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Notas: Juan Arturo Brennan 1 JOHANN SEBASTIAN BACH (1685-1750) Cantata no. 82, Ich habe genug, BWV 82 Aria: Ich habe genug, ich habe den Heiland Recitativo: Ich habe genug. Mein Trost is nur allein. Aria: Schlummert ein, ihr matten Augen Recitativo: Mein Gott! Wenn kömmt das schöne: Nun! Aria: Ich freue mich auf meinem Tod Los especialistas en el estudio de la cantatas de Johann Sebastian Bach indican que la Cantata No. 82, Ich habe genug forma parte de un grupo de cantatas en las que se expresa, a la vez, un cierto desprecio por la vida mundana y un anhelo por la vida perdurable. En este sentido, algunos estudiosos apuntan hacia el hecho de que en esta cantata (y en algunas otras de la vasta producción de Bach en este género) es posible encontrar una aparente paradoja, ya que si en algunas de las líneas del texto se percibe una sombría negación de la vida, la música que acompaña a esas líneas es de una vitalidad poco común. Por otra parte, la Cantata No. 82 pertenece a un grupo de refinadas cantatas para voz sola y acompañamiento instrumental en las que Bach despliega su maestría absoluta en los campos de la técnica contrapuntística, la originalidad armónica y el madrigalismo, es decir, el oficio de describir o pintar con música el significado de las palabras del texto; de ahí la designación inglesa de word painting para esta técnica. Se menciona que otras cantatas destacadas de este grupo son las Cantatas Nos. 51, 54, 55 y 56. La Cantata No. 82, Ich habe genug, fue interpretada por vez primera en la ciudad de Leipzig (en cuya iglesia de Santo Tomás el compositor realizaba las labores de chantre y maestro de música) el 2 de febrero de 1727. La ocasión de esta ejecución de la Cantata No. 82 fue la celebración de la fiesta de la Purificación de la Virgen María, una celebración que si bien en nuestros días tiene poca relevancia, en tiempos de Bach tenía una presencia notable en el calendario de celebraciones litúrgicas. El autor del texto de la cantata es anónimo, y la fuente original está en el Evangelio de San Lucas, 2:22-32. El primero de los versículos señalados dice así: Y cuando se cumplieron los días de la purificación de María según la ley de Moisés, lo trajeron a Jerusalén a presentarlo ante el Señor. El versículo se refiere, claramente, al niño Jesús. El título de la cantata, Ich habe genug, significa Tengo suficiente, y deriva del primer verso del texto, que dice así: Tengo suficiente Ahora tengo a mi Salvador, La esperanza de los fieles Arropada en mis brazos deseosos. Tengo suficiente Hoy en día, la Cantata No. 82 suele interpretarse con bajo solista y oboe obbligato, aunque hay fuentes documentales que indican que originalmente Bach la concibió para voz aguda. La versión alternativa de la cantata es de 1731. Anna Magdalena Bach, segunda esposa del compositor, realizó reducciones para piano de los movimientos tercero y cuarto de la Cantata No. 82. Una clara indicación del estado de ánimo invocado por Bach en esta obra se puede encontrar en la sección viva del aria final, cuyo texto dice: “Me deleito en mi muerte”. 2 RALPH VAUGHAN WILLIAMS (1872-1958) Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis Nacido alrededor de 1505 y muerto en 1585, Thomas Tallis fue uno de los más importantes compositores ingleses de música sacra. Los conocedores de estos asuntos afirman que la contribución más importante de Tallis está en el hecho de haber sido una figura de transición entre una generación que componía música sacra para el rito romano, y otra que escribió música para el rito anglicano. Las primeras referencias biográficas a su respecto lo sitúan como organista del priorato benedictino de Dover en 1532. Tallis fue también organista y/o maestro de coro en la abadía de Waltham, trabajó luego en la catedral de Canterbury, y poco después fue miembro de la Capilla Real, donde al paso del tiempo fue nombrado organista adjunto, trabajando al lado de William Byrd (1543-1623). En el año de 1575 la reina Isabel otorgó a ambos colegas los derechos exclusivos para imprimir música, y su primera publicación fue un libro de canciones sacras con 17 obras de cada uno de ellos. La parte más importante de la producción de Tallis se encuentra en sus motetes en latín y sus motetes en inglés; en esta área de su catálogo destaca el hecho (que reafirma su posición como figura transicional) de que varios de sus motetes en latín fueron adaptados más tarde por él mismo como himnos en inglés. Es posible hallar en la obra de Tallis grandes extremos expresivos. Por una parte, la sencillez y transparencia de algunos de sus motetes tempranos; por la otra, la espectacular riqueza polifónica de su famoso motete Spem in allium para cuarenta voces. Y en otro registro expresivo, las oscuras y severas Lamentaciones de Jeremías profeta. En el año de 1576, Thomas Tallis compuso la música para acompañar un libro de salmos, probablemente por encargo de un arzobispo de apellido Parker. Dos de las melodías creadas por Tallis para estos salmos se han hecho famosas en contextos distintos al de su destino original: una de ellas ha