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LOS SECRETOS MEDICINALES DEL MAR Mayte Suárez Santos. Especialista en Medicina y Termalismo. Miembro de la Sociedad Francesa de Termalismo y Talasoterapia para la Salud Buco-Dental. Existen testimonios de que los médicos-sacerdotes de Mesopotamia y Egipto utilizaban diferentes especies marinas: algas, peces y moluscos ( algunos de estos últimos obtenían las renombradas perlas de las antiguas farmacopeas) para curar diversos males. Hipócrates también decía que el mar era capaz de sanar las enfermedades del hombre. Luego la huella de este conocimiento se perdió, probablemente por las dificultades que encerraba explorar el fondo del océano. Los progresos alcanzados por las técnicas de prospección de los mares, la proliferación de estudios sobre las interrelaciones entre los seres que los pueblan y el descubrimiento de su potencial farmacológico han provocado ahora la aparición de una nueva rama de la Ciencia: la Biomedicina Marina. Los holotúridos, las anémonas, los erizos, las estrellas de mar, los corales y algunas clases de peces han sido los escogidos por la variedad de aplicaciones de las sustancias que contienen. La eptatretina, por ejemplo, poderoso agente cardioestimulante, se extrae de los cuatro corazones del pez mixina. Una pequeña dosis aumenta bruscamente la cantidad de sangre propulsada por el corazón a los vasos sanguíneos. Lo más importante es el hecho de que la frecuencia de las contracciones del músculo cardíaco no se acelera, sino que por el contrario disminuye. Pero no todos son remedios cardiológicos. Ha surgido un producto que podría solucionar uno de los graves problemas con que se enfrenta la ciencia actual: la creciente resistencia ofrecida por los gérmenes patógenos a los antibióticos conocidos, por el abuso que se ha hecho de ellos. 1 Se halla en los parásitos más comunes de las algas, los cefalosporinos (especie de champiñón marino), y permite la sintetización de nuevos antibióticos de efectos inmediatos. De otro género de alga, la laminaria, reguladora asimismo del aparato digestivo, se consigue la laminina, un buen remedio contra la hipertensión. La falta de referencias culturales (similares a las terrestres) sobre la existencia de sustancias curativas en el mar, ha hecho que los investigadores hayan tenido que caminar a ciegas por el laboratorio de las 500.000 especies conocidas y de las otras tantas aún por conocer. LOS MARES DEL SUR Todo comenzó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando miles de soldados fueron enviados a luchar a zonas tropicales del Pacífico. Allí, las enormes bajas sufridas por los envenenamientos (a través de la comida, picaduras o heridas) causados por las especies marinas, obligaron a las autoridades a emprender una minuciosa investigación. Así se descubrieron y aislaron diversas sustancias químicas, contenidas en los venenos segregados por innumerables organismos del mar en sus ataques y defensas. Comenzaron entonces a conocerse las propiedades que encerraban los peces, erizos, corales, esponjas, etc. Y se pusieron en marcha diversos proyectos contra invasiones de todo tipo. A ello se dedica en la actualidad la Scripps Institution of Oceanography, de la Jolla, en California, entre otros organismos de investigación. EL ALGA DE HANA En 1961 varios investigadores de la Universidad de Hawai decidieron ir tras las huellas de un legendario musgo, conocido como el alga de Hana por los indígenas hawaianos. En sus leyendas se aseguraba que en un estanque cercano al Océano crecía un musgo envenenado, utilizado por los antiguos para untar la punta de sus flechas y volverlas mortales. Tras muchas dificultades para encontrar el lugar, considerado tabú por los naturales de las islas, quienes afirmaban que los dioses castigarían a aquellos que osaran penetrar en el territorio prohibido para arrancar el musgo, la expedición logró por fin dar con él. Curiosamente ese mismo día, un incendio de origen desconocido destruyó totalmente el laboratorio del Instituto de Biología Marina de Hawai. 2 Al analizar el producto, los científicos comprobaron que no se trataba de ningún musgo o algo, sino de un antozoario (organismo de tipo coralífero de la misma familia que las medusas) del género Palythoa P. tóxica, segregador de una toxina tan virulenta que apenas 15 miligramos bastarían para matar a un hombre, por su potente efecto vasoconstrictor. Más tarde se averiguó que poseía también propiedades antitumorales. Veinte años de investigaciones han sido necesarios para establecer la estructura completa de la palitoxina, como ha sido llamada, debido a lo complejo de su edificio molecular y a las especiales técnicas que han de utilizarse. Ahora se estudia la posibilidad de emplear esas mismas propiedades vasoconstrictoras como fármaco para tratar las dolencias del corazón. Lo verdaderamente importante es que gracias a la alga de Hana se han podido reproducir por primera vez en un laboratorio los espasmos coronarios de un animal. El experimento, uno de los más interesantes de los realizados en este campo, que ha permitido conocer mejor la fisiopatología de las arterias coronarias, fue llevado a cabo por un equipo científico norteamericano, dirigido por el Dr. Pushkar N. Kaul de la Universidad de Oklahoma. Otro grupo de la misma universidad, esta vez a cargo de Weinheimer y Spraggins, descubrió que algunos organismos marinos del Caribe contenían unas sustancias hormonales llamadas prostaglandinas, muy importantes en la regulación de diversos procesos bioquímicos vitales, hasta el punto de haber merecido su estudio el Premio Nobel de Medicina, en el año 1982. Hace unos años que ha surgido la industria de fármacos marinos. Norteamérica, Japón, Bélgica y Australia están realizando programas para mentalizar a la opinión pública sobre la importancia de las sustancias que vienen del mar. Se estudian posibles remedios para las enfermedades de artritis, esclerosis múltiple, hígado y procesos de envejecimiento. Es probable que a medio plazo, pueda disponerse de medicamentos eficaces, cuyo origen habrá que buscarlo en el mar, fuente de vida. Tomado del sitio TermasWorld 3