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El Cairo vuelve a la vida al caer el sol Redacción Travelview El Cairo es el mejor lugar del mundo árabe para vivir el Ramadán, una festividad religiosa, que cada año viene marcada por la luna y que dura un mes. Es practicada por todos los musulmanes. Las calles de la capital egipcia se recogen de día y se dedican al rezo aunque también hay tiempo para sacar la vena más festiva. Las costumbres y la decoración cambian en los distritos más antiguos de la ciudad. Con la llegada de la noche, El Cairo vuelve a la vida y comienza la ebullición. El Ramadán trae calma, paz y sosiego a los barrios de El Cairo al caer la noche. Es tiempo para meditar y compartir con el que menos tiene. El caótico tráfico y el deambular de miles de ciudadanos desaparecen y es que los cairotas que siguen el Islam, como el resto de musulmanes conmemoran en cuerpo y alma la revelación del Corán a través del ayuno. No obstante el Ramadán cairota tiene otra cara y esta aparece cuando el sol se pone. La noche de El Cairo se inunda de luz y color tras la llamada que los muecines lanzan desde los minaretes indicando que es momento para iniciar la primera comida del día; el Iftar. Tras reunirse amigos y familias para degustar este menú, las calles son un pulular inmenso de gente. La vida y el ajetreo se abren paso en El Cairo. La noche de El Cairo se inunda de luz y color tras la llamada que los muecines lanzan desde los minaretes indicando que es momento para iniciar la primera comida del día; el Iftar. Un artículo que cobra protagonismo y que se ha convertido en todo un símbolo durante este mes dedicado a la caridad es el fanus, un farolillo típico que alumbra las calles. Debido a la superstición, que forma parte de la vida de todos los ciudadanos egipcios, este farol se coloca en las casas con el fin de ahuyentar a los distintos demonios que intenten robar las bendiciones del Ramadán. El fanus tiene dentro una bombilla y está cubierto por cristales de diferentes colores en los que hay inscripciones y bendiciones en árabe. El color es uno de los complementos que dibuja esta festividad, pero no el único. También los olores y los sabores inundan las calles al caer la noche. La fiesta se traslada a la calle y tras la meditación de la mañana, El Cairo amanece.Sus calles se presentan humeantes con la mezcla del humo proveniente de los narguiles y las sishas de tabaco y también de las cocinas que preparan comida para ser degustada en largas mesas que plantan en medio de algunas calles y que esperan a un gran número de comensales deseosos de pasar un rato agradable en buena compañía. Como manda la tradición, el pueblo se une y se integra para, juntos, participar del festín. De noche, El Cairo amanece y sus calles viven una gran fiesta donde la comida, la bebida y la música se alargan hasta el alba. El Ramadán en El Cairo también tiene un claro sabor español gracias a la iniciativa que en 1994 llevó a cabo el Instituto Cervantes en la capital de Egipto. Música, poesía y danza se integran en la fiesta a través de las ‘ Noches de Ramadán’. Las 15 ediciones que se han celebrado han sido un éxito. En definitiva, treinta jornadas en los que el día se convierte en la noche y viceversa. Un mes en el que la actividad incesante se prolonga hasta el alba, momento que vuelve a recoger a los habitantes de El Cairo en la oración y el ayuno. Sólo queda esperar la llamada de los muecines para que el corazón de la ciudad vuelva a latir.