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LA PASTORAL EDUCATIVA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE ¡Nuestro objetivo no es sólo formar “individuos útiles a la sociedad”, sino educar personas que puedan transformarla!. Papa Francisco PRESENTACIÓN Con motivo de la celebración de los aniversarios: 50° de la Declaración “Gravissimum educationis” (GE) y el 25° de la Constitución Apostólica “Ex Corde Ecclesiae”, estamos reunidos en este Seminario Continental de Pastoral Educativa en Bogotá, Colombia, 14 – 18 setiembre del 2015; para reflexionar acerca de la identidad y misión de la Pastoral Educativa en América Latina y el Caribe. La GE, afirma que: “Todos los hombres, de cualquier raza, condición y edad, en cuanto participantes de la dignidad de persona, tienen el derecho inalienable de una educación, que responda al propio fin”. (N°1). Al replantear la relación Iglesia- mundo, clarifica más la misión de la educación como función mediadora para la humanización de la persona y de la sociedad contemporánea. GE 1-6,8 y la conclusión. El Papa San Juan Pablo II en la Ex Corde Ecclesiae por su parte, afirma que: No hay, en efecto, más que una cultura: la humana, la del hombre y para el hombre (5). Y la Iglesia, experta en humanidad, según expresión de mi predecesor Pablo VI hablando a la ONU (6), investiga, gracias a sus Universidades Católicas y a su patrimonio humanístico y científico, los misterios del hombre y del mundo explicándolos a la luz de la Revelación. (N° 3). Continúa el Papa: Por una especie de humanismo universal la Universidad Católica se dedica por entero a la búsqueda de todos los aspectos de la verdad en sus relaciones esenciales con la Verdad suprema, que es Dios. Por lo cual, ella, sin temor alguno, antes bien con entusiasmo trabaja en todos los campos del saber, consciente de ser precedida por Aquel que es «Camino, Verdad y Vida» (8). (N° 4). De acuerdo con los dos textos citados, se reconoce el dinamismo y la prioridad que el Magisterio eclesial da a la educación; lo cual es asumido como misión en la Pastoral Educativa, cumpliendo con el mandato de Jesús a sus discípulos: “Vayan… y Enseñen…” Mateo 28, 19 – 20. La metodología que presenta este documento, parte de una mirada de la realidad en este cambio de época, para llevar a la reflexión de la identidad y misión de la Pastoral Educativa a la luz del magisterio de la Iglesia, para proyectar la Pastoral Educativa como acción evangelizadora de la Iglesia en el ámbito de la educación y concluir con una propuesta pedagógica planteada por Bergolio, J. (2013), denominada: la brújula. Lo cual permitirá mirar con nuevos ojos, para ser luz del mundo y testigos de Jesucristo con la propia vida, logrando la transformación de la familia, la escuela, la universidad, la iglesia, la sociedad y la humanidad entera. Mirada de la realidad en este cambio de época ¿Qué desafíos se observan al mirar la realidad educativa del Siglo XXI?. El Plan Global del Consejo Episcopal Latinoamericano: 2007 - 2011 al referirse a la época de cambio en la que vivimos menciona lo siguiente: La humanidad entera ha entrado en una nueva época. Éste hecho interpela nuestra identidad de discípulos misioneros. La realidad muestra “sucesivas transformaciones sociales y culturales” agitando intensamente nuestro mundo y resquebrajando el referente de nuestros valores. Vivimos pues, en “una sociedad inestable y en transición, con sus luces y sombras”. Nuestra Iglesia no es ajena al cambio epocal, es interpelada en la perspectiva de un profundo discernimiento de “los ‘signos de los tiempos’, a la luz del Espíritu Santo”; también se siente desafiada en su identidad y misión para ponerse “al servicio del Reino, anunciado por Jesús, que vino para que todos tengan vida y ‘para que la tengan en plenitud” (Jn 10, 10)”. (DA 33). Todos los ámbitos de la vida de nuestros pueblos son influenciados en esta era de globalización: “La cultura, la economía, la política, las ciencias, la educación, el deporte, las artes