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INTRODUCCIÓN A LA RESTAURACIÓN DE ESPACIOS DEGRADADOS (I): OBJETIVOS, ENFOQUES Y ESCUELAS. Notas para la asignatura de Restauración de Espacios Degradados. Febrero 2006. J.M. Nicolau. Dpto. Ecología. Universidad de Alcalá. josem.nicolau@uah.es 1. Objetivos y ámbito de la Restauración L a asignatura de Restauración de Espacios Degradados aborda un amplio espectro de problemas ambientales. Su núcleo lo constituyen la Restauración ecológica (disciplina emergente reconocida como tal) y la Ingeniería de la restauración, aunque sus fronteras alcanzan la Arquitectura del paisaje, las reforestaciones forestales, el tratamiento de suelos contaminados, la agricultura-ganadería, entre otras áreas. A ngel Ramos –cuyo equipo de la Cátedra de Planificación y Proyectos de la Escuela de Montes de Madrid fue pionero en restauración en España- enmarcaba la restauración paisajística en la Estrategia Mundial para la Conservación, con tres objetivos principales: a) Mantener los procesos ecológicos esenciales y los sistemas vitales. b) Preservar la diversidad genética y c) Asegurar el aprovechamiento sostenido de las especies y de los ecosistemas (Ramos, 1986). B radshaw (1997), en el marco del paradigma del equilibrio dinámico, intenta aclarar los diversos términos surgidos en este campo. Para él restauración (restoration) implica devolver al ecosistema a su estado original, anterior a la degradación, un saludable o vigoroso estado. Rehabilitación (rehabilitation) se refiere a la recuperación del sistema a un estado previo, pero no necesariamente al óptimo. Implica una cierta mejora de las condiciones, pero no la máxima posible que, supuestamente, se alcanzaría en el estado original. Reclamation, término para el que no hay traducción directa al español (restauración), es utilizado más en medios técnicos que científicos, no implica la vuelta del sistema a su estado original, sino a otro adecuado y útil. Es un término que se aplica a las restauraciones mineras, de ingeniería civil, de zonas agrícolas (land reclamation). Finalmente, otro término menos frecuente es el de remediation (traducido por algunos literalmente como remediación), el cual pone el énfasis en el proceso más que en el punto final al que se quiere llegar. Se aplica a los suelos contaminados. H obbs y Norton (1996) prefieren no entrar en el debate de los términos y defienden la idea de que la restauración sucede en un continuum y que las distintas aproximaciones (restauración, rehabilitación, etc.) sólo son diferentes formas de restauración. Los ámbitos que cubre la restauración vendrían así definidos: - Restauración de áreas muy localizadas pero fuertemente degradadas, como las áreas mineras (movimientos de tierra en general). Implica la mejora de las características físicas y químicas del sustrato y recuperar la cobertura vegetal. - Mejorar la capacidad productiva en áreas donde ésta se ha degradado: zonas agrícolas, forestales, de pastos. En estos casos la restauración trata de recuperar el nivel de productividad, por ejemplo controlando la erosión, resolviendo problemas de salinización, etc. - - Mejorar los valores de conservación en áreas protegidas, que pueden sufrir degradación por pastoreo, invasión de especies (plantas, animales y patógenos), contaminación y fragmentación. Mejorar los valores de conservación en áreas productivas. Hay un creciente reconocimiento de que la diversidad no puede conservarse sólo a partir de las áreas protegidas y que deben propiciarse métodos que integren los usos de conservación y producción. D e manera que la aplicación de la restauración ecológica tiene lugar en un continuum desde la reconstrucción total de las áreas devastadas (minería) hasta el manejo limitado de las áreas relativamente no modificadas. La forma en que se aplica la restauración ecológica en estas situaciones es esencialmente similar, aunque los objetivos y las técnicas difieren, obviamente. En todos los casos la restauración trata de devolver a los sistemas degradados alguna forma de cobertura vegetal protectiva, productiva, estéticamente agradable o valiosa en sentido de conservación. También persigue desarrollar sistemas automantenibles a largo plazo. E n una aproximación más didáctica se podría considerar que, dentro de ese continuum, la Restauración de Espacios Degradados