividad para estimar demandas. D imensionar cuánto valoran las personas un determinado champú, o un agua mineral, sirve para conocer qué reacción tendrían si es que se cambia solo el precio, manteniendo otras condiciones estables. Hoy en día más y más empresas disponen de información sobre gustos y reacciones de sus clientes, lo que facilita la caracterización de la demanda. Así, al dictarle el RU T a la cajera del supermercado, al responder una encuesta de satisfacción, o al marcar “me gusta” en el Facebook, dejamos un registro de nuestra compra, de los gustos, de lo que valoramos. El detalle de cada ítem, la hora en que lo compramos y el precio que tenía, entre otros, está ingresado en los códigos de barras de cada uno de los productos, registrándose en una suerte de radiografía consumidor producto, que queda a disposición de analistas para determinar regularidades del comportamiento. N o se trata, obviamente, de pensar que los consumidores se comportan de la misma manera, o que lo hacen con toda racionalidad. Se trata de revisar regularidades, que son las que finalmente sirven para el diseño de políticas, privadas y públicas. Así, las empresas juntan registros y analizan regularidades, como por ejemplo, que los fines de semana las ventas de cerveza crecen, que las compras a mediodía de los miércoles son fundamentalmente pequeñas y de artículos de consumo inmediato; que cuando el precio de la carne de vacuno se reduce y ello se pu- blicita, el consumo de esa carne aumenta, pero también lo hace el de vino, de galletas para cóctel y de ampolletas. Y que una reducción de $200 en el precio del lomo vetado aumenta las ventas de ese corte en 5%, el de vinos de precios sobre $5.000 en 2%, pero reduce el consumo de vino en caja en 3% (ver tema 2). M EDIDA FUNDAM ENTAL La demanda se suele caracterizar convenientemente en medidas sintéticas, y la fundamental es la elasticidad. La elasticidad precio, por ejemplo, es el coeficiente que mide en qué porcentaje se reduce la cantidad demandada cuando aumenta en un 1% el precio del bien. Si ante el aumento en el precio de 10%, la cantidad de- Pudiera ser que a la FIFA no le convenga bajar el precio de las entradas lo suficiente como para llenar un estadio, porque ese estadio semivacío podría reportarle más utilidades que uno lleno. N o se trata de p ensar q ue los consumidores se comp ortan de la misma manera,o q ue lo hacen con toda racionalidad, sino de revisar reg ularidades. ¿Por qué el metro o las autopistas cobran más precisamente cuando hay más congestión? Esta es de las típicas preguntas capciosas que resulta difícil responder porque expresada así, no tiene respuesta. En efecto, el cobro mayor en las horas de mayor congestión obedece precisamente a la expectativa de que el mayor cobro debiera reducir la congestión. Suponga que el metro transporta, en promedio, a 50.000 pasajeros hora en horario normal, pero durante dos horas (entre 7 y 9 am), la demanda es de 200.000. Si el metro ha visualizado que algunos pasajeros pueden cambiar su modo de transporte o el horario al cual se desplazan, y para ello consideran el precio que tiene el pasaje, aumentar el precio del pasaje durante esas dos horas, y reducirlo en horas normales, puede ser una gran idea. Si, por ejemplo, un aumento de precio respecto del horario normal de 30% reduce la demanda en 10%, esto es, la demanda tiene una elasticidad precio -1/3, dicho aumento llevará a que la demanda en horario peak sea de 180.000. C on ello, los requerimientos de capacidad del metro no serán tan altos y observaremos una congestión menor a la que veríamos de otra manera. Si el metro ha estimado bien la elasticidad de la demanda, entonces su política de aumento de precios en horario peak, en relación con los de horario normal, reducirá la aglomeración. A mayor elasticidad de la demanda, más exitosa será la política. Si por el contrario, la elasticidad es cero, entonces el alza de precios no reducirá la congestión y el mayor precio solo aumentará los ingresos del metro. D e la misma manera que para el metro es importante saber la elasticidad de la demanda, conocer el grado en que los consumidores reaccionan ante aumentos en el precio permite, por ejemplo, determinar la conveniencia de modificar el precio, para aumentar las utilidades. C onsidérese un caso, como podría ser el de la FIFA, que está decidiendo el precio que ha de cobrar por las entradas a la primera ronda del C ampeonato M undial. Podemos hacer abstracción de los costos, que suponemos invariables respecto del número de espectadores. Supongamos que a un determinado precio la demanda tiene una elasticidad muy alta en valor absoluto, por ejemplo -3. Ello significa que si el precio se reduce en 1%, la cantidad de espectadores aumentará en 3%, por lo que ello aumentará ventas (precio * cantidad). Análogamente, si la elasticidad fuera muy baja, por ejemplo -0,1, aumentar el precio subiría las ventas. La forma de la demanda, y en específico su elasticidad, determinará si conviene cambiar el precio, y en qué sentido. M ás aún, pudiera ser que a la FIFA no le convenga bajar el precio lo suficiente como para llenar el estadio y que un estadio semivacío reporte más utilidades que uno lleno. Podrá también ser cierto entonces que a algunas industrias les convenga limitar su producción, incluso botarla, para aumentar sus utilidades; ¿o acaso una sequía pudiera terminar beneficiando a los productores? D esgraciadamente, a veces sí. LA ELASTICIDAD INGRESO Y CRUZADA La demanda se caracteriza además por las elasticidades ingreso de los consumidores, y de los precios de otros bienes (cruzada). Las elasticidades ingreso y cruzada señalan, respectivamente, qué cambio porcentual experimentará la demanda del bien, cuando el ingreso de los consumidores y el precio de otro bien cambien en un 1%. Saber, por ejemplo, que el vino a granel tiene elasticidad ingreso negativa pudo permitir a las empresas proyectar aumentos en las exportaciones de vino de menor calidad a Japón, cuando la crisis golpeó a ese país. Sí, a los graneleros les iba bien, cuando a los japo- neses les iba mal. Asimismo, el conocimiento que la elasticidad ingreso es positiva y muy alta para bienes asociados a la cultura y al turismo, explica por qué los periódicos principales en el mundo han ido incorporando progresivamente cuerpos de cultura y turismo, reduciendo sus espa- cios dedicados a la política. En cuanto a las elasticidades cruzadas, los supermercados han aprendido en el tiempo cuán relevante es dicho valor para algunos bienes. Han determinado, por ejemplo, que las elasticidades de un conjunto de bienes respecto del precio de la carne y del pollo, es muy negativa, en el orden de -1. Así, la demanda de bebestibles crece en 10% cuando el precio del pollo cae en 10%. La consecuencia de aquello es muy relevante: los supermercados pueden sacrificar parte importante de su margen en pollo, no solo porque ello aumenta las ventas de estos, si- no porque influye en la demanda de otros bienes, que posiblemente presentan mayores márgenes. Esto explica, a su vez, por qué la vida de las carnicerías independientes se ha ido tornando progresivamente más difícil. ¡Hasta el sábado!