Download Decir amar para decir evangelizar por el arzobispo de Tánger
Document related concepts
Transcript
Decir amar para decir evangelizar por el arzobispo de Tánger, monseñor Santiago Agrelo Quien me invitó a estas Jornadas, me pidió que presentase "la experiencia de Tánger", entendida como experiencia "de evangelizar mediante el testimonio de la caridad cuando no es posible el anuncio explícito de Jesucristo y de su Evangelio". La petición se justificaba porque esa forma de evangelizar, la única legal en Marruecos, podía resultar iluminadora también en España, en una sociedad que es cada vez más plural, y en la que el creyente encuentra cada vez más dificultad para compartir su fe, para anunciar lo que ha conocido de Dios. "La experiencia de Tánger" podría ayudar "a descubrir el valor evangelizador de lo que hacemos y del modo en que lo hacemos". En resumen, que si no he entendido mal, se me ha pedido una reflexión, hecha desde la Iglesia de Tánger, sobre la fuerza evangelizadora del amor. De ahí el título que les propongo: Decir amar para decir evangelizar. Desde la Iglesia de Tánger: La reflexión está hecha desde Tánger, desde la experiencia de una Iglesia que vive entre musulmanes. He de aclarar lo que esto significa. Para cualquiera de ustedes, hablar de 2.500 católicos, es hablar de una parroquia pequeña, en la que tener un cura con dedicación plena parecería un lujo injustificable. Sospecho que la Archidiócesis de Tánger, un territorio de más de 20.000 Km2, no llega a tener esos 2.500 fieles. El apóstol, además de decirnos aquello de "fijaos en vuestra asamblea... no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas, sino que lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso"1, podría haber añadido: _ ¡Y por encima pocos! Ésa es la realidad: que somos pocos, somos pequeños, y, paradojas de la gracia, que a Dios se le ocurrió escogernos para sus cosas. 1 Son muchos los carismas y culturas que embellecen el cuerpo de esta pequeña comunidad eclesial; en ella están presentes quince Institutos religiosos2, y tres Institutos seculares3. Y son muchas las nacionalidades y colores de las gentes que integran la comunidad eclesial: españoles, portugueses, franceses, italianos, polacos, egipcios, filipinos, paquistaníes, gentes de color negro azabache procedentes de los países al sur del desierto del Sahara... Subrayo el hecho de que entre los miembros de la comunidad eclesial no se encuentran marroquíes, sencillamente porque no puede haberlos. __________________________________________________ 1Cor 1, 26-27. 2 Hijas de la Caridad, Misioneras de la Caridad, Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, Franciscanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, Franciscanas de la Inmaculada, Franciscanas Misioneras del Inmaculado Corazón de María, Franciscanas Misioneras de María, Jesuitas, Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca, Hermanos de la Orden de Frailes Menores, Carmelitas Descalzas, Carmelitas de la Caridad Vedruna, Religiosas de Jesús-María, Instituto de la Bienaventurada Virgen María, Esclavas de la Inmaculada Niña. 3 Pro Ecclesia, Vita et Pax, y Movimiento "Obra de María" (Focolares). __________________________________________________ ¿Por qué desde Tánger?: Habrán observado que, al resumir lo que se me pidió preparar para estas Jornadas, lo dejé en "reflexión, desde la Iglesia de Tánger, sobre la fuerza evangelizadora del amor". Habrán notado asimismo que, al proponer el título de esa reflexión, toda referencia a Tánger ha desaparecido. ¡Es justo y necesario! El del amor no es un camino que, durante un tiempo y en un determinado lugar, una Iglesia se ve obligada a recorrer, sino que es el camino que ha de recorrer la Iglesia universal en todo tiempo y lugar, si quiere llevar a los pobres el evangelio que para ellos el Espíritu de Dios le ha confiado'. 