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LA ESTRELLA INDICA EMANUEL Roger Edwards (traducido y adaptado por OLIVER PY de un extracto del artículo “A telescope for Christmas” en “The Barnabas letter” 2006) Meditar mirando las estrellas es una vieja tradición navideña. Pues, no somos los primeros en estudiar los astros, si bien lo podemos hacer ahora con mucha precisión y comodidad conectando con páginas web especializadas. Pasó de verdad, ya hace mucho tiempo, unos 2000 años. Unos observadores de estrellas se quedaron atónitos. Eran eruditos, personas meticulosas, que destacaban en su campo (la astronomía). Llevados por esta estrella excepcional, montaron sus camellos y emprendieron un largo viaje. Estos sabios (que fueron luego transformados en los legendarios 3 reyes magos) buscaban el significado de la estrella de Belén. Vivían en un periodo de la historia donde había muy poca separación entre la ciencia y la religión. Su estudio de la astronomía (movimiento de las estrellas) y su práctica de la astrología (el sentido de las estrellas) no presentaba para ellos ninguna dicotomía. Creían que “lo de allí arriba” podría esclarecer “lo de aquí abajo”. Esta era la antigua intuición pagana. Pero, no enteramente pagana. Por lo menos apuntaba en la buena dirección. Porque en un sentido, el problema con la astrología no es que vaya demasiado lejos, sino que al contrario, no va suficientemente lejos. La astrología busca la iluminación en las estrellas, cuando la verdadera iluminación se halla detrás de ellas. La estrella de belén puso patas arriba el paganismo de los sabios de oriente. Su vocación era descifrar pacientemente códigos remotos, pero en esta noche extraordinaria, recibieron un caluroso mensaje personal. Entendieron que no se trataba de un alineamiento especial de astros; Dios mismo se había acercado en persona. Repentinamente, captaron el significado detrás de la estrella, y tenía rostro y cuerpo aunque pequeño, mucho más pequeño que la estrella. La navidad pone patas arriba al paganismo. La navidad pone patas arriba al universo. El Altísimo y el Santo se hace cercano y humilde; el trascendente se hace inmanente. Dios viene a nosotros; Emmanuel. El Dios que hizo estas estrellas tan inmensas y lejanas no está lejano. Está tan cerca que caminó justo detrás de nosotros. Tan cerca que los sabios del Este sólo tuvieron que dirigirse al Oeste. Tan cerca, que su “búsqueda” terminó en la maravillosa sorpresa de sentirse “encontrados”. Como ellos, necesitemos también volvernos y mirar. ¡Cristo está aquí! ¡Vino para estar con nosotros! Esto es el mensaje de la navidad. Poco que ver con las grandes estrellas fugaces de las iluminaciones navideñas que esconden años tras años el divino niño. En ellas no se busca ningún significado, sólo hay consumismo, un consumismo que deja vacío. No miremos sólo la estrella como los (estúpidos) que sólo miran el dedo indicador, busquemos quien es el ser al que apunta. Se llama Emmanuel es decir, Dios con nosotros. En Él se esconde el mejor de los regalos para nosotros. Una nueva vida abundante. (The Barnabas Letter, Volume17, Issue 4, Chrismas 2006, www.thebarnabascenter.org Resourses, “Star of Wonder” – Winter 2006)