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Atenas contra Esparta Philip de Souza Osprey-RBA 2009 Introducción. La obra fundamental para conocer el enfrentamiento entre Atenas y Esparta es la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, que la dejó incompleta, y fue completada por el libro Helénicas de Jenofonte. Antecedentes. La Guerra del Peloponeso estalló por la rivalidad entre Atenas y esparta. Tras la derrota de los persas, Atenas convirtió la Liga de Delos en su imperio. En 464 aC un terremoto asoló Esparta, y los mesenios se rebelaron. En principio Esparta solicitó ayuda a Atenas para sofocar la rebelión, pero al llegar el ejército ateniense a Lacedemonia, fue despedido. Este incidente inició una escalada de tensión política. Atenas se alió con Argos, vieja rival de Esparta, y presionó a Megara para que abandonara la Liga del Peloponeso. En 459 aC, Atenas se fortificó y construyó los “muros largos”, y se alió con Tesalia. En 457 aC un ejército peloponesio fue por mar hacia Grecia central para ayudar a una de sus ciudades aliadas. En su regreso hacia el sur por tierra, fueron atacados por Atenas y sus aliados en Tanagra. Tras dos días de lucha los espartanos ganaron la batalla con el apoyo de los tesalios, que cambiaron su bando. En 456 aC Atenas envió una flota de 50 naves que incendió los astilleros espartanos y tomó Calcis y Naupacto, en el golfo de Corinto. En Naupacto se establecieron mesenios rebeldes que se convirtieron en aliados de Atenas. En 451 aC se llegó a la paz entre Atenas y Esparta por cinco años. Al acabar la tregua, el ateniense Tólmides atacó a los beocios, y fue vencido en Coronea. Eubea y Megara se rebelaron entonces contra Atenas, y los peloponesios invadieron el Ática. Pericles se dirigió al frente de un ejército contra los espartanos, pero éstos se retiraron. En 446 aC llegó la paz, una tregua de 30 años, que sancionaba el statu quo, aunque Atenas perdía el control de Beocia. Pero la guerra estaba implícita, y como dijo Tucídides, fue el miedo que Esparta desarrolló hacia Atenas la causa de la guerra. Contendientes. Atenas era una democracia, regida por la Asamblea de ciudadanos. Pero en el día a día, la ciudad se gobernaba por el Consejo de los 500, que se elegía cada año, y un subcomité de 50 miembros que estaba reunido casi constantemente durante un mes. La Asamblea, donde se votaba a mano alzada, estaba en realidad controlada por los políticos, personajes de prestigio familiar, o por riqueza o por victorias militares, como Cimón o Pericles, hijo de Jantipo. Esparta tenía elementos monárquicos (dos reyes) y democráticos (asamblea), pero estaba controlada por una oligarquía. Elpoder lo ejercían 5 éforos, que se elegían por un año y no eran reelegibles. El consejo de ancianos o Gerousia estaba integrado por 28 miembros mayores de 60 años, y funcionaban como órgano judicial y consultivo. Las votaciones en la Asamblea eran por aclamación, lo que daba lugar a manipulaciones. El ejército ateniense era mandado por un grupo de 10 generales elegidos por ka Asamblea, que podían ser juzgados y castigados por sus errores. El ejército espartano era mandado por uno de los dos reyes, que marchaba a la campaña acompañado por dos de los éforos, excepto en caso de expedición fuera de Grecia. La única ocupación de los espartiatas era la guerra. Se agrupaban en unidades de 15 hombres, el “sisition”, grupo de comedor. A finales del siglo VI aC eran unos 10.000 espartiatas, reducidos a la mitad al comenzar la Guerra del Peloponeso. Completaban su ejército con los periecos, “los que viven alrededor”, campesinos, artesanos y comerciantes. Los aliados de Esparta eran las ciudades de arcadia: Orcómenos, Tegea y Mantinea, además de Corinto y Tebas. Las expediciones lejanas eran encargadas a mercenarios o aliados, porque temían perder el control de los ilotas si se alejaban. Los ilotas eran esclavos de Laconia y Mesenia; los de Laconia eran más dóciles, y participaban en las campañas como porteadores o infantería ligera. En 431 aC, Atenas tenía unos 40.000 hombres adultos; de éstos, 1.000 podían costearse un caballo, y unos 20.000, el equipo de hoplita. Estas fuerzas se completaban con mercenarios y aliados para reunir el ejército. Estallido. La guerra estalló porque los espartanos acusaron a los atenienses de no respetar una de las cláusulas del tratado de paz de los Treinta Años: respetar la autonomía de las ciudades. La Liga del Peloponeso celebró una asamblea en Esparta en 432 aC. Corinto se quejó de la defensa ateniense de Corcira y la situación de Potidea. Corcira era una antigua colonia de Corinto que solicitó ayuda a Atenas para distanciarse de la metrópoli; Potidea era otra colonia de Corinto integrada en la Liga de Delos. Atenas exigió a Potidea que no recibiera a los epidemiurgos corintios (inspectores de colonias), y que desmontara sus fortificaciones. Potidea obtuvo una promesa de ayuda de la Liga del Peloponeso. Atenas sitió Potidea, y Corinto la acusó de romper la paz. Megara se quejaba de haber sido marginada por el comercio ateniense, Egina de soportar una guarnición ateniense. Los espartiatas apoyaron ir a la guerra tras un duro debate; enviaron una embajada a Atenas que no consiguió nada, y se declaró la guerra. Los tebanos dieron el primer golpe, atacando a Platea, aliada de Atenas, que se resistió. Campaña: Los primeros 20 años. Los primeros 10 años de guerra son llamados de “Guerra Aquidámica”, por el rey de Esparta Arquídamo. La estrategia de esta época fue invadir el Ática durante la primavera para destruir las cosechas, mientras los atenienses se refugiaban tras las murallas de su ciudad. Se pretendía obligar a los atenienses a combatir en campo abierto, pero éstos respondieron con la estrategia de Pericles: emplear la flota para golpear a los peloponesios en otros puntos. Las invasiones anuales de la Guerra Arquidámica, del 431 al 425 aC, apenas lograron algo. Platea fue evacuada excepto por sus combatientes. En 429 aC Arquídamo intentó negociar su rendición, sin obtener nada. En 426 aC Atenas atacó Pilos, y el contingente espartano en el Ática tuvo que regresar rápidamente. Atenas sufrió epidemias de peste en 430, 429 y 426 aC; en la segunda murió Pericles. Atenas intentó una expedición a Sicilia suspendida por falta de aliados; sofocó la rebelión de la isla de Lesbos en 428 aC, Platea cayó, sus combatientes fueron ejecutados y las mujeres esclavizadas. Una trirreme transportaba 170 remeros y 30 marineros. En 429 aC, los espartanos, con 47 trirremes, fueron derrotados por Formión, ateniense, con sólo 20, en el golfo de Patrás. Los espartanos enviaron una segunda flota de 77 naves que también fue derrotada en Naupacto. A partir de ese momento los espartanos y sus aliados peloponesios evitaron los encuentros navales, pese a haber sido capaces de atacar en Salamina y capturar tres naves atenienses. En 425 aC, el rey espartano Agis invadió el Ática. Los atenienses tomaron Pilos (como ya se ha indicado) y se fortificaron, en una posición delicada para Esparta porque se podía apoyar una rebelión en Mesenia. Los atenienses