y también, naturalmente, la religión”. El interés de la Iglesia es discernir la incidencia de este cambio epocal en la dimensión religiosa y ética de las personas que buscan a Dios, puesto que “sin una percepción clara del misterio de Dios, se vuelve opaco el designio amoroso y paternal de una vida digna para todos los seres humanos” (DA 35). Frente a esa complejidad el interés de la Iglesia son las personas concretas, pues ellas “suelen sentirse frustradas, ansiosas, angustiadas”, ya que están inmersas en una realidad que las desborda, sintiéndose insignificantes “sin injerencia alguna en los acontecimientos” (DA 36). Al mirar la realidad, se observan algunos desafíos que interpelan al proceso evangelizador en el presente Siglo XXI. El Instrumentum laboris de la Congregación para la Educación Católica: Educar hoy y mañana. Una pasión que se renueva; plantea algunos de ellos: En primer lugar, tenemos que reformular la antropología que se encuentra en la base de nuestra visión de educación del siglo XXI. Se trata de una antropología filosófica que tiene que ser una antropología de la verdad. Una antropología social, es decir, donde se concibe el hombre en sus relaciones y en su modo de existir. Una antropología de la memoria y de la promesa. Una antropología que hace referencia al cosmos y que se preocupa por el desarrollo sostenible. Y aún más, una antropología que hace referencia a Dios. La mirada de fe y esperanza, que es su fundamento, escruta la realidad para descubrir en ella el proyecto escondido de Dios. Partiendo así de una reflexión profunda sobre el hombre moderno y nuestro mundo actual, nosotros deberíamos reformular nuestra visión sobre la educación. (p.9). El corazón de la educación católica es siempre la persona de Jesucristo. Todo lo que sucede en la escuela católica y en la universidad católica debería conducir al encuentro del Cristo vivo. Si examinamos los grandes desafíos educativos que se presentan en el horizonte, tenemos que recordar que Dios se hizo hombre en la historia de los hombres, en nuestra historia. (p.9). La escuela y la universidad son, igualmente, ambientes de vida, donde se dona una educación integral, incluida aquella religiosa. El desafío consistirá en hacer ver a los jóvenes la belleza de la fe en Jesucristo y la libertad del creyente, en un universo multireligioso. En cada ambiente, acogedor o menos, el educador católico será un testigo creíble. (p.9). Los jóvenes que nosotros educamos se preparan al liderazgo de los años 2050. ¿Cuál será la contribución de la religión a la educación a la paz, al desarrollo, a la fraternidad de la comunidad humana universal? ¿Cómo educaremos a la fe y en la fe? ¿Cómo podemos crear las condiciones preliminares para acoger el don, para educar a la gratitud, a la capacidad de asombrarse, a los interrogantes, para desarrollar el deseo de justicia y de coherencia? ¿Cómo educaremos a la oración? Los interlocutores de la Pastoral Educativa, ante esta mirada desafiante, debemos responder de manera asertiva, propositiva y beligerante activa, en este cambio de época en el que nos ha correspondido vivir. Reflexión acerca de la identidad y misión de la Pastoral Educativa a la luz del magisterio de la Iglesia Las cinco Conferencias del Episcopado Latinoamericano y del Caribe: Río de Janeiro, 1955; Medellín, 1968; Puebla, 1979; Santo Domingo, 1992; y Aparecida, 2007; han reflexionado acerca de la identidad y misión de la Pastoral Educativa. El Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) en el Plan Global 2007 -2011, menciona al Papa Benedicto XVI, quien al inaugurar la V Conferencia Latinoamericana, afirmó que: El hilo que unifica todas las Conferencias Generales es la Evangelización. Sin embargo, se puede sintetizar muy esquemáticamente, diciendo que la principal preocupación de Río fueron los evangelizadores, de Medellín la persona humana y la sociedad latinoamericana; de Puebla la Iglesia y de Santo Domingo Jesucristo. En esa continuidad el Papa, en el Discurso Inaugural, trazó