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HIDATIDOSIS CEREBRAL. CASO 564 Se trata de una niña de 10 años, de origen magrebí, que residía con su familia en Mallorca desde hacía aproximadamente 9 meses. En Marruecos vivía en una zona rural, en contacto con animales de granja. Como antecedentes personales refería cefaleas intermitentes desde hacía dos años, con episodios de mayor intensidad cada uno o dos meses. Acudió a urgencias por cefalea intensa acompañada de parestesia, pérdida de fuerza en el hemicuerpo izquierdo y cojera de 20 días de evolución. Se encontraba consciente, con un índice de Glasgow de 15, pupilas isocóricas y normorreactivas, y pares craneales conservados. En la exploración neurológica se objetivó una disminución de los reflejos y un signo de Babinski positivo en el pie izquierdo. Se realizó un examen oftalmológico que evidenció un edema papilar bilateral, sugestivo de un aumento de la presión intracraneal. Ante estos hallazgos, se solicitó una resonancia en la que se advirtió, a nivel supratentorial, una gran lesión redondeada de 6 cm de bordes delimitados en la región parasagital (figura 1). En la zona cortical se observaban pequeñas formaciones adyacentes en el margen superior (figura 2). Asimismo, se apreciaba asimetría de los ventrículos laterales con obliteración de las cisternas basales. A través de las imágenes radiológicas y, teniendo en cuenta la anamnesis de la paciente, se le diagnosticó de probable hidatidosis cerebral por lo que se decidió su ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos para una vigilancia más estrecha, pautándose albendazol y dexametasona, a la espera de la intervención quirúrgica para la resección del quiste. A los 5 días del ingreso se llevó a cabo la extirpación del quiste mediante la técnica de Dowling-Orlando (figura 3). Los quistes fueron enviados tanto a Microbiología como a Anatomía Patológica para su análisis. La morfología unilocular del quiste, junto con la observación de estructuras compatibles con protoescólex en el líquido hidatídico (figuras 4 y 5), fueron sugestivos de infección por Echinococcus granulosus. Ante la sospecha de que la paciente presentara quistes en otras localizaciones, se realizó resonancia abdominal sin hallazgos significativos. En la TAC torácica se apreció una masa con pequeños quistes en el septo ventricular y en la pared anterior del ventrículo izquierdo. A pesar de estos hallazgos, la paciente se encontraba totalmente asintomática cardiológicamente. Nota: En la discusión de este caso no se han incluido el diagnóstico microbiológico, epidemiología y etiología de la hidatidosis, ya que están ampliamente desarrollados en el caso de hidatidosis ósea publicado en diciembre de 2012 (caso nº 556). Figura 1. Resonancia. Figura 2. Resonancia. Figura 3. Quiste. Figura 4. Contenido del quiste al microscopio. Figura 5. Contenido del quiste al microscopio. ¿Cómo se forma el quiste hidatídico? Como es conocido, la forma infectiva del equinococo es el embrión hexacanto u oncosfera, estadio más inmaduro del parásito. El embrión hexacanto es liberado del huevo, alcanzando órganos donde comienza la formación del quiste. En un primer momento se da una respuesta granulomatosa-inflamatoria que forma la membrana periquística alrededor de la oncosfera. A partir del quinto día se forma una vesícula inicial y una gran cavidad interna que da lugar al desplazamiento de las estructuras de la oncosfera formando la membrana germinativa. Esta membrana, a su vez, se refuerza con la membrana laminar, la cual va acumulando líquido y aumentando de tamaño. A nivel de la membrana germinativa se da una primera mitosis, con la consiguiente acumulación de células indiferenciadas a partir de las cuales se forman las vesículas prolíferas. A su vez, en estas vesículas se da una segunda mitosis y se forman los protoescólex. Este último proceso puede tardar 10 meses, o no producirse formándose los denominados quistes estériles (acefaloquistes). ¿Cuáles son las manifestaciones clínicas de la hidatidosis cerebral y su localización más frecuente? La hidatidosis cerebral es una entidad rara, suponiendo aproximadamente el 2% de las hidatidosis diagnosticadas. Esta localización es más frecuente en niños (50-70% de los casos). Aunque realmente se desconoce la causa de esto último, se cree que es debido a la inmadurez de la barrera hematoencefálica. La hidatidosis cerebral progresa de manera más lenta que otras presentaciones de la enfermedad y, al ser más frecuente en la infancia, la plasticidad craneal favorece que la aparición de síntomas sea tardía. Habitualmente, los quistes cerebrales son únicos y, por lo general, uniloculares. No obstante, pueden encontrarse quistes múltiples secundarios a una embolización causada por la rotura de quistes localizados en el ventrículo izquierdo. Mayoritariamente, se localizan en el hemisferio izquierdo, teniendo una clara preferencia por la región parietal (45%), seguida de la frontal (20%) y la fronto-parietal (10%). La presión ejercida por el quiste sobre el cerebro es la principal responsable de las manifestaciones clínicas. Los principales signos de compromiso encefálico son el papiloedema (86%), la hemiparesia (50%), la positividad del signo de Babinski (40%) y la alteración de los pares craneales (22%). También puede causar ataxia, afasia o incluso proptosis ocular. En cuanto a los síntomas, es típico que los pacientes presenten cefalea (90%), náuseas (55%), debilidad en las extremidades (30%) y problemas de visión (20%). ¿Cuál sería la actitud terapéutica adecuada en este caso? El principal tratamiento es la resección quirúrgica del quiste llevada a cabo, generalmente, mediante la técnica de Dowling-Orlando, que consiste en la realización de una craneotomía con apertura de la adventicia y asistencia hidrostática con suero salino. De este modo, se consigue diseccionar la pared del quiste del parénquima cerebral, disminuyendo el riesgo de rotura y su consiguiente diseminación. En caso de que la técnica de Dowling-Orlando no sea factible por la localización del quiste, puede llevarse a cabo la aspiración de éste, aunque entraña un mayor riesgo de diseminación. Los benzimidazoles deben usarse antes y después de la cirugía, ya que disminuyen el riesgo de diseminación y ayudan a disminuir la presión quística por su interacción con los microtúbulos de la membrana germinal, facilitando así la extirpación del quiste. El tratamiento debe empezarse al menos cuatro días antes de la operación y continuarse durante al menos un mes en el caso del albendazol, y tres meses si se emplea mebendazol. Esta diferencia se debe a que el albendazol es más activo, por poseer un metabolito con gran capacidad para atravesar membranas. ¿Qué complicaciones podrían derivarse de la cirugía? Los riesgos son múltiples empleando cualquiera de las técnicas mencionadas y dependen de diversos factores tales como localización, tamaño y número de quistes. Así, aumenta el riesgo en los quistes múltiples, de pequeño tamaño y con localización profunda. La ruptura del quiste durante el proceso quirúrgico es una de las situaciones más graves, ya que puede haber diseminación a otros lugares, seguida de una reacción anafiláctica grave. La mayoría de las complicaciones se relacionan con una descompresión cerebral brusca que puede producir desplazamiento del encéfalo. En la literatura se han descrito frecuentemente crisis convulsivas, hematomas, meningitis eosinofílicas, dilatación ventricular, paresia, alteraciones hipertérmicas e, incluso, la muerte. ¿Cómo podría prevenirse la hidatidosis? La medida de prevención principal es evitar el contacto con las heces de cánidos, que constituyen el hospedador definitivo del parásito, así como una higiene adecuada, haciendo hincapié en la importancia del lavado de manos. La desparasitación periódica con antihelmínticos de la población canina ha demostrado ser una buena medida de contención de la enfermedad, junto con la eliminación adecuada de las vísceras de ungulados (ovejas, cabras). El conjunto de estas medidas, sumado a una correcta educación sanitaria, han supuesto un descenso drástico de los casos de hidatidosis diagnosticados en nuestro país en los últimos años. Caso descrito y discutido por: Estrella Rojo Molinero y Carla López Causapé Servicio de Microbiología Hospital Universitario Son Espases Palma de Mallorca Correo electrónico: carla.lopez@ssib.es Palabras Clave: Hidatidosis, Infección cerebral, Echinococcus granulosus.