2 Lo que quiere decir que el argumento de esta reflexión -decir amar para decir evangelizar- podría exponerlo desde la propia experiencia un creyente cualquiera que se haya sentado alguna vez a los pies de Jesús de Nazaret para saber de Dios. La experiencia dice, sin embargo, que la práctica de la caridad no es considerada como forma primera y esencial de evangelización, sino como alternativa pobre -no voy a decir despreciada- al ejercicio de la predicación. Hemos dado por cierto que las palabras tienen más fuerza que la vida, que los discursos son más elocuentes que los abrazos: ¡Preferimos exponer doctrinas a compartir mesa! Y aquí entra en escena Tánger. La razón es sencilla: Lo que no aprendí por las buenas a los pies de Jesús de Nazaret, me lo enseñó por las regulares la misión en un país musulmán. El obispo de Tánger está hoy aquí, porque se supone que la Iglesia que él preside, se ha visto llevada por la ley a evangelizar con el testimonio de la caridad, dado que en Marruecos la ley no permite evangelizar con el anuncio explícito de la palabra de Dios. Quien hoy os va a hablar del amor como camino de evangelización, lo hace desde Tánger, pero lo hace resaltando, cuanto sabe y cuanto puede, que ese camino lo ha señalado a la Iglesia, no una ley humana que coarta la libertad, sino el mandato del Señor que nos ha hecho libres. Sólo el amor dice bien de Dios: Juan de la Cruz, hablando de la condición en que nos hallamos quienes vivimos bajo la ley de gracia, escribió: "Porque (Dios) en darnos, como nos dio, a su Hijo —que es una Palabra suya, que no tiene otra-, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar"5. Eso se dice en la Subida al Monte Carmelo, pero no habríamos entendido mal si allí donde el místico escribió, "todo nos lo habló junto", los indoctos leyésemos: "todo nos lo dio junto"; y donde el místico dijo, "no tiene más que hablar", nosotros entendiésemos: "no tiene más que dar". 3 No ha querido Dios que su revelación al hombre quedase limitada al ámbito del conocimiento, y que nuestra relación con él se viese circunscrita al ámbito de las ideas o __________________________________________________ 4 Palabras del Papa Benedicto XVI en Alemania: La Iglesia en Alemania tiene muchas instituciones sociales y caritativas, en las cuales el amor al prójimo se lleva a cabo de una forma también socialmente eficaz y que llega a los confines de la tierra. Quisiera expresar en este momento mi gratitud y aprecio a todos los que colaboran en Caritas alemana u otras organizaciones, o que ponen generosamente a disposición su tiempo y sus fuerzas para las tareas de voluntariado en la Iglesia. Este servicio requiere ante todo una competencia objetiva y profesional. Pero en el espíritu de la enseñanza de Jesús se necesita algo más: un corazón abierto, que se deja conmover por el amor de Cristo, y así presta al prójimo que nos necesita más que un servicio técnico: amor, con el que se muestra al otro el Dios que ama, Cristo. 5 San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo, Libro 2, cap. 22, n. 3. __________________________________________________ de las creencias que tenemos sobre él. La meta a la que tiende la divina revelación no es la comunicación al hombre de nuevas proposiciones sobre Dios, sino la donación que Dios hace de sí mismo al hombre. La revelación es un camino para el encuentro de Dios con el hombre. Dicho de otro modo: La revelación es el camino que el Verbo ha seguido desde el seno del Padre hasta la plenitud de su entrega en el misterio de la encarnación: Verbo revelado en la creación, pues nada se hizo sin él; Verbo ofrecido a los suyos en los hechos del pueblo de Dios, en la palabra de las Escrituras sagradas, en la voz de los profetas; Verbo que, hecho carne, habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. Si, para Dios, revelarse significa darse, para nosotros, conocer la revelación de Dios será, ante todo, aceptar el don que, por ella, se nos hace: conocer la revelación significará acoger a Dios. 4 En la noche de Belén, el ángel del Señor no formuló un nuevo enunciado sobre Dios, sino que anunció el nacimiento de un salvador, que era el