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LA VIVENCIA DE DOLOR Vassallo, Viviana INTRODUCCION: En el avance de tesis precedente (“Acerca de la pulsión de muerte” – Marzo 2005) partiendo de la hipótesis central de esta investigación: “en las autoescoriaciones y tricotilomanías la pulsión presenta un recorrido diferente del síntoma neurótico” nos acercamos a esa comprobación, considerando la relación de estos fenómenos con la pulsión de muerte, en su dimensión de goce, y en su carácter de más allá del principio del placer. Estableciendo el paralelismo entre el imperio del Principio del Placer – displacer, con su correlato sintomático y discursivo, y el más allá de este principio: la pulsión de muerte, con su correlato de lo traumático y lo siniestro, el goce y lo que escapa a la dimensión discursiva, pusimos en evidencia las diferencias entre estos fenómenos y el síntoma. En este trabajo intentaremos dar cuenta de estas diferencias abordando el tema del dolor, tal como es planteado por Freud en diferentes textos, en correlación al concepto de pulsión y teniendo en cuenta “el problema económico del masoquismo”. Nos proponemos investigar si, así como la vivencia de satisfacción, inaugura para un sujeto la posibilidad deseante y configura un objeto, como objeto que procura la satisfacción, la vivencia de dolor, deja una huella que promueve el alejamiento del objeto hostil. Considerando que cuando la experiencia de dolor reviste carácter traumático, no se configura una representación, el suceso no se inscribe simbólicamente y la impresión traumática retorna como un real imposible de significantizar. LA VIVENCIA DE DOLOR EN EL PROYECTO DE PSICOLOGIA: Este texto de Freud escrito en 1895, y publicado en 1950, anticipa una serie de conceptos que serán retomados en obras posteriores, particularmente “Pulsiones y destinos de pulsión” y “Más allá del Principio del placer”.Si bien Freud intenta una explicación fundamentalmente biologista del funcionamiento del aparato psíquico, esta obra resulta antecedente fundamental de teorizaciones posteriores. Para entender la vivencia de dolor es necesario anticipar el modelo de funcionamiento propuesto por Freud. En la introducción el autor señala que el propósito de esta obra es brindar una psicología de ciencia natural, presentar procesos psíquicos como “estados cuantitativamente comandados de unas partes materiales comprobables”, de manera que estos procesos se vuelvan intuibles y exentos de contradicción. Introduce en el funcionamiento psíquico un enfoque cuantitativo, una especie de economía de la energía nerviosa. El proyecto tiene dos ideas rectoras: -concebir lo que diferencia la actividad del reposo como una cantidad Q sometida a la ley general del movimiento. -suponer las neuronas como partículas materiales. La primera proposición constituye la concepción cuantitativa: Deriva de la observación clínica de las representaciones hiperintensas en la histeria y en la neurosis obsesiva. Los procesos de estímulo, sustitución, conversión y descarga sugirieron la concepción de la excitación neuronal como cantidades fluyentes. Existe un principio fundamental de la actividad neruronal: Principio de inercia neuronal, enuncia que las neuronas procuran aliviarse de cantidad. Más tarde constituirá el Principio de Placer-Displacer. Por este principio se explica la bi-escisión de las neuronas en motoras y sensibles, como un dispositivo para cancelar la recepción de cantidad de energía, mediante libramiento. El sistema de neuronas aparece como heredero de la estimulabilidad general del protoplasma, enlazado con la superficie exterior estimulable (de un organismo), salpicada por trechos mayores de superficie inexitable. Un sistema primario de neuronas se sirve de esta cantidad de energía Qn así adquirida para librarla por conexión con los mecanismos musculares, y así se mantiene exento de estímulo. Esta descarga es la función primaria del sistema de neuronas. Entre los caminos de descarga se prefieren y mantienen los que conllevan un cese del estímulo, una huída del estímulo. Existe en general una proporción entre cantidad de excitación Q y la operación necesaria para la huída del estímulo, de modo que se mantenga el principio de inercia. Pero la inercia es quebrantada desde el principio ya que el sistema de neuronas recibe estímulos del interior del cuerpo, estímulos endógenos que de igual modo deben ser descargados. Provienen de las células del cuerpo y dan por resultado las grandes necesidades: hambre, respiración, sexualidad. De estos estímulos el organismo no se puede sustraer como de los estímulos exteriores. La idea de la existencia de estímulos endógenos, es precursora del concepto de pulsión. Freud plantea que estos estímulos cesan bajo precisas condiciones, que deben darse en el mundo externo. Para consumar esta acción específica hace falta una operación que es independiente de la cantidad de energía Qn endógena y en general es mayor, pues el individuo está frente al “apremio de la vida”. El organismo tiene que resignar la originaria tendencia a la inercia, admitiendo un acopio de energía para solventar las demandas de la acción específica. Sin embargo el modo en que lo hace muestra la perduración de la misma tendencia: tratar de mantener la cantidad de energía Qn lo más baja posible, mantenerla constante. Tenemos así una función primaria y una función secundaria del sistema neuronal. Aunque estas formulaciones tienen un marcado carácter biologista y económico, resulta interesante confrontarlas con las planteadas por Freud en Pulsiones y destinos de