la finalidad de la V Conferencia: Los Pastores quieren dar ahora un nuevo impulso a la evangelización, a fin de que estos pueblos sigan creciendo y madurando en su fe, para ser luz del mundo y testigos de Jesucristo con la propia vida. (N°1.1.) La acción pastoral viene a iluminar la existencia del ser humano, mediante la Revelación del Hijo único de Dios presente en la historia. Su estilo de vida, principios y prácticas llenan de sentido la vida y el quehacer de las personas a partir del encuentro con la persona de Jesucristo y los ideales de la voluntad de Dios para el mundo. Según Floristán (2002): La Teología Pastoral le asigna a los procesos de evangelización y pastoral las tareas de acompañar los procesos de conversión y llevar adelante el compromiso de evangelizar a la cultura, potenciando los signos de vida y transformando los signos de muerte. En esta línea, la acción pastoral, toma fuerza y se convierte dinamizadora de la gracia, en medio de la vida, de la comunidad eclesial, haciendo presente a Jesucristo, camino, verdad y vida para la humanidad entera. Por tanto, la teología pastoral busca conciliar; poner en relación la Revelación con la vida, para ello cuenta con los fundamentos del Magisterio y la Tradición. (p. 9). Continúa afirmando Floristán (2002): que lo propio del campo de la reflexión pastoral es la acción de los cristianos, sobre la que discurre la teología pastoral. Se parte de la praxis o de las acciones tal como se dan, para llegar a la praxis o a las acciones tal como deben ser. A lo anterior, es que la teología pastoral, desde o como teología práctica, formula sus objetivos de acción desde la realidad acontecida, la analiza a partir de la Palabra, el Magisterio y la vida para articular propuestas orgánicamente realizables. (p. 9). Asumiendo lo planteado por Floristán, se puede afirmar que la identidad de la Pastoral Educativa es: una Pastoral Específica, que surge de la Teología Especial y ésta a su vez surge de la Teología Pastoral, para llegar a la Teología Práctica o de la Praxis. Por tal motivo, lo que la Iglesia y su magisterio refieren acerca de la evangelización, aplica también a la pastoral educativa, como expresión y forma de llevar a cabo la evangelización. Y esta es la misión de la Pastoral Educativa: evangelizar en el ámbito de la educación. Floristán, C. (2002), en su libro: Teología Práctica, al referirse a la evangelización, afirma: La obra de la evangelización – afirma el Vaticano II – es deber fundamental del pueblo de Dios, puesto que toda la Iglesia es misionera. (AG. 35). Desde esta perspectiva conciliar, la exhortación: Evangelii Nuntiandi sostiene que “la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia” (EV. 14). La Redemptoris misio, recuerda que: El Vaticano II ha querido renovar la vida y actividad de la Iglesia según las necesidades del mundo contemporáneo; ha subrayado su índole misionera, basándola dinámicamente en la misma misión trinitaria. El espíritu misionero pertenece, pues, a la naturaleza íntima de la vida cristiana. (n° 1). De ahí que la evangelización sea actualmente uno de los temas que suscita abundante reflexión porque es la tarea central y más urgente de la acción pastoral. Por otra parte la teología pastoral asume tres elementos fundamentales que la Pastoral Educativa también ha de asumir: La Comunión La Pastoral Educativa debe empezar a transmitir el Reino de Dios a partir de la preocupación de unos por otros. En este sentido, es necesaria la comunión, que se construye desde el diálogo fraterno y asertivo, el despojarse de los propios deseos para comprender los deseos de los demás, generando vínculos fuertes y auténticos. Vivir la comunión evangélica es por tanto, reconocer que la verdad del otro nos enriquece, para ello, esa verdad debe ser escuchada, es necesario inclinar el oído, detenerse a ver las necesidades del otro, sentarse a su lado, preocuparse con y por él. Así lo demuestra Jesús, con el ciego del camino, quien gritaba a viva