Mesías, el Señor. La plenitud de la revelación no está caracterizada por la exposición de una nueva doctrina, sino por el don del Unigénito de Dios. Esto sitúa la revelación en el ámbito del amor, porque el amor es la razón del don de Dios, porque el don de Dios, a su vez, es la medida de su amor6; y también porque la Palabra que nos habla de Dios, ya se trate de la Palabra que crea el universo, ya se trate de la Palabra velada en las Escrituras santas, ya se trate de la Palabra entregada en el misterio de la encarnación, esa Palabra nos ha llevado a este saber último: "Dios es amor"'. Nuestra fe es necesariamente «fe en el amor que es Dios», o, si quieren decirlo de otro modo, es «fe en Dios que es amor». Y se intuye también que la vida de los que creemos en la Palabra de Dios hecha carne, es inseparable del mandato de amar que hemos oído de sus labios: "Como yo os he amado, amaos también unos a otros"8. El apóstol ya se limitará a parafrasear el mandato recibido: "Amigos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. En esto se hizo visible entre nosotros el amor de Dios: en que envió al mundo a su Hijo único para que nos diera vida".9 El enviado de Dios no es un científico o un filósofo o un teólogo que llega con la misión de instruirnos en esos ámbitos del saber. Dios nos dio a su Unigénito para que, creyendo en él —acogiéndole a él-, tuviésemos vida eterna. Si no queremos hacer estéril la palabra de la predicación, hemos de considerar "que el objeto de la fe, más que una doctrina, es una realidad", y que "el misterio, más que un problema, es un encantamiento"10 Como escribí en su día a los responsables de Caritas nacional española, "a los pobres, los enviados de Cristo no les llevan 5 palabras sino sacramentos, no llevamos doctrinas sino salvación"11; ahora podría añadir: no les llevamos una nueva ideología sino una nueva vida. __________________________________________________ 6 Jn 3, 16: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito". 7 1 Jn 4, 8. 8 Jn 13, 34, 9 1 Jn 4, 7-9. 1° P. Charles, La priére de toutes les choses (Paris 1964). Citado en J.-G. Saint-Arnaud, En las fronteras de la fe (Madrid 2012) 93-94. 11 Carta del 11 de junio de 2012. _________________________________________________ Si no queremos hacer estéril la palabra de la predicación, hemos de sacarla del ámbito del adoctrinamiento, para ponerla al servicio de la experiencia de salvación: "Ves la Trinidad si ves el amor"12 Temo, sin embargo, que este modo de percibir el objeto de la fe, y de entender lo que hemos de llevar a los pobres, resulte de hecho y con frecuencia ignorado, más aún, puede que muchos eclesiásticos lo consideren un modo inaceptable de percibir y de entender. A todos nos conviene recordar el dicho de Nietzsche acerca de los cristianos: "Creeré en su Dios cuando, nada más verlos, parezcan salvados"13; o lo que de nosotros escribió el psiquiatra Yves Prigent: "He observado que los eclesiásticos que me hablaban de religión eran casi siempre sabios, casi siempre dotados de capacidad de mando, y a menudo virtuosos. Pero que fuesen amadores perpetuos, niños exaltados, hermosas criaturas vivas, resucitados de buena mañana, seres barridos por el irresistible viento del deseo que se impuso en Pentecostés, no; verdaderamente ésa no ha sido nunca mi impresión. Su existencia no me ha parecido arriesgada, audaz, soberanamente libre, profundamente animada, vuelta hacia el exterior, abierta de par en par, vivida con 6 pasión... Muy por el contrario, mi impresión ha sido que lo que se mueve en el ámbito de lo religioso es cerrado, rígido, planeado, ya resuelto, digerido de antemano, prejuzgado, ya experimentado por otros. No he percibido ninguna duda viva, ninguna locura, ningún impulso perturbador, ningún absurdo infantil, ninguna belleza natural, capaces de comunicarme que el Dios de esta gente estaba vivo, lleno de deseo y de gracia, cargado de alimento y de embriaguez, como el pan y el vino, ardoroso como un pastor o un novio"14 Ese peligro de esterilidad