pulsión, y Más allá del principio del placer. Existe en Freud desde el inicio la idea de una clase de estímulos diversos de los que provienen del exterior y que complejizan el accionar del aparato anímico. Para ellos concibe el concepto de pulsión. La pulsión procura su satisfacción (el aparato promueve la descarga, respondiendo al principio de inercia), y los modos de obtenerla pueden contrariar el principio del placer. La segunda proposición planteada es la teoría de las neuronas: El sistema de neuronas se compone de neuronas diferentes, de idéntica arquitectura. En ellas está prefigurada cierta orientación de conducción, pues con prolongaciones celulares reciben y con cilindroejes libran. Combinando esta proposición con la anterior tenemos la idea de una neurona (N) investida que está llena con cierta cantidad de energía y otras veces puede estar vacía. El principio de inercia aparece como una corriente que desde las conducciones o prolongaciones celulares está dirigida al cilindroeje. Cada neurona singular es una copia del sistema neuronal en su conjunto. La función secundaria del sistema el almacenamiento de cantidad de energía Qn es posible suponiendo la existencia de unas resistencias que se contraponen a la descarga, estas resistencias se ubicarían en los contactos (entre neuronas), actúan como barreras, son las barreras de contacto. Existen dos clases de neuronas: aquellas que dejan pasar cantidad de energía Qn , como si no tuvieran ninguna barrera de contacto, y por ende, tras cada decurso excitatorio quedan en el mismo estado que antes, y aquellas cuyas barreras de contacto establecen qué cantidad de energía Qn puede pasar por ellas con dificultad o parcialmente. Estas, tras cada excitación, pueden quedar en un estado diferente. Posibilitan la constitución de la memoria. Existen neuronas pasaderas (que no operan ninguna resistencia y no retienen nada) que sirven a la percepción y neuronas no pasaderas (resistentes y retenedoras de cantidad de energía Qn ) que son portadoras de memoria y probablemente de los procesos psíquicos en general. Llama φ al primer sistema y ψ al segundo. Las neuronas del segundo sistema son alteradas duramente por el decurso excitatorio, sus barreras de contacto se modifican de modo que se vuelven mas susceptibles de conducción, menos impasaderas. Este estado de barreras de contacto lo llamamos grado de facilitación, por tanto la memoria está constituída por las facilitaciones existentes entre las neuronas no pasaderas. La memoria depende de la magnitud de la impresión y de la frecuencia con que esa misma impresión se ha repetido. Este supuesto de dos sistemas de neuronas explica la propiedad del sistema: retener y no obstante permanecer receptivo. El sistema φ sería aquel grupo de neuronas al que llegan los estímulos exteriores , el sistema ψ contendría las neuronas que reciben las excitaciones endógenas. Respecto al problema de la cantidad Freud se pregunta si la tendencia originaria del aparato de mantener la cantidad de energía Qn en cero, se satisface con la descarga rápida o bien actúa en la recepción del estímulo. Los aparatos nerviosos terminales podrían tener por fin poner diques a las cantidades exógenas, “pantallas” que sólo un cociente de cantidad atravesaría. La otra variedad de terminación nerviosa, la libre, es carente de órganos terminales, no necesita de pantalla, pues las cantidades que allí se reciben ya están rebajadas de antemano. La arquitectura del sistema nervioso serviría al apartamiento y su función a la descarga de cantidades de energía de las neuronas. La idea de una pantalla protectora para los estímulos que provienen del exterior o del interior del organismo, es desarrollada en Más allá del Principio del placer, con el concepto de barrera o coraza antiestímulo. Si el estímulo, (experiencia o acontecimiento) por su magnitud, significación, para el sujeto, supera el umbral del aparato, rompe la coraza antiestímulo y constituye lo traumático. No hay representación de lo traumático. En los fenómenos que nos ocupan, tricotilomanías y autoescoriaciones, la tensión pulsional se liberaría directamente, a través de la motilidad, acto impulsivo, dado que el exceso de tensión requeriría esta descarga, para mantener la estabilidad del aparato. Desde otra perspectiva diríamos que se trataría del tratamiento de lo real por lo real mismo. La primariedad de la pulsión de muerte atenta contra la simbolización, entendida aquí como la posibilidad de constituir una representación que sufra la suerte de otras representaciones intolerables para el aparato: caiga bajo los efectos de la represión y reaparezca deformada por la vía del síntoma o alguna de las otras formaciones del Inconciente. EL DOLOR: En las primeras consideraciones acerca del dolor Freud postula que todos los dispositivos de naturaleza biológica tienen unas fronteras de acción eficaz, fuera de las cuales fracasan. Este fracaso se exterioriza en fenómenos que rozan lo patológico. El fenómeno que se puede asociar al fracaso de estos dispositivos es el dolor. El sistema nervioso tiene la decidida inclinación a huir del dolor, obedece a la tendencia primera dirigida contra la elevación de la tensión, ya que el dolor consiste en la irrupción de grandes cantidades de energía hacia ψ . El dolor pone en movimiento tanto el sistema φ como el ψ , para él no existe ningún impedimento de conducción, es el más imperioso de todos los procesos. Se caracteriza como una irrupción de cantidades hipertróficas hacia φ y ψ , o sea de cantidades que son de orden más elevado que los estímulos φ . El dolor deja