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PLANEACIÓN CUAUTLA 16 al 19 de enero 2017
“La Iglesia en misión, testimonio y compromiso social”
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LA INSEGURIDAD Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO
La vida social, la convivencia armónica y pacífica, se han deteriorado
aceleradamente; se vive un estado de derecho tolerante, que en el fondo
es una violencia disfrazada; de diciembre 2012 a febrero 2016, han
ocurrido 59 mil 289 asesinatos en México, con un promedio de 55
asesinatos diarios; sabemos que en el ejido Patrocinio de Coahuila se ha
encontrado el campo de extermino más grande del país, más de 3,400
restos humanos.
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Hoy estamos bombardeados por: robos, pobreza, asaltos, secuestros, y
lo que es más grave, desapariciones y asesinatos que cada día
destruyen vidas humanas, familias y a la sociedad entera; violencia de
la cual la iglesia no es ajena pues desde 1990, se realizaron 56 ataques
a templos católicos y más de 3.000 fueron profanados en la última
década, además, en lo que va del sexenio han asesinado 15
sacerdotes.
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ECONOMÍA
El país está atravesando por una de las
más graves crisis económicas, se
espera un crecimiento del PIB en 1.7%,
el dólar hoy esta a $22.00 y la inflación
será del 4.01%.
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Esto es resultado de una estructura de
pecado que hace habitual una cultura
de violencia, descaro y descarte, en la
que participan diversos agentes.
Debemos hacer una lectura de los
signos de los tiempos y consolidarnos
más como Iglesia, la cual con el
testimonio, misericordia, caridad y
compromiso social, se sacramento de
salvación en nuestra ciudad.
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La pastoral de la Iglesia debe girar en torno a lo que el pueblo de
Dios vive, por lo que está llamada a repensar profundamente y
relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas
circunstancias sociales, políticas y económicas que nuestro país vive.
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Ante este difícil panorama, debemos recordar las palabras del Obispo
Romero, “Sentir con la Iglesia”, debemos confirmar, renovar y revitalizar
la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia mexicana, desde
un encuentro vivo personal y comunitario con Cristo, que suscite
discípulos y misioneros, capaces de ser portadores de fe y esperanza, a
todas las personas que se encuentran sumergidas en una penosa
estructura de pecado y muerte.
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Debemos ser testigos en el mundo, de que la fe es la pasión por lo
posible y la esperanza es el acompañante inseparable de la fe,
manifestando que también desde la iglesia se puede tener un
cambio social, que surge del amor que Dios nos tiene y que se
refleja en la misericordia y compromiso con el hermano.
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La Iglesia de Cristo se volvió desafiante, porque ahora
grita en publico, lo que por mucho tiempo creyó en
secreto. (San Alberto Magno)
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