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Las palomas mensajeras en la historia de las comunicaciones. 6-3 Las probables mensajeras de Medinet-Abu-3. Si bien las condiciones socio-económicas del Egipto en la época de la vigésima dinastía podrían haber dado pie al empleo de palomas como transportadoras de noticias, incluyendo ésta función la de anunciar al reino la asunción de Ramsés III, resulta muy difícil siquiera pensar que haya podido ser así, porque tendríamos que admitir entonces, desconociendo totalmente la existencia de alguna etapa previa (la de las mensajeras casuales por ejemplo), que el servicio de comunicaciones a través de estas aves había alcanzado allí, en el 1184 antes de Cristo, y al parecer de buenas a primeras, un desarrollo verdaderamente prodigioso. Decíamos asimismo en el apartado precedente que la comunicación del advenimiento de Ramsés III debió de haberse hecho necesariamente por escrito, en cuyo caso los mensajes debían de haber estado colgados con una cinta de sus cuellos, o sujetos a alguno de sus tarsos, o adheridos a alguna de sus rectrices. En cuanto al tipo de escritura utilizada, recordemos que para comunicar por escrito sus ideas, los egipcios usaban a la sazón un “papel” muy especial que extraían de la médula de una planta acuática llamada “papiro”, voz que quería decir “Flor del rey”. Era llamada de esa forma porque su elaboración caía bajo el monopolio real. Sobre él escribían los egipcios valiéndose de un junco o caña. Posteriormente, advino el pergamino, más resistente que el papiro, pero igual de flexible, fabricado con la dermis de un animal y sobre el que escribían usando una pluma de ave. Estos soportes escriturales adoptaron al principio la forma de rollos, pero pasaron a ser después hojas cuadrangulares. Cosidas por un costado, dieron lugar a los códices, cuyas formas eran similares a las de los libros actuales. Las aves aquellas debieron pues de haber transportado un trozo pequeño de papiro o de pergamino (palabra esta última que hace referencia en realidad a la antigua ciudad de Pérgamo, situada en el noreste del Asia Menor (hoy Turquía), donde al parecer se lo trabajaba intensivamente). El sistema de escritura usado por los egipcios era jeroglífico y se lo utilizó desde cerca del 3100 a. C. hasta el 400 d. C. Como la escritura jeroglífica no era la más adecuada para escribir con ayuda de un cálamo, surgió paralelamente el desarrollo de la escritura hierática, más sencilla y estilizada, la que fue empleada por los escribas en los textos religiosos, científicos y literarios, hasta finales de la antigua civilización. Además, una forma muy especial de letra cursiva, conocida como "hierático anormal", fue utilizada precisamente en la zona tebana desde la segunda mitad de la dinastía XX hasta el comienzo de la XXVI, detalles que dan cuenta por sí mismos del clima intelectual imperante en la época que nos ocupa. Cabe suponer también que de haberse utilizado palomas mensajeras en el Imperio Nuevo, los palomares-correo debieron ser diferentes de las torres aquellas a las que hemos hecho referencia. Tuvieron seguramente que haber fabricado otros más a propósito para atenderlas y manipularlas debidamente. Además, debemos pensar que tendrían que haber sido manejadas por funcionarios públicos, por razones obvias, aunque dispusieran éstos de personal para limpiar y mantener las instalaciones. En resumidas cuentas: habrá que esperar la transcripción de los susodichos hipogeos para saber a qué atenernos. Como señalamos, Ramsés III fue un notable guerrero y estadista; edificó numerosos monumentos, entre otros, el templo funerario de Medinet-Habu rechazó las invasiones de los libios y de los “pueblos del mar”, de origen egeo y restableció la autoridad egipcia en Palestina. Fue el último de los grandes faraones y se cree que perdió la vida a causa de una conjura palaciega, dando lugar a una larga etapa de decadencia. Ahora bien: como cuando se habla acerca del antiguo Egipto uno tiende a pesar que estaba poblado únicamente por los naturales del país, debemos