como secuela en ψ unas facilitaciones duraderas que posiblemente cancelan por completo la resistencia de las barreras de contacto y establecen ahí un camino de conducción como el existente en φ . Al abordar el problema de la cualidad, Freud empieza a deslindar los conceptos de conciente e inconciente, como sistemas diversos. Dice que los procesos psíquicos deben pensarse como algo que puede prescindir de la conciencia, que existe independientemente de la conciencia. La conciencia no proporciona noticia completa sobre los procesos neuronales, éstos deben considerarse inconcientes e inferirse. La conciencia aporta cualidades: sensaciones que son algo otro dentro de una gran diversidad, y cuya alteridad es distinguida según los nexos con el mundo exterior. Las cualidades se anudan a la percepción, pero la sede de la conciencia está en pisos superiores del sistema de neuronas. . Hay un proceso psíquico que se consuma exclusivamente en ψ , el reproducir o recordar y que carece de cualidad. Existiría un tercer sistema de neuronas, neuronas ω , que es excitado a raíz de la percepción, pero no a raíz de la reproducción, y cuyos estados de excitación darían por resultado las diferentes cualidades, serían sensaciones concientes. Dado que la ciencia reconoce sólo cantidades, se ha fijado como tarea reconducir todas nuestras cualidades de sensación a una cantidad externa. Por lo tanto cabe esperar que el sistema de neuronas tenga un dispositivo para mudar la cantidad externa en cualidad, con lo cual se cumple la tendencia del aparato del apartamiento de cantidad. Los aparatos nerviosos terminales son una pantalla destinada a no dejar actuar sobre φ más que un cociente de cantidad exterior, en tanto se procura la descarga gruesa de cantidad. El sistema ψ está protegido frente a órdenes cuantitativos más altos, el sistema ω es movido por cantidades todavía menores. El carácter de cualidad (sensación conciente) sólo se produce allí donde las cantidades están desconectadas lo más posible, pero tenemos que pensar las neuronas ω investidas con cantidad de energía y aspirando a la descarga. Las neuronas ω se comportan como órganos de percepción. Los órganos de los sentidos no sólo actúan como pantallas de cantidad de energía, igual que todos los aparatos nerviosos terminales, sino también como filtros, pues sólo dejan pasar un estímulo de ciertos procesos con períodos definidos. Es probable que transfieran luego sobre φ esta condición de diferencia, comunicando al movimiento neuronal períodos diferentes de alguna manera análogos, y estas modificaciones se continúan por φ pasando por ψ , hacia ω y allí, casi exentos de cantidad producen sensaciones concientes de cualidades. Esta propagación de cualidad no es duradera, no deja tras de sí ninguna huella, no es reproducible. La relación entre la cualidad y la cantidad vuelve a plantearse en Más allá del principio del placer. Allí sostiene que placer y displacer están referidos a la cantidad de excitación presente en la vida anímica, y no ligada de ningún modo. Displacer corresponde a un incremento de cantidad y placer a una reducción de ella. No existe una relación directa entre la intensidad de la sensación y las alteraciones que produce, “…el factor decisivo respecto de la sensaciones es, probablemente, la medida del incremento o reducción en un período de tiempo…”1 También en El problema económico del masoquismo, retoma la cuestión, afirmando que placer y displacer no pueden ser referidos al aumento o disminución de una cantidad, que llamamos “tensión de estímulo”, no dependen de este factor cuantitativo, sino de otro que llamaremos cualitativo, y que tiene que ver con el ritmo, el ciclo temporal de las alteraciones, subidas y caídas de la cantidad de estímulo. La conciencia es definida por Freud en el Proyecto como”…el lado subjetivo de una parte de los procesos físicos del sistema de neuronas, a saber de los procesos ω , y la ausencia de la conciencia no deja inalterado al acontecer psíquico, sino que incluye la ausencia de la contribución del sistema ω …2. En la conciencia además de la serie de cualidades sensibles está la serie de las sensaciones de placer y displacer. La vida psíquica tiene la tendencia de evitar el displacer. Este coincidiría con una elevación del nivel de cantidad de energía. Placer sería la sensación de descarga. Placer y displacer serían las sensaciones de la investidura propia en ω . 1 2 Freud, S. “Más allá del principio del placer”, AE, XVIII, pag. 8 Freud,S. “Proyecto de una psicología para neurólogos”, AE, I, pag. 356 De este modo Freud propone un aparato psíquico constituido por φ ψ ω , con un funcionamiento propio. De afuera urgen las magnitudes de excitación sobre las terminales del sistema φ , primero chocan con los aparatos nerviosos terminales y son rebajadas por éstos, hay aquí un primer umbral. Los estímulos que llegan a las neuronas φ poseen una cantidad y un carácter cualitativo (período) que al llegar a ω deviene cualidad. Mientras que en el mundo exterior los procesos constituyen un continuum en dos direcciones, tanto en el orden de la cantidad como de la cualidad (período), los estímulos que les corresponden, son en cantidad reducidos y limitados por un corte, y según la cualidad , discontinuos, de manera que ciertos períodos no pueden actuar como estímulos. Las neuronas ψ se dividen en dos grupos, las neuronas del manto, que son investidas desde φ y las neuronas del núcleo, que son investidas desde las conducciones endógenas. Sin excluir las conexiones con φ , suponemos un camino directo que lleva desde el interior del