Download TESIS 6. CONFLICTO SOCIAL
Document related concepts
Transcript
Una IU para un nuevo país Tesis 6: ¿Cómo situar a la organización en el conflicto social? La organización en el conflicto social y su comunicación Continuando el desarrollo del principio de democracia participativa, IU se dotará de dos herramientas esenciales para la consecución de este objetivo: las áreas de elaboración colectiva y las asambleas locales y sectoriales. 1. Áreas de elaboración colectiva. En la actualidad las áreas son de elaboración programática, colectiva y participativa, pero no son impulsoras de apoyos a conflictos sectoriales. Es imprescindible que las áreas sirvan también para este fin dado que aglutinan a activistas de cada ámbito y por lo tanto conocen de primera mano el origen y las causas de los conflictos. La elaboración colectiva, como proceso de participación activa, analiza la realidad, propone alternativas y diseña movilizaciones para abordar respuestas a los problemas detectados con los actores implicados. Es decir, la elaboración colectiva nace, necesariamente, vinculada a movimientos sociales, sindicales, profesionales, etc. y, por ende, superador de la propia organización, abriendo nuevos marcos de trabajo incluso electoral con otras fuerzas, políticas o no. Las áreas, por tanto, han de ser espacios multidisciplinares y abiertos a la sociedad, no exclusivamente militantes. Asimismo, ha de trabajarse desde la base del consenso y la autorreglamentación interna, sin que eso signifique que haya determinados criterios que hayan de cumplirse por parte de todas las áreas. Para garantizar que el trabajo de las áreas sea fructífero y las personas que en ellas se involucran sean conscientes de su utilidad, el modelo organizativo de IU ha de recoger la necesaria vinculación institución-dirección política-áreas-asambleas, dando la necesaria difusión a las propuestas programáticas y movilizaciones para que sean herramientas útiles. Como alguna medida indispensable para la consecución de este objetivo debemos recoger la participación en los órganos, especialmente en lo que se refiere a la introducción de puntos del orden del día, la rendición de cuentas y evaluación de los trabajos desempeñados por las áreas para garantizar el cumplimiento de los objetivos, establecer mecanismos flexibles para conocer y contribuir a las políticas institucionales y el establecimiento de mecanismos de resolución de conflictos en caso de propuestas contradictorias por parte de áreas distintas, asambleas sectoriales o territoriales. El propio espíritu con el que nacen las áreas hace que haya que flexibilizar la estructura y el modelo organizativo. A pesar de tener que contar con una coordinación suficiente y un mínimo control sobre el número y las competencias, ha de dejar margen suficiente para poder articularse en el territorio de la manera más eficaz. Y resolver la participación de sus miembros, que pueden ser o no militantes de la organización, en la toma de decisiones programáticas. Estableciendo cauces de participación suficientes para resolver propuestas políticas que puedan ser especialmente sensibles. Más allá del grado de autoorganización de las áreas se recomienda que las mismas recojan en su seno dos realidades organizadas que deben ser útiles para la participación de la militancia: las redes de activistas y los foros de debate y elaboración. Las áreas deben transitar hacia un modelo organizativo más flexible, orientado al fortalecimiento del nuevo movimiento anticapitalista. Las áreas son la mejor herramienta para avanzar en la construcción de ese espacio volcado en el conflicto, la movilización y la tensión social. Es imprescindible la activación de las áreas de elaboración colectiva y los foros programáticos presenciales y on-line durante todo el año. En IU se ha concedido tradicionalmente mucha importancia al trabajo local de la militancia en sus asambleas de base, sin embargo, también es necesario el trabajo temático sobre el programa, de modo no presencial, con personas de otras federaciones y asambleas. Para ello, creemos que la organización debe disponer de: 1. un foro telemático en el que contribuir, formarse y debatir acerca de las distintas áreas del programa (ej. Plataforma Loomio usada en la campaña de las generales) 2. un foro telemático general en el que discutir temas de actualidad política. Asimismo, los y las militantes de IU debemos organizar cursos y talleres presenciales, además de explorar las posibilidades telemáticas de bajo coste o gratuitas para ir generando formación, comunicación interna y externa, así como una biblioteca o repositorio del material generado para formar a la militancia en distintas áreas (ej. legislación europea, finanzas y economía, cuestiones de género, ambientales). El trabajo en las áreas de elaboración colectiva anteriormente comentado puede servir de base para los mismos. 