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Conocimiento sobre sodio y barreras al consumo de agua Sergio Britos Profesor Asociado, Escuela de Nutrición (Facultad de Medicina, UBA) Director, Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA Introducción El agua es un nutriente esencial que quizá por causa de su universalidad no suele ser motivo de indicaciones o recomendaciones específicas, al menos no en la medida en que lo son otros nutrientes esenciales o alimentos importantes. De esta manera, es poca la información que tienen las personas sobre su ingesta recomendada, en cantidad y especialmente en calidad. La información sobre patrones de consumo de agua o líquidos es escasa. Recién en 2009, el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI) realizó un estudio (HidratAr) poblacional en cuatro grandes conglomerados urbanos. Sus resultados revelaron una ingesta promedio de 2,05 lt., un volumen que de todos modos refleja que una proporción de la población tenía un consumo inferior a las mismas. Sin embargo, uno de los hallazgos más importantes del estudio fue la escasa proporción de agua pura en la composición de la ingesta total, tan solo un 21%. Por el contrario, la mitad de los líquidos ingeridos fueron bebidas e infusiones con azúcar agregado, lo que convierte un hábito saludable como es la hidratación en vehículo de azúcar, el nutriente de mayor exceso en la alimentación argentina (1). Solo la ingesta de bebidas e infusiones azucaradas supera en todas las edades la recomendación máxima de ingesta de azúcares definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aún sin considerar otras fuentes de azúcar en la dieta (golosinas, panificados y galletitas dulces, mermeladas, etc.). El segundo nutriente crítico en la dieta argentina es el sodio y de acuerdo con información sobre su patrón de ingesta en la población (4) las bebidas no son una fuente alimentaria importante. Sin embargo, es común que profesionales de la nutrición y la salud manifiesten preocupación por la ingesta de agua como fuente de sodio y adopten una actitud restrictiva frente a sus pacientes. En una encuesta reciente en profesionales de salud y nutrición hallamos que más de la mitad (55%) indicaba a sus pacientes una conducta restrictiva en relación al sodio de las aguas en situaciones clínicas en que no era necesario. La OMS manifiesta que el agua no es una fuente alimentaria significativa en la ingesta de sodio, excepto para personas bajo indicación médica de restricción severa del mineral (menos de 400 mg/día), situación limitada a algunos casos avanzados de insuficiencia cardíaca o enfermedad renal (2) (7). Asimismo, en su reciente Guía sobre calidad de agua, afirma que no está demostrada una asociación entre el contenido de sodio de las aguas y la ocurrencia de hipertensión (8). Sin embargo, algunas personas siguen manifestando cierta selectividad a la hora de elegir algún agua, a pesar que la propia OMS haya planteado la irrelevancia del sodio del agua como factor de riesgo de sobreingesta. Argentina, la ingesta de sodio, la indicación de los profesionales y la rotulación (etiquetado) En Argentina sodio y azúcares agregados son los dos nutrientes de mayor exceso desde la perspectiva de las recomendaciones de alimentación saludable (3). En cuanto al consumo de sodio, el 44% de su ingesta proviene de la sal de mesa y el 56% de alimentos y bebidas. De este conjunto, solo 3,5% corresponden a las últimas. Teniendo en cuenta el contenido de sodio de diferentes alimentos y bebidas de consumo habitual en nuestra población y con el objetivo de graficar la importancia relativa de cada producto, en el siguiente gráfico se observa cuántas porciones deberían ingerirse de cada uno para cubrir la mitad de la ingesta adecuada diaria de sodio. Gráfico 1: Porciones necesarias para alcanzar el 50% de la recomendación de sodio 53 Aguas minerales Jugos listos Gaseosas 21 Hortalizas 20 Aguas saborizadas 10 9 7.5 Pastas con salsa Carne al horno Leche Quesos Hamburguesas comerciales Pizza Salchichas Sándwich de fiambre y queso 4 1 1 0,8 0,8 28 26 Fuente: Tabla CEPEA (9) Resulta evidente que la categoría de agua y bebidas es marginal en relación con el aporte de sodio en la dieta (menos del 4% de la ingesta total del mineral). Al interior de la categoría, las gaseosas y jugos aportan más sodio -pero muy poco- que las aguas minerales, básicamente a causa de un mayor consumo (120 lt / persona/ año de gaseosas, 46 lt de jugos y 24 lt de aguas