posee dos centros de gravedad principales. Por un lado, las restauraciones, mejor rehabilitaciones, de ecosistemas donde se ha producido movimiento de tierras, y por lo tanto hay que reconstruir todos sus compartimentos (geológicogeomorfológico, edáfico y fauna-vegetación), que no pretenden volver al ecosistema original. Y por otro, las que se llevan a cabo en ecosistemas en los que básicamente se trabaja con elementos biológicos y es más frecuente tratar de devolverlos a su situación de partida. Se habla de ingeniería de la restauración y de restauración ecológica, respectivamente. Las restauraciones mineras de grandes dimensiones (carbón, uranio) se sitúan a caballo entre ambas, pues comparten la remodelación topográfica con la restauración biológica en aras de reconstrucción de un ecosistema funcional. 2. Restauración ecológica L a restauración ecológica ha pasado de ser un punto de vista o una aproximación a algunos problemas de gestión a obtener el estatus de disciplina científica, dentro de la ecología (Bradshaw, 1993). Evolución histórica S e puede considerar que las primeras actividades humanas dirigidas a reparar las alteraciones en los ecosistemas se debieron iniciar de forma paralela al incremento de la capacidad transformadora del ser humano sobre la naturaleza. Sin embargo, el esfuerzo consciente para restaurar ecosistemas degradados se inició en el siglo XIX en el marco de las políticas de conservación de la naturaleza desarrolladas en los países occidentales. Una de las primeras iniciativas corrió a cargo de Víctor Shelford, presidente del Comité para la preservación de las condiciones naturales para los estudios ecológicos, de la Ecological Society of America, poco después de su fundación en 1917. Shelford desarrolló iniciativas para la restauración de praderas y de poblaciones de depredadores como el lobo (MacMahon, 1999). También de gran importancia fueron los trabajos de restauración de las tallgrass prairie llevados a cabo en la universidad de Wisconsin-Madison Arboretum en los años 30 del siglo XX. Estos trabajos fueron acompañados de experimentación, y las parcelas utilizadas todavía son objeto de estudio en la actualidad (Allison, 2002). E n los últimos cuarenta años, científicos, gobiernos y organizaciones han mostrado una creciente atención por la recuperación de los ecosistemas degradados, y el desarrollo de la disciplina ha sido muy rápido, como se refleja en la aparición de numerosas publicaciones científicas. En 1964 la British Ecological Society inició la publicación de la revista Journal of Applied Ecology. En 1972 apareció Journal of Environmental Management seguido de Environmental Management. En la década siguiente nació Land Degradation and Rehabilitation, que se transformó en Land Degradation & Development posteriormente, incorporando una perspectiva más social. En 1991 la Ecological Society of America publicó Ecological Applications y en 1993, la Society for Ecological Restoration inició la edición de su revista, Restoration Ecology. Esta sociedad también publica Ecological Restoration, continuación de Restoration and Management Notes, junto con la Universidad de Wisconsin Arboretum, uno de los centros más veteranos en este campo. También recientes, aunque de menor alcance por el momento, cabe reseñar la revista Ecological Engineering (1992), así como Ecological Management & Restoration (2000), limitada al área australiano-asiática. 2.1. ¿Qué es restauración ecológica? C omo subdisciplina científica reciente, la restauración ecológica se halla en una fase de construcción conceptual. Según Hobbs y Norton (1996) ha progresado mucho en soluciones a problemas particulares, pero menos en el desarrollo de una teoría general que permita transferir metodología de un caso particular a otro. L a SER (Society for Ecological Restoration) ha editado el que denomina abecedario de la restauración ecológica, que recoge los principios de la disciplina (SER, 2002). Define restauración ecológica como el proceso de asistencia a la recuperación de un ecosistema que ha sido degradado, alterado o destruido. Y considera que es una actividad que inicia o acelera la recuperación de un ecosistema en relación a su salud, integridad y sostenibilidad. La Society of Wetland Scientists (2000) define la restauración de humedales como las acciones tomadas en un humedal natural