que se cierne sobre eclesiásticos sabios y virtuosos, se conjura mejor, creo yo, si el anuncio del evangelio, en vez de confiarlo a palabras que pretenden explicar lo que se refiere a Dios, lo confiamos a la práctica de la caridad que imita lo que Dios es. Al fmal va a resultar que las leyes antiproselitismo del Reino de Marruecos están siendo una ayuda inestimable para que los cristianos fijemos la mirada en lo esencial del evangelio. Sólo el amor que damos, dice bien del amor que es Dios. Sólo el amor dice bien de la verdad: La verdad ha sido y es piedra de tropiezo para muchos hombres y mujeres de fe. Porque hay una verdad, porque Cristo es la verdad, porque se nos ha concedido la gracia de conocer y amar la verdad, porque se nos ha concedido el don increíble de conocer y amar a Cristo Jesús, porque ya no somos capaces de entender nuestra vida sin la verdad que es Cristo, podemos hacer de la verdad un absoluto y, en su nombre, puede el creyente levantar barreras que lo separen de quienes, supuestamente, todavía no la han alcanzado. Nosotros hemos conocido que "la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo"15 , y se nos ha dado creer que Cristo nuestro Señor, es "el camino, la verdad y la vida"16. Pero ese conocimiento que viene de lo alto, esa fe con que hemos sido agraciados, al tiempo que nos permiten gozar del don de Dios, pueden impedirnos gozar plenamente del don de los hermanos. 7 __________________________________________________ 12 San Agustín, De Trinitate, VIII, 12. Citado en Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus caritas est, 19. 13 Citado en J.-G. Saint-Arnaud, En las fronteras de la fe (Madrid 2012) 75. 14 Citado en J.-G. Saint-Arnaud, En las fronteras de la fe (Madrid 2012) 74-75. 15 Jn 1, 17. 16 Jn 14, 6. __________________________________________________ Pocas cosas pueden resultar más peligrosas que el orgullo por la verdad poseída. Si se apodera de nosotros, lo más fácil será ceder a la atracción del fundamentalismo o precipitarse en el abismo del relativismo. Pero eso que es lo fácil, y puede que por eso mismo sea lo más socorrido, no representa los únicos peligros que acechan al creyente en su relación con la verdad. El más sutil puede que sea el de la superioridad moral que la verdad concede a quienes creen haberla conocido. Para hacer luz sobre los peligros que acompañan a ese sentimiento, por otra parte muy natural, de superioridad moral, he de referirme a la Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II(17). Con esa Declaración, la relación de la Iglesia católica con las religiones no cristianas entraba de forma doctrinalmente irreversible por el camino del respeto y del diálogo: "La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones —hinduismo, budismo, las restantes religiones que se encuentran por todo el mundo- es verdadero y santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, aunque discrepen mucho de los que ella mantiene y propone, no pocas veces reflejan, sin embargo, un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres"". A nadie se le oculta, sin embargo, que subrayar lo que une, no elimina lo que separa. Y, de hecho, de aquel explícito "la Iglesia no rechaza", "la Iglesia considera con sincero respeto", la Declaración 8 pasa a un igualmente explícito: la Iglesia "anuncia y tiene la obligación de anunciar sin cesar a Cristo, que es camino, verdad y vida, en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa, en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas"19. Con ello quedaban fijados los límites reales de este 'camino del respeto' en la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas, límites en los que quedan atrapadas las propuestas que hace la Declaración: La Iglesia "exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y la colaboración con los seguidores de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socioculturales que se encuentran en ellos"20 Uno no puede evitar la impresión de que, también en esta Declaración, la