consiguieron sitiar a un grupo de espartanos en Esfacteria, y aunque los espartanos estaban dispuestos a negociar para salvar a sus ciudadanos, la arrogancia del ateniense Cleón lo impidió. Cleón obtuvo la rendición de los sitiados. En 424 aC Atenas cosechó varios éxitos, pero fueron derrotados en Delión. Los espartanos al mando de Brásidas contraatacaron y tomaron Anfípolis. Tucídides fue acusado por la derrota y exiliado, comenzando a escribir su Historia de la Guerra del Peloponeso. En 423 aC se llegó a un armisticio, aunque se mantuvo la tensión con escaramuzas. En una de ellas en Anfípolis murieron Cleón y Brásidas. Con su desaparición se iniciaron negociaciones de paz. Esparta y Atenas habían perdido muchos hombres. Nicias consiguió la paz: se devolverían los territorios arrebatados al enemigo. Pero a los pocos meses, la guerra se reanudó. En Atenas, Alcibíades propuso aliarse con Argos. Agis, rey de Esparta, derrotó a Argos en 418 aC, pero al año siguiente Argos atacó hacia Mantinea. Agis marchó contra los argivos, que se situaron en las colinas de Mantinea. Agis no se atrevió a acometerles, y se retiró. Para obligarles a bajar, los espartanos comenzaron a desviar el río para inundar la llanura. Los argivos y sus aliados bajaron de las alturas, y la batalla se planteó en el llano. En la formación hoplita, se producía una derivación hacia la derecha. Para evitar ser rodeado por su izquierda, Agis ordenó a su ala izquierda que se desplazara hacia ese lado. Pero entonces se creó una brecha en su formación. El ala izquierda espartana, superada por los argivos, comenzó a retroceder hacia su impedimenta. En ese momento, los argivos cometieron un error: en vez de atacar al grueso de Agis por su flanco descubierto y desplazarse hacia su retaguardia, siguieron presionando al ala izquierda espartana. Agis consiguió derrotar a los enemigos que tenía enfrente, y giró su formación hacia su izquierda, y corrió en auxilio de su apurada ala izquierda, la salvó, y derrotó a los argivos. No obstante, Agis permitió que los Mil, un cuerpo hoplita argivo de élite, cuyas familias eran favorables a los espartanos, escaparan de la batalla. Esparta recuperó así su prestigio militar. Pese a la teórica paz, Atenas tomó la isla de Melos (Milo) y la repobló con sus colonos. Egesta, ciudad siciliana, pidió ayuda a Atenas contra Selinunte, otra ciudad siciliana aliada de Siracusa y por tanto de Esparta. Alcibíades se mostró partidario de preparar la expedición y convenció a la Asamble. Se enviaron 60 naves al mando del propio Alcibíades, Nicias y Lámaco. La víspera de la partida, los cipos llamados Hermes aparecieron mutilados. Se abrió una investigación, y se sospechó de Alcibíades. En Sicilia, frete al criterio de Nicias de atacar, Alcibíades impuso el de esperar y reunir más aliados en la isla. Entonces, Alcibíades fue llamado a Atenas para declarar sobre los Hermes, pero el político escapó a Esparta. Nicias y Lámaco necesitaban dinero. En 414 aC comenzaron el asedio de Siracusa, construyendo muros para encerrar la ciudad. Los siracusanos intentaron detenerles elevando contramuros. En uno de esos combates cayó Lámaco. El Peloponeso envió recursos a Siracusa, entre ellos el espartano Gilipo, que incitó a los siracusanos a pasar a la ofensiva. Nicias estaba enfermo. Atenas envió refuerzos al mando de Demóstenes. Gilipo consiguió destruir los almacenes de suministros atenienses. Las trirremes siracusanas reforzaron sus proas, haciéndolas más pesadas, y derrotaron con facilidad a las atenienses. Los atenienses pensaron en retirarse, pero un eclipse fue interpretado como una negativa de los dioses a hacerlo. Los siracusanos destruyeron la flota ateniense, y después al propio ejército. Nicias y Demóstenes fueron ejecutados, y los prisioneros atenienses recluidos en una cantera: los que no murieron de hambre o frío fueron vendidos como esclavos. En Esparta, Alcibíades convenció a los espartanos de que tomaran Decelia y la fortificaran, para tener una base de operaciones en el Ática y cortar a Atenas la ruta de suministros desde Eubea. Así se hizo en 413 aC. Al año siguiente, con el apoyo del oro persa, los peloponesios iniciaron una ofensiva naval sobre Atenas. Un trierarca en la guerra. Los discursos que se escribían para los juicios son una buena fuente de información sobre la Grecia clásica. En uno de ellos aparece un trierarca, cargo público que suponía mantener una trirreme operativa. La costumbre era pagar a los hombres la mitad de su sueldo y el resto al final de la campaña. En este caso, el trierarca pagó los sueldos y otros gastos para tener contentos a sus hombres. El trierarca era el comandante de la nave, y si no era marino, se dejaba aconsejar por el timonel o kubernetes. Un buen timonel era muy apreciado, y el acusado le pagó generosamente para mantenerlo a su lado. Su barco fue escogido por Alcibíades para varias campañas. Se desconoce el veredicto. El mundo en guerra: política y cultura. El mundo griego se polarizó entre Esparta y sus oligarquías, y Atenas y sus democracias. Como era un conflicto que se vivía internamente dentro de muchas ciudades, estallaron muchos conflictos paralelos. Los conflictos locales podían desencadenar una cadena de tensión. Se llamaba a Atenas o Esparta para desalojar del poder a la facción rival. El caso de Corcira fue dramático, y la guerra interna alcanzó tal escala de violencia que la ciudad se declaró neutral. En 424 aC los atenienses intentaron negociar con el gran Rey su apoyo contra Esparta. Pero en 414-413 aC un sátrapa de asia Menor se sublevó contra el Gran rey con apoyo de ciudadanos atenienses. El Gran Rey negoció con los lacedemonios su apoyo contra Atenas a cambio de la entrega de las ciudades griegas en Asia Menor. Entre las Guerras Médicas y la guerra del Peloponeso, Atenas vivió un gran esplendor cultural y artístico. Eurípides describió en Las Troyanas el sufrimiento que la guerra acarrea a las mujeres, retratando el arrasamiento que la propia Atenas había infligido a Melos. Eurípides era tan admirado que algunos de los atenienses esclavizados en Siracusa lograron su libertad recitando fragmentos de sus obras. Hipareta, una ciudadana ateniense. Hipareta era la esposa de Alcibíades. Nació hacia el 440 aC en una familia acomodada. Con los ataques espartanos, la población del Ática se refugió tras los “muros largos”. El hacinamiento favoreció la expansión de una epidemia que diezmó a la población. Hipareta sobrevivió a la enfermedad. Se casó con Alcibíades con 16 años. Le dio un hijo y una hija, un tercero murió en la infancia. Para Pericles, la mayor gloria de las viudas era que los hombres no hablaran de ellas ni para alabarlas ni para maldecirlas. Alcibíades consiguió como botín o compró una esclava del saqueo de Melos y la convirtió en su compañera sexual. Hipareta no estaba dispuesta a consentirlo, abandonó su casa y pidió el divorcio. Pero Alcibíades la reclamó y la encerró en casa, donde la mujer murió poco después. Resolución: la caída de Atenas. El oro persa permitió a Esparta construir una flota, contratar marinos y remeros, y