voz: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi” (cf. Lc 18, 38), hasta los mismos discípulos llegaron a callarlo, pero Jesús que vive la compasión y la comunión perfecta, escucha el clamor de este hombre, se detiene, lo manda a llamar para que se acerque, dialoga con él, escucha su necesidad y la atiende. Luego de su encuentro con Jesús este hombre puede incorporarse nuevamente a la comunidad para continuar construyendo la comunión. Este ejemplo que nos da Jesús con el ciego, es el mismo que ha de asumir la Pastoral Educativa: escuchar el clamor del otro, detenerse, mandar a llamar para acercarse, dialogar, escuchar la necesidad y atender, incorporarlo a la comunidad y seguir construyendo comunión. Este ejemplo de Jesús nos da la perspectiva de lo laudable que es vivir el evangelio, construir el Reino. La Novo Millenio Ineunte, desarrolla tres grandes ideas sobre lo que es espiritualidad de la comunión, en otras palabras, de la vida del Espíritu en la común unión entre las personas, proponiéndola como principio educativo: 1. El ideal de comunión debe ser Ágape a imitación de la comunión Trinitaria, sintiendo al hermano de fe en unión con el Cuerpo Místico. 2. La Iglesia debe convertirse en casa y escuela de comunión fiel al designio de Dios y brindando respuestas a las profundas esperanzas del mundo. 3. Procurando ver lo positivo del otro. Entendiendo que en el corazón de la humanidad habita la belleza, la bondad y el bien (NMI, 43). La comunión es un proceso de construcción, que involucra a todas las partes, invitándolas a generar vínculos más allá de los compromisos naturales, permite mirar el propio corazón con misericordia para brindar esta misericordia a los demás, dinamiza el sentido de pertenencia y da sentido a la existencia de la persona que está inmersa en una comunidad. Por eso “los espacios de comunión han de ser cultivados y ampliados día a día, a todos los niveles, en el entramado de la vida de la Iglesia.” (NMI, 42 - 43). La acción evangelizadora debe estar llena de procesos que procuren la comunión, ésta acción impacta al ser humano cuando se evidencia un cambio en sus valores y actitudes manifestados en gestos concretos. Los diferentes procesos pastorales son a su vez evangelizadores y procuran desde la Virtud, “vivir según el Espíritu” (cf. Gál, 5), fomentar valores, éstos a su vez actitudes que interiorizadas generen gestos o expresiones que procuran sembrar semillas del Reino en las demás instancias y personas. Contagiar de Evangelio las alegrías y esperanzas de la humanidad, llenando de esperanza y vida sus sufrimientos y preocupaciones más profundas. Es la Pastoral Educativa un areópago propicio para lograr tales fines. La comunión, por su raíz: al ser trinitaria, se abre a la historia recibida por el hombre, esa comunión rompe desde lo más profundo su soledad haciéndolo hijo de Dios y hermano de los hombres. (Bueno, 1998, p. 77). Los diferentes ambientes educativos están sedientos de Evangelio, por tanto, de experiencias de comunión que los acerquen, consigo mismos, entre sí y con Dios que se descubra en la profundidad del hermano, especialmente en el que sufre o es marginado. Es intuir en el otro los deseos más profundos. A lo anterior afirmaba San Juan Pablo II: Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado… es también capacidad de ver ante todo, lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un «don para mí», además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente. (NMI, 43). La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida aporta que: La comunión es un camino, esto quiere decir que no está acabado, aún más, no está conquistado, sino que día a día se construye con esfuerzos personales y comunitarios, con la asistencia de la gracia y los apoyos que brinda la Iglesia. (N° 368). Menciona también, que la comunión brota de la conversión personal y pastoral. (N° 368). La Iglesia es sacramento de la comunión, porque se hace presente como Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu. (Bueno, 1998, p. 