minerales) (4). En junio de 2011, el portal Nutrinfo realizó una encuesta on-line a una muestra de 462 profesionales (85% nutricionistas o estudiantes avanzados y el resto principalmente médicos nutricionistas y otros profesionales). El foco fue el contenido de sodio en aguas y bebidas y los conocimientos y criterios de indicación de los profesionales (15). En el caso de las aguas minerales, casi el 10% de las respuestas las identifica como fuente, aun cuando su frecuencia de consumo y contenido en sodio son bajos. Al momento de consultar acerca de la recomendación, las bebidas más recomendadas fueron el agua en sus diversas formas (46,5% de las menciones) El principal atributo mencionado por los profesionales como motivo para recomendar agua como “saludable” fue el contenido de sodio (81% de menciones), con un margen muy amplio sobre otros motivos (confiabilidad, composición, “natural”, sabor). A la vez, hay confusión entre los profesionales de la salud y la nutrición acerca de los criterios de rotulación y declaración de propiedades relativas al sodio, factor que puede incidir en recomendaciones erróneas a la población. Siendo que aguas y bebidas tienen diferente unidad de medida en relación con la rotulación de sodio, solo un 23% supo reconocer esa diferencia y asignar correctamente las respectivas unidades de medida (litro para el agua y 200 ml para las bebidas). El origen de estas controversias quizá se encuentre en el propio Código Alimentario Argentino (CAA) ya que prescribe un tratamiento diferencial para la rotulación y declaración de contenido de sodio entre aguas y bebidas. Mientras que para todas las bebidas (capítulo V), la referencia (para el rótulo) es una porción de 200 ml y el criterio para declarar “bajo en sodio” es un contenido inferior a 120 mg /100 ml., para las aguas (capítulo XII), la referencia es un litro y el criterio “baja en sodio” es un contenido inferior a 20 mg/ 1000 ml (una quinta parte de sodio en un volumen diez veces mayor). Paradójicamente, varias bebidas con más sodio que un agua mineral, pueden ser consideradas bajas en sodio mientras la segunda no. Conclusiones Tanto el estudio HidratAr (1) como el análisis de los consumos alimentarios a nivel nacional (4) reflejan que el principal problema nutricional asociado al patrón de consumo de bebidas no es el sodio sino su aporte de calorías ocultas. La suma de todas las aguas y bebidas (sumando también las infusiones) representan el 14% de las calorías totales de la dieta, el 60% de los azúcares agregados pero tan solo el 3,5% del sodio. De allí se deriva la importancia de promover un mayor consumo de agua, siendo necesaria la desmitificación de que la misma es fuente alimentaria de sodio y que por lo tanto, no se justifica una conducta restrictiva en tal sentido en la población general, tal como lo sostiene la OMS (2) (5) (6). Asimismo, sería deseable que las normas de rotulación y los criterios de declaración de contenido nutricional del Código Alimentario no excluyan de manera explícita a las aguas como ocurre en la versión actualmente vigente. De hecho, desde la perspectiva de la salud y teniendo en cuenta el bajo aporte de sodio, la misma clasificación que el Código Alimentario prescribe para las bebidas puede aplicarse al caso de aguas. Bibliografía: 1.- Carmuega E.; Patrón de consumo de agua y bebidas en nuestra población. Estudio HidratAr; Actualización en Nutrición, Vol 13, Suplemento 1, pp 16-17, 2012. 2.- Nutrients in drinking water; OMS; Ginebra, 2005 3.- Britos S, Saraví A, Chichizola N, Vilella F; Hacia una alimentación saludable en la mesa de los argentinos; Orientación Gráfica Editora; Buenos Aires, 2012 4.- Britos S, Saraví A, Chichizola N; Estado de la Alimentación Saludable 2011; Escuela de Nutrición, Buenos Aires, 2012; disponible en www.cepea.com.ar 5.- Hernandez A; Ramon JR; Martell N; Cuenca E; Marquez J. Human lipid peroxidation and blood pressure changes in normotensive and hypertensive patients crenotherapy-treated with sulphured mineral waters and peloids. Proceedings of 17º Congress of the International Association of Gerontology. 2000. Vancouver. Canadá. P398. 6.- Schoppen R, Perez Granados AM, Carvajal A, Oubina P, Sanchez-Mumiz FJ, GomezGerique JA, Vaquero MP. A sodium-rich carbonated mineral water reduces cardiovascular risk in postmenopausal women. J Nutr 2004; 134: 1058-63. 7.- Sodium in drinking water; OMS; Ginebra, 2003. 8.- Guidelines for drinking water quality; 4th edition; OMS; Ginebra, 2011