atraerse a los aliados de Atenas. Alcibíades huyó de Esparta: los lacedemonios desconfiaban de él y tuvo una relación sentimental con la esposa del rey Agis. Entró en tratos con Tisafernes, sátrapa de Caria, para atraerse a los persas a la alianza con Atenas. La estrategia persa estaba clara: enfrentar a los helenos entre sí para debilitarlos y conseguir la recuperación de los territorios e islas del Asia Menor. Alcibíades intrigó para instaurar un régimen oligárquico en Atenas, los Cuatrocientos. Pero al no conseguir la paz con Esparta, se reinstauró la democracia. Alcibíades sobrevivió una vez más. En 410 aC Esparta obtuvo l alianza con Bizancio, consiguiento cortar el Helesponto con el tráfico de grano vital para Atenas. Atenas consiguió recuperar la ciudad dos años después. En 407 aC, el espartano Lisandro mejoró la flota espartana. En 406 aC Alcibíades dejó la flota ateniense en manos de su amigo Antíoco, que sufrió una dura derrota a monos de los espartanos. Alcibíades fue responsabilizado del desastre y huyó de Atenas. Ese año, Atenas obtuvo la gran victoria de las islas Arginusas sobre los espartanos; pero los estrategas victoriosos fueron ejecutados por orden de la Asamblea por no haber recogido a los náufragos. En 405 aC Lisandro asediaba Lámpsaco, en la orilla asiática del Helesponto. La flota ateniense iba al rescate, varando en Egospótamos, en la orilla europea del Helesponto, enfrente de Lámpsaco. Lisandro rehuyó el enfrentamiento. Unos días después la flota ateniense varó para forrajear, dispersándose los hombres por la zona. Lisandro atacó entonces, y capturó o destruyó prácticamente la totalidad de la fota. Era el fin de la guerra. En la primavera de 404 aC, con el ejército lacedemonio a las puertas y la flota de Lisandro bloqueando El Pireo, Atenas se rindió: los muros largos fueron derruidos, su flota reducida a 12 trirremes, y se estableció un gobierno oligárquico de 30 hombres, los “Treinta tiranos”. Consecuencias. Tucídides cerró su obra en 411; la completó Jenofonte en sus Helénicas. Para él, Atenas perdió la guerra por los conflictos internos. Los Treinta tiranos instauraron un régimen represivo y autoritario. Tebas, Corinto y Megara se distanciaron de Esparta al no querer compartir ésta el botín del saqueo de Atenas, y apoyaron la revuelta que en ésta última derrocó el régimen oligárquico y restauró la democracia. Los antiguos aliados de Atenas no aceptaron el control de Esparta. Además, Esparta apoyó la revuelta de Ciro el joven que reclamaba el trono a su hermano Artajerjes. Persia entonces rompió con Esparta. Del 396 al 390 aC, Esparta entró en guerra con Corinto, Argos, Tebas y Atenas. Esparta se reconcilió con los persas. En 387-386 aC se estableció la Paz del Rey. Las ciudades helénicas en Asia Menor volvieron al control persa. Persia garantizaría la paz y atacaría a la polis que la rompiera. Persia se había convertido en el gendarme de Grecia. Siracusa, el desastre ateniense. Nic Fields Osprey-2009 Introducción. El crecimiento de Atenas tras las Guerras Médicas y su imperialismo a través de la Liga de Delos despertó el miedo de Esparta. La ambición de la hegemonía en el mundo helénico llevó a Atenas a desarrollar su imperialismo. Esta hegemonía era rechazada por los griegos, muchos de los cuales no eran demócratas radicales como los atenienses. El origen de la guerra se encuentra en el interés de Atenas por Corcira, y la revuelta de Potidea. Pero la causa más importante, según Tucídides, fue el miedo de Esparta hacia Atenas. Esparta no era belicista, pero la ambición de Atenas se lanzó contra Corinto y Megara, y éstas empujaron a Esparta a luchar contra Atenas. La primera fase de la guerra fue ganada por Esparta. Pero seguidamente Pericles impuso una nueva estrategia: refugiar a toda la población atenienses tras los “muros largos” y hostilizar al enemigo sólo con acciones navales. Pero a la muerte de Pericles, en 429 aC, llegó al poder el demagogo Cleón, que impuso una política más agresiva. Esta fase acabó con la pérdida de Anfípolis por Atenas y la Paz de Nicias. Un sector ateniense, espoleado por Alcibíades, clamaba por volver a la guerra de forma agresivas, pero fueron derrotados en Mantinea (418 aC). Alcibíades propuso entonces atacar Siracusa. El strategos o comandante griego sólo planifiocaba la batalla y desplegaba a sus hombres; después se situaba en primera fila de combate, porque era lo que se esperaba de él: obviamente, ya no dirigía el resto de la batalla. Atenas tenía 10 stragos, elegidos anualmente por la Asamblea: era el único cargo en que un ciudadano podía ser reelegido. Su papel era ser el poder ejecutivo del Estado. Los strategoi estaban controlados por la Asamblea. Nicias era un comandante cauto y supersticioso, y deseaba la paz; Lámaco era audaz; Demóstenes, duro y experimentado; Eurimedonte se vio acusado de haber sido sobornado; Alcibíades pasó de ser comandante de la expedición,a traicionar a Atenas. En 467 aC, Siracusa se convirtió en una democracia, y adoptó una política imperialista. Hermócrates se convirtió en el líder de la resistencia de Siracusa, y Gilipo era un espartano. Lo que definía a la polis eran sus ciudadanos, no su territorio. Pero eso, hablaban de “los atenienses”, más que de “Atenas”. El ejército de la Polis eran los ciudadanos, que se pagaban el equipamiento de hoplita. La panoplia se componía del escudo o aspis, de un metro de diámetro, casco de bronce, protección corporal y espinilleras de bronce. El aspis era de madera, con una cara exterior forrada de bronce y la interior de cuero; pesaba unos 7 kg. Se llevaba con una embrazadera (porpax) y una empuñadura cerca del borde (antilabe). El casco más común era el corintio, hecho de una hoja martillada. El modelo calcídico y ático dejaban el rostro al descubierto. El cuerpo se cubría con una coraza, la más común de capas de lino encoladas (linothorax). La lanza o doru era de fresno, de 2 a 2’5 m., con punta y virola (sauroter). Como arma secundaria se llevaba una espada (kopis) de filo y lomo convexos, con punta. La formación de falange estaba formada por los hombres formados en 8 a 12 filas. La táctica principal era arrojar las jabalinas y cargar hasta legar al choque y empujar al enemigo con el escudo (othismos aspidon), alanceando con las dos primeras filas de combatientes, hasta que el enemigo cedía y huía: en este caso no era perseguido, porque el objetivo era controlar el campo de batalla, no aniquilar al contrario. La batalla se daba en terreno llano. La guerra tenía sus reglas: declaración previa de hostilidades, respeto hacia fechas y lugares sagrados, devolución de los cadáveres enemigos, respeto a los no combatientes, lucha en la estación adecuada, no persecución de los vencidos. Pero estas reglas no se aplicaban en las luchas contra los “bárbaros”, y se fueron abandonando en la guerra del Peloponeso. El uso de la caballería en la guerra en Grecia estaba limitado por la falta de forraje y de agua, y el terreno escarpado. Además, los animales de la época eran pequeños, y no se conocían las herraduras. Por eso, la caballería en la Hélade