2. Asambleas locales y sectoriales. Las asambleas viven los conflictos locales en primera línea e inciden sobre su realidad local, por lo tanto han de ser actores fundamentales en la implicación en los conflictos y la traslación de sus demandas al ámbito institucional y social. La redefinición del modelo organizativo tiene una repercusión directa sobre la prioridad de intervención en los conflictos al generar una organización menos interiorizada y más volcada en el conflicto y en su realidad territorial o sectorial. Debemos recuperar la tarea de construir instituciones sociales que tengan y practiquen en su seno los principios y valores que queremos que sean dominantes, en vez de ofrecer la espera a una victoria electoral que se antoja lejana. La enormidad del reto de transformar la sociedad y la pequeñez de quienes nos lo planteamos acaba convirtiéndose en melancolía. Es necesario tocar con las manos ese mundo que deseamos y, en parte, es posible. De hecho, parte de nuestros problemas para hacernos entender tienen que ver con esa ausencia de referencias en la vida concreta que permitan atisbar una sociedad nueva. La hegemonía cultural del neoliberalismo es rotunda no solamente por una victoria ideológica, sino porque esta se apoya en una práctica concreta, cotidiana y evidente del individualismo o el consumismo. No se concibe otra vida al margen de eso. Por el contrario, hay valores morales de la izquierda, como la secularización de la sociedad o la tolerancia hacia la diversidad sexual o racial, que sí avanzan, aunque sea de forma lenta y con reacciones adversas, apoyados en la práctica social cotidiana. No se trata, en resumen, de entender la presencia en el conflicto como mera labor de agitación y de respaldo de causas justas, sino como construcción de poder popular, de nuevos vínculos humanos, de relaciones sociales menos mercantilizadas y más solidarias. Es en estos conflictos desde donde emerge la conciencia de clase, y con ella el poder popular. Hace falta, por tanto, cambiar nuestra forma de organizarnos y de comunicar, para hacer saltar los consensos básicos del neoliberalismo, socavar su legitimidad, mostrar que sus instituciones no funcionan y presentar a la sociedad nuevas alternativas. Partimos de cuatro premisas: Daremos un carácter central y estratégico al refuerzo y puesta en marcha de experiencias alternativas de consumo, producción, creación cultural, etc. Reorganizaremos nuestras estructuras para orientarlas a la construcción de ese tejido social y dotarlas de perspectiva estratégica. Insertaremos cada acción política dentro de una estrategia para reforzar un movimiento más amplio, orientado a abrir un escenario de cambio real. Es decir, resaltar el valor instrumental del plano electoral e institucional y también evitar perder la mirada a largo plazo cuando trabajamos en lo social. Todo ello exige la toma de medidas concretas. En lo organizativo, ya apuntado, volcaremos las estructuras de base hacia el activismo y la creación de tejido social. No se trata de suplantar a los colectivos sociales, sino de complementar, reforzar y colaborar en la coordinación de los distintos ámbitos. Dirigiremos todo nuestro potencial militante hacia el conflicto. Giraremos la organización desde la institución hacia las luchas concretas y la creación de redes y comunidad, y organizaremos nuestro trabajo y prioridades políticas en función de eso. Somos miles de personas, con un proyecto estratégico de nuevo país, que intervenimos de manera directa para mejorar las condiciones materiales de vida de la mayoría trabajadora. Repensemos nuestra forma concreta de organización: Para organizar bien a nuestra militancia, simpatizantes y comunidad necesitamos una base de datos bien segmentada, que sea útil para el trabajo de las asambleas de base, las redes de activistas y los foros de debate, como para organizar el activismo digital. Las asambleas territoriales deberán realizar un análisis de los conflictos en marcha en su entorno y de las experiencias alternativas activas, valorando cuáles de ellas es necesario reforzar o qué nuevos ámbitos de trabajo sería necesario abordar. No debemos centrarnos tanto en aquellas luchas o problemas concretos que alcanzan una