Iglesia se presenta como depositaria de la verdad, y se dirige a los demás desde una posición de superioridad. Sería dificil evitar la acusación de que los cristianos respetamos en los demás, o miramos en ellos con aprecio, sólo lo que tienen de parecido con nosotros. El paso que se había dado hacia los demás, un paso decidido en la dirección del respeto y del diálogo, rompía con una tradición que exaltaba las diferencias y recorría caminos de contraposición y de enfrentamiento, puede incluso que de negación del derecho del otro a su modo de ser, de pensar y de creer. La Declaración devolvía a la Iglesia los ojos para ver a Dios en el misterio de cada hombre, pero la dejaba todavía sola en su papel de señora de la verdad. Creo que los Padres conciliares fueron conscientes del callejón sin salida a donde los había llevado la idea de situar la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas en el campo de la verdad alcanzada o poseída. De ahí que, con un último golpe de timón, pusieron proa al futuro, llevando la relación deseada al terreno del amor: __________________________________________________ 17 Concilio Vaticano II, Declaración Nostra Aetate (= NAe). 18 NAe 2. 9 19 NAe 2. 20 NAe 2. __________________________________________________ "No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. La relación del hombre con Dios Padre y la relación del hombre con los hombres sus hermanos están tan estrechamente unidas, que dice la Escritura: el que no ama, no ha conocido a Dios. Así se suprime el fundamento de toda teoría o praxis que introduce discriminación entre un hombre y otro, entre un pueblo y otro, en lo relativo a la dignidad humana y a los derechos que de ella dimanan"21. En el camino hacia los demás, podemos ir más allá de la verdad compartida: podemos amarlos, sin que la verdad levante barreras que el amor no pueda superar. En realidad, sólo el ejercicio de la caridad puede decir bien de la verdad. Pero sólo la verdad puede decir bien del amor: Con ello decimos que el amor del que aquí se habla, es una disposición de la mente, de la voluntad, de todo el ser, que ahonda sus raíces en la fe que profesamos. El amor cristiano ahonda sus raíces en el Credo, en el Catecismo, es decir, en la historia de la salvación, en lo que Dios nos ha revelado de sí mismo, en lo que de Dios hemos conocido por la fe. Sólo si la fe le da forma al amor, el amor podrá dar testimonio de la fe. Esto hace de la contemplación el recurso primero y principal de Caritas. ¡Contemplación antes que bolsa! Que es como decir: En el ejercicio de la cariad, el presupuesto anual no puede suplir a la contemplación diaria. El creyente ha de aprender a amar como es amado: como Dios nos ama, como nos ama Cristo Jesús, con un amor semejante al que se nos revela en la Eucaristía que ofrecemos y recibimos. a) Amar como Dios nos ama: 10 En la creación, el amor de Dios se revela como pura gratuidad: Todo lo que nace de Dios, sólo en el amor de Dios encuentra su razón de ser. Pero en la obra de la creación, si admirable resulta la gratuidad del don, más admirable aún resulta la vulnerabilidad asumida por el Creador que nos los hace: "El amor auténtico es precario y conlleva el riesgo del rechazo. Requiere compromiso en vez de indiferencia, y esto también hace vulnerables a las personas. Al Dios bíblico le afectan las vicisitudes de la creación: se deleita con su belleza y se aflige con sus aspectos trágicos"22. ¡El amor a sus criaturas hizo a Dios vulnerable!: Dios que goza, Dios que sufre, Dios celoso, Dios que perdona. En la narración que abre el libro del Génesis, acercamiento teológico al misterio de la relación de Dios con sus criaturas, primera escena en el drama de la libertad humana, hallamos esbozada la trama de la relación de Dios con la humanidad, con Israel, con nosotros. El relato del paraíso anticipa la experiencia unitiva del Cantar de los Cantares y la tragedia de las Lamentaciones, evoca alianzas e idolatrías, desposorios y adulterios: En verdad, al crearnos, Dios ha aceptado el riesgo de amarnos. La encarnación de la Palabra, culminación y centro de la historia de la salvación, y medida del amor que Dios nos tiene, es evidencia de la vulnerabilidad de Dios. En la encíclica «Deus caritas est», dedicada toda ella al amor que es Dios, el Papa Benedicto XVI hace referencia a "un amor tan grande que pone a Dios contra sí __________________________________________________ 21 NAe 5. 