sido adaptada con el nombre de Canon de Tallis, y la otra es el tema utilizado por su compatriota Ralph Vaughan Williams para su famosa Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis. Un análisis serio del catálogo de composiciones de Vaughan Williams permite descubrir tres fuentes principales de inspiración en su trabajo. La primera de ellas es la canción folklórica inglesa, que da a muchas de sus obras un inconfundible carácter campirano, pastoral. La segunda es la literatura, reflejada en las piezas de Vaughan Williams basadas en textos diversos de la Biblia y de Shakespeare, así como en poemas de Bunyan, Blake, Rossetti, Stevenson y Housman. La tercera es la gran tradición polifónica inglesa de la era Tudor; fue su conocimiento profundo de esta tradición y su admiración por el que quizá fue su máximo exponente, lo que llevó a Vaughan Williams a componer su hermosa Fantasía. La Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis fue compuesta en el año de 1910 como respuesta a un encargo de los organizadores del Festival de los Tres Coros, a realizarse en la catedral gótica de Gloucester. Con las cualidades acústicas de un espacio como la nave principal de esta hermosa catedral en mente, el compositor concibió su Fantasía como una pieza para doble orquesta de cuerdas, dotación que le permitió explotar sabiamente los efectos antifonales y de eco que, de alguna manera, tenían como marco de referencia las músicas policorales concebidas por Giovanni Gabrieli (ca. 1555- 1612) en el siglo XVI para la basílica de San Marcos en Venecia. Además de la doble orquesta de cuerdas, Vaughan Williams plantea al interior de su dotación la presencia de un cuarteto de cuerdas que cumple funciones casi de solista o, para decirlo con mayor propiedad, funge como el concertino de un concerto grosso. La Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis fue estrenada en septiembre de 1910 bajo la dirección del compositor en un programa que incluyó también la cantata El sueño de Geroncio, de Edward Elgar (1857-1934). La crítica fue severa con esta popular obra de Vaughan Williams, señalando sobre todo su excesiva duración. Atento a tales críticas, el compositor revisó la partitura, comprimió y depuró el discurso de la obra, y logró la versión definitiva, que es la que hoy se conoce y se interpreta. 3 GIACOMO PUCCINI (1858-1924) Crisantemi Para ningún melómano conocedor es un secreto que Giacomo Puccini dedicó lo fundamental de su trabajo creativo a la ópera; junto con este dato suele mencionarse el hecho de que, en comparación con su producción operística, el resto del catálogo de Puccini, sobre todo en el ámbito de la música instrumental, es mínimo. Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente estadístico, esta comparación puede resultar engañosa. Desde Le villi (1884) hasta Turandot (inconclusa, estrenada en 1926), Puccini compuso una docena de óperas; en su catálogo hay, además, un puñado de obras sacras, una veintena de canciones, un par de cantatas, y un número no tan mínimo de piezas instrumentales. Entre ellas, un Preludio sinfónico, un Adagietto, un Capricho sinfónico y algunas obras de cámara, así como varias piezas de juventud para órgano, y una Hoja de álbum y un Tango para piano. En el ámbito de la música de cámara, hay una pieza para violín y piano titulada La sconsolata, y varias obras para cuarteto de cuerdas: un Scherzo, Tres minuetos, el Cuarteto en re mayor, y la pieza titulada Crisantemi (Crisantemos). Después de atestiguar el estreno de su segunda ópera, Edgar, ocurrido en La Scala de Milán en abril de 1889, Puccini se dedicó simultáneamente a revisar la partitura de la obra y a buscar un tema para su siguiente trabajo operístico. En el intervalo entre el estreno de Edgar y la realización de Manon Lescaut, ocurrió un hecho que motivó la composición de Crisantemi, la más conocida y difundida de las obras instrumentales del compositor de Lucca. El 18 de enero de 1890 murió el príncipe Amadeo de Saboya, duque de Aosta y efímero rey de España, segundo hijo del rey Víctor Manuel II. Conmovido por el hecho, Puccini compuso (en una sola noche, según sus propias palabras), una sencilla y contemplativa pieza para cuarteto de cuerdas a la que puso por título Crisantemi. Rica en melodía y austera en su expresión, la pieza está marcada por Puccini con la indicación Andante mesto, y conserva su ambiente triste y melancólico de principio a fin. En las ediciones modernas de la obra suele anotarse el hecho de que en Italia los crisantemos están asociados con ritos funerarios y conmemorativos, lo que explica con claridad la elección del título. Así, además de su función estricta como música abstracta de concierto, Crisantemi suele interpretarse en el contexto de homenajes luctuosos y ocasiones similares. Como ha ocurrido con numerosas otras obras de origen análogo, Crisantemi ha sido transcrita para orquesta de cuerdas, y suele interpretarse con mayor frecuencia en esta versión que en la versión original para cuarteto de cuerdas. Puccini conservó y prolongó la asociación fúnebre de estos crisantemos musicales al utilizar dos de sus temas en la ópera Manon Lescaut (estrenada en febrero de 1893), específicamente como acompañamiento de la muerte de Manon. 