gran intensidad puntual, sino más bien en generar o reforzar instituciones comunitarias sólidas que puedan perdurar. En esta línea, las asambleas y las federaciones no pueden ser compartimentos estancos que se ciñan a su territorio. Se debe fomentar el contacto y coordinación entre distintas asambleas y federaciones, facilitando el trabajo cooperativo que multiplica su impacto y sus resultados. Debemos apostar especialmente por aquellas experiencias que no se limiten a demandar cambios a las instituciones sino que apuestan por la auto-organización para lograr el disfrute efectivo de derechos: a la vivienda, a la alimentación, a la salud, a la educación, etc. Actividades que estén orientadas a dotar de autonomía, conciencia y, sobre todo, compromisos de acciones concretas. Para ello, la educación popular y la animación sociocultural aportan numerosas herramientas que podemos utilizar. Y sobre todo, sirven para saber a qué sectores sociales concretos debemos esforzarnos en dirigirnos con todos nuestros esfuerzos. Tenemos que abrir las puertas de nuestros locales a la comunidad. Para ello, se articularán redes de activistas, ya sea para ámbitos generales de intervención o bien para luchas o proyectos concretos. Se priorizarán la luchas feminista y ecologista y las vinculadas al conflicto capital-trabajo. Organizar espacios de solidaridad: La militancia debe organizar espacios de solidaridad, de mutuo refuerzo: espacios, iniciativas que respondan a las necesidades directas de las clases explotadas. Apoyar los liderazgos populares: La militancia debe promover los liderazgos populares comprometidos con los discursos y las propuestas de los espacios de diálogo y análisis que vayan creando las explotadas y los explotados. Como mencionamos, de todos modos, tenemos que reforzar la idea de la horizontalidad y los principios de "mandar obedeciendo" y de renovación. Se introducirán mecanismos para la organización del trabajo, que permitan crear equipos multidisciplinares en cada área. Cualquier organización humana debe estudiar los métodos y procesos para mejorar su eficacia. Combinar las formas clásicas de participación para nuestra militancia que sufre de la brecha digital, con la dinamización de la comunidad digital y comunicacional. Por su parte, la comunicación ha de tener un papel central en nuestro modelo organizativo. Hacemos política para interactuar con la gente y, por tanto, la actividad de consumo interno debe reducirse al mínimo imprescindible. Pero, además, no podemos concebir la comunicación como el momento final del proceso político, como una mera venta de un producto ya terminado, sino que debe formar parte del proceso de toma de decisiones políticas. Una posición política cargada de razón puede resultar absolutamente inútil si no se planifica cómo transmitirla, en primer lugar, al conjunto de la organización, y despuésés a la sociedad. Esta cultura de la comunicación exige poner en un lugar central la planificación estratégica del discurso. La política de una organización no puede ser una suma de decisiones aisladas que simplemente se enuncian, sino que deben percibirse como un conjunto coherente de ideas y acciones que buscan generar un resultado y que tienen continuidad. Hemos de concebir la política como un proceso. Algunas de las tareas a desarrollar serían: La formación en comunicación, proyectando una imagen plural, feminizada y renovada. Pero no sólo comunicaremos lo que hacemos en IU sino también lo que hacen los activistas fuera de IU. La elaboración constante de argumentarios y resúmenes sencillos sobre las cuestiones clave para compartirlos con el conjunto de la organización y la mejora de los sistema de comunicación interna, para que esta sea estable y ágil, permitiendo una comunicación más fluida entre las distintas estructuras. Al mismo tiempo dotaremos de herramientas y formación a nuestras asambleas de base y activistas para que comuniquen a la sociedad sin intermediarios. La planificación estratégica de campañas de movilización y la implementación de herramientas colaborativas para la organización de activistas y para el desarrollo de tareas de elaboración teórica. La vinculación entre análisis sociológico y comunicación política; Utilizar un lenguaje para la mayoría. Debemos ser capaces de adecuar a la realidad española del siglo XXI nuestras ideas, nuestras palabras, los conceptos con las que la izquierda ha explicado su mensaje y se ha dirigido a la clase trabajadora. Una estrategia discursiva propia, que conecte y traduzca políticamente la frustración