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Victoria socialista en las presidenciales en Francia
El pasado 22 de abril se realizaron las elecciones presidenciales en Francia, en
las que el candidato del Partido Socialista François Hollande obtuvo el 28,63%
de los votos, superando a Nicolás Sarkozy (Unión por un Movimiento Popular)
que logró 27,18% de los sufragios. Sorpresivamente la ultraderechista Marine
Le Pen (Frente Nacional) cosechó el 17,9%, relegando al cuarto lugar a JeanLuc Mélenchon (Frente de Izquierda) con un 11,1%.
Debido a que ninguno de los candidatos superó el 50% de los votos, el 6 de
mayo se celebró la segunda vuelta. Aunque lo que sorprendió a los analistas
fue el histórico nivel de participación, que alcanzó casi un 80%, lo que
significaría que estos comicios movilizaron aun a más gente que los de 2007,
considerados hasta la actualidad casi como un record, después del altísimo
abstencionismo en los años noventa y de la elección de 2002.
Desde 1873, el mandato presidencial en la República Francesa venía siendo
de siete años, pero en el 2002 se decidió reducirlo a cinco, con derecho a
repetir sólo una vez.
La paridad en la primera vuelta llevó a Hollande a dirigir su discurso a los
simpatizantes de la izquierda radical que decantaron sobre todo por Jean-Luc
Mélenchon del Frente de Izquierda, e hizo hincapié en la recuperación
económica, la reducción del déficit, la preservación del modelo social, la
igualdad entre los territorios nacionales, la prioridad educativa, la transición
ecológica y la reorientación de Europa por el empleo y por el crecimiento.
Por su parte Sarkozy apostó todo a un viraje hacia la extrema derecha para
seducir a los votantes de Marine Le Pen de Frente Nacional, aún a riesgo de
perder al electorado centrista, y llegó a afirmar que si ganaba Hollande, Francia
podría sufrir una crisis como la de España tras siete años de socialismo con
Zapatero. También recalcó la inexperiencia de Hollande, que no llegó a ocupar
cargos públicos importantes.
El 6 de mayo se realizó la segunda vuelta, donde el candidato socialista
Hollande se impuso con el 51,7% de los votos a Sarkozy (que logró 48,3%), tal
como preveían todas las encuestas, convirtiéndose así en el segundo
mandatario socialista de la Quinta República Francesa, después del legendario
François Mitterrand (que gobernó de 1981 a 1995), y permanecerá cinco años
a la cabeza de la quinta potencia económica mundial.
Hollande espera reactivar la economía europea y, por ende, la francesa, lo que
le permitirá financiar su política social sin hacer explotar el déficit público, que
se ha comprometido a equilibrar para el 2017. Prometió una reforma de la
política fiscal destinada a tasar a las rentas más elevadas, con la intención de
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que tributen un 75% aquellos que ganen más de un millón de euros al año y
tratará de reducir paulatinamente el peso de la energía nuclear en la
producción eléctrica de Francia, para que antes de 2025 pase del 75% actual al
50%.
Durante toda su campaña reiteró su intención de reformar el tratado
europeo negociado a finales del pasado año y firmado a comienzos de marzo,
que implica fuertes medidas de austeridad, para añadir medidas en favor de la
reactivación económica ya que el país acumula una deuda pública del 85,9%,
lo que lo convierte en el país más desindustrializado de Europa en la
actualidad, sumado a que el gasto público francés es de 54,3% del PIB, el más
alto en el continente.
Hollande asumió el cargo el pasado 17 de mayo en una ceremonia de gran
tradición en el Palacio del Elíseo en París, con la misión de convencer a más
de seis millones de franceses que votaron por la extrema derecha de que los
inmigrantes no son una carga, sino que pueden contribuir al desarrollo del país.
Durante toda su candidatura, Hollande fue agudamente crítico del riguroso
pacto fiscal ideado el pasado 17 marzo por Sarkozy y la mandataria alemana
Angela Merkel, lo que le implica un desequilibrio de fuerzas en la eurozona a
los gobiernos de derecha.
En la primera reunión que tuvieron Hollande y Merkel, ésta última manifestó
que el pacto no es negociable, ya que el tema de salvar la eurozona mediante
las medidas tomadas a conciencia, después de profundos estudios, no se
encontraba a disposición de nuevos debates, debido a que no se podía poner a
disposición de la discusión todo lo anteriormente pactado por el solo hecho de
que hayan ocurrido nuevas elecciones, ya sea en un país grande o en un país
pequeño.
En la actualidad, con doce países europeos en recesión, y con Italia y España
que han pedido balancear la consolidación fiscal con medidas de crecimiento,
para que no sean rechazadas del todo sus drásticas reformas por las
poblaciones sufriendo por medidas de austeridad, se hace difícil la cuestión
con la que se enfrentan los líderes europeos en cómo estimular la economía
sin hacer más profundo el déficit, y más aún para una Francia con un altísimo
gasto público.
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