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LIBROS El legado de Darwin: qué significa hoy la evolución Autor: John Dupré Editorial Katz 202 páginas 2006 El legado de Darwin puede entenderse como un manifiesto del autor acerca de las grandes controversias que suscita el estudio de la evolución. El autor ha dejado de lado las discusiones sobre las particularidades propias de la teoría evolutiva, para centrarse en aquellas disputas acerca de las conclusiones generales que pueden extraerse de la evolución sobre las cuestiones perennes del hombre: la existencia de un ser supremo, la verdadera naturaleza del hombre, la búsqueda de una manera adecuada de comportarnos, entre otras. Más de treinta años después de que Michael Ruse declarara que en las fronteras de la filosofía y la biología se encontraba un terreno fértil e inexplorado, una Tierra de Nadie donde pocos habían entrado, el panorama ha cambiado enormemente. Por tal razón sorprende la presentación que John Dupré hace de sí mismo: “Mi ocupación es todavía inusual en el Reino Unido, aunque resulta más común en los Estados Unidos. […] Me gradué en filosofía, pero me dedico al estudio de la biología” (p. 11). Dupré, filósofo de la ciencia inglés, vinculado a la Universidad de Exeter y director del centro de Genómica y Sociedad ʻEgenisʼ es el autor del libro que pasaremos a revisar: El legado de Darwin: qué significa la evolución hoy. 146 El autor afirma que “la mayor importancia de la teoría de la evolución se encuentra en el campo metafísico: nos dice algo muy general sobre cómo es nuestro universo y sobre las clases de cosas que hay en él” (p. 33). Este es el espíritu que presenta el texto. Si bien en los dos primeros capítulos Dupré hace un repaso actual acerca de las preguntas ¿Qué es la evolución? y ¿Para que nos sirven los estudios sobre evolución?, en los capítulos siguientes aborda las delicadas cuestiones ¿Es la evolución el último golpe al teísmo? y ¿Puede la evolución decirnos algo realmente interesante acerca de nuestra naturaleza y la manera como debemos comportarnos? La presente revisión señalará unas pocas conclusiones del autor respecto a algunas de las preguntas nombradas, obviando por mor de la brevedad los desarrollos argumentativos. ¿Qué es la evolución por selección natural? El segundo capítulo resume de manera concisa y clara qué se entiende en la actualidad por evolución y por selección natural: “El postulado central del pensamiento evolutivo es el simple hecho de que la vida evolucionó sobre la faz de la tierra. De las formas más simples derivaron las formas complejas y todas, o al menos la gran mayoría de las formas de vida, comparten antecesores comunes” (p. 27) Estas afirmaciones están lejos de generar controversia o polémica y se consideran aceptadas en el ámbito científico. El mecanismo que juega el papel más importante dentro del proceso evolutivo es la selección natural, es decir, la variación en las aptitudes heredables; entendiéndose aptitud como “la disposición a producir prole que pueda sobrevivir” (p. 34). Si de una población de individuos hay variaciones en esta aptitud se reproducirán diferencialmente, así “Si la aptitud es heredable y los rasgos que determinan la diferencia de aptitud son transmitidos de padres a vástagos, los rasgos que revelan aptitud se tornarán más comunes” (p. 34). Cuando entramos en los predios de la selección natural, señala Dupré, pasamos del El Hombre y la Máquina No. 28 • Enero - Junio de 2007 LIBROS hecho a la verdadera teoría. Si bien el armazón central que se expuso es generalmente aceptado, la manera como se entiende o como se configuran los detalles es causa de constante controversia: ¿A qué nivel actúa la selección natural? ¿Cuál es la relación entre la selección natural y otros factores existentes dentro de los procesos evolutivos tales como extinciones, deriva genética, migraciones, etc.? ¿Cuál es el ritmo de la selección natural? ¿es constante y gradual o se da en momentos de rápido cambio para dejar paso al equilibrio? Preguntas como éstas son las que han articulado los problemas a los que se enfrenta el