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En conjunto, la dificultad en el mejoramiento convencional, diversidad genética limitada y enfermedades poco controladas apuntan a la necesidad de desarrollar estrategias alternativas para el mejoramiento de los bananos. Los enfoques biotecnológicos son particularmente apropiados para este cultivo. Este análisis se concentrará en dos tópicos distintos, pero que se sobreponen: (i) el papel de las plantas modelo en proporcionar vías que conduzcan a los enfoques para el mejoramiento de los bananos a través de la biotecnología y (ii) los enfoques conceptuales para generar bananos con resistencia mejorada a las enfermedades y otros estreses ambientales. La atracción de la ingeniería genética Mientras que el “registro” con respecto a las aplicaciones exitosas de los enfoques de ADN recombinante en la generación de las plantas transgénicas con características agronómicas mejoradas (especialmente los que involucran la resistencia a las enfermedades) es limitado, también es justo señalar que esta tecnología tiene un poder experimental considerable. Actualmente, ya es evidente que muchas técnicas importantes (por ejemplo, 6 la transformación genética, el silenciamiento génico) son posibles de aplicar en los bananos (James Dale, comunicación personal) y están limitadas principalmente por la selección de los genes. En otras palabras, ¿qué vamos a insertar? Además, mientras que la tecnología para la manipulación de los genes esta disponible desde varios años para muchas plantas, el éxito en las condiciones de campo ha sido dificultado por nuestra ausencia total de entendimiento de las determinantes esenciales y las vías de mediación estrés/ enfermedad. Sin embargo, es probable que aparezcan genes y estrategias más eficaces dada la disponibilidad de la secuencias genómicas. Plantas modelo En esta sección se discutirán dos plantas modelo: Arabidopsis y el arroz. Arabidopsis ha servido como una planta modelo invaluable en numerosos aspectos de la biología de las plantas, incluyendo la patología y la fisiología del estrés, con la identificación de muchas perspectivas a ser aplicadas directamente a los cultivos. En adición, Arabidopsis tiene varias características experimentales clave: el genoma está secuenciado, los chips de micromatriz están disponibles comercialmente y un número considerable de mutantes ha sido caracterizado. En adición, la genética inversa continuará como herramienta poderosa para examinar la función de los genes en Arabidopsis. Sin embargo, Arabidopsis es una planta dicotiledónea y no es planta de cultivo. Por otro lado, el arroz es una planta monocotiledónea (y por esto puede estar relacionado más estrechamente con el banano) y es una planta de cultivo, pero no está tan bien InfoMusa - Vol. 13 - No.2 caracterizado genéticamente, aunque pronto estará disponible la secuencia completa del genoma del arroz. Además, muchas de las características experimentales disponibles en Arabidopsis están siendo desarrolladas para el arroz, algunas de las cuales ya están en uso (por ejemplo, las líneas knockout del T-ADN de arroz). El genoma del arroz es relativamente pequeño; unas 3-4 veces más grande que el de Arabidopsis (Resink y Buell 2004). Además, varios de los genes pronosticados encontrados en el arroz tienen homólogos en Arabidopsis (Consorcio de Secuenciación del Cromosoma 10 del Arroz 2003). Otra consideración importante es el hecho de que el arroz, junto con otras plantas estrechamente relacionadas, exhibe un grado relativamente alto de sintenia (Gale y Devos 1998). Ya que la genómica del banano se encuentra en su infancia, con información limitada sobre las secuencias, es prematuro sacar conclusiones acerca de una estrategia comparativa individual y hasta que grado se conservará la sintenia. Sin embargo, se hicieron estudios iniciales (Aert et al. 2004). Curiosamente, la comparación de la estructura y organización genómica del banano derivadas de los estudios preliminares de la secuenciación BAC (BAC end sequencing), con las de arroz y Arabidopsis sugiere que el banano podría estar más cercano al Arabidopsis que al arroz (Chris Town, comunicación personal). Si esta observación preliminar se mantiene, entonces el banano se posiciona en un lugar bastante único, una monocotiledónea con más afinidad a las dicotiledóneas que otras monocotiledóneas. Transferencia de genes a través de especies La identificación y caracterización de los principales genes de resistencia (genes R) es un campo activo importante de investigación y el banano no es una excepción (McDowell y Woffenden 2003, James Dale comunicación personal). Los genes R monocotiledóneos parecen encontrarse en la estructura CC (coiled coil), en el NBS (sitio de