22 Cf. W. H. Vanstone, citado en IAN G. BARBOUR, El encuentro entre ciencia y religión. ¿Rivales, desconocidas o compañeras de viaje? (Santander 2004) 238. __________________________________________________ mismo, su amor contra su justicia"23 . Es este amor que se nos ha revelado, es este amor en el que hemos creído, el que ha de dar 11 forma al amor con que evangelizamos. No lo digo yo; lo dice el vulnerable de Nazaret: "Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol para malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos... Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto"24 . Que el amor os haga vulnerables, como vulnerable es vuestro Padre del cielo. La del amor de Dios es la verdad que dirá bien de nuestro amor. b) Amar como nos ha amado Cristo Jesús: Supongo que quien es servido también es capaz de amor: de darlo y de recibirlo. Pero Jesús de Nazaret, el hombre que, ungido por el Espíritu, fue enviado a evangelizar a los pobres25, dijo de sí mismo: "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por la multitud"26. Pudieras entender que, en ese contexto, el verbo "venir" hace referencia al misterio de la encarnación del Hijo de Dios. En efecto, el evangelista Juan lo había visto como "luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo"27 ; y de él había dicho que "vino a su casa, y los suyos no lo recibieron"28. Y luego, en la intimidad de unas palabras pobres, encerró el misterio inefable del anonadamiento de Dios: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria"29 . Al decir que "el Verbo se hizo carne", con la palabra «carne», el evangelista quiso expresar "lo ligado a la tierra, lo caduco y perecedero, algo así como lo típico del modo humano de existir"30 . Puedes entender que se hizo siervo, y, no habrías entendido mal si entendieses que se hizo vulnerable. El apóstol Pablo, en otro himno a Cristo Jesús, vio el misterio de la encarnación como abajamiento, anonadamiento del Ungido de Dios: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo, tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres"31. Pero tampoco entenderías mal el sentido del verbo "venir" si considerases que, para "rescatar a la multitud", el Mesías Jesús, la 12 Palabra hecha carne, ha escogido, no el camino del poder, no el de la sabiduría, sino el de la debilidad, el de la fragilidad, el de los últimos, el de los menores, el de los que sirven a los demás32. Y si quieres concretar las formas de ese servicio, sólo tienes que recorrer las páginas del evangelio; allí encontrarás nombrada la acción de Jesús: Anunciar la llegada del Reino de Dios, enseñar, curar, bendecir, perdonar, buscar ovejas perdidas, monedas perdidas, hijos perdidos, liberar oprimidos, resucitar muertos, darse hasta dar la vida. Ese don de sí, verdadero y real en cada hora de la vida de Jesús, se hace amor extremo en la hora de su glorificación: "Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo"33 _________________________________________________ 23 Benedicto XVI, Deus caritas est, 10. 24 Mt 5, 44-45.48. "Cf. Lc 4, 18. 26 MC 10, 45. 27 Jn 1, 9. 28 Jn 1, 11. 29 Jn 1, 14. 30 R. Schnackenburg, El Evangelio de, san Juan. Versión y comentario. Tomo I (Barcelona 1980) 284. 31 Fil 2, 6-7. 32 Cf. J. I. González Faus, La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología (Santander 1984) 185-206. 