degradado o construido que dan lugar al re-establecimiento de procesos ecológicos, funciones e interacciones bióticas y abióticas y conducen a un sistema persistente y elástico, integrado en su paisaje. Paradigmas vigentes en la Restauración P arsons y Pickett (1997) relacionan el auge de tres jóvenes disciplinas -restauración ecológica, biología de la conservación y manejo de sistemas naturales- con las ideas de la nueva ecología (la ecología del cambio o del no-equilibrio) frente a la ecología aplicada a la que asocian con la visión más tradicional de la ecología del equilibrio. Terradas (2001) insiste en la necesidad de que la ecología dé respuesta a los problemas de conservación de la naturaleza y aporte fórmulas para la sostenibilidad. Para él es necesaria una disciplina de ingeniería ecológica que abarcaría la biología de la conservación y la restauración ecológica. U rbanska (2000) considera que la restauración ecológica no debe considerarse como una parte subordinada de la biología de la conservación, sino que actualmente, son dos disciplinas distintas. Las principales diferencias que Urbanska encuentra entre ambas se refieren al momento en que actúan: después de ocurrir la degradación, en el caso de la restauración y cuando las poblaciones inician su declive, la biología de la conservación. También al nivel de organización en el que se centran: nivel de población la biología de la conservación, en tanto que los de comunidad y ecosistema la disciplina de la restauración. Y a los paradigmas que las inspiran: los de las poblaciones pequeñas y el declive de las poblaciones, en el caso de la conservación y los de la naturaleza en equilibrio (estabilidad) y naturaleza en flujo (cambio), en el de la restauración. No obstante, esta autora considera que –dado que la integración de las aproximaciones de especies y ecosistemas ya está reconocida (Jones and Lawton, 1995)- en el futuro ambas subdisciplinas se integrarán dentro de la “gestión de ecosistemas”. De momento el diálogo entre ambas se ha centrado en el contexto de la conservación de especies, pues el ecosistema ha tenido poco reconocimiento como objeto de conservación. Sin embargo, el creciente interés sobre el mantenimiento de los hábitats para la protección de las especies podría reorientar la conservación hacia los ecosistemas en peligro, facilitándose la integración. Por otro lado, como apunta Zamora (2002), la restauración no debe verse sólo como una herramienta para reparar ecosistemas ya dañados sino que, aplicada desde una perspectiva de gestión integral de ecosistemas, puede orientarse hacia la conservación y prevención ambiental. L as divergencias entre los ecólogos de la restauración sobre los paradigmas que han de sustentar la disciplina se concretan en la conveniencia o no de tomar un ecosistema de referencia en los proyectos de restauración (Parsons y Pickett, 1997), o lo que es lo mismo, en la interpretación que se hace de la teoría de la sucesión ecológica como fundamento de la disciplina. La interpretación más extrema corresponde a Simpson (2002) quien propone abandonar la teoría de la sucesión ecológica para interpretar el cambio en la naturaleza. Para él “el clima, suelo y otros factores locales no definen un ecosistema sino más bien señalan los límites acerca de sus posibilidades. Dentro de esos límites, los patrones espaciales y temporales de las perturbaciones, así como la proximidad de las fuentes de propágulos modelan los ecosistemas”. Es decir, propone poner el énfasis en el régimen de perturbaciones y en las influencias del entorno, más que en los componentes deterministas de la sucesión. Terradas (2001) considera la teoría de la sucesión como la base de la disciplina, y entre los elementos esenciales del ecosistema a construir incluye el régimen de perturbaciones y elasticidad (resilience). U rbanska (2000) cree que el modelo de dinámica de la vegetación propuesto por Pickett se adapta mejor a la restauración de áreas profundamente degradadas y lugares sometidos a estrés intenso, que el modelo determinista de sucesión. Se sitúa al lado de Fiedler et al. (1997) al sostener la validez de ambos paradigmas y la necesidad de considerar la escala para establecer su importancia relativa. 