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14 DE JUNIO: BICENTENARIO DE LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DEL PADRE ANDRÉS COINDRE 1. AMBIENTACIÓN Los Hermanos Eugenio y Daniel, nos cuentan así la ordenación sacerdotal del Padre Andrés Coindre: Al fin, tras larga preparación, Andrés Coindre vio brillar la aurora del día feliz, objeto de todos sus anhelos, meta de sus esperanzas y aspiraciones. Fue ordenado sacerdote el domingo 14 de junio de 1812, en su ciudad natal, por Su Eminencia el Cardenal Fesch, arzobispo de Lyon, Celebró su primera misa en presencia de sus padres y rodeado de familiares y amigos. Para comprender al padre Coindre, fundador de Congregaciones, debemos acudir a Andrés Coindre, sacerdote, predicador y misionero. En su continuo contacto con la Palabra, así como con la gente con la que tuvo contacto en sus misiones, retiros y predicaciones se fue forjando algo nuevo en él: la dedicación a la infancia y juventud abandonada, el tomar conciencia de la importancia de la escuela, la conveniencia de fundar Congregaciones que pudieran llegar a donde él no podía. Por eso este bicentenario de su ordenación sacerdotal es fiesta para todos nosotros. Damos gracias a Dios por esa vocación y su fidelidad a la misma. En este día final de la novena del Sagrado Corazón recordamos la memoria del que hizo del Corazón de Jesús la fuente de su inspiración misionera y de su vida entera. 2. EL PADRE NOS “CUENTA” EL NACIMIENTO DE SU VOCACIÓN SACERDOTAL El padre Andrés nunca contó cómo nació su vocación sacerdotal pero no nos prohibió echar al vuelo nuestra 1 imaginación. En esto él era un maestro. Así pudo haber sido. Todo en la vida comienza con una llamada. ¿Cuándo sentí la vocación al sacerdocio? No lo sé; fue surgiendo poco a poco, casi sin darme cuenta. Viví mis años de infancia en la época de la Revolución y de la persecución religiosa. Mis padres perseveraron en su fe y con mucha precaución me fueron educando en la fe católica. Recuerdo aquellos sacerdotes que recorriendo las casas de modo clandestino, jugándose la vida, mantenían nuestra fe; recuerdo de modo especial al párroco que me bautizó y que murió en la guillotina. En mi corazón escuchaba una voz que me decía que un día yo le sustituiría. Y así fue como a los 17 años ingresé en el seminario. 3. PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA Vamos a escuchar el evangelio de la liturgia de la Ordenación sacerdotal. Escuchemos las palabras de Jesús en su última cena. Juan 15,14-17 Lo que entonces dijo Jesús se puede aplicar sin duda a la vida de Andrés Coindre. En silencio vamos a imaginarnos lo que sintió Andrés al escuchar las palabras que Jesús le dirigía por medio de este evangelio: permanece en mi amor, tú eres mi amigo; ama a los otros como yo te he amado; nadie tiene amor más grande que dar la vida por sus amigos; mi alegría está en ti; yo te he elegido para que vayas y des fruto; lo que pidas al Padre en mi nombre te lo concederá… 4. TESTIMONIOS (Reflexionamos en silencio sobre estas palabras). El P. Andrés Coindre, si bien escribió poco, había meditado mucho. Su celo y su piedad eran dos fuentes inagotables de donde manaba la elocuencia que brotaba a chorros para la conversión de las almas. A una distancia de sesenta años, todavía oigo su voz de trueno que derrumbaba al pecador y lo conducía al pie del tribunal de la Penitencia, como también contemplo al ardoroso misionero convertirse en manso cordero en medio de sus hermanos de misión, o de sus 2 inferiores, dando a todos ejemplo de humildad y de igualdad de carácter. (Fernando, Donnet, Cardenal Arzobispo de Burdeos) Tenía una habilidad notable como misionero. Antes de empezar el curso de sus instrucciones, estudiaba con sabiduría y examinaba la naturaleza del terreno donde debía extender la semilla divina, así como los medios más eficaces para obtener frutos de salvación en las almas. Su arte estaba en la variedad y en el encadenamiento de sus instrucciones. Dotado de una rica imaginación, inagotable en ideas grandes y nobles, extraídas generalmente en la Sagrada Escritura, de la que hacía, desde su juventud, su más constante y su más querido estudio, encantaba y arrastraba con la autoridad de un apóstol (Padre Juan María Ballet). 5. RESPONSORIO Un hombre con entrañas de compasión y misericordia. Todo dolor tiene eco en su corazón y le hace más sensible a las realidades que le rodean. R/ Padre Andrés Coindre, un hombre con entrañas de compasión y misericordia. basada en su opción por la educación y por la infancia y juventud abandonadas. R/ Padre Andrés Coindre, el impulsor de una “pedagogía de la confianza” Un evangelizador y un profeta: el promotor de proyectos audaces de evangelización; el hombre fogoso, animado, radical, apasionado, exagerado en sus respuestas, que encarna la cita evangélica: “Fuego he venido a traer a la tierra y ¿qué quiero sino que arda?” R/ Padre Andrés Coindre, un evangelizador y un profeta. 6. ORACIÓN DE LA COMUNIDAD Una de las mejores maneras de expresar nuestro amor filial a nuestro Fundador, el Padre André Coindre, es el de rezarle con confianza al Corazón de Jesús, al que el Padre Andrés Coindre tanto amó, para que seamos fieles al carisma de fundación: • Corazón de Jesús, que los obispos, sacerdotes y diáconos sacerdotes lleguen a ser auténticos testigos de la santidad de Cristo y de la Iglesia. 3 Queremos seguir propagando el fuego con que ardía su corazón. • Corazón de Jesús, que los Hermanos de hoy sepamos imitar el ardor del celo apostólico de nuestro Fundador y la simplicidad de su abandono a la Divina Providencia, respondiendo a las necesidades humanas y espirituales de los niños y jóvenes que tú pones en nuestro camino. • Corazón de Jesús, que como él, sensibles a la gracia vocacional depositada por el Espíritu Santo en el corazón de los jóvenes, sepamos cultivar esta semilla para el bien de la Iglesia y del Instituto. • Corazón de Jesús, que tengamos el coraje de ser como el Padre Andrés, y juntamente con nuestros colaboradores, profetas en nuestro entorno educativo. • Corazón de Jesús, que imitando el fervor al Padre André Coindre, todos seamos artífices del AMETUR COR JESU en nuestras comunidades y centros educativos. Padre Nuestro (Solista) Tu, Señor llamaste a nuestro Fundador, quien se entregó por entero a tu servicio y a la salvación de los hombres; y nos has llamado igualmente a nosotros para continuar y perpetuar en la Iglesia la misión que a él le encomendaste. Hoy recordamos el bicentenario de su ordenación sacerdotal. (Todos)Concédenos, Señor, tu Espíritu creador para que, con la creatividad apostólica heredada del P. André Coindre, nos atrevamos a renovar nuestras vidas y nuestras obras. Haz de nosotros vigorosos testigos de la plenitud de alegría, con que tú adornas nuestras vidas, para que haya muchos que sientan el deseo de caminar con nosotros en pos de ti. Amén. 4