33 Jn 13, 1. _________________________________________________ En aquella hora, porque ama, Jesús "se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido"34 . Has visto bien: has visto realizado "ese ponerse Dios contra sí mismo"35 , has visto a Dios a los pies del hombre, lo has visto siervo del hombre, 13 pues has visto a Jesús, al Maestro, al Señor, lavar los pies de sus discípulos. Lavando los pies a sus discípulos, Jesús representa lo que ha sido su vida, la misión para la que ha sido ungido, de llevar a los pobres la buena noticia; y anticipa, arrodillado, el don que a todos va a ofrecer crucificado: el don de tener parte con él, de estar en comunión con el Hijo, de entrar con el Hijo en la vida misma de Dios36. Es este amor arrodillado, el que ha de dar forma al amor con que evangelizamos. No lo digo yo; nos lo dice el mismo a quien hemos visto arrodillado: "Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis"37. Puede que en este capítulo del Libro de la Gloria se haya de ver una referencia a la institución de la Eucaristía. Yo les sugiero además que vean en aquel gesto de Jesús el acto de promulgación solemne del ideario de Caritas: ¡Cristo a los pies de los pobres! c) La Eucaristía, icono del diálogo de Dios con el hombre: La Eucaristía es memoria verdadera, real, objetiva, del Mesías Jesús. Durante la Última Cena, Jesús, mediante la institución de la Eucaristía, ha perpetuado la entrega de su vida. Ya en aquella hora, él anticipa su muerte y resurrección, dándose a sí mismo a sus discípulos38. El pan que comulgas consagrado en este sacramento es el Cuerpo entregado del Señor. El cáliz que se te ofrece para que bebas de él, es el de la Sangre de Cristo, Sangre de la alianza nueva y eterna, derramada por todos para el perdón de los pecados. La gracia que en estos misterios recibimos, es la misma que el Padre ofreció al mundo cuando por amor nos dio a su Hijo: La vida eterna, el encuentro con Cristo, la comunión con él. Si la verdad del sacramento representa —hace presente- la entrega de nuestro Señor Jesucristo en el misterio de la encarnación, el signo sacramental, el pan sobre la mesa de la 14 comunidad, nos recuerda el camino que ha recorrido hasta nosotros la Palabra, la Luz, la Vida que viene de Dios: se hizo hombre, se hizo pobre, se hizo maldición, se hizo nuestro Pan. Sacramentos de la presencia de Cristo entre los pobres: Dicho lo dicho, ya podemos hablar de lo que hacemos y del modo en que lo hacemos, sin ceder a la tentación de quedarnos en una enumeración de actividades. Todavía necesito, sin embargo, recordar las palabras de la profecía, que Jesús leyó un día en la sinagoga de Nazaret, y que allí declaró cumplidas en su persona: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor"39 _________________________________________________ 34 Jn 13, 4-5. 35 Benedicto XVI, Deus caritas est, 12. 36 Cf. Jn 13, 8. 37 Jn 13, 14-15. 38 Cf. Benedicto XVI, Deus caritas est, 13. Lc 4, 18-19. _________________________________________________ Necesito recordarlas, porque en esas palabras, queda a la vista el lazo misterioso que une, en Jesús de Nazaret, y también en nosotros, lo que se hace con lo que se es. Ese lazo misterioso, que hasta aquí habíamos llamado amor y verdad, es el Espíritu Santo, el que está sobre Jesús y sobre nosotros, porque nos ha ungido. El Espíritu de Jesús nos ha enviado a evangelizar a los pobres. "El Espíritu es esa potencia interior que armoniza el corazón de los creyentes con el corazón de Cristo, y los mueve a amar a los hermanos como él los ha amado, cuando se ha puesta a lavar los pies de sus discípulos y, sobre todo, cuando ha entregado su vida por todos. El Espíritu es también la fuerza que transforma el corazón de la comunidad eclesial para que sea en el mundo testigo 15 del amor del Padre, que quiere hacer de la humanidad, en su Hijo, una sola familia"" Éste es, creo yo, el corazón de la presencia de la Iglesia en el mundo, también entre musulmanes. La Iglesia no es una ONG, la más grande y poderosa de las ONG. Intentamos ser la carne, el cuerpo pequeño y humilde del infinito amor con que Dios ama a sus hijos, sacramentos de la divina misericordia, memorias de la bondad de Dios, hombres y mujeres ungidos por el Espíritu de