señalar que en tiempos de Ramsés III había allí, y en el delta del Nilo más que nada, un elevado número de extranjeros: aqueos (griegos), gente del Asia Menor, sirios, libios, etc., y también esclavos, mercenarios y comerciantes. Estos últimos eran sobre todo fenicios, los que según vimos anteriormente, eran los grandes navegantes de entonces. De manera que no sería para nada descabellado pensar que si efectivamente los egipcios de aquella época hubiesen utilizado palomas mensajeras, no necesariamente tendrían que haber sido ellas autóctonas, las podrían haber recibido de parte de algunos de los extranjeros que fueron a residir allí y más que nada de los fenicios, como algunos cronistas de las palomas mensajeras llegaron a creer. Pero si hubiesen utilizado en realidad las propias, podría haberse dado otra posibilidad: la de que los extranjeros las hubiesen diseminado por otras partes. No parece que esto haya acontecido, porque los colombólogos cuando menos hubiesen considerado entonces a las palomas mensajeras egipcias una raza muy específica, como pasó con las pocas que alcanzaron nombradía universal. Corolario: Lo que tampoco alcanzó a vislumbrar Castelló al hablar acerca de los hipogeos de Medinet-Abu (obnubilado como estaba por la errónea creencia de que Lepsius se había referido a las primeras palomas mensajeras de las que se tuviera noticia), era que si hubiese tomado el trabajo de confirmar lo que estaba comentando allí, se hubiera convertido en el primer historiador colombófilo en aportar un testimonio incontrovertible de que para el 1184 a.C. ya se hallaba en funciones en Egipto y centrado en Tebas, un sistema de mensajería aérea servido por palomas, el que contaba al menos con 18 puntos de contacto. ¿Tenemos alguna otra referencia acerca de las probables mensajeras del Antiguo Egipto? Así es. Oscar Gutiérrez Santillán, en la segunda de sus interesantes notas sobre “La paloma en el desarrollo de los tiempos”, dice que: “En algunos bajorrelieves y hasta en una escultura egipcia que se conserva en el Museo Británico, se encuentra a la paloma llevando un mensaje”. (Cfr. Columbas nº 101, pág. 9). Infortunadamente no indica a cuáles bajorrelieves o a cuál escultura hace concretamente referencia y tampoco a qué época o dinastía pertenecerían esos probables testimonios. Es esta, pues, otra noticia cuya autenticidad se halla pendiente de confirmación. Siempre en el terreno de lo conjeturable, algunos comentaristas atribuyen el conocimiento por parte de los egipcios de las palomas que nos ocupan como proveniente de los persas, al tiempo que otros piensan que fue al revés. Gutiérrez Santillán indica que lo más probable sería lo primero, ya que Sesostris y Ramsés conquistaron los países limítrofes, de manera que en esas guerras de conquistas sus huestes pudieron haber entrado casualmente en contacto con las mensajeras persas. Por lo que hemos estado viendo, los persas distaban mucho de tener y de utilizar por entonces tales palomas (empleaban correos pedestres y ecuestres). Digamos asimismo que habría que hablar aquí de los Sesostris, faraones que extendieron las fronteras de sus dominios hasta Asia y conquistaron también Nubia, con sus ricas minas de oro, y del Ramsés correspondiente, porque según dijimos, no hubo uno sino once que llevaron ese nombre. Sesostris I gobernó Egipto entre 1974 y 1929 a.C.; el II, entre 1900 y 1881 a.C., y el III entre ese último año y 1842 a.C. Todos ellos pertenecieron a la XII Dinastía. Ahora bien, ¿por qué tenía que ser precisamente la mensajera de los persas? ¿Cuál era ella? ¿La Carrier? ¿No podrían haber sido también la Siria de Papada, o la del Líbano? ¿Y por qué los egipcios no pudieron haber contado con una propia? Algunos creen que ella fue la denominada “Swift egipcia” o “paloma del Cairo“, una columba ciertamente de estructura alargada muy curiosa, pero no debe tratarse de la actual, que no es muy buena para volar y es bastante torpe para caminar. Fuente: Un cacho de colomb&cultura. La verdadera historia de las palomas mensajeras. Autor: J.C.R. Ceballos.