80). Es lugar de acogida, que motiva a partir de la comunión a la realización de la misión universal, desde medios concretos, partiendo de experiencias personales que apuntan siempre al objetivo de la comunión. “Padre que todos sean uno, como tú y yo somos uno”. (cf. Jn 17, 21). La Corresponsabilidad La comunión (koinonía) se expresa a través de la corresponsabilidad, la cual es compartir responsablemente la edificación de comunidades, bienes y sufrimientos. Es trabajar en conjunto, al lado unos con otros. No se trata de tolerarse, más bien, tiene que ver con respetarse, soportarse; siendo el soporte, el sostén del otro u otra en su triunfo o su necesidad. La tarea evangelizadora de la Iglesia tiene que ser corresponsable, pues la lleva adelante un grupo de personas con carismas distintos, pero trabajando para la misión universal, en la implantación del Reino de los cielos en el mundo de hoy. Trabajar unos con otros implica motivar, apoyar, corregir, cuestionar, siempre en sintonía de comunión y nunca de manera individualizada, mucho menos egoísta. Para comprender mejor el sentido de la corresponsabilidad en la vida de la Iglesia se puede afirmar que: 1) En la Iglesia todos los miembros son necesarios. I Cor. 12, 12 - 26. 2) En la Iglesia, todos los miembros han de ser activos, si quieren ser coherentes con su bautismo y confirmación. Hechos 2, 42 – 47. 3) Los miembros de la Iglesia tienen diversos carismas y ejercen diversidad de funciones. I Cor. 12, 27 – 31. El libro del Génesis, capítulo 4, describe la acción irresponsable de Caín al tomar en sus manos la vida de su hermano Abel, “¿Caín dónde está tu hermano?” (cf. Gn 4, 9). En la comunidad se acompaña al otro en el crecimiento de la fe. Esto hace a las personas corresponsables en la misión eclesial y en la vivencia de los valores del evangelio. La corresponsabilidad no es hacerse cargo directamente de la vida del otro, se trata más bien de compartir las responsabilidades en un clima de unidad. Una familia o comunidad dividida, jamás podrá ser corresponsable, pues difícilmente compartirá los mismos ideales. El testimonio de comunión y corresponsabilidad es una urgencia entre las gentes del mundo de hoy, para lograrlas, son necesarios algunos cambios de paradigma que se inspiran únicamente a los pies del Maestro. Al respecto Aparecida afirma: La conversión pastoral requiere que las comunidades eclesiales sean comunidades de discípulos misioneros en torno a Jesucristo, Maestro y Pastor. De allí nace la actitud de apertura, de diálogo y disponibilidad, para promover la corresponsabilidad y participación efectiva de todos los fieles en la vida de las comunidades cristianas. (N° 368). Esto que plantea Aparecida es aplicable a la comunidad educativa, pero todos los miembros han de estar conscientes y deseosos de llevarlo a la práctica. La Ministerialidad Floristán (2002), al referirse a la ministerialidad menciona que: Lo primero y lo más fundamental en la Iglesia no es el ministerio, sino la comunidad. De manera que el sentido y la razón de ser del ministerio consisten precisamente en ser un servicio a la comunidad y para la comunidad de los creyentes. (p. 925). Nadie dentro de la comunidad eclesial debería sentirse excluido en la tarea de evangelización de la Iglesia. En primer lugar porque es un compromiso asumido desde el bautismo, es el envío primero a vivir a Jesucristo en la Iglesia y dar testimonio de su amor misericordioso. Y que hermoso sería que cada miembro de la comunidad educativa, consciente de su bautismo, pueda evangelizar allí donde labora. Y pueda llevar a cabo la tarea de evangelizar educando y educar evangelizando. Por otra parte, todos los miembros en el Cuerpo de Cristo tienen una función vital y son de suma importancia. Afirma Floristán (2002) que: se trata de comprender en lo profundo de la Iglesia que todos los cristianos están llamados a ejercer algún ministerio. (p. 927). El mayor de los ejercicios ministeriales es la puesta en práctica del amor, tal y como lo plantea San