no se utilizaba para el choque, sólo para el hostigamiento, la exploración y descubierta, el ataque de flanco o la persecución. Sus armas eran para combatir a distancia: jabalinas arrojadizas. Pero un ataque de la caballería no podía destruir a una formación hoplita cerrada. Mantener el caballo era caro, por lo que era propio de los aristócratas. Cada uno de los 10 clanes de Atenas suministraba una phyle de jinetes, mandada por un phylarcos. Toda la caballería estaba al mando de dos hippardoi, cada uno al mando de cinco phyle, y de un ala. La caballería de Siracusa era muy importante. Las clases más pobres servían como tropas ligeras, las cuales también podían ser suministradas por aliados o mercenarios. Vestían túnicas y sombreros de fieltro,, un escudo de piel de animal, y jabalinas. Estas jabalinas se lanzaban atándoles al asta una tira de cuero que servía como impulsor. También utilizaban la honda, lanzando piedras o proyectiles de plomo, a veces hasta una distancia de 350 m. El arco griego era simple, aunque se conocía el compuesto, con piezas de cuerno y tendones, usado por cretenses y escitas. Los griegos despreciaban el combate a distancia, sólo respetaban la lucha cuerpo a cuerpo. Por eso, el arco no se valoró realmente en la Hélade hasta el final de la guerra del Peloponeso. Los peltastas eran sobre todo de Tracia, usaban un pequeño escudo de mimbre forrado de piel (pelte), un par de jabalinas, espada corta y daga. Las trirremes griegas tenían a lo sumo unos 40 m de largo y 6 de manga. Eran impulsadas por tres hileras de remos, cada uno de ellos manejado por un hombre. Su principal virtud era la velocidad. Los tres niveles de remeros eran los talamillo, 27 hombres en la línea inferior, los 27 zugioi, y los superiores o 31 thranitai, que coordinaban las remadas y eran los que trabajaban más. En una trirreme iban 200 hombres, 170 de ellos remeros, y 10 hoplitas y 4 arqueros. El resto eran marineros. Eran pocos combatientes porque lo principal era que la nave fuera muy rápida y estable, y demasiada tripulación la desestabilizaba. En navegación, los combatientes permanecían sentados en la crujía. En la trirreme era esencial el espolón. Para conseguir dar un golpe que destruyera al enemigo sin dañar la nave propia, se debía embestir a más de 10 nudos, es decir, un ritmo de boga de más de 50 paladas por minuto. Un buque embestido no se hundía, podía ser capturado como trofeo e incluso reparado. La capacidad de carga de la trirreme era muy limitada, lo que hacía que muy a menudo debiera recalar para reaprovisionarse. Por eso, la mayoría de batallas tenían lugar cerca de tierra. En combate, las velas se arriaban y se maniobraba a remo. Las flotas enfrentadas formaban en línea de frente de dos en fondo. Se luchaba de dos formas: embistiendo, propio de los atenienses, lo que requería naves pequeñas y rápidas; o abordando, propio de los quiotas, lo que requería naves grandes y pesadas para embarcar unos 40 soldados. Esta última fue la tendencia que prevaleció y llevó a construir naves cada vez más grandes. Para la embestida habían dos opciones. La diekplous: formación en columna simple, buscando una brecha en la formación enemiga: cuando ésta se presentaba, se viraba rápidamente y se embestía al enemigo por la banda, o se cruzaba la línea enemiga para embestir a la nave contraria por la popa. El periplous consistía en la lucha individual nave contra nave, rodeándose para embestir al contrario por la banda o la popa y evitar a su vez ser embestido. Para evitar los ataques, lo mejor era situarse en aguas cerradas que impidieran al contrario maniobrar, o formar en círculo defensivo con las proas hacia fuera (kyklos) o formar en dos filas de frente, de forma que la segunda atacara a los barcos enemigos que atravesaran la primera línea. El plan ateniense en principio era socorrer a los aliados en Sicilia, pero su objetivo no declarado era conquistar la isla. Por eso, Nicias pidió unos efectivos tan importantes. La lentitud de los atenienses en elaborar su plan y reunir flota y ejército dio tiempo a Siracusa a rearmarse y prepararse: nuevos barcos, entrenamiento intensivo, reparto de armas a la población y construcción de nuevas murallas. Siracusa se asentaba sobre la isla Ortigia, unida a tierra por un camino elevado, con parte de la ciudad construida en tierra firme (ciudad exterior). Atenas contaba con aliados en la Magna Grecia. La armada que envió Atenas era de 134 trirremes, 60 de ellas “rápidas”, es decir, de guerra, y 5.100 hoplitas, junto a fuerzas de infantería ligera, y sólo 30 jinetes. Para equipar e integrar esta expedición, Atenas recurrió a sus aliados. Al llegar a Sicila, Lámaco propuso atacar inmediatamente Siracusa; Nicias, poco partidario de la guerra, propuso rodear la isla con la flota para amedrantar a sus enemigos, y después volver a Atenas. Alcibíades propuso establecer una base en Catania, al norte de Siracusa. Entonces, Alcibíades fue reclamado a Atenas en la investigación por la mutilación de los Hermes. Alcibíades se fugó a Esparta y traicionó a Atenas. La flota ateniense se dirigió hacia el norte, tomando Hícara, y después volvió a Catania. Nicias planteó atraer al ejército siracusano hacia Catania, mientras que en realidad las fuerzas atenienses asaltaban Siracusa. Pero los siracusanos regresaron a su ciudad. Los dos ejércitos se enfrentaron en Anapo, y los atenienses obtuvieron la victoria. Seguidamente, los atenienses se dirigieron a Catania, a sus cuarteles de invierno. En la primavera siguiente, del 414 aC, los atenienses decidieron iniciar el asedio. Para ello desembarcaron en el Gran Puerto, construyeron un campamento, y tomaron las alturas de las Epípolas, donde construyeron dos fuertes para aislar la ciudad, uno en Lábdalo y otro en Sica. Seguidamente, para encerrar a los siracusanos, comenzaron a construir un gran muro de norte a sur, desde su campamento en el Gran Puerto hasta la costa norte de las Epípolas. Para impedirlo, los siracusanos intentaron construir hasta tres muros transversales en el camino de la construcción ateniense, y así impedir la construcción de ésta. En una de estas batallas y escaramuzas murió Lámaco. Siracusa estaba a punto de rendirse, pero entonces recibió ayuda de Corinto y Esparta, asumiendo la defensa de la ciudad el espartano Gilipo. Tras una primera derrota, Gilipo venció a los atenienses, capturó el fuerte de Lábdalo y detuvo el avance del muro. Nicias comprendió que podía quedar aislado y sitiado a su vez por los siracusanos. Escribió a Atenas, pidiendo refuerzos o permiso para retirarse. La caballería siracusana hostilizaba a los atenienses y les impedía aprovisionarse. Atenas decidió enviar refuerzos. Gilipo lanzó un ataque, y aunque en el mar ganaron los atenienses, Gilipo capturó el fuerte de Plemisio, lo que obligó a los atenienses a trasladar su campamento a un terreno insalubre y pantanoso. Los siracusanos se prepararon para derrotar a la flota ateniense, reforzando las proas de sus trirremes para poder embestir a las naves atenienses también por la proa. Seguidamente, Gilipo atacó a los atenienses