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Comunidad de Nuestra Señora de los Angeles NUESTRA EXPERIENCIAMONASTICA DE DIOS "Cuadernos Monásticos" 7(20): 67-77, enero-marzo 1972. Enfoque del tema S IN pretender expresar toda la experiencia monástica de Dios, ya que todos los encuentros con Dios quedan marcados por las mil determinaciones de los que la reciben, se puede reflexionar sencillamente sobre algunas de las vivencias de una comunidad monástica cisterciense. Se trata de una experiencia de Dios en un sentido amplio: un conocimiento del Dios Vivo (conocimiento experimenta!, saboreado: sabiduría). Es un conocimiento misterioso, exterior o interior, pero siempre para la persona que lo tiene, signo de la presencia activa del Ser trascendente, y medio privilegiado por lo cual se advierte, se percibe o se comprende su viviente realidad y obra. "La Vida se manifestó, nosotros la hemos visto y damos testimonio" como dice San Juan. No es nuestra. Creemos que toda gracia otorgada a uno redunda en bien común en el único cuerpo que es la Iglesia de Jesús. Reflexiones Se resumen aquí brevemente los distintos hilos y temas expresados por los hermanos en los diálogos comunitarios. Lo característico de nuestra experiencia monástica es un progreso, un desarrollo, un esclarecimiento de la fe que, iluminada por el Espíritu, descubre la presencia vital de Dios habitando en el monje, presente en la creación, en los acontecimientos, en los hombres y actuando en todos ellos. Experiencia de fondo, continua, casi ordinaria. Algo como en el caso del hijo mayor de la parábola: "Hijo, tú estás siempre conmigo, todo lo mío es tuyo". El hijo mayor no se dio cuenta de la presencia de su Padre; pero el monje, sí. Está seguro que su Padre vive en él. El monje-hijo salta NUESTRA EXPERIENCIA MONASTICA DE DIOS 249 de profunda alegría y paz en esta unión con su Padre. En ella, percibe que su acceso al mismo es por su hermano Cristo, en el E"píritu que clama "Abba", en comunión de vida con el Cuerpo Místico del Señor. El conocimiento de Dios también es conocimiento de uno mismo. Hace el monje más humilde, más verdadero y consciente de ser un pecador y necesitar un Salvador. Lo busca con todo su corazón y así es nuevamente hallado por El. La respuesta del monje se expresa en un deseo concreto de "no anteponer nada al amor de Cristo". La Palabra del Señor desarrolla en él la compunción de corazón, por la que es movido al ayuno, a las vigilias, a la pobreza como medios de purificación para llegar a ser menos indigno del amor de Cristo. También la compasión que lo hace servicial, paciente, alable y obediente a sus hermanos. Y la contemplación, a través de la liturgia, la Biblia y los misterios de la fe; fuentes en que puede saciar su hambre de Dios. La vida diaria se vuelve en continuo sacramento de encuentros con Dios: el culto divino, la "lecho", el trabajo, los encuentros espontáneos de oración y todo el medio ambiente, se vuelven, como "instrumentos" monásticos, respuestas de amor del monje a su Señor. Sin embargo, todo esto se mencionó muy poco en los relatos de los monjes ni tampoco los sacramentos, porque son cosas bien sentadas. Más bien interesa el efecto producido por Dios por la práctica de estos medios, que, por indispensables que sean, siempre siguen siendo medios. Acumulados y sumidos no son más que pasos finitos que nunca jamás alcanzarán al Infinito. Penetrado por el misterio de Dios, el monje sabe que entre Dios y su creatura existe un abismo franqueable sólo en Cristo Mediador. Se inclina en silenciosa y retirada adoración, esperando todo de su Señor, y esta espera diaria se convierte poco a poco en un profundo deseo, anhelo y ansia por la venida definitiva del Señor, cuando El será todo en todos. Entonces tendrá lugar la manifestación de los hijos de Dios y la liberación de esta Iglesia peregrina que, por el momento, está oculta con Cristo en Dios. En este peregrinar, María engendra misteriosa y silenciosamente la Palabra en la vida del monje y lo acompaña en su relación con el Padre, el Hijo y con el Espírit1!l, y lo hace crecer en la mansedumbre de corazón y en el anhelo para la plenitud del Reino de Dios. Todo esto es la experiencia constante, de fondo, progresiva, que paulatinamente deifica. Algunos conocen "encuentros epifánicos" o sea místicos, como anticipo de la manifestación final, en que Dios purifica, eleva, colma, plenifica y transforma lo más íntimo del ser. Tal experiencia no caracteriza la oración monástica como tal, sin embargo, intensifica y eleva a la superficie de la vida del monje la experiencia constante y progresiva de Dios. El ambiente monástico debe disponer a esas visitas místicas que corresponden en realidad, al desarrollo normal de la vida de la gracia bautismal. Conclusiones La sinceridad y la sobriedad de los testimonios indican la realidad de la experiencia: el Ser trascendente se hace activa presencia, revelán- 250 COMUNIDAD DE NUESTRA SEr\iORA DE LOS ANGELES dose personalmente a sus hijos, ajustándose a las disposiciones, necesidades y vocaciones personales. Sobre cada experiencia particular es necesario ejercer un discernimiento espiritual, pero el hecho de que una comunidad en conjunto afirme su convicción de tal suceso, describiendo las dificultades y los frutos, no es desdeñable. Otra conclusión es la doble dimensión de la experiencia: la dimensión de fondo, claro-obscura, estable pero dinámica, es la más típica. Favorecida por las condiciones especiales de la vida monástica, no es otra cosa que la vida de fe vivida sin añadiduras. Es la palabra de Jesús que purifica y recrea. La fe es la Persona misma de la Palabra de Dios revelándose al hombre y aceptada por éste en un abrazo obscuro pero absolutamente constante. Al lado de esa experiencia básica, hay otras que son como "acontecimientos"; encuentros más intensos y más sensibles, experiencias "epifánicas", en que la Trinidad, la Redención, María, el Cuerpo místico, son iluminados en el corazón y a veces redundan sobre los sentidos: la fe se hace sabrosa y evidente. Es como un florecimiento: el Espíritu renueva la faz de la tierra. En fin, hemos de concluir que Dios es dueño de sí mismo y de sus dO;10s. Se manifiesta dónde y cuándo quiere, en la miseria de su creaLIra, ya que lo propio de su Amor es abajarse. REVISTA BIBLICA FUNDADA EN 1939 POR MONS. DR. JUAN STRAUBINGER 4 NUMERaS AL AÑO SOBRE TEMAS BIBLlCOS DE MAYOR ACTUALIDAD TEOLOGICA Dirección: REVISTA BIBLlCA. COLEGIO ESPIRITU SANTO. AVELLANEDA 4455. BUENOS AIRES (Suc. 7). Suscripciones: ARGENTINA AMERICA LATINA NORTEAMERICA Y EUROPA VIA AEREA VIA AEREA (países limítrofes: Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile, Perú) $ 28,00 US$ US$ US$ 4,00 5,00 7,00 US$ 6,00