Pablo en I Corintios 13, 1 - 13. La llamada es a practicar el amor desde el servicio concreto en, desde y para la educación y por ende de la evangelización. El papel de corresponsabilidad de los distintos actores de la vida de la Iglesia, se organiza mejor, cuando se piensa en los ministerios. El Obispo, los presbíteros, los consagrados y consagradas, junto con el grupo de fieles laicos y laicas en la Iglesia, tienen tareas específicas según sus roles, pero todos trabajan para la construcción de un mismo objetivo: hacer presente el Reino de Dios en la tierra. La forma, el método y la praxis estarán guiados de alguna manera por los ministerios que se ejerzan. El propósito de la ministerialidad en la Iglesia es que todos los fieles ejerzan según los designios del Espíritu Santo, de una u otra manera la corresponsabilidad en la toma de decisiones, la organización y la gestión de las acciones que permitan llevar adelante la tarea principal de la Iglesia en la propagación de la Civilización del Amor. Proyectar la Pastoral Educativa como acción evangelizadora de la Iglesia en el ámbito de la educación De acuerdo con lo expuesto en los apartados anteriores: la realidad en este cambio de época, la identidad y misión de la Pastoral Educativa a la luz del magisterio eclesial, es importante proyectar la Pastoral Educativa como acción evangelizadora de la Iglesia en el ámbito de la educación, para que todos los miembros de la comunidad educativa conscientes de su misión de bautizados y reconociendo la identidad de la Pastoral Educativa como una pastoral específica, dentro de la teología especial, ésta a su vez dentro de la teología pastoral y ésta desprendida de la teología práctica, puedan ejercer este ministerio eclesial, en comunión y corresponsabilidad. La Pastoral Educativa está llamada a llevar a cabo su acción pastoral en lo formal, no formal e informal; en lo urbano y en lo rural; en lo público y en lo privado (católico o no). Desde la escuela hasta la universidad; desde la parroquia hasta la diócesis; con las nuevas tecnologías de la información y comunicación: Tic’s. Con todos los miembros de la comunidad educativa: principalmente con los educadores y educadoras, quienes se convertirán en baluartes de esta misión: evangelizar educando y educar evangelizando. La Pastoral Educativa hace presente la acción evangelizadora y salvífica de Cristo, partiendo de la persona humana, incluye estructuras, mediadores, métodos y otros elementos propios de sus procesos. Se trata de permear con la fuerza del Evangelio, todo hecho educativo para alcanzar la transformación personal y social, construyendo el reino de Dios. (Cfr. EIS, 232). La acción evangelizadora de la Iglesia, en el ámbito de la educación, exige ante todo, una permanente reflexión y conversión personal y comunitaria que lleve a la transformación de las estructuras de pecado y haga presente el Reino de Dios. La Pastoral Educativa comprende el conjunto de procesos y acciones eclesiales que tienden a la formación de las personas y de las comunidades. (Cfr. EIS, 232). Es un ámbito amplio que asume agentes y destinatarios, como interlocutores de la evangelización, pues tanto aprenden como enseñan, evangelizan como son evangelizados. Aquí se cumple el mandato de Jesús: “Vayan… y Enseñen…” Mateo 28, 19 -20. La Pastoral Educativa como pastoral específica se expresa en otras acciones de pastoral que son complementarias, porque tienen el mismo eje: JESUCRISTO, y distintas según las formas, edad del interlocutor, ámbito y lugar en el que se desarrollan. Así por ejemplo la Pastoral Educativa se expresa en la Educación Católica, en la Educación Religiosa Escolar, en la Pastoral Universitaria, en la Pastoral de Educadores, en la Pastoral Catequética Escolar o Parroquial, en la Pastoral Juvenil, en la Escuela para Padres, en las Tic´s, otras. Bergolio, J. (2013), en el libro: Educar: exigencia y pasión, al dirigirse a los educadores cristianos, como interlocutores fundamentales de la Pastoral Educativa, plantea una