cuerpo hasta las neuronas ψ . Si esto es así, por ese lado ψ está expuesto sin protección a las cantidades de energía Q y en eso reside el resorte pulsional del mecanismo psíquico.. Los estímulos endógenos son de naturaleza intercelular, se generan de manera continua y solo periódicamente devienen estímulos psíquicos. La idea de la ineficacia de la protección antiestímulo para los estímulos endógenos, es replanteada en Más allá del principio del placer, allí dice que las excitaciones de los estratos más profundos se propagan hasta el sistema de manera directa y en medida no reducida, ciertos caracteres de su decurso producen la serie de las sensaciones de placer y displacer. LA VIVENCIA DE SATISFACCION: El llenado de las neuronas del núcleo en ψ, tendrá por consecuencia un afán de descarga, un esfuerzo (drang) que busca descarga motriz. La vía que a raíz de ello se recorre primero es la alteración interior (emociones, inervación muscular). Ninguna de estas descargas produce aligeramiento, pues la recepción del estímulo endógeno continúa y se reestablece la tensión. La cancelación del estímulo sólo es posible mediante una intervención que elimine por un tiempo en el interior del cuerpo el desprendimiento de cantidad de energía, esto exige una alteración en el mundo exterior (provisión de alimento, acercamiento del objeto sexual), que como acción específica sólo puede lograrse por caminos definidos. Al principio el organismo humano no puede lograr esto por sí solo, requiere del auxilio ajeno. Por ejemplo, por sus manifestaciones un individuo advierte el estado del niño. Se forja así el entendimiento o comunicación. Este proceso constituye una vivencia de satisfacción, que tiene importantes consecuencias para el individuo: 1- es operada una descarga duradera, poniendo término al esfuerzo que producía displacer., 2- se genera en el manto la investidura de una neurona que corresponde a la percepción del objeto., 3- a otros lugares del manto llega, la noticia de la descarga provocada por la acción específica. Entre esta investidura y las neuronas del núcleo se forma una facilitación. Cada movimiento por sus consecuencias colaterales produce excitaciones sensibles (de piel y músculos) que dan por resultado una imagen-movimiento. Existe una ley fundamental de la asociación por simultaneidad que se afirma en la actividad pura, el recordar reproductor. Por la vivencia de satisfacción se genera una facilitación entre dos imágenes recuerdo y las neuronas del núcleo que son investidas en el estado de esfuerzo (drang) con la descarga de satisfacción. También la cantidad de energía es drenada de las imágenes recuerdo. Cuando aflora nuevamente el estado de esfuerzo o de deseo la investidura traspasa los dos recuerdos y los anima. Probablemente por la reanimación del deseo la primer imagen alcanzada sea la del objeto. La animación del deseo produce inicialmente el mismo efecto que la percepción: una alucinación. Respecto al tratamiento (por parte del aparato psíquico) de la energía fluyente (del interior y del exterior) Freud plantea en Más allá del principio del placer, que: un sistema de elevada investidura en sí mismo es capaz de recibir nuevos aportes de energía fluyente y trasmudarlos, en investidura quiescente, vale decir, ligarlos psíquicamente. Cuanto más alta sea su energía quiescente propia, tanto mayor será su fuerza ligadora., e inversamente, cuanta más baja sea su investidura menos capacitado estará el sistema para recibir energía fluyente, y más violentas las consecuencias de una perforación de la protección antiestímulo (situación traumática). Dice que sería preciso distinguir una investidura en libre fluir, que esfuerza en pos de su descarga, y una investidura quiescente de los sistemas psíquicos ( o de sus elementos). Establece como conjetura que la ligazón de la energía que afluye al aparato anímico consiste en un trasporte desde el estado de libre fluir hasta el estado quiescente. Podríamos suponer siguiendo la conjetura, que la capacidad de ligazón debe entenderse como la posibilidad que los estímulos que lleguen al aparato se inscriban en forma de representación. Y que lo que Freud llama menor energía quiescente propia, coincidiría con la desmezcla pulsional, o bien una fuerte incidencia de la pulsión de muerte. LA VIVENCIA DE DOLOR: Normalmente el sistema ψ está expuesto a cantidades de energía desde las conducciones endógenas, de manera anormal toda vez que cantidades hipertróficas perforan los dispositivos pantalla en φ . Es el caso del dolor. El dolor produce: 1-acrecentamiento de nivel que es sentido como displacer por ω .2- inclinación a la descarga que puede ser modificada según ciertas direcciones, 3- facilitación entre ésta y una imagen recuerdo del objeto excitador del dolor. El dolor posee una cualidad particular que se hace reconocer junto al displacer. Si la imagen mnémica del objeto hostil es de algún modo investida de nuevo (por nuevas percepciones) se establece un estado que no es dolor, pero tiene semejanza con él, ese estado contiene displacer y la inclinación a la descarga.. Displacer significa elevación de la tensión de cantidad de energía. En la vivencia genuina de dolor la cantidad exterior irrumpe, en la reproducción de la vivencia, afecto, sólo sobreviene la cantidad que inviste el recuerdo, que es como la de una percepción cualquiera, no puede acrecentar la cantidad de energía. Por la investidura de recuerdos es desprendido (desligado) displacer desde el interior del cuerpo y es de nuevo transportado hacia arriba. Así como hay neuronas motrices que con cierto llenado