por tierra y por mar, y su campamento del Gran Puerto. Tras tres días de combates, los siracusanos controlaron las aguas del Gran Puerto. Entonces llegaron los refuerzos atenienses, al mando de Demóstenes. Demóstenes se propuso recuperar las Epípolas lanzando un ataque nocturno, que acabó en un fracaso. Demóstenes propuso abandonar el sitio y regresar, pero Nicias se opuso, porque planteó que se debía solicitar el permiso de la Asamblea de Atenas, por temor a ser acusado de traición. Cuando finalmente decidió retirarse, se pospuso la partida por un eclipse lunar. Al saberlo, los siracusanos se decidieron a atacar. La flota ateniense, luchando en el espacio reducido del Gran Puerto, fue derrotada. Los siracusanos cerraron la bahía, y cuando los atenienses intentaron abrirse camino, se produjo una nueva batalla, en la que de nuevo fueron derrotados. Sin posibilidad de escapar por mar, 40.000 atenienses decidieron huir por tierra hacia el norte, hacia Catania. Pero los siracusanos les hostigaron y finalmente tras varos días de brega les obligaron a rendirse. Sólo sobrevivieron 7.000 prisioneros que fueron esclavizados. La expedición fracasó por la defección de algunos importantes aliados de Atenas, la inferioridad de la caballería ateniense, la imposibilidad de mantener la sorpresa, la retirada de Alcibíades que afectó a la moral, y no retirarse a tiempo. En la guerra griega se rehuía el asedio y el asalto, por la pesada panoplia y el coste político de un gran número de bajas en un ejército de soldados-ciudadanos. El asedio se resolvía por hambre. La derrota de Siracusa supuso para Atenas pérdidas importantes en hombres, barcos y dinero. Los enemigos de Atenas decidieron cortar su ruta de suministros, sobre todo de trigo, con el Mar Negro. En las batallas de Cinosema, Abido (411 aC) y Cícico (410 aC), Atenas mantuvo abierto el Helesponto para sus barcos. Persia dio dinero a Esparta para construir una flota. En la batalla de las islas Arginusas (406 aC), Atenas aún derrotó a los peloponesios, pero en Egospótamos (405 aC) el espartano Lisandro derrotó a los atenienses. La falta de flota y la posibilidad de perder sus rutas de suministros y el hambre llevó a Atenas a pedir la paz. La democracia fue sustuida por un gobierno oligárquico, el de los Treinta Tiranos. La peste que asoló Atenas, en el 430 aC, cambió la polis, supuso una revolución moral y social, descrita por Tucídides, y por Sófocles, en Edipo Rey: el hombre, pese a su poder, está a merced de fuerzas superiores que pueden cambiar su destino. Alcibíades huyó de Esparta tras yacer con la esposa del rey espartano Agis. Consiguió que la flota ateniense permaneciese en su base de Samos, donde se instaló una democracia en el exilio. En Atenas, el gobierno de los 400 reemplazó al de los Treinta Tiranos, instaurando el terror oligárquico, y siendo derribado. Se instaló el llamado gobierno de los 5.000, porque era el número de ciudadanos que podían pagarse la armadura de hoplita. En el verano de 407 aC. Atenas volvió a controlar el Helesponto, pero la flota fue derrotada en Noción, y Alcibíades cayó en desgracia, se exilió en el Helesponto, se puso al frente de un grupo de bandidos, hasta ser asesinado en 404 aC. Pero ya el año anterior, en Egospótamos, el poder de Atenas se había desvanecido. Hoplitas, guerreros de leyenda. Nicholas Sekunda Osprey, 2009. En griego, “arma” es hoplon, y en consecuencia hoplita es “hombre armado”; de la misma forma, falange significa “formación de batalla”. El hoplita está desarrollado hacia el siglo VII aC, con las guerras Médicas sufre algunas transformaciones, hasta que tras la muerte de Alejandro Magno pierde su preponderancia en el campo de batalla por la acción de la caballería y la infantería ligera. Los hoplitas eran ciudadanos soldado. Los ciudadanos hoplitas se agrupaban en tribus, que se subdividían en fratrías o otras agrupaciones. En Atenas, el año empezaba a finales de verano. En esa época, al cumplir los 18 años, los jóvenes atenienses empezaban su formación y entrenamiento militar, que duraba dos años. Al acabar, eran considerados ciudadanos de pleno derecho. Durante estos dos años, se les llamaba “efebos”. Competían en carreras idividuales y por equipos, desnudos o armados como hoplitas, así como danzas pírricas, con armas y armadura, para acostumbrarse a ellas. En muchos estados los efebos eran adiestrados por guerreros adultos, y esta pareja se les llamaba “amantes”, aunque entre ellos no hubiera relación amorosa o sexual, que si bien podía existir, en Esparta estaba mal vista. Los hoplitas luchaban en línea, y a ello se dirigía la principal instrucción. El escudo era un arma colectiva y compartida que sostenía la línea de batalla, por eso era deshonroso perderlo. Para Jenofonte, los mejores guerreros debían situarse en primera y última línea, con los peores en medio. La última línea empujaba el avance e impedía que los guerreros del centro huyeran. El entrenamiento de las tácticas de grupo era vital. A finales del siglo VI aC, la panoplia costaba alrededor de 30 dracmas, el salario de un mes de un artesano. Era un equipaje caro, y las armas se heredaban de padres a hijos. El escudo pesaba unos 6’2 kg; podía resistir ataques, pero las flechas y las lanzas lo podían atravesar. Estaba hecho de madera, con un forro frontal de bronce, pintado, antes del 500 aC de negro con figuras en rojo, después a la inversa. Elemento importante era el borde, que evitaba que se doblara con los golpes de la batalla. El casco era ligero, se adornaba con penachos y crestas, en principio para hacer más alto al hoplita, después fue un símbolo de rango militar. La coraza musculada, que imitaba la musculatura, era una evolución de la coraza de campana. La coraza compuesta se componía de varias piezas metálicas cubiertas de lino o cuero para que se oxidaran. La ingle se protegía con una falda de tiras de cuero (pteruges). Las grebas se ajustaban por la memoria metálica del bronce, y eran la primera pieza que se ponía el hoplita, porque con la coraza era difícil agacharse. La lanza (dory) era el arma principal de madera de fresno, de unos 2’75 m, con punta y contrapeso (styrax o sauroter) sujetos con brea o clavos transversales. Tenía una empuñadura de cuero en el punto de equilibrio. La espada más utilizada tenía puño cruciforme, hoja recta y de doble filo que se ensancha en la punta. Otro tipo era un sable curvo, con el filo en la parte cóncava (la falcata) y otro, un tipo de bracamarte. Las tribus se dividían en parroquias, donde se registraban todos los varones para su alistamiento. La Asamblea convocaba la movilización, y decidía cuantos soldados debían participar en la campaña: en función de ello, se movilizaba a un grupo de edad. El reclutamiento era obligatorio para todos los varones entre 20 y 60 años, incluso con deficiencias físicas importantes: los cojos también luchaban en Esparta. Las armas se guardaban en fundas colgadas de la pared, o en cajas. En campaña, el hoplita transportaba la comida en cestas de mimbre (gylion). Cada hoplita tenía un criado o esclavo, el “portador de equipaje” que