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ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE EGIPTOLOGÍA Curso de Egiptología 2013 - 2014 LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS EN EL ANTIGUO EGIPTO Iª Parte: del Predinástico al Reino Medio 10 Estatuaria de las Dinastías V y VI D. Antonio Pérez Largacha Madrid, 17 de enero de 2014 Estatuaria de las Dinastías V y VI La estatuaría faraónica, como otras manifestaciones artísticas del antiguo Egipto, no puede entenderse sin tener en consideración el contexto para el que fue realizada, así como de la función que de ellas se esperaba. El arte egipcio no tenía como principal objetivo el ser contemplado, valorado; los objetos y los monumentos eran “usados”. Es por ello que el arte, y la estatuaría en particular, estuvo ligado a la religión, lo que a su vez limitaba la libertad y espontaneidad del artista. Sin embargo, esa ligación con lo religioso no debe entenderse en términos contemporáneos, ya que religión abarcaba muchos de los aspectos y manifestaciones que nuestra reciente memoria cultural ha separado. Igualmente, la estatuaría esta íntimamente ligada a unos materiales, en especial a unos bloques de piedra que eran tallados y que permitían mantener unos planos lisos, pero también a otros soportes, como la madera, que según avanza el Reino Antiguo y especialmente en la VI dinastía, fueron utilizados con mayor frecuencia, lo que puede también relacionarse con la extensión de unos valores, cánones y aspiraciones de un sector mayor de la sociedad. Es decir, en la estatuaría, como en los relieves que decoran las tumbas de estas dinastías, se observa una extensión de aquello que anteriormente estaba reservado al ámbito real, por lo que a través del arte también podemos encontrar una expresión de la evolución social que vivió el Egipto faraónico. Un ejemplo de esta evolución y significado interno de las estatuas lo podemos encontrar en aquellas que durante la VI dinastía son realizadas en madera y sin vestimentas, desnudas, transmitiendo así un deseo de renacer vinculado a la creciente importancia de la concepción osiriaca de la muerte que finalmente se impondrá. Pero aun cuando existieron cambios y evoluciones, siempre perduraron ciertos ideales, como el femenino, prestando un especial énfasis en los pechos y las partes del cuerpo relacionadas con la fertilidad. El embarazo nunca fue representado, así como tampoco una mujer mayor que hubiera tenido varios hijos, ya que posiblemente las mujeres maduras fueran consideradas como algo negativo y contrario a la fertilidad al poder sugerir que eran demasiado mayores para tener hijos, siendo esta una de las razones por las que hay pocas diferencias entre los retratos de la mujer de un hombre y su madre. Unos ideales que también afectaban al hombre, representado en los dos momentos más deseados de su vida, la juventud y la madurez. Igualmente, el hombre es normalmente representado en una actitud de marcha, mientras que la mujer esta parada, resaltando así la función más activa del hombre. Pero esta convención desaparece cuando nos salimos del ámbito real o nobiliario, y en las esculturas de trabajadores, que adquieren especial relevancia desde la VI dinastía, la mujer es representada trabajando y en actitudes muy diversas. En líneas generales en la escultura se privilegia la visión frontal, no existiendo al comienzo una representación volumétrica lateral, pero la concepción de que la estatua no es solo una representación lleva a que pronto las masas sean tratadas de una forma realista, siendo por ello que la visión lateral adquiere importancia desde finales del Reino Antiguo. Una escultura que no era concebida como una representación, sino como un verdadero sustituto del individuo. Durante la V dinastía se mantienen los modelos que habían sido dominantes durante la IV dinastía, pero en la VI dinastía las estatuas, incluidas las reales, tienden a ser más pequeñas y, como hemos mencionado, a utilizarse más la madera como soporte. ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE EGIPTOLOGÍA Po. de la Habana, 17. 4ºD. 28036-Madrid. Tel.: 915616320. E-mail: info@aedeweb.com Estatuaria de las Dinastías V y VI Igualmente, en esta dinastía también comienzan a observarse algunas exageraciones corporales y cambios en la representación, como en los músculos, que incluso llegan a ser suprimidos, en las manos, siendo el tamaño de los dedos exagerado o unos ojos anchos que dominan la expresión de la cara, unos cambios que se extienden también a las faldas y ornamentos que cubren sus cuerpos. En el ámbito real también se observan cambios, relacionándose los mismos con la mayor atención que los faraones comienzan a prestar a los templos provinciales, donde se establecen unos cultos reales, procediendo la mayoría de la estatuaria real de la VI dinastía de estas capillas Ka, construidas en un tamaño menor que los grandiosos complejos piramidales de la IV o de la V dinastía, pero lo importante era la transmisión a través de la estatuaría de la existencia de un poder que, aunque cada vez más descentralizado, seguía gobernando y rigiendo los destinos del Doble País. Todo ello ha provocado que se hable de la aparición de un “segundo estilo artístico” a finales del Reino Antiguo, unido a los cambios administrativos, políticos y religiosos que estaban teniendo lugar en Egipto, fijándose el origen del mismo, significativamente, en el reinado de Unas, en cuya pirámide se inscriben por primera vez los Textos de las Pirámides. Mientras que las estatuas de la IV dinastía reflejan una impresión de lejanía y perfección divina, las de la VI expresan un nuevo énfasis en la expresividad y acción: como en la estatua arrodillada de Pepi I, Merenre como esfinge haciendo ofrendas o Pepi II en las rodillas de su madre. BIBLIOGRAFÍA Arnold, D. (2005) “Old Kingdom Statues in their Architectural Setting”, en Egyptian Art in the Age of the Pyramids. Bothmer, R. (2004), “On Realism in Egyptian Funerary Sculpture of the Old Kingdom”, Oxford. Callender, V. (2006), “The iconography of the princess in the Old Kingdom”, en The Old Kingdom Art and Archaeology, Praga, M. Barta (Ed.). Harvey, J. (2006), “Continuity or collapse. Wooden statues from the end of the Old Kingdom and the First Intermediate Period”, en The Old Kingdom Art and Archaeology, Praga, M. Barta (Ed.). Malek, J. (1999), Egyptian Art, Londres. Robins, G. (1997), The Art of Ancient Egypt, Cambridge. Schafer, H. (1974), Principles of Egyptian Art, Oxford. 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