3. La ingeniería de la restauración L os orígenes de la restauración por movimiento de tierras se pueden situar en las primeras décadas del siglo XX en los países alpinos en los trabajos de protección de laderas afectadas por la construcción de carreteras (Schiechtl, 1980). Ante la falta de medios en aquella época se desarrollaron técnicas para la estabilidad de las laderas utilizando elementos vegetales e inertes (piedras) a fin de retener los taludes generados. Esta aproximación, que se basa en la utilización de elementos vegetales vivos con un comportamiento ingenieril previsible, se conoce como biotechnical engineering o bioengineering (ingeniería biológica de la restauración) y en la actualidad está experimentando un gran auge asociado al tratamiento de taludes artificiales generados por la ingeniería civil (Rickson y Morgan, 1995). C on la utilización de maquinaria de gran capacidad para el movimiento de tierras en minería a cielo abierto, después de la segunda guerra mundial, se produjo la degradación de extensas áreas. Así, entre 1940 y 1970 la minería afectó al 0,16% de la superficie de Estados Unidos (Haigh, 2000). Posteriormente vino la aprobación de las primeras normativas legales para regular la restauración de las áreas afectadas por actividades mineras (en Estados Unidos de América: Water Quality Act en 1965, Surface Mining Coal Reclamation Act en 1977; en España desde 1982 en la minería a cielo abierto (R.D. 2994/82 y R.D. 1116/84). Fue a partir de la aprobación de estas exigencias legales cuando se desarrolló la investigación para desarrollar técnicas específicas de restauración. Esto fue también así en España, pues las grandes empresas de carbón (HUNOSA, ENDESA y otras) iniciaron en los años ochenta programas de investigación con universidades y centros del CSIC que han resultado en un mejor conocimiento de estos ecosistemas artificiales y en el desarrollo de técnicas efectivas de restauración (Jardón, 1986; Val y Aníbal, 1994; Abril y Molina, 1997; M.F.U.S.A., 1998; Guitián, 1995). L a ingeniería de la restauración constituye una aproximación técnica al problema, centrada en aplicar remedios técnicos para, por un lado, garantizar la funcionalidad de la propia obra de ingeniería y, por otro, corregir algunos impactos ambientales, principalmente la erosión (contaminadora de aguas) y el impacto visual. La funcionalidad de la propia obra (gaseoducto, sellado de vertedero, puentes, carreteras) se puede ver comprometida por una degradación del medio natural en que se inscribe (desmantelamiento de gaseoducto por erosión, obstrucción de las cunetas y calzadas por deslizamiento de taludes en las carreteras). La protección de los cuerpos de agua situados aguas abajo, de la contaminación química y física por la emisión de sedimentos desde las explotaciones y obras (off site effects), ha constituído el motor del espectacular desarrollo tecnológico que ha experimentado esta disciplina en los últimos años. Bajo la tutela de la International Erosion Control Association se ha desarrollado un importante sector industrial con la aplicación de hidrosiembras y de soportes de hidrosiembras como técnicas centrales. M enos énfasis se ha puesto en la investigación para la recuperación de la productividad y/o la funcionalidad ecológica de las áreas transformadas por la actividad minera o ingenieril (on site effects). La integración entre los compartimentos geológicogeomorfológico, edáfico y vegetal de los ecosistemas ha constituido el eje central de la investigación, todavía pendiente de ser formalizado de forma satisfactoria para la práctica de las empresas. A nivel conceptual son destacables las propuestas holistas de Chambers y Wade (1990) y el modelo de Reith (1986) para restauración de ecosistemas mineros en ambientes semiáridos. En la actualidad, se empiezan a presentar los primeros modelos formalizados matemáticamente aplicables a la restauración minera que integran la producción primaria y la distribución espacial de la vegetación con el régimen hídrico y de sedimentos de las áreas restauradas (Loch, 1997; Hancok y otros, 2000), merced al considerable esfuerzo investigador que se está llevando a cabo en Australia. También en Alemania, se han iniciado estudios experimentalmente muy completos en ecosistemas derivados de la minería de la antigua República Democrática, cuyos resultados van a aportar un mejor conocimiento sobre los procesos ecológicos in-situ, en los próximos años (Hüttl y Bradshaw, 2000).