4 KURT WEILL (1900-1950) Suite de La ópera de los tres centavos Antes que nada, se impone entrar en contacto con algunos datos sobre la importancia de Kurt Weill en el mundo de la música del siglo XX. Tal importancia radica en el hecho de que Weill fue una figura clave en el desarrollo de las modernas formas del teatro musical, en particular a través de sus contribuciones a la actividad escénica de Broadway durante la década de los 1940s. Para calibrar la enorme variedad de formas escénico-musicales que Weill abordó en su numerosa producción, basta revisar su catálogo y descubrir la amplitud de géneros propuestos por el compositor: ballet con canto, pantomima, óperaballet, songspiel, pieza con música, comedia, ópera escolar, opereta, espectáculo, comedia musical, drama bíblico, fábula, cantata escénica, ópera para Broadway, tragedia musical. A todo esto, hay que añadir sus partituras para el cine, sus obras para el teatro y la radio, numerosas partituras orquestales, dos sinfonías, muchas canciones, obras vocales diversas, piezas de cámara y arreglos varios, entre ellos algunos sobre obras de Ferruccio Busoni (1866-1924), otros sobre cantos patrióticos de los Estados Unidos, y uno más sobre el Hatikvah, el himno nacional de Israel. He aquí, sin duda, una buena coyuntura para recordar que Kurt Weill fue un alemán de origen judío que en 1943 se nacionalizó estadunidense. Dicho lo cual, es hora de dar un breve pero sustancioso salto atrás de unos cuantos siglos. Entre 1685 y 1732 vivió en Inglaterra el señor John Gay, poeta y dramaturgo que escribió, entre otras cosas, el texto de la muy famosa The beggar’s opera, o sea, La ópera del mendigo. En esta ópera, donde se mezclan el verso, la prosa y la música, el público asiste al edificante espectáculo de una banda de actores, ladrones, traficantes, abogados, reos y prostitutas que se dedican a diseñar múltiples formas de quedarse con el dinero ajeno. La música de esta ópera fue compuesta por John Christopher Pepusch (16671752), y el espectáculo se estrenó en Londres en 1728. Los conocedores afirman que la idea de La ópera del mendigo le fue sugerida a John Gay por el gran satirista inglés Jonathan Swift. El caso es que la ópera fue enormemente exitosa por su ácido retrato de la decadencia moral de la sociedad y, como era de esperarse, tuvo frecuentes roces con la censura de su tiempo. Siglos después, el dramaturgo alemán Bertolt Brecht (1898-1956) escribió un libreto basado muy libremente en el texto de John Gay, destinado a un drama musical titulado La ópera de los tres centavos, cuya partitura fue compuesta por Kurt Weill, de quien Brecht fue un cercano colaborador. La ópera en cuestión le fue encargada a Weill mientras componía Mahagonny, otra de sus obras importantes, y su elaboración data del año de 1928. Más que una ópera, esta curiosa y llamativa obra es un verdadero singspiel que consta de diálogo hablado y partes cantadas. En ella hay baladas, recitativos, arias simples y, sobre todo, muchos ritmos de danza. Es en estos ritmos, precisamente, que radica el atractivo singular de La ópera de los tres centavos, así como en el inteligente y sarcástico empleo de algunas formas musicales antiguas. Así, en la obra es posible hallar un blues burlón, reminiscencias del coral alemán, cantos militares, foxtrot, tango, shimmy y algunos otros elementos, hábilmente sintetizados por Weill en ésta, una de sus mejores partituras. A semejanza del original de Gay y Pepusch, La ópera de los tres centavos de Brecht y Weill es una obra de claro contenido social y político, que obliga al público a pensar y a tomar partido. Es por ello que a raíz de su estreno, el 31 de agosto de 1928 en Berlín, la obra recibió dosis iguales de aclamaciones y furibundos ataques. Para su partitura, Weill propone una pequeña orquesta que se asemeja mucho a una banda de jazz, y en la que incluye instrumentos como la flauta y el violoncello, que si bien son más usuales en una orquesta de concierto, también han tenido roles de importancia en grupos jazzísticos. Con su peculiar instrumentación, Weill crea un mundo sonoro que, en efecto, es muy cercano al jazz, pero no al jazz negro ni al jazz al estilo de Gershwin, sino un jazz plenamente europeo a través del cual el compositor supo expresar cabalmente el sombrío espíritu que reinaba en Alemania en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. Así como la ópera de Gay y Pepusch había causado sensación por su sátira de la sociedad inglesa y su burla al culto de la ópera italiana, la obra de Brecht y Weill causó sensación por su mordaz forma de exhibir las lacras de una sociedad ciertamente decadente. Kurt Weill arregló la suite instrumental sobre La ópera de los tres centavos unos meses después de haber concluido la ópera misma. Esta suite, que está entre las partituras más populares del compositor, se estrenó en la Ópera de Berlín en 1929, bajo la dirección de Otto Klemperer, y con el título original de Kleine Dreigroschenmusik, es decir, Pequeña música de a tres centavos.