unión de nucleótidos) y en la estructura LRR (repeticiones ricas en leucinas) a diferencia de la TIR (repetición invertida semejante a toll) NBS LRR que predomina en dicotiledóneas, incluyendo Arabidopsis (para un análisis de los genes R, ver Martin et al. 2003). Hulbert y colaboradores describieron recientemente un enfoque interesante de identificación de fuentes de resistencia poco usuales (Zhao et al. 2004 ). Este grupo inoculó varias líneas de maíz con la bacteria que causa el rayado de las hojas del arroz. Se identificaron líneas que indujeron una respuesta hipersensible (HR) al confrontarlas. Este fenotipo sugiere que estas plantas de maíz eran capaces de reconocer el agente patógeno del arroz. Después de los cruzamientos, el control genético de la HR segregó como un locus dominante único, sugiriendo la posibilidad de un gen R único. El gen responsable del maíz fue clonado basándose en mapas y, después de insertarlo en el arroz, confirió resistencia contra la bacteria de la enfermedad del rayado bacteriano (S. Hulbert, comunicación personal). Esto es más que una demostración, ya que esta enfermedad es muy severa en las zonas (por ejemplo, en China) donde se utilizan extensamente cultivares híbridos que son muy susceptibles al rayado de las hojas. Además, estos estudios sugieren que los mismos genes pueden estar involucrados en la resistencia de no hospedante y en la resistencia específica. El gen NPRI de Arabidopsis es un elemento central bien caracterizado en la regulación de la resistencia sistémica adquirida (SAR). Cuando este gen está sobreexpresado en Arabidopsis, ocurre resistencia mejorada a la enfermedad. Para evaluar el papel del NPRI en las plantas monocotiledóneas, el gen de Arabidopsis fue sobreexpresado en el arroz y las plantas transgénicas fueron retadas con el agente patógeno del tizón bacteriano del arroz Xanthomonas oryzae pv. oryzae. Las plantas transgénicas exhibieron niveles mejorados de resistencia, aunque no de manera tan pronunciada como el cultivar resistente (Chern et al. 2001). Estos estudios indicaron que un gen de dicotiledónea puede ser expresado y conferir un fenotipo útil a una monocotiledónea y sugiere que las plantas monocotiledóneas y dicotiledóneas comparten una vía conservada que media la resistencia. Los organismos pluricelulares eliminan células no deseadas, dañadas o utilizadas mediante un proceso de muerte celular programada dirigida por genes (PCD). El PCD es un suicidio celular controlado genéticamente y desempeña un papel crítico en una amplia variedad de los procesos fisiológicos normales. En humanos y otros animales, la desregulación de esta vía de muerte celular natural contribuye en gran medida a las enfermedades caracterizadas por una excesiva acumulación de células (cáncer, enfermedades autoinmunes) o muerte celular indebida (ataque de apoplejía, infarto de miocardio, inflamación, SIDA, enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas). En adición, la mayoría de los virus y bacterias intracelulares controlan la vía de la muerte celular en las células hospedantes que ellos infectan, ligando de InfoMusa - Vol. 13 - No.2 Muerte celular programada 7 esta manera la apoptosis a las enfermedades infecciosas. Por lejos, la respuesta más común del suicidio celular en animales es la “apoptosis”. La apoptosis se refiere a un cúmulo de cambios morfológicos característicos que experimentan típicamente las células animales cuando mueren debido a la activación del programa endógeno de suicidio celular. La ejecución de este programa a menudo está asociada al encogimiento de las células, sangrado de membranas, condensación nuclear y citoplásmica, y fragmentación de ADN. Estos fragmentos de ADN se funden para formar cuerpos apoptósicos unidos por membranas que, en animales son rápidamente fagocitadas y digeridas por macrófagos. De esta manera, las células muertas son removidas rápida y limpiamente y se evita la filtración celular de los contenidos nocivos y posiblemente peligrosos. En contraste, la necrosis resulta de la lesión celular; las células hinchan y estallan liberando material citoplásmico, que en animales a menudo provocan una respuesta inmunológica. Mientras la diferencia entre estas dos formas de muerte no siempre es clara, en las necrosis la célula no es un participante activo en su fallecimiento. La apoptosis usualmente también es asociada con la activación de las nucleasas que degradan el ADN cromosómico en pequeños fragmentos oligonucleosómicos, los cuales al aplicarles la electroforesis resultan en una “escalera de ADN” característica. Los genes que controlan la muerte celular programada se conservan a través de grandes distancias evolutivas definiendo una combinación central de reacciones bioquímicas