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Humanidad Imparcialidad Neutralidad Independencia Voluntariado Unidad Universalidad “Pónganse en la piel de una madre que pierde a su hijo en una bombardeo” Entrevista a Gabriela Pérez Noceti, matrona de Cruz Roja Española en el campo de refugiados de Ritsona, Grecia. Las historias más reales y verdaderas son las que nos cuentan los profesionales y voluntarios que trabajan en el terreno. Gracias a ellos y ellas tenemos información sin filtros y de primera mano. Esta entrevista, realizada a nuestra matrona del campo de refugiados de Ritsona en Grecia, está dedicada a estos profesionales y a sus pacientes, quienes en el camino hacia una vida mejor, o ya desde los campos de refugiados, luchan por el derecho a una maternidad protegida y segura. -“Hola Gabi, ¿cómo estás? tuve a mi bebé y estoy bien. Te echo de menos”-. Este es el mensaje que recibió hace unos días Gabriela Pérez Noceti, matrona del campo de refugiados de Ritsona, en el que Cruz Roja Española gestiona una clínica que realiza cuidados básicos de salud. Este mensaje lleno de emoción, es el final feliz de una de las miles de historias de las personas refugiadas en Grecia. En concreto, esta historia es la de una de las pacientes de Gabriela, quien, casualmente fue acogida en otro país europeo en los últimos días de su embarazo, y tuvo que volar en avión al país de acogida, contrariando las indicaciones de los médicos. Consciente del riesgo que corría por su avanzado estado, decidió hacer ese viaje, con la total convicción de que tenía que hacerlo por ese hijo que estaba a punto de venir al mundo. Todo salió finalmente bien. Y como se suele decir tras cada parto: “tanto la madre como el niño, están bien”. Esta es la primera “misión” de Gabriela, aunque en Uruguay, el país en el que nació, también trabajó en contextos muy complejos, de mucha pobreza y necesidad. Ritsona es un campamento en el que conviven desde hace casi un año unas 180 familias, mayoritariamente procedentes de Siria, quienes, a pie, en tren, autobús o patera, han recorrido 180 caminos muy distintos para llegar hasta Grecia. Esta matrona uruguaya de abuelos italiano y europeo, conoce muy de cerca la vida e intimidad de decenas de mujeres de este campo de refugiados. No es raro ver cómo alguien la abraza o besa durante sus clases de post parto o masaje para bebés. Gabriela es muy querida en Ritsona, al igual que el resto de sus compañeros y compañeras de misión. Humanidad Imparcialidad Neutralidad Independencia Voluntariado Unidad Universalidad ¿Qué es lo que más te ha impactado al trabajar con las personas refugiadas en Grecia? La valentía que tienen estas mujeres. Me quito el sombrero todos los días. He visto reportajes en algunos medios de comunicación que hablan de las mujeres como personas que se lamentan, que son débiles, que se sienten desgraciadas, y realmente son mujeres muy fuertes y valientes. Me impacta muchísimo la fuerza que tienen, por eso me duelen estos reportajes, porque es verdad que están tristes, pero las mujeres refugiadas embarazadas tienen una ilusión increíble por que nazca ese bebé, porque tenga un futuro. Ellas están dedicadas a sus bebés, ya nazcan en Grecia o en cualquier otra parte. Su situación es muy difícil, sí, pero no están desesperadas. ¿Cuál es la meta de estas mujeres, cómo soportan con tanta dignidad la vida en un campo de refugiados? Su objetivo máximo, es la entrevista de inmigración para ser reubicadas en otro país. La fecha de la entrevista es lo máximo, todo gira alrededor de esto. Y les cuesta mucho asumir que esto [estancia en el campo de refugiados] va a ser largo. He tenido casos que arriesgan mucho por esta entrevista. Tuve a una mujer que tuvo un aborto espontáneo, se encontraba mal, y no podía viajar. En esos días, llegó la cita de la entrevista, y en el estado en el que estaba se fue a hacer esa entrevista. Un viaje de ida y vuelta de muchas horas en autobús. Cuando volvió, hizo un retroceso enorme en su recuperación. Es tan importante el momento de la entrevista para estas personas, que harían cualquier cosa por no perder la cita. Todas las mujeres refugiadas llegan seguramente con muchos problemas ¿pero existe algún caso que te parezca especialmente vulnerable? Efectivamente, todas estas mujeres necesitan cuidados especiales. Algunas tienen mucho riesgo, por ejemplo, tengo a una mujer que es “añosa” (39 años), asmática, que está operada de las rodillas, y con un embarazo de 30 semanas. Cuando vino aquí, no tenía ninguna documentación y ni siquiera la pude remitir a un hospital por