e indignación, al servicio de la conquista de la hegemonía cultural. IU, sí; con más fuerza Tesis 6:¿Cómo situar a la organización en el conflicto social? Las Asambleas y la militancia deben saber ser parte natural en el conflicto. La crisis económica del sistema capitalista incrementa los conflictos sociales. El capitalismo, en su fase neoliberal, ha provocado que las contradicciones se expliciten, y la lucha de clases, en todos sus aspectos, sea más aguda. Cómo decía Marx, las crisis mundiales han sido siempre “la concentración real y el ajuste forzoso de todas las contradicciones de la economía burguesa”. Descifrar estas contradicciones debería evidenciar los problemas económicos que nos aquejan y los conflictos sociales que provocan. Esta debe ser la tarea de una fuerza de izquierda: analizar las contradicciones del sistema capitalista en su fase actual, para superarlo. Discernir la contradicción entre realidad y apariencia, porque si interpretamos erróneamente la realidad, nos conduciremos necesariamente a políticas erróneas. Conflicto social y estructura social están íntimamente relacionados. Por ello, lo primero es analizar la estructura social de la segunda década del siglo XXI en nuestro país. 1.- Las Asambleas de IU en sus respectivos ámbitos deberán conocer y analizar las contradicciones que existen en su entorno, elaborando un catálogo de conflictos, cómo agudizar las contradicciones y la estrategia para superarlas. 2.- Los militantes de IU deben orientarse a trabajar en algún tipo de asociación o entidad de la sociedad civil, plataforma, movimiento, marea, etc. 3.- Las áreas de elaboración colectiva funcionarán con criterios de apertura a la ciudadanía, elaborando alternativas y planteando movilizaciones. 4.- El conflicto capital-trabajo en las condiciones actuales nos hará reflexionar y apostar por un sindicalismo de clase adaptado a la nueva realidad social, las nuevas condiciones de la clase obrera, precariedad, dispersión, inseguridad y paro. Debemos examinar de forma concreta si podemos llegar, por nuestra presencia en el tejido social, a lugares donde los sindicatos, centrados en la empresa, no llegan. El conflicto social no sólo debe circunscribirse al mercado laboral y al lugar de trabajo, sino ampliarlo al lugar donde se reproduce la fuerza de trabajo y a sus actividades de consumo: vivienda, educación, salud, servicios públicos, movilidad, espacios públicos y bienes comunes, consumo responsable, etc. En coherencia con estos planteamientos debemos seguir manteniendo canales fluidos de relación con las organizaciones de los movimientos sociales y con los sindicatos. Las reuniones con CC:OO, UGT, CGT, Intersindical o USO han sido frecuentes. Conviene resaltar que votan más trabajadores y trabajadoras en las elecciones sindicales a los sindicatos con los que mantenemos buenas relaciones que electores sumados tienen todos los partidos progresistas y de izquierdas juntos. Esas buenas relaciones, especialmente con CC.OO. no han impedido que IU mantuviera una posición claramente diferenciada en la reforma de las pensiones. 5.- Estar representados en las instituciones debe servirnos para ser en ellas la voz de la calle. Debemos actuar como caja de resonancia de los problemas y conflictos de los movimientos sociales. Además de socializar la problemática, para amplificar la comprensión del problema por el resto de la ciudadanía; rompiendo el cerco que siempre busca el aislamiento del problema y del sector afectado. La solidaridad empieza por el conocimiento de la dificultad del otro. 6.- Para facilitar el contacto con la realidad y el conflicto, de los militantes y dirigentes, en ningún órgano de IU debe haber más de un 50% de liberados por cargo público u orgánico. Revolución Democrática para una Izquierda Unida ganadora Tesis 6:¿Cómo situar a la organización en el conflicto social? En el centro. Renovada. Hablando el mismo idioma y manejando el mismo código simbólico que la mayoría social: pedagogía y diálogo, frente a proclamas y lemas difíciles de digerir; construcción horizontal, abierta y colectiva, frente a la predicación ideológica del dogma y la verdad. Huir de la fe, para asentar la confianza. IU debe ser una organización política coherente, democrática en sus formas e ideologizada en su contenido, dispuesta a ofrecer un modelo alternativo de sociedad, defendiendo valores para la transformación social y convencida de que es necesaria la reestructuración de la izquierda para conseguir tales objetivos. Son sus señas de identidad, que no tienen por qué ser