que son reguladas de diversas maneras mediante las entradas de múltiples vías. Estos genes codifican proteínas antiapoptósicas (por ejemplo, Bcl-2, Bcl-xl, CED-9, IAP) o proapoptósicas (por ejemplo, Bax, Bid, caspasas), que se combaten unas a otras haciendo las decisiones de vida o muerte para la célula. La sobreexpresión ectópica de ciertos tipos de genes antiapoptósicos puede producir células animales marcadamente resistentes a un amplio rango de los estímulos para la muerte celular, incluyendo la privación de nutrientes, irradiación, químicos citotóxicos, hipoxia y enfermedades (Navarre y Wolpert 1999). Muerte celular programada en las plantas En las plantas, la muerte celular programada desempeña un papel fisiológico en una variedad de procesos, incluyendo (a) deleción de células con funciones temporales, como 8 las células aleuronas en semillas y células suspensoras en embriones; (b) remoción de células no deseadas, como las células de la cofia que se encuentran en las puntas de las raíces elongadas de las plantas y las células del primordio de los estambres en las flores unisexuales; (c) deleción de células durante el esculpido del cuerpo de la planta y la formación de los lóbulos y perforaciones foliares; (d) muerte de células durante la especialización de la planta, como la muerte de las células de un elemento traqueal (TE); y (e) muerte de las hojas (Dickman y Reed 2003). La regulación de las vías de la muerte celular también ocurre en respuesta a estímulos abióticos (Jones y Dangl 1996). En algunos casos, también se activan programas de eliminación de células durante el ataque de patógenos tanto en interacciones planta-patógeno resistentes como susceptibles (Beers 1997, Mitsuhara et al. 1999). Aunque los mecanismos bioquímicos responsables por el suicidio de las células en las plantas se desconocen, varios informes sugieren similitudes con la muerte celular programada que ocurre en las especies animales. Por ejemplo, el PCD en las plantas típicamente requiere una nueva expresión génica, y así puede ser suprimido por la cicloheximida e inhibidores similares de proteína o de la síntesis de ARN (Dickman y Reed 2003). Las características morfológicas de las células de las plantas que están sometidas al PCD también conllevan similitudes notables con la apoptosis en animales, aunque la presencia de una pared celular alrededor de las células de las plantas impone ciertas diferencias. Semejante a las células animales, el PCD en las plantas está asociado con la fragmentación internucleosómica de ADN (escaleras de ADN) y con la activación de las proteasas (Ryerson y Heath 1996, Solomon et al. 1999). En adición a su papel en los procesos de desarrollo en las plantas, el suicidio de las células desempeña una función importante en las interacciones de las plantas con una variedad de agentes patógenos, incluyendo bacterias, hongos y virus (Mittler y Lam 1996). Una de estas respuestas de las plantas a los patógenos mejor estudiada es la respuesta hipersensible (HR). Con la exposición a ciertos patógenos, las células de las plantas en la zona afectada inmediatamente experimentan una rápida respuesta de suicidio celular, lo que teóricamente tiene como fin matar las células cercanas al sitio de infección, limitando por consiguiente la propagación de los patógenos. La HR está asociada con la expresión de una variedad de genes de defensa de las plantas y con la inducción de la InfoMusa - Vol. 13 - No.2 Diseñando resistencia a los agentes patógenos Los experimentos de prueba conceptual indican que es posible diseñar plantas genéticamente para que tengan resistencia a los agentes patógenos sin interferir con las respuestas normales de muerte celular programada necesaria para el desarrollo de las plantas. Por ejemplo, Mitsuhara et al. demostraron que la expresión en tabaco de la familia citoprotectora Bcl-2 de proteínas proveniente de los humanos (Bcl-XL) y nematodos (CED-9) resultó en una resistencia celular aumentada a la radiación con rayos UV y paraquat. El trabajo en mi laboratorio proporcionó más evidencias que indican que las proteínas Bcl-2 funcionan en las plantas. El tabaco transgénico fue generado albergando varias proteínas antiapoptósicas incluyendo la humana Bcl-2, la del pollo Bcl-XL, la del nematodo CED-9 y la del baculovirus Op-IAP (Dickman et al. 2001). Cuando el patógeno fungoso necrotrófico Sclerotinia sclerotiorum, que tiene un rango de hospedantes extremadamente amplio (más de 400 especies), fue inoculado en las plantas de tabaco que albergaban estos transgenes, las plantas usualmente susceptibles se hicieron altamente tolerantes y en la mayoría de los casos, completamente resistentes. InfoMusa - Vol. 13 - No.2 Eventualmente, el hongo detiene su