conducen cantidad de energía a los músculos y así descargan, debe haber neuronas secretorias que cuando son excitadas hacen generarse en el interior del cuerpo lo que tiene acción eficiente sobre las conducciones endógenas hacia ψ como estímulo; neuronas que influyen sobre la producción de cantidad de energía endógena con lo cual no descargan cantidad de energía sino que la aportan por un rodeo. Llamamos neuronas llave a estas neuronas motrices. Las neuronas llave sólo son excitadas dado cierto nivel en ψ . Debido a la vivencia de dolor, la imagen recuerdo del objeto hostil ha conservado una facilitación privilegiada con estas neuronas llave, en función de lo cual se desprende displacer en el afecto. El desprendimiento de displacer puede ser extraordinario con una investidura ínfima del recuerdo hostil, por lo tanto el dolor deja como una secuela unas facilitaciones muy amplias. La acción automutilante comparte con el caso del dolor, una elevación de la tensión por la acción de estímulos endógenos (pulsión), que fuerza a la descarga. Una ruptura de la protección antiestímulo, de carácter traumático. Si bien la elevación de la tensión es sentida como displacentera, la acción compulsiva, autolacerante conlleva una descarga, que es vivida como placentera. La descarga parece seguir las vías de la motilidad. No aparece referencia a imagen recuerdo alguno del objeto hostil, porque no hay sujeto que discursivamente aluda a una representación. Si existe facilitación se da en relación al acto que produce la descarga. La autoescoriación es siempre en el mismo lugar. En el trabajo analítico con estos pacientes pueden rastrearse situaciones que actúan como factores desencadenantes de la impulsión, situaciones de duelo, o pérdida, generalmente. Estos datos recogidos en la anamnesis no tienen para el paciente lazo asociativo alguno. Estos acontecimientos parecen comportarse como estímulos externos que elevan la tensión del aparato y ponen en funcionamiento las neuronas llave, aumentando la energía endógena. Freud plantea que los restos de las dos variedades de vivencia (satisfacción y dolor) son los afectos y los estados de deseo, común a ambos es contener una elevación de la tensión, cantidad de energía en ψ , en el caso del afecto por desprendimiento repentino, en el del deseo por sumación. Ambos casos son significativos para ψ , porque dejan como secuela unos motivos compulsivos. Del estado de deseo se sigue directamente una atracción hacia el objeto de deseo, de la vivencia de dolor resulta una repulsión, una declinación a mantener investida la imagen mnémica hostil. Son la atracción de deseo primaria y la defensa primaria, Difícil de explicar es la defensa primaria o represión (verdrangung “esfuerzo de desalojo o suplantación), el hecho de que una imagen hostil recuerdo sea siempre abandonada por la investidura lo más pronto posible. En los casos que nos ocupan más que tratarse de represión, suponemos la operación de escisión del yo en el proceso de defensa (tal como lo plantea Freud) o de la forclusión o rechazo de algunos significantes que marcaron al sujeto, de modo que no es posible hablar de inscripción simbólica de los mismos, no es posible hablar de representación reprimida-. OTRAS CONSIDERACIONES DE FREUD ACERCA DEL DOLOR: Freud vuelve en otros textos ha considerar el tema del dolor. Por ejemplo en el artículo: “La represión”, para explicar porqué una moción pulsional habría de ser víctima de semejante destino, dado que siempre una satisfacción pulsional es placentera, recurre al “ejemplo del dolor”. Formula que un estímulo exterior puede ser interiorizado, por ejemplo si ataca o destruye un órgano, entonces se produce una nueva fuente de excitación continuada y de incremento de tensión. Tal estímulo se parecería a una pulsión. Sentimos este caso como dolor. La meta de esta pseudopulsión es solo el cese de la alteración del órgano y del displacer que conlleva. Otro placer no puede resultar con la cesación del dolor. La represión no se hace presente cuando la tensión provocada por la insatisfacción de una moción pulsional se hace insoportablemente grande. El organismo provee otros medios para defenderse contra esta situación. La represión actuaría cuando la satisfacción de la pulsión produciría placer en un lugar y displacer en otro. La condición para la represión sería que el motivo de displacer cobre un poder mayor que el placer de la satisfacción. Como vemos en este texto el ejemplo del dolor, esta planteado como algo diverso a una pulsión, y además hace referencia a “otros medios de defensa”, diversos de la represión. Otra referencia corresponde al texto “Más allá del principio del placer”. Aquí el organismo es presentado como “una vesícula indiferenciada de sustancia estimulable”. Esta vesícula está dotada de una protección antiestímulo frente al mundo exterior, hacia fuera habría una protección antiestímulo y las magnitudes de excitación accionarían sólo en escala reducida. Hacia adentro esto es imposible, las excitaciones de los estratos más profundos se propagan hacia el sistema de manera directa y en medida no reducida, al mismo tiempo que ciertos elementos de este decurso producen la serie de placer, displacer. El organismo tendrá la tendencia de tratar estos estímulos como si proviniesen del exterior, a fin de aplicar el medio defensivo de la protección antiestímulo. Este es el origen de la proyección. Las excitaciones externas que poseen fuerza suficiente para perforar la protección antiestímulo son las que llamamos traumáticas. Un suceso como el trauma perturbará la economía