absolutas ni absolutistas, pero sí una parte más a tener en cuenta en un momento en el que las formas de movilización y los contextos de la misma han cambiado. Con humildad, pero con claridad en las posiciones que IU defienda, debe prevalecer su autonomía y su voluntad de colaboración. La convergencia, el pluralismo, la búsqueda de consensos y el diálogo, está en nuestro ADN político, y únicamente la transversalidad, la coordinación y el compartir conocimientos hace que nuestra propuesta como fuerza política de izquierda transformadora tenga la solvencia y el saber hacer en este panorama tan convulso. Es necesaria una renovación que permita la construcción de una Izquierda Unida más abierta, más amable, radicalmente democrática, que se entienda a sí misma como una parte más de la necesaria reconstrucción de la izquierda en España y en Europa, y que esa reconstrucción trascienda lo conocido hasta ahora porque la realidad es otra y los actores políticos con los que compartir la construcción de un movimiento social y político de respuesta al austericidio son otros. La lectura adecuada y permanente de la realidad, la generación de condiciones de cambio y transformación desde la calle y desde las instituciones, la experiencia, el compromiso militante y la historia de lucha de IU, junto a las nuevas formas de intervención en la vida política de personas y colectivos, deben formar parte de la implicación de IU y de sus gentes en la labor de transformación de la realidad y la implicación en el conflicto social. IU no necesita disfraces ni arreglos cosméticos de nombres o colores, IU sigue siendo una herramienta útil para la transformación social, pero hay que adaptarla, hay que recuperar su discurso de lucha y renovar su estructura. Hacer del discurso una herramienta pedagógica que ayude a comprender la realidad y las posibilidades de cambiarla, con propuestas claras, solventes y realizables. Y hacer de la estructura de IU un lugar amable, participativo, colaborativo y ágil junto a otras organizaciones y personas, que desarrollen su aportación a la necesaria transformación social. La sociedad española ha apostado por una renovación en las instituciones, por una forma de entender las organizaciones políticas de manera más transversal y transparente, y por exigirles respuestas posibles a los problemas que sufre. La crisis económica que arrastramos desde 2008 provocó la indignación y la respuesta ciudadana ante una situación traumática que desmontaba las realidades y los sueños de generaciones enteras. Manifestaciones, huelgas generales y el 15M, que durante el primer periodo de la crisis demostraron que la movilización social, no sólo era posible y deseable, sino que contestaba de forma rotunda al austericidio que se planteaba desde los gobiernos del PSOE y del PP, sufrió un punto de inflexión a partir de las Elecciones Europeas de 2014 y la aparición de Podemos, como nuevo sujeto político, en la apertura de un ciclo de cambio que aún sigue inconcluso. Durante todo ese tiempo, IU estuvo en la calle, comprometida con las realidades dolientes que estaban suponiendo la gestión de la crisis y el ataque frontal a los derechos y libertades ciudadanos, junto a colectivos y asociaciones ciudadanos, movimientos sociales, sindicatos de clase, colectivos específicos como la PAH, o promoviendo iniciativas como las Marchas por la Dignidad, las Mareas… etc. Pero la apertura de ese ciclo político y “el golpe en el tablero” junto a la llamada a “tomar el cielo por asalto”, generó una expectación y una esperanza de cambio que frenó las movilizaciones y desvió la protesta social hacia la confianza de que el final del ciclo electoral supondría la llegada de un nuevo tiempo de cambio que acabaría con la crisis económica y sus consecuencias. Nada más lejos de la realidad. La expectación generada no se ha cumplido, las consecuencias de la crisis económica continúan, se consolidan y profundizan, y la movilización social, sufre estado de coma: es IU la que sabe, puede y debe resucitar la movilización No es tiempo ahora de buscar a los culpables de la desmovilización social, pero sí de confirmar que IU también se dejó deslumbrar por los acontecimientos a futuro del ciclo electoral y además en un papel subalterno a Podemos, lo que la distanció de la calle como organización sin que por ello la militancia dejara de seguir participando en las movilizaciones que en mayor o menor medida y de forma sectorial, se han seguido manteniendo en el tiempo en diferentes lugares y ámbitos a lo largo y ancho de nuestro país. Es