crecimiento, presumiblemente después de haber agotado su fuente nutricional, y, lo que es importante, el hongo fracasa en colonizar e infectar los tejidos de la planta transgénica aún con una incubación prolongada. Resultados similares ocurrieron con otros hongos necrotróficos incluyendo Botrytis cinerea y Cercospora nicotianae. Un aspecto unificador de estos resultados con los hongos examinados, es que los tres agentes patógenos fungosos son necrotrofos; de esta manera, estos hongos requieren la muerte celular de la planta hospedante para crecer, colonizar y reproducirse en el medio del hospedante. En el caso del patógeno de un rango de hospedantes más amplio, S. sclerotiorum, se asumió que este patógeno agresivo, sin discriminaciones, con un arsenal impresionante de enzimas y toxinas destructivas, simplemente ahoga las plantas. Nuestros datos sugieren que esta interacción es más sofisticada; el agente patógeno interactúa específicamente con la planta activando las vías de la muerte celular del hospedante. La inhibición de estas vías, presumiblemente por los productos génicos antiapoptósicos, previene la infección fungosa aunque el hongo tiene su complemento completo de factores de virulencia. De esta manera, los agentes patógenos necrotróficos pueden cooptar las vías de la muerte celular de la planta hospedante para una colonización y desarrollo de la enfermedad exitosas. La redirección de las vías de la muerte celular de las plantas La planta modelo Arabidopsis de la cual se secuenció el genoma. Martin Dickman muerte celular programada. La HR usualmente es precedida por respuestas rápidas y transitorias, incluyendo los flujos iónicos, alteraciones en los patrones de fosforilación de las proteínas, cambios de pH, cambios en el potencial de las membranas, liberación de las especies de oxígeno reactivo (ROS), y entrecruzamiento oxidativo de las proteínas de las paredes celulares de las plantas (Richberg et al. 1998). Aunque el suicidio celular de las plantas (HR) puede ser eficaz en cuanto a limitar la propagación de ciertos virus, bacterias y hongos (en particular, aquellos con un estilo de vida biotrófico), es contraproducente para limitar los patógenos necrotizantes que utilizan el cuerpo de células deterioradas como base de alimentación en caso de ciertas bacterias y hongos. Por ejemplo, se han observado características destacadas de apoptosis en las plantas (durante las interacciones compatibles) que son sensibles a los hongos necrotróficos que producen toxinas, incluyendo el Fusarium moniliforme (fumonisina), Alternaria alternata (toxina AAL) y Cochliobolus victoriae (victorina) (Navarre y Wolpert 1999, Piedras et al. 1998). De este modo, la muerte celular programada de las plantas puede acompañar reacciones tanto susceptibles como resistentes, sugiriendo vías bioquímicas comunes durante ambas interacciones. 9 por patógenos necrotróficos puede ser esencial para que ocurra el desarrollo de la enfermedad. Aún, estos resultados no comprueban que las plantas y animales comparten características comunes de apoptosis. Sin embargo, cuando S. sclerotiorum fue inoculado en el tipo silvestre de tabaco, se observó la fragmentación de ADN en forma de la “escalera” característica, un rasgo común de respuestas apoptósicas. Además, la fragmentación de ADN inducida por el hongo fue detectada utilizando la técnica TUNEL (terminal deoxynucleotide transferasemediated dUTP end labeling) de los grupos de ADN 3'-OH que también indicaron la presencia de los cuerpos apoptósicos. Es importante anotar que cuando las plantas transgénicas fueron inoculadas con S. sclerotiorum, no solo hubo plantas resistentes, sino que no se formó la escalera, ni tampoco hubo células positivas a la técnica TUNEL. En adición, los experimentos con el virus del mosaico del tabaco muestran que en la resistencia mediada por el gen N, la HR resultante muestra células de tabaco que reaccionaron a la técnica TUNEL y que en el tabaco transgénico que contenía genes antiapoptósicos, la muerte celular (HR) fue suprimida. De esta manera, tenemos evidencia de que las vías apoptósicas están involucradas tanto en las respuestas susceptibles como resistentes. La inducción de estas vías depende de la genética del hospedante/patógeno y del estilo de vida del patógeno. Además, hemos demostrado recientemente que estas mismas plantas transgénicas son tolerantes al calor, frío, sal y sequía (Li y Dickman 2004). Lo que es importante es que estos datos sugieren claramente que las vías homólogas son operantes en las plantas y en los animales. Actualmente, estamos en proceso de generar bananos transgénicos que albergan estos genes antiapoptósicos. Las dos principales enfermedades fungosas de los bananos (la raya negra de la hoja o Sigatoka