energética del organismo, poniendo en acción todos los medios defensivos. Inicialmente el Principio del Placer quedará abolido y grandes volúmenes de estímulo anegarán el aparato anímico. La tarea será dominar el estímulo, ligar psíquicamente los volúmenes de estímulo que penetraron violentamente, para luego tramitarlos. Sostiene que el displacer específico del dolor corporal se debe a que la protección antiestímulo fue perforada en un área circunscripta. Desde ese lugar afluyen al aparato anímico central excitaciones continuas como las que podrían venir del interior del aparato. La reacción sobreviniente será que de todas partes de la vida anímica sea movilizada energía de investidura a fin de crear en el entorno al punto de intrusión una investidura energética de nivel correspondiente. Se produce una contrainvestidura, a favor de la cual se empobrecen los otros sistemas psíquicos, produciéndose una parálisis o rebajamiento de cualquier otra operación psíquica. Resulta interesante esta referencia ya que la hipótesis de una experiencia traumática que rompe la protección antiestímulo opera en la base, en el origen de los fenómenos de autoescoriación y tricotilomanía. Experiencia que no pudo ser inscripta simbólicamente, en los términos del texto freudiano, psíquicamente ligada. La reiteración de la experiencia de dolor en la acción automutilante reflejaría la insistencia de este real que no puede ser inscripto. En una de las Addendas al texto: “Inhibición, síntoma y angustia”, Freud se pregunta: si la angustia nace como reacción frente al peligro de la pérdida del objeto, ¿cuándo la separación del objeto produce angustia, cuándo duelo y cuándo quizás solo dolor? La angustia del lactante no ofrece duda alguna (se refiere al peligro de perder el objeto: su madre), pero la expresión del rostro y el llanto revelan dolor. Parece que en él marchara conjugado algo que después se dividirá. Aún no puede diferenciar la ausencia temporaria de la pérdida duradera. A causa de esto la situación en que su madre no está tiene para él carácter traumático. La primera condición de angustia para el yo es la de la pérdida de percepción, que se equipara a la pérdida del objeto. Todavía no cuenta una pérdida de amor, más tarde la pérdida de amor del objeto es un mero peligro y condición para la angustia. El dolor es la genuina reacción frente a la pérdida del objeto, la angustia lo es frente al peligro que esa pérdida conlleva, y en ulterior desplazamiento el peligro de la pérdida misma del objeto. Dice Freud : Poco sabemos del dolor. “…nace cuando un estímulo que ataca en la periferia perfora los dispositivos de la protección antiestímulo y entonces actúa como un estímulo pulsional continuado, frente al cual permanecen impotentes las acciones musculares en otro caso eficaces, que sustraerían del estímulo el lugar estimulado…”3 En nada varía la situación cuando el estímulo no parte de un lugar de la piel, sino de un órgano interno. El niño puede hacer esas vivencias de dolor independientemente de sus vivencias de necesidad. Esta condición genética del dolor parece tener muy poco que ver con la pérdida del objeto. En la situación de añoranza del niño, por el objeto que le procuró satisfacción, falta por completo el factor, esencial para el dolor, de la estimulación periférica. Sin embargo, no deja de tener sentido que el lenguaje haya creado el concepto de dolor interior, anímico, equiparando las sensaciones de pérdida del objeto al dolor corporal. A raíz del dolor corporal se genera una investidura elevada que ha de llamarse narcisista, del lugar doliente del cuerpo, esa investidura aumenta cada vez más y ejerce sobre el yo un efecto de vaciamiento. Aún los dolores más intensos no se producen si un interés de otra índole provoca distracción psíquica. 3 Frreud, S, Obras Completas, AE, Tomo XX, Pag. 159. La analogía que transfiere la sensación dolorosa al ámbito anímico se basa en que la intensa investidura de añoranza, en continuo crecimiento, del objeto ausente (perdido) crea las mismas condiciones económicas que la investidura de dolor del lugar lastimado del cuerpo. “…el paso del dolor corporal al dolor anímico corresponde a la mudanza de investidura narcisista en investidura de objeto…””…la representación objeto que recibe de la necesidad una elevada investidura desempeña el papel del lugar del cuerpo investido por el incremento del estímulo….”4 Esto produce sensaciones de displacer que llevan el carácter específico del dolor, en lugar de exteriorizarse como angustia. En este texto resulta llamativo que Freud defina el dolor como la “genuina reacción frente a la pérdida del objeto”, porque esto implicaría por parte del sujeto el reconocimiento de esta pérdida. En todo caso esto coincidiría con el dolor anímico, en donde se plantea la mudanza de la investidura narcisista a una investidura de objeto. En los casos que nos ocupan, suponemos una investidura narcisista, y una dificultad en el reconocimiento de la pérdida del objeto. Que las sensaciones de displacer se expresen en el dolor, en lugar de exteriorizarse la angustia, creemos puede relacionarse con las formulaciones de Lacan en el Seminario X, donde en un cuadro de doble entrada supone frente a la angustia diferentes reacciones del sujeto, que van del síntoma , la inhibición al acting out o el pasaje al acto. Las acciones automutilantes parecen tener el carácter de actos, como respuesta a una angustia que no encuentra otro modo de tramitarse. LOS DESTINOS DE LA PULSION Y EL PROBLEMA DEL MASOQUISMO: En Pulsiones y destinos de pulsión, Freud plantea que la pulsión