transportaba el equipo, hacía la comida, y en las marchas caminaba al lado del mismo, marchando así el ejército en columna de dos. El resto de la impedimenta era transportado en carretas. Los griegos comían dos veces al día: el desayuno, a media mañana, y la cena, al anochecer. Las batallas se realizaban a mediodía, tras el desayuno. El ejército formaba en línea de batalla. El campamento, con las carretas y los “portadores de equipajes”, quedaba a cargo de los soldados más ancianos. Ya formada la línea, se transmitía hombre a hombre el santo y seña, en forma de pregunta y respuesta, como hoy. Se indicaba el avance. Los soldados más veteranos, en la última línea, empujaban al ritmo adecuado y procuraban que nadie huyera. De hecho, si la falange se colapsaba y se desmoronaba, era porque la última línea fallaba. Era difícil mantener el paso y la formación, por los obstáculos del terreno (por eso se buscaba para las batallas un terreno llano) y el miedo. La formación a menudo se rompía antes de llegar al contacto con el enemigo. Para evitarlo y hacer la formación más potente, se la dotaba de más filas, incluso de 25, como los tebanos en Delión. Durante el avance, al llegar a unos 3 o 4 estadios (550-750 m) del enemigo, los ejércitos entonaban el paean, cada uno en su propio dialecto. Antes de iniciar la carga, se hacía un sacrificio, degollando un animal (cabra, oveja). Al llegar a un estadio de distancia (185 m), se daba la señal de carga, dando el grito de guerra (eleleleu!), y se lanzaban a la carrera contra el enemigo. Era el momento decisivo: si se hacía demasiado pronto, los hoplitas llegarían cansados; si se hacía tarde, faltaría el impulso, y se corría el riesgo que el enemigo cargara antes, aterrorizando a los propios. Se cerraban los escudos. En el choque, se empujaba al enemigo y se le alanceaba en sus partes desprotegidas. Era el momento de mantenerse unidos y protegerse mutuamente. Al romperse la lanza, se iniciaba la lucha cuerpo a cuerpo con la espada. En la confusión era importante el santo y seña para reconocer al amigo o al enemigo, dado que los blasones de los escudos eran individuales. La motivación del hoplita para mantenerse en el combate era que luchaba junto a sus amigos y familiares. Un ejército derrotado huía, y entonces sufría muchas bajas en la persecución. Los que huían soltaban el escudo. Un cobarde era un “arroja-escudos”. Las órdenes se daban con trompetas. Al concluir la persecución, los vencedores recogían a sus heridos y muertod, despojaban a los enemigos muertos de sus armaduras, vestimentas y joyas, y se repartían el botín a partes igualers, excepto la parte que se daba como ofrenda a algun dios. Conb despohjos del enemigo se erigía un trofeo, clavando armas y armaduras en un tronco de árbol, en el lugar donde el enemigo se retiró por primera vez. El enemigo derrotado enviaba un heraldo, y solicitaba enterrar a sus muertos: era su reconocimiento de la derrota. Concedido el permiso, se abría una fosa común para estos cadáveres, mientras en la ciudad de origen quizás se levantara un cenotafio en memoria de los caídos, y se publicaba una lista de bajas. ¿Por qué los estados griegos no aprovechaban su geografía abrupta para desarrollar un nuevo modelo de guerra? Porque era más barato lanzar a sus ciudadanos a una rápida batalla campal con el enemigo, que pagar a un ejército de mercenarios para desarrollar una guerra en territorio más complicado, instruyendo arqueros e infantería ligera. La caballería era muy cara, y sólo se desarrolló a partir del siglo V aC; la infantería ligera era poco valorada, y se consideraba caro entrenar a arqueros. Los hoplitas eran en su mayoría granjeros, y votaban en la Asamblea realizar una campaña corta que les permitiera volver pronto a ocuparse de sus campos. Por eso los griegos eran poco partidarios de emprender asedios. Pare resolver un asedio, se consideraba muy costoso en vidas realizar un asalto. Se conocía en ariete y la escalada de muros, pero el uso de ambas tácticas acarreaba pérdidas importantes por la resistencia de los defensores. Construir una rampa de asedio exigía mucho tiempo. Los espartanos eran los únicos que podían hacerlo, porque tenían un ejército que lo era a tiempo completo. En el siglo IV aC se introdujo la artillería de asedio, y el panorama cambió, muchos estados pudieron entonces realizar asedios. La mejor opción para resolver un asedio era forzar una batalla, obligando a los sitiados a salir a luchar. Para ello se recurría a la estrategia de devastación, que obligaba a los defensores a salir para defender su territorio y sus cosechas. Esta estrategia favorecía a los espartanos, porque las cosechas maduraban antes en el sur. Los espartanos podían recoger su cosecha y después avanzar hacia un enemigo que aún no lo había hecho, más al norte, y saquear su campo. La mayoría de guerras tenían su origen en disputas fronterizas. Las desunión provocada por los partidos políticos a partir del siglo IV aC favoreció la toma de ciudades por traición. Esta estrategia cambió cuando entre 353 y 341 aC Polyido de Tesalia, ingeniero de Filipo de Macedonia, desarrolló las máquinas de asedio. Guerra en el mar Nic Fields Osprey, 2009 La trirreme era el principal modelo de barco de guerra del mundo helénico. El hallazgo de minas de plata en Laurion permitió a Atenas construir una flota de 200 trirremes. En 480 aC, Jerjes de Persia invadió Grecia. Derrotó al ejército en las Termópilas, mientras la flota ateniense se enfrentaba a la persa en Artemiso: no la derrotó, pero le infligió importantes daños. Temístocles evacuó Atenas y retiró la flota al canal de Salamina. En el estrecho canal, la flota persa no pudo imponer su superioridad numérica, y fue derrotada. Atenas se convirtió en una potencia naval. Al año siguiente, los persas fueron derrotados en Platea (479 aC). Las tácticas fundamentales de combate naval eran el ataque con espolón, propio de naves pequeñas y ligeras, y el abordaje, propio de naves más grandes y que transportaban más soldados. Este modelo de combate fue el que prevaleció, barcos grandes que incluso transportaban máquinas de guerra y muchos soldados, ya en la época helenística. Las tácticas de embestida eran el diekplous (atravesar la línea enemiga y embestir al contrario) y el periplous (rodear al enemigo y atacar en su cuarto de popa). Para contrarrestar estas maniobras, se podía formar el kyklos (anillo defensivo con los espolones hacia fuera) o la formación en línea doble, de forma que si el enemigo cruzaba la primera, era atacado por la segunda. Pericles mantuvo el poder naval ateniense. Planificó encerrar a la población de la polis tras los “muros largos”, mientras su flota saqueaba el peloponeso y cortaba las rutas de abastecimiento enemigas. Tras el desastre de Sicilia, Esparta se planteó convertirse enpotencia naval (413 aC). Tras varias derrotas, Esparta derrotó a los atenienses en Egospótamos, y Atenas tuvo que ceder. Durante la guerra, atenas creó bases cerca de las costas enemigas, como Pilos o Citera. La Guerra del Peloponeso tuvo varias fases. La primera, del 460 al 