negra y el marchitamiento por Fusarium) caben en el marco conceptual para el control de las enfermedades; en otras palabras, existen hongos necrotróficos. De esta manera estamos prudentemente optimistas de que los bananos transgénicos exhibirán tolerancia/ resistencia. También evaluaremos estas líneas con respecto a la tolerancia al estrés abiótico (calor, frío, sal, sequía). Plausiblemente, existen enormes oportunidades para utilizar los modelos animales de las vías de la muerte celular programada para desmenuzar las vías de la muerte celular en las plantas. Esta información 10 puede llevar a un entendimiento de los mecanismos de la regulación de la muerte celular de las plantas, un área que no es bien entendida y de su importancia fundamental para la biología de las plantas. De esta manera, el entendimiento y la explotación eventual de las vías de vida y muerte de las células en las plantas pueden ser utilizados para la protección de los bananos contra los agentes patógenos y estrés ambientales. Referencias Aert R., L. Sagi. & G. Volckaert. 2004. Gene content and density in banana (Musa acuminata) as revealed by genomic sequencing of BAC clones. Theor. Appl. Genet. 109:129-139. Beers G.P. 1997. Programmed cell death during plant growth and development. Cell Death and Differentiation 4:649-661. Chern M.-S., H.A. Fitzgerald, R.C. Yadov, P.E. Canalas, X. Dong & P.C. Ronald. 2001. Evidence for a diseaseresistance pathway in rice similar to the NPR1 - mediated signaling pathway in Arabidopsis. Plant J. 27:101-113. Dickman M.B., Y.K. Park, T. 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Las enfermedades son la razón por la cual se establecieron programas de mejoramiento en Trinidad, Jamaica, Honduras y Nigeria, y han sido citadas como la razón primaria para la creación de INIBAP (Buddenhagen 1993). Es lo más apropiado que una sesión de esta reunión se dedique a estas limitaciones para la producción. Las enfermedades y plagas de Musa presentan problemas significativos en todo el mundo. Las enfermedades afectan todas las partes de las plantas, son causadas por hongos, bacterias y virus, y han sido tópicos para libros enteros (Jones 2000a, Stover 1972, Wardlaw 1961). Las plagas, aunque de menor importancia global, no obstante son factores serios para la producción por derecho propio (Gold et al. 2001, Gold et al. 2002, Gowen y Quénéhervé 1990). En este corto análisis presentamos los más importantes de estos problemas y lo concluimos con una discusión de algunos tópicos actuales. Principales enfermedades Enfermedades fungosas Las enfermedades causadas por los hongos son las más comunes y destructivas (Jones 2000). Las enfermedades de las manchas foliares causadas por las especies de Mycosphaerella causan daños de moderados a severos dondequiera que ocurren lluvias significativas (Jacome et al. 2003). La enfermedad de la raya negra de la hoja, conocida mejor como la Sigatoka negra y InfoMusa - Vol. 13 - No.2 causada por Mycosphaerella fijiensis, es la más importante. Esta enfermedad se presenta en las tierras bajas de los trópicos húmedos y tiene un amplio rango de hospedantes incluyendo el subgrupo Cavendish (AAA) y los plátanos (AAB). En algunas partes, la mancha foliar eumusae, causada por Mycosphaerella eumusae, Sigatoka, causada por Mycosphaerella musicola, y pecas causadas por Mycosphaerella musae, son igual o más importantes. El marchitamiento por Fusarium, causado por Fusarium oxysporum f. sp. cubense (Foc), es un problema letal y muy propagado de este cultivo (Ploetz y Pegg 2000). Este hongo destruyó el comercio de exportación que hasta 1960 dependía del ‘Gros Michel’ (AAA). Una variante recientemente reconocida, la raza tropical 4 (TR4), afecta los cultivares Cavendish y amenaza la producción para la exportación y la de los pequeños productores, así, como de muchos otros cultivares fuera de su rango endémico del Sudeste asiático. Las siguientes enfermedades serias pero de menor magnitud son: las enfermedades de las manchas foliares cladosporium, causadas por Cladosporium musae, y las pecas, causadas por Guignardia musae; los problemas postcosecha de la antracnosis y de la podredumbre de la corona, causados principalmente por Glomerella musae; y las podredumbres de las raíces causadas por Cylindrocladium/Calonectria spp. (Jones 2000b, Jones 2000c, Muirhead y Jones, 2000, Ploetz et al. 2003a). Enfermedades bacterianas Las bacterias causan varios tipos de enfermedades, las más significativas de las cuales son los marchitamientos vasculares (Thwaites et al. 2000). Con excepción de Filipinas, la enfermedad del Moko, causada 11 Martin B. Dickman trabaja en la Universidad de Nebraska, Departamento de Fitopatología, Lincoln, Nebraska 68583 EEUU Enfermedades y plagas