no actúa como una fuerza de choque momentánea, sino como una fuerza constante, no actúa desde fuera sino desde el interior del cuerpo, una huída nada vale contra ella. Llama necesidad al estímulo pulsional, lo que cancela esta necesidad es la satisfacción. Esta sólo puede alcanzarse mediante una modificación apropiada a la meta de la fuente interior del estímulo. El sistema nervioso es un aparato al que le está destinada la función de liberarse de los estímulos que le llegan, de rebajarlos al nivel mínimo posible, querría conservarse exento de todo estímulo. Las pulsiones representan una complicación para el aparato, plantean exigencias más elevadas al sistema nervioso, ya que los estímulos exteriores suponen una única tarea, la de sustraerse de ellos, mediante movimientos musculares que permiten alcanzar la meta y se convierten en disposición heredada. Las pulsiones mueven a actividades complejas, encadenadas entre sí, que modifican el mundo exterior lo suficiente para que satisfaga a la fuente interior del estímulo. Lo obligan a renunciar al propósito de mantener alejados los estímulos, puesto que producen un aflujo continuado e inevitable de éstos. 4 Freud, S, Obras Completas, AE, Tomo XX, pag. 160 Refiriéndose al destino de las pulsiones, destino que pueden experimentar en el curso de su desarrollo, Freud aclara:”…..atendiendo a los motivos (las fuerzas) contrarrestantes de prosecución directa de las pulsiones los destinos de las pulsiones pueden ser presentados también como variedades de la defensa contra las pulsiones…”5 Señala los cuatro posibles destinos: el trastorno hacia lo contrario, la vuelta hacia la propia persona, la represión y la sublimación. Podríamos colegir que este enunciado confirma la posibilidad de una acción directa de la pulsión, y esta acción indicaría una falta de rodeo, del rodeo previsto para llegar a la satisfacción, (rodeo en el que para Lacan la pulsión alcanza su satisfacción) una satisfacción directa. El trastorno hacia lo contrario se resuelve en dos procesos: la vuelta de una pulsión de la actividad a la pasividad, y el trastorno en cuanto al contenido. En el primer caso tenemos los pares opuestos: sadismo-masoquismo y placer de ver-exhibicionismo. El trastorno sólo atañe a la meta, la meta activa (martirizar-mirar) es reemplazada por la pasiva (ser martirizado-ser mirado). El trastorno en cuanto al contenido se descubre en un único caso: la mudanza del amor en odio. En este texto Freud explica el masoquismo como un sadismo vuelto sobre el propio yo, así como el exhibicionismo lleva incluido el mirarse el cuerpo propio. En artículos posteriores modificará esta concepción (El problema económico del masoquismo). La vuelta contra la propia persona y la vuelta de la actividad a la pasividad convergen o coinciden en estos ejemplos. Explica el proceso del siguiente modo: 1- el sadismo consiste en una acción violenta, una afirmación de poder dirigido a otra persona como objeto, 2- este objeto es resignado y sustituido por la persona propia. Con la vuelta hacia la propia persona se muda la meta pulsional activa en pasiva. 3- se busca de nuevo como objeto una persona ajena, que por la mudanza en la meta tiene que tomar sobre sí el papel de sujeto (sujeto parece designar a la persona que desempeña el papel activo en la relación, el agente). En los fenómenos de autoescoriación y tricotilomania sujeto y objeto coinciden en la propia persona. Par Freud el tercer caso es el del masoquismo. En este punto Freud no se plantea una satisfacción masoquista más directa, no admite un masoquismo originario como sostendrá más adelante. El segundo caso se asocia a la conducta de la persona sádica en la neurosis obsesiva. Aquí hallamos la vuelta hacia la propia persona, sin la pasividad hacia una nueva. De la manía de martirio se engendran automartirio, autocastigo no masoquismo. El verbo en voz activa no se muda a la voz pasiva, sino a una voz media reflexiva. La pulsión sádica parece perseguir, junto a su meta general (en el interior de ésta) una acción-meta muy especial. Junto a la humillación y al sojuzgamiento el infligir dolor. Para el psicoanálisis el infligir dolor no desempeña ningún papel entre las acciones meta originarias de la pulsión. 5 Freud, S, Obras Completas, AE, Tomo XIV, Pag. 122 Pero cuando se ha consumado la trasmudación al masoquismo los dolores se prestan a proporcionar una meta masoquista pasiva . “…tenemos todas las razones para suponer que también las sensaciones de dolor, como otras sensaciones de displacer, desbordan sobre la excitación sexual y producen un estado placentero en aras del cual puede consentirse aún el displacer del dolor…”6 . Una vez que el sentir dolor se ha convertido en una meta masoquista, puede surgir retrogresivamente la meta sádica de infligir dolores: “…produciéndolos en otro, uno mismo los goza de manera masoquista en la identificación con el objeto que sufre….”7 En los dos casos no se goza del dolor mismo, sino de la excitación sexual que lo acompaña. Freud plantea:“…el gozar del dolor sería por tanto una meta originariamente masoquista, pero que sólo puede devenir meta pulsional en quien es originariamente sádico…”8 Resulta significativo que la mayoría de los pacientes que se provocan autolaceraciones o arrancamientos de cabello superan en sus acciones el umbral del dolor. O presentan un umbral muy alto respecto al mismo. No es el dolor lo que detiene la acción, por el contrario ésta siempre aparece asociada a una cierta satisfacción, que el paciente relata en los términos de “descarga”, enfatizando que no puede dejar de hacerlo (el carácter compulsivo) y que sólo se siente aliviado cuando finaliza. Esta presentación del dolor pareciera encuadrarse en esta formulación de Freud, no toma la forma de una experiencia penosa de la cual el sujeto se apartaría, sino de una experiencia que provoca satisfacción. Creemos sin embargo, que es posible plantear una diferencia entre la acción automutilante y el placer masoquista. En este último resalta la escena que acompaña la acción que produce satisfacción, y también la presencia (explícita o en la fantasía) de un partenaire que provoca el dolor. Existe cierta complementariedad en el par sadismo-masoquismo. En los fenómenos que investigamos se trataría de un modo directo de llegar a la descarga y a la satisfacción. El objeto es el propio cuerpo, y es el sujeto mismo quien realiza la acción que produce el placer. Esta consideración respecto al masoquismo deberá ser revisada a la luz de las formulaciones de Freud en : “El problema económico del masoquismo”, donde formula la existencia de un masoquismo primario, que acredita la primariedad de la pulsión de muerte. La cuestión de la gramática pulsional, planteada por Freud en el texto dedicado a las pulsiones, es retomada por Lacan. Para él la pulsión no es algo natural porque no pertenece al registro de lo orgánico, porque no articula lo orgánico y lo psíquico. Se trata de un montaje que permite que la sexualidad participe de la vida psíquica. La pulsión es una localización del sujeto que deberá articular el significante con el órgano corporal. Cuanto más habla la pulsión menos se considera que es el sujeto quien habla. Este hablar se hará escuchar a través de las voces de la pulsión, sostenidas en la gramática pulsional. La gramática pulsional se articula alrededor de tres voces: la voz activa (mirar), la voz reflexiva (mirarse) y la voz pasiva (ser mirado) Lacan va a reemplazar el 6 Freud, S, Obras Completas, AE, Tomo XIV, pag. 124 Ibid nota 6, pag. 124 8 Ibid nota 7, pag. 124 7 ser mirado de la voz pasiva por el hacerse mirar, válido para todas las pulsiones, porque en ese hacerse estaría indicado todo el recorrido gramatical. Es en este tercer tiempo de la voz donde aparece el sujeto.,donde la pulsión cierra su trayecto circular alrededor del objeto. Es decir que es en este tercer tiempo de la gramática pulsional donde se sitúa el sujeto determinado en una frase. Pensamos que en los fenómenos que nos ocupan, por la prosecución directa de la pulsión, este circuito corto, donde el objeto es además el propio cuerpo, habría un trastocamiento de la gramática, en vez de completarse el circuito en la voz pasiva, quedaría en esta voz media reflexiva, en este hacerse. Esta particularidad de la gramática dejaría por fuera la emergencia de un sujeto, y la diferencia entre sujeto y objeto. Respecto a los destinos de la pulsión Freud concluye que aquellos que consisten en la vuelta sobre el yo propio y en el trastorno de la actividad en pasividad dependen de la organización narcisista del yo y llevan el sello de esta fase. Corresponderían a intentos de defensa que en etapas de mayor desarrollo del yo se ejecutan con otros medios. CONCLUSIONES: A lo largo de sus diferentes teorizaciones Freud coincide en concebir el dolor como el resultado de la afluencia al aparato de cantidades de estímulo que sobrepasando la protección antiestímulo no pueden ser tramitadas por las vías habituales. Esta particularidad es propia de las situaciones traumáticas. Las autoescoriaciones y tricotilomanías dan cuenta de un acontecimiento traumático que no pudo incluirse en la serie psíquica del sujeto, y sufrir el destino común a las representaciones reprimidas, retornando por la vía del síntoma u otras formaciones del inconciente. Freud diferencia la vivencia de satisfacción y la vivencia de dolor, enunciando que la primera da lugar a los estados de deseo y la segunda a los afectos. Sin embargo en ambos casos se constituye una imagen recuerdo, del objeto que procuró la satisfacción o de objeto hostil. La posibilidad de constituir esta representación permite la búsqueda deseante y el alejamiento del objeto que provocó displacer. Creemos que en los casos que nos ocupan no hay constitución de representación que de cuenta de la experiencia dolorosa. El particular tratamiento del dolor que estos casos nos plantean parece testimoniar lo que Freud llama “el goce del dolor”, goce más allá del principio del placer, vinculado a la pulsión de muerte. Este goce del dolor que aparece como masoquista, plantea algunas diferencias con el masoquismo, ya que en la consecución de la pulsión, hay un tercer tiempo que no se constituye, quedando el sujeto prisionero de un “hacerse” compulsivo, desprovisto de cualquier fantasmatización. Viviana Vassallo Diciembre 2005 BIBLIOGRAFIA: -Freud, S., “Más allá del Principio del Placer”, en Amorrortu editores, Obras Completas, Volumen XVIII, 6ta. Edición, 1995, pags. 1 a 63. -Freud, S., ., “Proyecto de Psicología”, en Amorrortu Editores, Obras Completas, Volumen I, 5ta. Edición, 1996 -Freud, S., “El problema económico del masoquismo”, en Amorrortu editores, Obras Completas, Volumen XIX, 6ta. Edición, 1996, pags. 163 a 176. -Freud, S., “Pulsiones y destinos de pulsión”, en Amorrortu editores, Obras Completas, Volumen XIV, 7º edición, 1996, pags. 105 a 135. -Freud, S., “Inhibición, Síntoma y angustia”, en Amorrortu editores, Obras Completas, Volumen XX, 5ta. Edición, 1996. -Perez, Claudia, “Del genoma a la gramática: Las voces de la pulsión”, Jornadas de Cartel de la EFBA, Cartel “Pulsión”, 2001, en http//www.efba.org/efbaonline/perez-03.htm.