451 aC acabó con ventaja de Atenas. Poco después, las revueltas en el impetrio ateniense impulsaron a Esparta a atacar. La Guerra del Peloponeso tuvo tres fases: -La guerra arquidámica (431-421 aC) -La expedición a Sicilia (414-413 aC) -La guerra Jonia (412-404 aC) La Guerra Arquidámica se llamó así por el rey Arquídamo de Esparta, que inició las campañas de asolar el Ática mientras los atenienses rehuían el combate terrestre y atacaban por el mar. En 431 aC, Atenas estaba en guerra con Corinto, y apoyó la rebelión de Corcira contra Corinto. Atenas destruyó la flota de Corinto, pero ese año murió Pericles. Le sucedió Cleón, que en 425 aC lanzó un ataque contra Sicilia. La flota ateniense ocupó Pilos, en Mesenia, mientras el resto de la flota ateniense y la peloponesia se dirigían hacia el lugar. Los espartanos no podían desalojar a los atenienses de Pilos, pero ocuparon la bahía de Ambarino y la isla de Esfacteria. La flota ateniense se refugió en una bahía cercana, desde donde atacó y derrotó a la flota peloponesia, bloqueando a los espartanos en Esfacteria. El estrategos ateniense Demóstenes utilizó tropas ligeras como arqueros para acosar a los espartanos y forzar su rendición. Esparta quedó humillada, pero después derrotó a los atenienses en Delión. En 421 aC, se llegó a la Paz de Nicias, en teoría una tregua de 30 años. Atenas intentó crear una liga antiespartana en el Peloponeso, pero fue derrotada en Mantinea. En 416 aC, Atenas atacó Melos, comportándose brutalmente con la población en el asedio y ganándose el rechazo de toda la Hélade. La posición de Esparta se vio favorecida, y la paz ficticia se rompió. Un nuevo líder ateniense, Alcibíades, empujó a la Asamblea de Atenas a conquistar Sicilia, , el granero de Esparta. Para ello, era necesario apoderarse de Siracusa con un gran puerto. Alcibíades era un comandante ambicioso y enérgico, e inició las hostilidades, pero fue reclamado a Atenas para responder por un sacrilegio cometido. Siguieron al mando Nicias y Lámaco, que perdieron el tiempo en operaciones inútiles mientras Siracusa recibía refuerzos de Esparta y Corinto y preparaba su defensa. Nicias comprendió que había fracasado, pero aplazó la retirada por un eclipse. La flota ateniense quedó encerrada en el gran puerto y fue derrotada al no poder romper el cerco. El ejército ateniense intentó retirarse por tierra, pero sufrió una terrible masacre y tuvo que rendirse. Atenas había sufrido una muy dura derrota. Esparta construyó una flota con el apoyo del oro persa. En 412 aC se inició la guerra Jonia. La Liga de Delos se rebeló contra la debilitada Atenas, que sufrió la derrota de Quíos (411 aC). Alcibíades regresó a Atenas y derrotó a los espartados en Abido y en Cícico. Pero em 406 aC, en Notio, los atenienses fueron derrotados. Alcibíades no estaba al mando, pero se le responsabilizó de la derrota y cayó en desgracia. Le sustituyó Conon, que fue derrotado en Egospótamos por Lisandro. Atenas perdió 170 trirremes y 3.000 hombres. Atenas se rindió en marzo de 404 aC. La guerra del Peloponeso había acabado, dejando exhaustas a las potencias helénicas. Durante el siglo IV aC, Atenas reconstruyó su flota, y en 323 aC tenía 315 trirremes y 50 cuatrirremes. Pero en 322 aC sugfrió su derrota definitiva a manos de la flota macedonia en Amorgos. La trirreme era una nave frágil, maniobrable y rápida. Tenía tres niveles, con un hombre por remo. El remo medía 4’5 mts, los de los extremos eran más cortos que los del centro. El remero se sentaba sobre el banco y un cojín de cuero. El remo se sujetaba a la banda con un escálamo, al cual se ataba con un estrobo de cuero untado de grasa. Las dimensiones de la trirreme eran inferiores a 40 m de eslora y 6 de manga. El forro del casco era “a tope”, con los tableros unidos por sus cantos. Una cuerda, la hypozomata, unía la roda con la popa, tensada en el centro, reforzaba el casco. El casco era estilizado, ligero y de calado plano. Los maderos se unían con clavijas y espiguillas de roble. Se utilizaban maderas de abeto, pino y cedro, maderas ligeras, pero que si estaban demasiado en contacto con el agua, se empapaban, y el barco perdía ligereza. Por eso se sacaban del agua y se ponían a secar periódicamente. Esta circunstancia tuvo mucha importancia en Siracusa: como los atenienses no pudieron sacar sus barcos del agua ante la posibilidad de un ataque, sus trirremes estaban pesadas en la batalla definitiva en el gran puerto. En invierno se varaban en el dique seco y se cubrían de brea para protegerlas de la broma. También se embreaban antes de una campaña. Las naves tenían nombres de diosas, ninfas, ideales, o animales. A proa llevaban una placa con una imagen pintada que hacía referencia a su nombre. También se pintaba la proa como la cabeza de un animal, donde el espolón figuraba el hocico. El ojo se representaba con una pieza de mármol tallado, pulido y pintado. Los remos eran muy importantes, y la madera para los mismos muy apreciada, era de abeto joven, de Tracia. Las velas podían ser “ligeras” o de papiro, o “pesadas” o de lino. Atenas disponía de dos puertos con tinglados para las trirremes de guerra, en Zea y Muniquia. Los remeros no eran esclavos, sino profesionales entrenados. Había 27 remeros en el nivel inferior (talamillo), 27 intermedios (zygioi) y 31 superiores (thranitai), éstos instalados en un saledizo que desplazaba hacia abajo el centro de gravedad sin incrementar la eslora. Antes de Sicilia, un remero cobraba un dracma, después las penurias impusieron una redución a la mitad, 3 óbolos. Los remeros estaban expuestos a los ataques enemigos por los lados, sobre todo los de la parte superior. En la batalla del gran Puerto de Siracusa, los siracusanos utilizaron esquifes para deslizarse entre las trirremes atenienses y hostilizar a los remeros. Por eso los costados se protegían con cubiertas de cuero o lona. En la época de Temístocles, una trirreme embarcaba 10 hoplitas y 4 arqueros, éstos encargados de la defensa del capitán y del timonel, y 17 marinos, el resto, unos 170, remeros. Las trirremes de Quíos embarcaban 40 hoplitas; las persas, 30 guerreros. Una tripulación de trirreme suponía un gasto de un talento al mes. Las naves eran costeadas por el Estado, pero los ciudadanos ricos podían pagar equipamiento y las reparaciones de algunas naves, los trierarcas. La trierarquía era una contribución muy honrosa, aunque arriesgada y onerosa. La trirreme no era demasiado marinera, no podía resistir los embates de un mar embravecido. Las trirremes recalaban constantemente en la costa, incluso para comer y dormir, y reaprovisionarse. Por eso era muy difícil bloquear un Estado. La única estrategia era intentar interceptar la flota enemiga, si se conocían sus movimientos, pues era difícil: los atenienses no consiguieron evitar la llegada de una flota de socorro a Siracusa. El control absoluto del mar era imposible. La gran ventaja del poder naval era poder atacar a un enemigo situado a gran distancia: Atenas pudo atacar en Sicilia, el Bósforo, Chipre o Egipto. Las murallas de Grecia Nic Fields Osprey, 2009. La arquitectura