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64 DIARIO 2 Diario de Navarra Miércoles, 14 de diciembre de 2016 Saber más Las plantas viven historias increíbles Son capaces de engañar a los insectos para que recojan su polen, tienen canales de comunicación por los que se avisan de los peligros, detectan sustancias en el aire... Un libro recoge los aspectos más insólitos del mundo vegetal JESÚS RUBIO Pamplona E XISTE una planta, el eléboro, capaz de calentar su flor para atraer a los insectos que llevarán su polen de un sitio a otro. Otra, la pollia condensata, tiene semillas de un bello azul que no se apaga en un siglo. Hay hojas que podrían servir para fabricar hidrógeno. El tejo, una planta que servía para construir arcos y armas, se usan hoy para fabricar un medicamento contra el cáncer. Del grano de arroz podría obtenerse una proteína presente en nuestra sangre. Estas, y otras, son algunas asombrosas historias que protagonizan unos seres de los que a veces se espera poco y pueden dar mucho de sí: las plantas. Las ha recogido Botánica insólita, un libro de la editorial navarra Next Door Publishers, escrito por el divulgador científico José Ramón Alonso e ilustrado por Yolanda González (suyos son los dibujos de estas páginas). Las plantas más viejas Aunque la mente viaje hasta las secuoyas (de hecho, una en California tiene 1.200 años), aún es más vieja una pícea sueca, un árbol parecido a un abeto. Sus troncos mueren pero las raíces dan lugar a nuevos brotes prolongando su ‘BOTÁNICA INSÓLITA’ Autores: José Ramón Alonso Ilustraciones: Yolanda González Editoral: Next Door Publishers Páginas: 250 Precio: 28,50€ existencia. A uno de estos árboles, el Viejo Tjikko, se le calculan unos 9.550 años. Pero, en cierto modo, la planta más longeva vive en Tasmania, al sur de Australia. El acebo de King es estéril, pero se reproduce creando clones de sí mismo: una ramita cae y si encuentra las condiciones, enraíza y forma un nuevo arbusto que en realidad es una copia idéntica del anterior. Se cree que de esta manera lleva existiendo 43.600 años. Los árboles más altos La mente acude de nuevo a la secuoya y en esta ocasión tiene razón. Un ejemplar de California mide 115,56 metros de altura. Pero existen otras especies: un eucalipto australiano de la isla de Tasmania y un abeto de Douglas de Oregón (EE UU) rozan los 100 metros. Se ha calculado que la altura máxima a la que podría llegar un árbol está entre 122 y 130 metros. Más allá, el gasto energético de elevar el agua a tanta altura no compensaría la ventaja de conseguir una mayor cantidad de luz solar. Olores de muerto La flor que aparece debajo de estas líneas es el aro titán, a la que se conoce como flor del cadáver, porque desprende un olor muy desagradable, parecido al de un cuerpo en descomposición. Con el hedor atraen a escarabajos carroñeros y moscas de la carne, a los que engaña también con su color rojo y con un truco asombroso: el ápice de la flor se calienta hasta los 37,5 grados. Engaño sexual Si el aro titán engaña a los insectos con el olor, algunas orquídeas del género Ophrys han hecho del engaño todo un arte. Se puede ver en la ilustración de la derecha. Esas flores no ofrecen néctar ni polen para atraer a los insectos, pero su apariencia es la de una abeja hembra. Incluso exhala olores que imitan las feromonas de la abeja y hasta el tacto del insecto. Suficiente para atraer a la abeja macho que, con sus movimientos, hace que se le peguen dos sacos de polen. El engaño es de lo más sofisticado. La abeja, en su frustración, se aleja de la primera flor y busca otras más lejanas, donde vuelve a caer en el engaño. Así no sólo consuma la reproducción de la planta, sino que favorece además la diversidad de la especie. El Internet de las plantas Las plantas, aunque parezca mentira, tienen su propia red de información. La forman las microrrizas, unos filamentos generados por hongos en las raíces de las plantas. Alcanzan tamaños considerables y pueden unir las raíces de decenas y cientos