la militancia y su valor de compromiso permanente con la realidad de injusticia que la rodea, la que hace que IU siga teniendo sentido y valor en sí misma ante el reto de recuperar el tiempo perdido y la movilización social como motor de cambio político. Y es la militancia, desde el debate democrático y desde la confianza en el proyecto político de IU, la que deberá plantear y defender los cambios necesarios para que IU recupere el espacio perdido y la dirección política que la sitúe en el nuevo tiempo de la izquierda transformadora en España. IU tiene futuro si interpreta de forma vanguardista su enorme trayectoria y bagaje. Desde el convencimiento de que sin movilización social no habrá cambios políticos, IU debe trabajar para volver a tener instrumentos de lucha política legitimados por la ciudadanía y compartidos con ella. IU siempre fue el referente de la izquierda alternativa, la voz de la clase trabajadora y los derechos sociales. Su discurso está más presente que nunca porque el conflicto social se mantiene y las consecuencias de la crisis continúan. Retomar la movilización social junto a otras organizaciones de todo tipo, y junto a la espontaneidad de la gente ante la frustración generada porque el cambio prometido no se va a producir, debe ser, junto al compromiso de la militancia y la labor institucional, un objetivo prioritario en el nuevo tiempo de IU. Es fundamental adaptar nuestra organización a los contextos, y para ello proponemos una revolución de metodologías, de formas de relacionarnos con los ciudadanos, de mejorar nuestros procesos internos de decisión y de ir a estructuras más horizontales y colegiadas, en donde el debate y la discusión política vertebren nuestro trabajo. Sólo hablando con la gente de los problemas que les afecta, y haciéndoles partícipes de las posibles soluciones, seremos capaces de contribuir a la recuperación de la movilización social y la posibilidad de transformar la realidad desde la política. Somos referencia de lucha y compromiso y debemos serlo junto a otros y otras. El tiempo de considerarnos hegemónicos de la movilización ha pasado. Ahora toca ir con otros, sumar para multiplicar resultados y participar de otras iniciativas de movilización y compromiso social en clave colaborativa. Aportando la experiencia y la visión propia de nuestra fuerza política, fomentando la participación con perspectiva pedagógica y de invitación a normalizar las iniciativas de protesta y movilización como elemento de consolidación democrática y respuesta política, y siempre desde el respeto a la diferencia y la consideración de ésta como algo legítimo y enriquecedor. La realidad social, política, económica y cultural de España necesita que se restablezca la movilización social. Con independencia de los resultados electorales de las pasadas elecciones generales o de la nueva cita electoral que pueda producirse, lo cierto es que las políticas de austericidio, empobrecimiento y recorte masivo de derechos fundamentales, no pueden ser vencidas sólo desde la espera a que nuevas fuerzas políticas o nuevas alianzas cambien el orden de las cosas. La Historia y la experiencia acumulada como fuerza política y de compromiso social nos dicen que los cambios profundos, las transformaciones que perduran y la consolidación de formas de vida dignas, deben ir acompañadas de una acción política que vincule la movilización con la propuesta y ésta a su vez con presencia en las instituciones. Y todo ello junto a otros agentes sociales y políticos sensibles y susceptibles de sumar su esfuerzo al cambio. Para todo ello IU debe poner en marcha una política de alianzas y de colaboración con todos aquellos sectores, organizaciones, colectivos y sindicatos que estén dispuestos a sumar esfuerzos para recuperar el protagonismo de la gente en la calle a través de la movilización, haciendo un llamamiento a la recuperación del espacio y el tiempo perdidos para volver a tensionar a los millones de ciudadanos/as afectados por la crisis que en su día se indignaron, se movilizaron, despertaron y ahora sienten frustración por no haberse mejorado la situación. Debe ser IU junto a otros colectivos y organizaciones, la que recupere el mensaje de que la movilización es imprescindible. Y desde la labor de su militancia, el compromiso de sus cargos públicos y la definición de una hoja de ruta clara por parte de la dirección, establecer un calendario de acciones, propuestas y campañas a desarrollar, siempre desde la invitación a otros sectores a colaborar en su elaboración, diseño y desarrollo.