Dios y enviados a llevar a los pobres la buena noticia que necesitan, aunque tal vez ya no la esperen. Esto es lo que somos: Ungidos de Dios para amar. "Para la Iglesia, la caridad no es una especia de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia"41. Nuestro camino, como el de Jesús, es el de bajar y servir: "El mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve"4` Nuestra lucha, como la de Jesús, es contra la enfermedad, contra la explotación, contra la marginación, contra la tristeza, ¡contra el mal! Y en esa lucha contamos con la complicidad del otro. En Marruecos, con la complicidad de la sociedad marroquí y de sus instituciones. El estatuto jurídico que el rey Hassam II le ha concedido a la Iglesia católica43, le permite ejercer públicamente y libremente sus actividades propias, en particular las relativas al culto... a la beneficencia de sus fieles y a la enseñanza religiosa. En la lucha contra el mal, independientemente de credos religiosos, estamos comprometidos y hermanados hombres y mujeres de buena voluntad. De ahí que la sutileza estatutaria de limitar a los fieles la beneficencia, y al ámbito de lo religioso la enseñanza, no haya supuesto un impedimento real para llevar ayuda y conocimientos a quien los necesita, independientemente de su pertenencia religiosa. 16 En nuestras guarderías, en nuestra Escuela para educación de sordomudos, en el Centro para educación de niños discapacitados, en los Centros culturales, en los talleres de corte y confección, en el Centro de acogida para niñas en situación de riesgo social, no impartimos enseñanza religiosa cristiana, sino educación específica cuando se trata de remediar deficiencias congénitas", educación especializada cuando se trata de favorecer la promoción de la mujer, educación en valores universales cuando se trata de integrar o completar la formación que los niños reciben en las escuelas de Marruecos. __________________________________________________ Benedicto XVI, Deus caritas est, 19. 41 Benedicto XVI, Deus caritas est, 25. 42 Lc 22, 26. 43 Dahir del rey Hassam II, 25 rebia I 1404, correspondiente al 30 de diciembre de 1983. Véase texto francés en Anexo I; texto español en Anexo II. " Centro CENDIS (= Centro de Educación para Niños Discapacitados), Escuela «Effetah», para educación de niños sordomudos. __________________________________________________ Si se me permite hablar en términos de esperanza cristiana, yo diría que también en Marruecos estamos trabajando por el advenimiento del Reino de Dios, que también en Marruecos estamos caminando hacia Cristo, que también en Marruecos estamos llevando el mundo a su consumación. Pero la utopía del Reino, la recapitulación de todas las cosas en Cristo, lo que consideramos etapa final de nuestra peregrinación en la fe, hemos de anticiparlo en términos de esperanza mundana. En Marruecos como en España, unos y otros vamos hacia lo que añoramos, cristianos y musulmanes nos esforzamos por alcanzar lo que esperamos: Un mundo de hombres y mujeres conscientes de la propia dignidad; una sociedad consciente y respetuosa de los derechos inviolables de cada uno de sus miembros; un mundo en el que los creyentes, sea cual fuere la fe 17 que profesan, reconozcan en el honor que deben a Dios el fundamento y la razón de su preocupación por el bien del hombre. A modo de conclusión: En la Encíclica Deus caritas est lo encontré dicho así: "La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la palabra de Dios (kerygmamartyria), celebración de los sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra9,45 Por mi parte, intenté hacerles ver que el servicio de la caridad, si ahonda sus raíces en los sacramentos celebrados y en la palabra de Dios escuchada y acogida, es, por sí mismo y por eso mismo, proclamación de la fe que lo inspira. Eso deseo, eso espero, eso pido. Gracias por su atención. __________________________________________________ 45 BENEDICTO XVI, Deus caritas est, 25. __________________________________________________ 18