de plantas. Es un acuerdo de beneficio mutuo: esos filamentos le dan a la planta sales y agua mientras los hongos obtienen azúcares. Lo asombroso es que a las plantas les sirve como canal de comunicación. Un equipo científico chino lo demostró con dos tomateras unidas por esas microrrizas. Infectaron una planta DIARIO 2 65 Diario de Navarra Miércoles, 14 de diciembre de 2016 Miércoles, Ciencia con un hongo dañino y al cabo de unas horas vieron que la otra había activado enzimas para defenderse del previsible ataque. La primera planta había avisado del peligro y lo había hecho, según probaron, a través de esos filamentos. Plantas con olfato Las plantas son muy capaces de detectar lo que ocurre a su alrededor. Se dice que tienen hasta 15 sentidos, ya que captan la luz, los sonidos, el tacto, pero también la humedad, los campos electromagnéticos, la gravedad, las sustancias químicas del suelo... Claro, también huelen. Lo probó una científica estadounidense con la cuscuta, una planta parásita que vive de robar los nutrientes a otras especies. Una serie de experimentos trataron de averiguar cómo la planta, recién nacida, es capaz de dirigirse hacia las especies a las que va a parasitar y no a otras. Tras comprobar que la luz no intervenía, colocaron una cuscuta y una tomatera en sendas cajas de plástico unidas por un tubo. La cuscuta siempre se acercaba al tubo, indicio claro de que era capaz de detectar sustancias químicas que la tomatera había dejado en el aire. genes entre especies distintas. Lo que se ha visto es que el ARN mensajero (la molécula encargada de hacer cumplir las instrucciones del ADN ) pasa en grandes cantidades desde una planta parásita como la cuscuta hacia la planta parasitada, y al revés. Está por ver si se trata de un fenómeno accidental o si tiene un propósito: por ejemplo, reducir las defensa de la planta parasitada o ser capaz de construir proteínas similares a la de ella que dificulten que sea vista como un cuerpo extraño. Detectores de bombas Una investigación en EE UU puede cambiar las medidas de seguridad contra el terrorismo en los aeropuertos y otros lugares. Es sabido que las plantas tienen una gran sensibilidad y son capaces de descubrir contaminantes en el ambiente que les rodea. Un equipo científico ha aprovechado esas capacidades para crear por ingenie- ría genética una planta que cambia de color cuando detecta en el aire mínimas cantidades de TNT, el material más habitual en los explosivos. Lo que han hecho es cambiar el metabolismo de la planta para que en contacto con el TNT retiren la clorofila, el pigmento que les da el color verde. La planta entonces se blanquea. El problema es que todavía se trata de un proceso lento, que están intentado acelerar instalando en las plantas un sistema de señalización que está presente en algunas bacterias. El arroz del milagro cer las espigas. Pero a veces, si la planta producía demasiado grano la espiga no aguanta y se doblaba o partía. Para evitarlo, en Filipinas se llevó a cabo una investigación con arroz que acabó generando una variedad llamada IR8, de tallos más fuertes, que maduraba antes y que producía hasta diez veces más grano que las variedades tradicionales. Cuenta en el libro José Ramón Alonso que hubo hasta un padre que, para agradecer la existencia de esa planta, le llamó a su hijo IR8. La historia de la agricultura es también la historia de los cruces y la selección de especies, que en el siglo XX se hicieron ya en el laboratorio. Por ejemplo, una selección de trigo mexicano permitió una planta de tallos más cortos que gastaba su energía más en producir granos que en hacer cre- Intercambio genético Uno de los descubrimientos más sorprendentes del mundo vegetal también tiene que ver con la cuscuta: las plantas se intercambian JOSÉ RAMÓN ALONSO AUTOR DE ‘BOTÁNICA INSÓLITA’ “Las plantas desarrollan estrategias asombrosas” Conocido por su labor en la neurociencia, José Ramón Alonso asegura que vive “una historia de amor” por las plantas. “No son tan pasivas