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Asteroides ricos en minerales E ste año es especialmente agridulce para las personas interesadas en la exploración espacial. Por una parte, el sistema de taxis espaciales de la NASA será retirado este año, además Estados Unidos se quedará sin un sistema propio para lanzar misiones tripuladas por primera vez desde el inicio de la carrera espacial. En pocas palabras, el mayor participante en la exploración tripulada del sistema solar acaba de colgar la toalla. No hay una fecha definida para la posible reactivación del proyecto “Constellation” (originalmente diseñado para activar una colonia lunar permanente y para iniciar la exploración humana de Marte). Lo más probable es que, en caso de que se reactive, el proyecto solamente se dedicaría a poner astronautas en “órbita baja” (a menos de mil kilómetros sobre la superficie terrestre). Las empresas privadas que, supuestamente, deberían tomar el lugar de la NASA, aún no han realizado un solo vuelo de prueba de sus sistemas de lanzamiento, y no han podido resolver el problema del enorme costo que implica cada lanzamiento. Pero a esas empresas solo les interesa lanzar gente a la inútil estación espacial internacional para poder cobrar al gobierno el mismo dinero (casi 30 millones de dólares por pasajero) que tendrá que pagarle a Rusia para enviar a sus astronautas a ese lugar. El resto del sistema solar ha sido abandonado. Otras naciones siguen cosechando éxitos en sus proyectos. Desde el 1 de octubre de 1969, Japón ha desarrollado un creciente interés por el espacio. Usando tecnología propia, han aprendido a construir y lanzar satélites artificiales y han lanzado también sondas de exploración. En la actualidad, la JAXA (la Agencia de Exploración Espacial Japonesa) es una institución independiente que presume de cosas que la NASA nunca pudo hacer. El 9 de mayo de 2003, fue lanzada la sonda MUSES-C. El término “MU” se refiere a una serie de cohetes desarrollada por Japón desde hace décadas. La palabra “MUSES” indica que se trata de una nave de exploración desarrollada por los ingenieros de JAXA y lanzada con un cohete MU. Asteroides ricos en minerales El nombrecito no le dice mucho a nadie, excepto a los expertos de JAXA. Además esta nave tenía una misión muy importante, y por eso fue rebautizada con un nombre mucho más eufónico: “Hayabusa”, que significa “halcón peregrino”. Después de un largo vuelo, Hayabusa llegó a las cercanías de un asteroide llamado Itokawa, en honor a Hideo Itokawa, el padre de la cohetería moderna japonesa. Los asteroides no son raros; Itokawa es el número 25 mil 143 descubierto desde la Tierra y para el cual existe una órbita bien definida. Cada año son descubiertos varios centenares de estos fragmentos de un planeta que, apenas formado en el joven sistema solar, fue destruído por el impacto con otro planeta. En noviembre de 2005, Hayabusa se posó suavemente en la superficie de Itokawa. Esto es muy notable, pero no sin precedentes. El 12 de febrero de 2001, la sonda NEAR Shoemaker logró la misma hazaña sobre la superficie de un asteroide famoso, el EROS (433 de la lista general de asteroides). Lo que NEAR Shoemaker no logró hacer fue despegar de nuevo de la superficie; además no contaba con un recipiente para tomar muestras. El Hayabusa logró abrir y cerrar las compuertas de su cámara de muestras (aunque no logró dejar otra sonda llamada Minerva, más pequeña, en la superficie de Itokawa). Luego inició su largo camino de regreso a la Tierra. En el mes de junio, la sonda pasó cerca de la Tierra y dejó caer la cámara en paracaídas. Después de frenar en la atmósfera terrestre, la cámara cayó en Australia. Poco tiempo después fue recuperada. Desde el inicio de la carrera espacial, solo la Unión Soviética ha logrado tomar muestras de otro mundo y traerlas a la Tierra en una nave automática. Este país, que ya no existe, se hizo de unos cuantos kilos de rocas lunares por este medio. Los otros intentos (en Marte y en cometas) o no han funcionado o las “muestras” han sido rastros microscópicos de gas y polvo desprendidos de un cometa. Solo Hayabusa ha logrado descender en otro cuerpo del sistema solar (que no sea la vecina Luna) y ha conseguido traer muestras físicas a nuestro planeta. Los resultados de Hayabusa tardarán en llegar a nuestras manos, y es probable que solo exista una pequeña cantidad de polvo de asteroide en su interior. Asteroides ricos en minerales Será necesario trabajar por muchos días para poder analizar las muestras y reducir los datos. Este pequeño logro puede tener consecuencias enormes. El pedacito de cielo que trajo Hayabusa podría ayudar a confirmar lo que sospechamos de los asteroides. Se sospechaba que son pedazos de un planeta ya formado que fue destruido en los primeros milenios del sistema solar y que su composición química general es muy similar a la terrestre. Esto último es especialmente interesante. La sociedad humana apenas ha arañado la corteza terrestre en algunos sitios. Las minas más profundas apenas tienen unos cuatro kilómetros de profundidad (normalmente son mucho más someras). Lo invito a que intente dibujar esa mina a escala con un globo terráqueo (solamente recuerde que ese globo, que probablemente tiene 30 centímetros de diámetro, representa a un planeta con más de 12 mil 750 kilómetros de diámetro... sus cuatro miserables kilometritos resultarán casi invisibles). A esto hay que agregar que solo hemos perforado minas en sitios muy reducidos de la superficie del planeta. A pesar de esto, hemos obtenido riquezas minerales fabulosas: hierro, estaño, aluminio, zinc, oro, plata y tantas cosas más. En los pequeñísimos fragmentos de la corteza que hemos minado, hemos encontrado lo necesario para construir al mundo moderno. Imagine que alguien “arrea” un asteroide (las técnicas son sorprendentemente accesibles, sobre todo si está dispuesto a esperar un par de décadas para que hagan efecto) de manera que entra en órbita terrestre. En un lugar así, podría usted establecer una red de minas mucho más grande que todas las que han existido alguna vez en la historia de la humanidad. Lo mejor del asunto es que podría usar cualquier técnica que quiera, por sucia que sea, pues no hay un ecosistema que cuidar. Un solo asteroide podría producir muchas más riquezas minerales que las generadas por todas las minas de la historia. En pocas décadas, la Tierra podría contar con una nueva luna artificial japonesa, de donde saldrían riquezas increíbles. Por la noche, su luz bañará el parque temático que probablemente ocupará el terreno desde donde la extinta NASA lanzó las primeras misiones lunares.