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¿Dónde poner las siete neuronas? Francisco Rodríguez Latorre No vamos a cambiar. Es claro, seguiremos siendo los mismos por muchos años. Nuestros hábitos han sido moldeados de tal forma que solo las malas noticias son noticia. No news good news. Así es la vida. Las buenas noticias están condenadas al silencio y a permanecer en la sombra. La agenda internacional está copada por los conflictos, el fraude, la corrupción y los asesinatos. Lo que esté por fuera de esta banda cae en el punto ciego de nuestra atención. Hace dos años Siria empezaba su guerra civil, hoy sigue igual o peor, pero ya no sale en los medios: fue desplazada por algo más nuevo, aunque no necesariamente más violento. Hace seis meses empezaba en Ucrania esa confrontación con su vecino que hoy es una realidad apenas advertida, porque en cierto sentido ya cumplió su ciclo triste de saturación. Luego sacaron la cabeza, los bonos basura en Argentina, la corrupción en Brasil y más recientemente el enfrentamiento en Gaza; por último, la decapitación del periodista James Wright Foley a manos de los militantes del Estado Islámico nos tiene a todos aterrados. Ese es el día a día de nuestra capacidad de atención que, como todos sabemos, es muy reducida, apenas unos siete bytes en la working memory o memoria de trabajo. Comparada con la máquina más barata del mercado, nuestra mente la supera en disco duro, pero llora en memoria RAM. Un computador de un millón de pesos fácilmente tiene medio terabyte de almacenamiento y una memoria RAM de una giga. Los humanos tenemos sin duda un disco mucho más poderoso con una capacidad casi ilimitada. El problema está en la memoria RAM. ¿Recuerdan esas presentaciones sociales en la que se les da la mano a cinco o siete personas en una ronda de saludo? Al final no retenemos ningún nombre y uno cree que se trata de una falla de nuestra atención o de nuestras capacidades mentales. Lo cierto es que no. Este es un fenómeno general, de la especie, una insuficiencia de los humanos en condiciones normales. ¿Por qué entonces gastar la poca capacidad de atención solo en las malas noticias? Para sacudirnos un poco el letargo consuetudinario, ¿que tal un baño por los cinco continentes con noticias que no vayan al vaivén de las modas y de los cambios repentinos que solo afectan la sensibilidad superficial? Hoy, en la era de la globalización, de la mundialización, de la conectividad es mediáticamente desconsolador que nuestra atención y nuestra sensibilidad estén copadas solo por problemas, ¿no sería mejor estar inmersos en las soluciones? Un simple recorrido por algunas de las buenas noticias es suficiente para mostrarnos la diferencia. Miremos algunos titulares y profundicemos un poco en una de ellas. “Hay un puente entre el suicidio y la vida”. “Los argumentos de los militares por los cuales es mejor compartir los secretos que guardárselos”. “¿Son hoy los atletas realmente más rápidos, más fuertes, mejores que los del siglo pasado?” “Cómo ayudar a los adolescentes transexuales a convertirse en quienes son”. “Para los padres, la felicidad es una vara demasiado alta.” “¿Debemos vivir para nuestro currículo o para nuestro panegírico?” “¿Deben los profesores saber magia para ser mejores?” “Cómo los espacios públicos hacen funcionar las ciudades.” Estas son apenas algunas de las noticias de actualidad en el mundo del conocimiento y cada día llegan nuevos anuncios, en forma de conferencia, que no pierden vigencia. Si para algo sirve Internet es para compartir lo que sabemos, no solo para esparcir miedos o rumores, también para compartir la verdadera sabiduría. Yo soy filósofo, y si solo mirara noticias dedicadas a mi campo de especialidad encontraría decenas: Damon Horowitz en “Filosofía en prisión” cuenta la reveladora experiencia de enseñar teoría de la justicia en una cárcel a presos que discuten, desde su triste condición, las teoría de Platón y Aristóteles sobre el bien supremo. Alain de Button en “Una filosofía del éxito y del fracaso” pone en contexto la importancia naturalizar el fracaso, al tiempo que advierte los peligros de exaltar demasiado el éxito. Michael Sharmer en “Sobre creer cosas peligrosas” nos abre los ojos a la filosofía de la seudociencia para que los embaucadores dejen de meternos los dedos a la boca con tanta medicina alternativa. En fin, podríamos listar más de un centenar de conferencias a cual más de interesantes y todas sobre filosofía. Y día a día el número sigue creciendo. La diferencia entre las buenas noticias y las malas noticias es que los periodistas que nos dan las buenas se han demorado la vida entera decantándolas. Cada investigador, en tanto comunicador, solo tiene un mensaje, a veces dos, pero no supera este número. Al contrario de un periodista normal que tiene que vérselas a diario con informaciones diversas, muchas de ellas fuera del alcance de su especialidad. La ventaja de las noticias del conocimiento es que vienen en un formato muy dinámico, con un lenguaje fresco y con las imágenes precisas. Mejor aún, se refieren a la experiencia vivida por alguien que ha investigado y ha afectado su vida con la investigación. Eso le da el sabor de una buena historia muy cercana a la literatura oral que es tan grato escuchar cuando se hace bien. El lugar de las buenas noticias del conocimiento que no tiene fecha de caducidad se llama TED. Un proyecto mundial dedicado a poner en escena la sabiduría relevante del planeta. En el portal principal de TED, ted.com, encontramos más de mil ochocientas conferencias de muy buena calidad sobre temas diversos. Las conferencias tienen una duración que va de los tres a los veinte minutos y, aunque la mayoría están en inglés, existe un equipo de voluntarios del mundo entero que las vienen traduciendo a decenas de idiomas, el español entre ellos. En la presentación de la página aparecen entre diez y veinte conferencistas en foto rápida, como una galería. Estos son sin duda mis favoritos: Al Gore, Elizabeth Gilbert y Ken Robinson, Daniel Pink, Daniel Gilbert, etc. Lo importante de estas noticias es el interés renovado que existe sobre ellas. Se pueden conocer hoy o mañana y son beneficiosas: sientan bien al alma y al cuerpo. No van al vaivén de una moda o de una tendencia comercial de los medios. Permanecen allí a la espera de una mente atenta. Usted puede ser el próximo lector, espectador o protagonista de esas noticias.