como creíamos”. De hecho, son capaces de comunicarse, trabajar en grupo o defenderse ¿Por qué un especialista en neurociencia escribe sobre plantas? Porque me maravillan. Es un campo apasionante, las grandes olvidadas de la naturaleza. ¿Necesitan quien las defienda? Cuando hablamos de especies en extinción, todos tenemos en mente el lince o el oso panda, pero estamos perdiendo parte de la biodiversidad de las plantas y no somos apenas conscientes de ello. Merece la pena que la gente disfrute y conozca más el mundo de las plantas. ¿Por qué son las olvidadas? Siempre parece que van detrás de los animales. Históricamente las plantas fueron lo que más atrajo a la gente; por eso se crearon los jardines botánicos. La gente se asombraba con las fotos de secuoyas y de niños flotando encima de la hoja de la Victoria Regia en el Amazonas (un enorme nenúfar). Quizá ese perfil más bajo venga de la modestia de la plantas, aunque la humanidad, toda la naturaleza, depende de las plantas. Son la base de todas las cadenas tróficas. En el libro quedan claras las increíbles capacidades de las plantas para comunicarse, sentir, tener estrategias... Una de las grandes maravillas recientes es darnos cuenta de que las plantas son mucho menos pasivas de lo que se cree. Intercambian información, tienen posibilidad de trabajar en grupo, defenderse y desarrollar estrategias de supervivencia que nos dejan asombrados. Si alguien dijera que son inteligentes, ¿sería una locura? Depende de cómo definamos inteligencia. Sí creo que tienen unas capacidades plásticas, de comunicación y de manejo de la información muy superiores a lo que creíamos hasta hace muy poco. ¿Son menos frágiles, más difíciles de extinguir? Las vemos en zonas muy difíciles, en condiciones terriblemente duras. Cuento el caso de unas plantas carnívoras de una zona de Brasil, que viven en una especie de islotes de arena. Es una planta que no se alimenta de moscas, sino de gusanos microscópicos que hay bajo José Ramón Alonso. sus hojas. Es asombroso cómo desarrollan estrategias de supervivencia que los científicos acaban de descubrir hace nada. Además, se están revelando como la base de prometedoras investigaciones. ¡Incluso podrían servir para detectar bombas! Pueden ser fundamentales en diferentes campos. Por un lado, en los nuevos combustibles. Se nos acaban los combustibles fósiles y se está mirando a los biodiésel, a la caña de azúcar para producir bioalcohol... Pero también en los medicamentos: por ejemplo, hemos conseguido extraer de las plantas un componente de la san- gre humana que no sabíamos fabricar. Y también como nuevos sistemas de captación. Estamos preocupados por el cambio climático, por el exceso de CO2, y tenemos en las plantas una solución que fija cada año millones de toneladas de CO2, y lo hacen mejorando el medio ambiente. Tenemos algo impresionante de lo que no sé si somos conscientes. Si tuviese que elegir una historia de las 36 que escribe, ¿cuál sería? Me gusta mucho la historia del color estructural. Estamos acostumbrados al color como pigmento, que se pierde, pero hay un color que apenas conocemos, indestructible, que depende de la estructura del material. Lo tienen algunos escarabajos maravillosos y las semillas de una planta, Pollia condensata. Me parece fascinante y con grandes posibilidades de futuro. Con esos materiales se podrían hacer desde mecanismos de seguridad para billetes a nuevas cubiertas. En Suiza se llegó a plantear una ley que reconoce derechos de las plantas. ¿Cree que es necesario? Se me hace chocante hablar de derechos de las plantas. Pero sí tenemos que hablar de los deberes de los seres humanos. Somos dentro de la naturaleza una especie peculiar, y dañina, y tenemos una responsabilidad. No podemos destruir especies. Si hay un compromiso por conservar este planeta, las plantas son un punto básico. Como especie consciente y responsable de algunas cosas que hemos hecho y que podríamos hacer, tenemos que asumir un papel específico dentro de la naturaleza.