biólogo teórico o el filósofo de la biología interesado en los pormenores de la selección natural. Dejando atrás las disputas señaladas, y como en su introducción advierte, Dupré continúa hacia las preguntas gruesas respecto al significado que tiene en la actualidad la evolución. La primera de ellas y que llamó particularmente nuestra atención es ¿la evolución es un golpe al teísmo? Dupré responde afirmativamente, “Darwin proporciona la última pieza importante en la articulación de una visión de mundo plenamente naturalista y que por lo tanto, si se le aprecia en todo su valor, asesta un golpe mortal a las cosmologías geocéntricas precientíficas” (p. 69) El argumento de Dupré es el siguiente: el que no tengamos evidencia empírica de la existencia de una deidad es la principal razón del escepticismo hacia la existencia de ésta, pues bien, por siglos el aparente diseño de la naturaleza se utilizó como prueba irrefutable de la existencia de un diseñador: “Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (Romanos 1, 20), William Paley en el S. XIX es quien actualiza este argumento semejando la complejísima adecuación de los organismos a su medio con la perfección de un mecanismo. Al encontrar un reloj, argumentó Paley, y ver su intrincado, preciso y armónico mecanismo es natural pensar que nada de eso pudo organizarse sin la mente de un diseñador que lo diseñara; pues bien, al mirar la naturaleza y ver de qué manera tan ajustada se encuentran los diferentes organismos con sus entornos, sólo queda pensar que están allí gracias a la mano creadora de un divino diseñador. Mucho tiempo, este argumento quiso ser una prueba empírica de la existencia de una deidad. La evolución por selección natural da una respuesta mucho más satisfactoria a esa cuestión, ya que “la evolución es una teoría que proporciona una minuciosa correlación entre el aparato explicativo y los fenómenos” (p. 86) mientras que “el argumento de diseño […] sólo define y especifica un aparato teórico en términos tan vagos que lindan con el sin sentido” (p. 87) permitiéndonos prescindir del Gran Diseñador, así llega Dupré a la fuerte conclusión :“el darwinismo socava la única razón remotamente plausible para creer en la existencia de Dios” (p. 89). La segunda pregunta a la que haremos referencia es: ¿qué puede decirnos la evolución acerca la naturaleza humana? Son varias las cuestiones que aborda Dupré en el desarrollo, en especial la continuidad o discontinuidad entre el ser humano y el resto de animales. Es propio de los discursos contemporáneos estrechar cada vez más El Hombre y la Máquina No. 28 • Enero - Junio de 2007 la brecha que se había establecido entre el ser humano y el resto de animales. Pues bien, Dupré argumenta a favor del lenguaje articulado como explicación del abanico tan amplio de experiencias conscientes que identifica al hombre y lo separa definitivamente de los demás. Argumentando desde un pensamiento estrictamente evolutivo una verdadera brecha entre Homo sapiens y las otras especies. Otras son las problemáticas en las que se concentra Dupré al final de su libro, cabe destacar un estudio sobre los motivos biológicos de algunas divisiones hechas en la sociedad como las distinciones de género y de raza. El autor finaliza su libro con un capítulo a guisa de conclusión del que resaltamos el siguiente extracto que aunque corto presenta todo un programa de trabajo para la filosofía contemporánea: “Darwin y sus descendientes intelectuales nos han suministrado un conocimiento esencial de la naturaleza del mundo en que vivimos y sobre nuestro lugar en él, una contribución importante a nuestra metafísica básica. Aún se sigue suponiendo generalizadamente que es la clase de conocimiento que debería provenir de los filósofos o incluso de los teólogos. En este caso, de todos modos, el conocimiento ha provenido de la biología, y yo, como filósofo me contento con hacer lo posible por interpretarlo” (p. 179) DAVID FAJARDO CHICA Estudiante Profesional en Filosofía. Univalle Mentis. Grupo de Investigación en Filosofía de la Mente y Ciencias Cognitivas david.fajardo@gmail.com 147