eso. Había venido desde Siria, caminando por Turquía. Después, al hacerle la analítica vimos que también era diabética. Así que fue derivada a Atenas y cada semana tiene que ir al hospital para inyectarse insulina. Como casos que va a ser difícil borrar de mi mente, está por ejemplo el de una mujer que perdió a un hijo en la guerra y volvió a quedar embarazada. Toda su ilusión era su nuevo bebé, y no imaginas la felicidad de esa mujer con su embarazo, cada día venía a que la mirara, a ver si el bebé estaba bien. Todo salió bien también al final. Los profesionales que trabajáis en los campos estáis expuestos a un bombardeo constante de vivencias, estáis en permanente contacto con las personas refugiadas, ¿cómo gestionáis esta acumulación historias personales? Yo siempre les cuento mi historia: mis abuelos, uno de España y otro de Italia, se fueron huyendo de la guerra a Uruguay. Yo nací en Uruguay y eso es un orgullo para mí. Luego, regresé a España y ahora estoy bien. Uno, cuando está en una situación mala se enfoca en eso, pero después de hacer esa catarsis, de sacar ese dolor, hay que salir y continuar ¿Qué cuentas a tus colegas del Hospital de Palamós sobre tu trabajo como matrona en Ritsona? Humanidad Imparcialidad Neutralidad Voluntariado Hay días en los que tienes muchos pacientes, otros, puedes tener diez pacientes, pero diez pacientes con diez historias tan tremendas para digerir en un día es mucho. Tienes que hacer el ejercicio de mantenerte en el punto de sí, hay que ser empático, pero no morirte de tristeza con las historias de las personas, porque si no, no consigues ayudarlas-. Independencia Unidad Universalidad Hay otro caso, desde el punto de vista de riesgo médico, de una mujer que tuvo una cesárea hace cuatro meses y ahora está embarazada de nuevo, y que requiere especial atención. Cuando vuelva no voy a saber cómo empezar. Lo primero que voy a hacer es agradecer, bueno, no sé cómo agradecerles lo pendientes que han estado de colaborar, de asesorarme, para cada cosa. Por ejemplo, con esta mujer diabética, en el Hospital de Palamós tenemos un equipo que está especializado en Diabetes Gestacional, es decir, y todos me han ayudado, les enviaba las fotos, y ellos me enviaban todo, protocolos, etc. Continuamente han estado ayudando. He tenido voluntarios a distancia, se han portado increíble. Aquí como cuesta tanto comunicarse con el hospital, entre nosotras, más “la red a distancia”, encontramos soluciones más rápidas. Isabel Erquiaga, la doctora del equipo, también tiene su red de médicos asesores desde Navarra, es brutal, es una doctora como la copa un pino, conecta tanto con el paciente, los escucha, los mira, es una crack. Ante tantos tópicos que hay respecto a las personas refugiadas… ¿qué contarías a quienes no conocen de cerca la situación real de estas personas? Yo les pediría que se pusieran en la piel de una madre que ha perdido a su hijo en la guerra. Universalidad Me siento muy dividida ahora que me voy. Ahora tengo que aterrizar, a nivel personal es una movida, pero tengo que procesar todo esto. Aquí relativizas todo. Y bueno, hay muchas cosas maravillosas que contar: Una vez, al final de una clase con embarazadas, les pedí que nos tomáramos de las manos, y que cada una dijera lo que más deseara, o lo que se le ocurriera en ese momento. Y fueron diciendo de una en una: -yo, que mis hijos puedan estudiar; -yo, salir de aquí-; -yo, irme a otro país-; y al final, una de ellas: -Yo, lo que más desearía, no importa el país que vaya, es encontrarme a personas como ustedes-. Humanidad Imparcialidad Neutralidad Voluntariado ¿Cómo te sientes ahora, seis meses después de tu llegada a este campo de refugiados y a punto de marcharte? Independencia Unidad Siento que las guerras no se hacen solas, que surgen de intereses, y me acuerdo en Uruguay cuando nos veníamos a Españ, que una de las cosas que menos me gustaba es que la gente no reaccionaba y cuando vine a Barcelona y veía a la gente que se manifestaba contra la guerra de Irak, aquello era maravilloso y me enamoré perdidamente de esa gente. Yo creo que la gente tiene esa fuerza. Lo que hace que disminuya mi pena por volver a casa es que creo que se pueden hacer muchas cosas desde distintos sitios. Aquí trabajamos directamente con la gente, en un trabajo que es, digamos, asistencial, pero creo que concienciando a la gente se pueden hacer muchas cosas, de que la gente como pueblos tenemos la capacidad de exigir que hay que ayudar a estas personas, que son como nosotros, y que no tienen por qué estar sufriendo esto… tenemos la fuerza para hacerlo.