militar helénica era financiada con fondos públicos, con el botín de campañas militares, o con aportaciones de ciudadanos ricos. Se buscaba acoplar la fortificación a la naturaleza. Las fortificaciones más primitivas eran las acrópolis, en una colina. El elemento principal de construcción era el ladrillo de barro secado al sol, sobre zócalo de piedra, o bien muros totalmente elevados en piedra. El ladrillo de barro era barato, pero precisaba ser elaborado, y era necesarias arcilla y agua; a veces era más barato y rápido construir con piedra. Los ladrillos se hacían en moldes de madera. Un tamaño algo común era 0’45x0’45x0’10 m. Las piedras se extraían de las canteras, con cuñas de madera hinchadas con agua, y se transportaban en vagonetas de cuatro ruedas, o en trineos o rodillos, arrastrados por bueyes. Se buscaba al construir unir belleza y funcionalidad, para impresionar al visitante y disuadir al enemigo. La mampostería trapezoidal se empleaba mucho en arquitectura militar. La mampostería poligonal tenía gran fuerza de cohesión. El acabado del corte se hacía con sierras y taladros, martillos y escoplos. Existían sistemas para elevar las piedras y colocarlas en su sitio, surcos en forma de U por donde se pasaban cuerdas, o agarraderas o salientes para sujetar las piedras durante su elevación, que en el último momento se suprimían. También se utilizaban cuerdas, palancas y poleas. El objetivo de las fortificaciones era la defensa del territorio (chora) de la polis, de sus cultivos y cosechas. Los griegos no conocían técnicas de asedio elaboradas, y por eso no se plantearon la construcción de recintos amurallados complejos en sus ciudades. A partir del 500 aC aparecen las torres, de dos plantas, con terraza dotada de parapeto para la defensa. Entonces comenzaron a amurallarse las ciudades, no sólo la Acrópolis. Atenas desarrolló el “muro largo” para unir la ciudad con su puerto y abastecerse por mar. Esta idea, abandonar al enemigo el campo, causó malestar en los atenienses. A finales del siglo IV se incorporó el techado al camino de ronda a parodos, para protegerlos de las catapultas oxybeles. El recinto se hacía con un zócalo de 2’5 m de anchura y 1 m de altura, con la piel externa de mampostería, y el interior relleno de piedras, tierra y escombros. Sobre él se elevaba el muro, de 7 o 8 m de altura, de ladrillo, con la superficie recubierta de arcilla o de cal para protegerlo de la lluvia. El camino de ronda se embaldosaba. En Atenas la puerta principal era la de Dipylon, en forma de antepatio, esto es, en forma de U, quedando la puerta al fondo de la U, flanqueada por dos muros laterales, y cuatro torres en las esquinas. Para atacarla, el enemigo debía penetrar en el antepatio, quedando expuesto al fuego por tres lados y desde las torres. Cuando los macedonios diseñaron las máquinas de guerra, comenzaron a abrirse ante los muros zanjas y parapetos para impedir el acercamiento de aquéllas a éstos. También se instalaron en los caminos de ronda máquinas de guerra de torsión, para disparar sobre las máquinas enemigas. Los proyectiles eran esféricos, y se clasificaban y marcaban según su peso, para calcular su alcance. Durante la Guerra del Peloponeso, los atenienses construyeron algunas fortalezas para controlar puntos estratégicos, como caminos, pasos, etc. Tenían muros y torres, y en su interior se construían cisternas para el agua y barracas para los soldados. Un ejemplo es el Gyphtocastro, en Eleuteras, entre Atenas y Tebas. Mantinea fue una refundación de 5 poblaciones, que se establecieron en un llano, desviando un río, el Ofis, para protegerse, rodeándose de una muralla, 120 torres, circulares o rectangulares, con 10 puertas encabalgadas (la entrada discurre paralelamente al circuito unos metros), y poternas en el flanco derecho de las torres, así los infantes que salían por ellas estaban protegidos por sus escudos. Mantinea, con Mesena, fue concebida por Epaminondas tras su victoria en Leuctra para contener a los espartanos. Mesene fue fundada por Epaminondas con mesenios liberados de Esparta. Se la dotó de murallas que encerraban un amplio perímetro para que dentro quedaran tierras de cultivo y pastos que permitieran resistir un asedio. Tenía como acrópolis una fortaleza natural, el Itome. Para Platón, defender la ciudad era una virtud, y por tanto la fortificación degradaba el carácter moral del ciudadano. La mayoría de las polis contaban con una población inferior a 5.000 habitantes, por lo que podían alinear como mucho entre 500 y 1.000 hoplitas. Los hoplitas eran ciudadanos que se pagaban el equipamiento militar. En Atenas también luchaban los pobres como remeros, lo que ayuda a entender el desarrollo de la democracia. La lucha en batalla era más ritual que táctica. Era un choque de ejércitos casi pactado, en una llanura y en verano. El strategos luchaba en primera línea, porque lo más importante era dar ejemplo de valor, no desarrollar la táctica. Los macedonios introdujeron importantes cambios: se armó a los campesinos que podían armarse, con una lanza o sarisa de 5 m y una armadura ligera. Esta sarisa se manejaba con dos manos, por lo que el escudo se redujo a 60 cm de diámetro, y se colgó del cuello. La sarisa se empuñaba a 1’80 m del pie o contrapeso (sauroter), lo que representaba que sobresalía 3’60 m por delante de la fila. Si la falange helénica luchaba con las dos primeras filas, la macedónica lo hacía con las cinco primeras filas. El armamento, entrenamiento y espíritu del hoplita no estaba hecho para la guerra de asedio. Las ciudades se rendían por hambre o por traición. A finales del siglo V aC aparecieron las primeras máquinas de asedio: arietes, “tortugas”, escalas. A principios del siglo IV, probablemente en Sicilia, se desarrolló la catapulta de torsión, una ballesta grande. El sitio de Platea (429-427 aC) duró dos años, al cabo de los cuales se rindió por hambre. Antes se intentó construir una rampa, abatir la muralla con arietes e incluso con fuego. El sitio de Siracusa (415-413 aC) por los atenienses fracasó porque no consiguieron aislar la ciudad por tierra y se perdió el dominio del mar. El sitio de Mantinea (385 aC), el rey espartano Agesípolis ordenó utilizar el río Ofis, que atravesaba la ciudad, para rendirla. Construyó una presa aguas debajo de la ciudad que rebalsó las aguas hasta que éstas lamieron y dañaron la muralla de barro, obligando a la población a rendirse. Después de la derrota espartana en Leuctra, la ciudad fue reconstruida, desviando el río por fuera de la ciudad para que sirviera de foso natural. El sitio de Palaípafos (498 aC) fue efectuado por los persas, cuyos antecesores en el Próximo Oriente tenían gran experiencia en la expugnación de ciudades. Los persas utilizaron rampas de asalto para tomar las ciudades jonias. Palaípafos, en Chipre, fue tomada por una rampa; en las excavaciones se han encontrado muchas puntas de flecha, testimonio de su uso masivo durante la lucha. Los asediados intentaron destruir la rampa cavando una mina bajo la misma, apuntalándola con vigas de madera, y luego prendiéndoles fuego.