serie de aspectos a considerar: - somos testigos en el tiempo de la posmodernidad, insertos en una transición que alguien bien podría calificar como “cultura del naufragio”… en dicha situación tenemos parte activa: “ser náufragos”. El náufrago, siempre está solo con su propio ser y su propia historia: “ésta es su mayor riqueza”. - Nuestro ser de educadores cristianos; nuestra historia, la de las instituciones a las que pertenecemos o en las que compartimos misión y trabajo, son nuestra riqueza. - Ser e historia tienen que darnos vigor y capacidad de relectura creativa de nuestros fundadores. “Hacer memoria, va más allá del mero agradecimiento por todo lo recibido; quiere enseñarnos a tener más amor; quiere confirmarnos en el camino emprendido”. - Pidamos, pues la gracia de recuperar la memoria… es despertarnos para percibir con más fuerza la Palabra de Dios”. La memoria de los pueblos no es una computadora, sino un corazón”. - Reencontrarnos con los orígenes, los deseos, las intuiciones pedagógicas de nuestras raíces y saberlas injertar en nuestro contexto, es algo importante en este momento, sobre todo, porque hemos de variar nuestras herramientas educativas, y mantener nuestros valores. Conclusión: Como conclusión, se asume en esta disertación el ejemplo de la imagen del náufrago, presentado por Bergolio, que puede servir como proyecto de vida, para todos los miembros de la comunidad educativa y eclesial, quienes están involucrados en el proceso educativo – evangelizador o evangelizador – educativo: La brújula. A continuación se describe: NORTE: Jesucristo. Base y fundamento de nuestra identidad. Sabiduría de Dios encarnado, nuestro cimiento y nuestro Maestro. A Él debemos referir nuestro quehacer. Anunciar a Jesús y su Evangelio. Reforzar la fe, celebrar la fe, vivirla comprometidamente en la Iglesia, con la Iglesia, y con toda persona de buena voluntad. SUR: Al servicio de la persona, de toda persona, con especial cariño por los más pobres y débiles. Para dignificarla y dar sentido a su vida. Nos ayuda a descubrir una verdadera antropología. De este modo la niñez y la juventud a la que servimos podrán ser generadores de una nueva humanidad. ESTE: En comunidad educativa. Es decir, en grupo, como un cuerpo. Complementándonos: familia, escuela, parroquia, asociaciones ciudadanas… “Una Comunidad Educativa es una pequeña Iglesia, mayor que la familia y menor que la Iglesia, mayor que la familia y menor que la Iglesia diocesana. En ella se vive y se con-vive. En ella peregrinamos, como hijos y hermanos, hacia la eternidad”. “Estamos invitados a tejer una cultura de comunión”. “Ser testigos veraces de lo que se cree y de lo que se ama y vivirlo en fraternidad… intentando ser reflejo, no de nuestras opacidades, sino de la Palabra de Otro”. Esto nos habla de comprensión, capacidad de escucha y diálogo, búsqueda conjunta, sentido de equipo, capacidad de liderazgo…”ayudemos a generar lazos y vínculos con personas, ideas y lugares, porque se crece alimentando pertenencias”. OESTE: Con creatividad, audacia y siendo portadores de esperanza. Sabiéndonos peregrinos y sembradores. Desprendidos de nuestra persona y de nuestro éxito. No importa la cosecha, importa la siembra. Sin cansarnos de buscar y discernir lo más adecuado a la realidad social en la que vivimos, y a la niñez y juventud a la que servimos. Con actitudes de humanidad, mansedumbre, tolerancia, apertura y creatividad en nuestra mente y en nuestras metodologías, sin miedo, con capacidad de lucha y de sufrimiento. “Ser reflejo de la esperanza cristiana, de afrontar la realidad con verdadero espíritu pascual”. (pp. 8-10). Las cuatro coordenadas, inseparables entre sí, complementarias y necesarias, para ir marcando la ruta en nuestro quehacer cotidiano. Nos ayudarán a acompañar el crecimiento y la orientación de las personas que se nos han confiado. Eso es educar: acompañar la vida, con exigencia y pasión. (p. 11). MSc. Ana Cristina Hernández Quirós Asesora Pastoral Educativa CELAM, Setiembre, 2015