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El sistema inmune de los teleósteos (I): Células y órganos Ana Belén Fernández, Ignacio de Blas e Imanol Ruiz Laboratorio de Icitopatología Facultad de Veterinaria. Universidad de Zaragoza c/ Miguel Servet 177, 50013 Zaragoza (España) 1. Introducción El sistema inmune de los peces es en términos generales muy similar al de los vertebrados superiores, aunque presentan algunas diferencias importantes. Por ello, los conceptos y terminología específica tomados de la inmunología clásica, no siempre han sido aplicados correctamente. En los últimos años las investigaciones sobre la fisiología, filogenia y ontogenia del sistema inmune de los peces han aumentado considerablemente, sobre todo en las especies económicamente más rentables. No obstante, dista mucho de alcanzar el conocimiento adquirido sobre los mecanismos inmunológicos de los vertebrados superiores, por lo que en ciertos aspectos podemos decir que la información es escasa (Enane y cols., 1993). La respuesta inmune de todos los vertebrados, incluidos los peces, puede dividirse en dos tipos. El primero, la respuesta innata o inespecífica, consiste en una serie de mecanismos filogenéticamente muy antiguos que pueden eliminar los patógenos del organismo o bloquear su entrada de forma inespecífica. El segundo constituye la denominada respuesta inmune combinada o específica, que es inducible y requiere la presencia de una serie de células que reaccionan específicamente con el antígeno inductor y que son los linfocitos. La denominación de respuesta combinada se debe a que en ella intervienen dos elementos: la respuesta humoral, mediada por anticuerpos y la respuesta celular, mediada principalmente por linfocitos T (Bernstein y cols., 1998). A pesar de la diferenciación entre distintos tipos de respuesta inmune, debemos tener en cuenta que esta es una clasificación artificial y que siempre que un agente patógeno ataca al organismo, este se defiende mediante la interacción de la mayoría de los elementos que conforman su sistema inmunológico. Para tratar de realizar una revisión no demasiado extensa, y debido a las notables diferencias que se encuentran entre los distintos grupos y especies ícticas, nos centraremos en los teleósteos y dentro de ellos en los salmónidos, haciendo especial hincapié en los mecanismos inespecíficos de defensa, principal objeto de nuestro trabajo. 2. Células y complejos celulares inmunocompetentes Las células involucradas en el sistema inmune son los leucocitos o glóbulos blancos, que pueden encontrarse en sangre circulante o en tejidos, y en ocasiones pueden formar complejos como los centros melanomacrofágicos. Su clasificación, al igual que la de los leucocitos de todos los vertebrados, se ha realizado por criterios morfológicos según los cuales se distinguen varios tipos: linfocitos, granulocitos y monocitos o macrófagos (Ellis, 1977). La cantidad de leucocitos totales circulantes en sangre es muy variable dependiendo de las especies o de las condiciones fisiológicas. Por ejemplo, las cifras encontradas para trucha común se sitúan entre 2.000-63.000 leucocitos/mm3 según Blaxhall y Daisley (1973), mientras que en salmón coho, Harbell y cols. (1979) encontraron una media de 44.500 leucocitos/mm3. Figura 1: Frotis sanguíneo: (a) Eritrocito; (b) Trombocito; (c) Linfocito; (d) Monocito; (e) Célula lisada 2.1. Linfocitos Los linfocitos son células altamente diferenciadas con capacidad de respuesta frente a los estímulos inmunológicos (Ellis, 1977). Morfológicamente se han clasificado en varios grupos dependiendo del tamaño, pero esta clasificación es irrelevante, ya que al parecer, representan distintos estadíos funcionales y no diferentes poblaciones linfoides. En general, los linfocitos maduros, que son los mayoritarios, son células pequeñas, de borde irregular, cuyo interior está casi en su totalidad ocupado por un núcleo con la cromatina muy agrupada. El citoplasma se dispone como un fino anillo basófilo alrededor del núcleo y en el se encuentran mitocondrias, retículo endoplásmico liso y rugoso, ribosomas y aparato de Golgi, lo que demuestra que son células de alto potencial metabólico (Ellis, 1977; Campbell y Murru, 1990). Los linfocitos circulan por todo el cuerpo a través de la sangre y la linfa, y se congregan en los órganos linfoides (Roberts, 1989). También aparecen en otros tejidos del pez, como la epidermis (Peleteiro y Richards, 1985) y tejidos afectados por procesos inflamatorios (Hibiya, 1994). Los datos sobre la cantidad de linfocitos en sangre encontrados en la literatura son muy variables y dependen de muchos factores, como la especie, las condiciones de extracción de la sangre, condiciones fisiológicas del pez, o incluso de las variaciones individuales que habitualmente se presentan. En salmónidos, los linfocitos son los leucocitos mayoritarios en sangre, suponiendo el 70-90% de los mismos (Ellis, 1977; Hibiya, 1994). A nivel funcional, son los responsables de la respuesta inmune específica humoral y celular, que se traduce en la producción de anticuerpos, la capacidad citolítica, el proceso de memoria inmunológica y la liberación de factores reguladores de la función inmune, como las linfocinas (Campbell y Murru, 1990; Yoshinaga y cols., 1994). Subpoblaciones linfoides Durante mucho tiempo se ha especulado sobre la existencia de distintas poblaciones de linfocitos en los peces, debido en gran parte a que los intentos en la diferenciación por diversos métodos aplicados en mamíferos, como separación por gradientes de densidad (Blaxhall y Hood, 1985) o anticuerpos policlonales frente a inmunoglobulinas M (IgsM) (Zapata, 1985), no han dado resultados. Sin embargo, actualmente queda demostrada la presencia de células funcionalmente diferentes, que se asemejan a los linfocitos T y B (Bernstein y cols., 1998). La existencia de células equivalentes a linfocitos T y B en los peces se sugirió por diversos estudios, en los que se diferenciaban dos tipos de linfocitos distintos, y que se basaban en la respuesta a mitógenos típicos de los linfocitos T o B, estudios de efecto carrier-hapteno, separación mediante fibra de nylon (método utilizado con linfocitos de ratón) o estudios de formación de rosetas con eritrocitos heterólogos (DeLuca y cols., 1983; Graham y Secombes, 1990). No obstante, fue la utilización de anticuerpos monoclonales anti IgM lo que evidenció dos subpoblaciones, que pueden denominarse linfocitos T y B, aunque la clasificación puede no ser totalmente análoga a la de mamíferos o aves (DeLuca y cols., 1983; Secombes y cols., 1983). Los linfocitos T, denominados también linfocitos Ig-, por la falta de IgM en su superficie, se localizan principalmente en el timo y responden a los mitógenos Concavalina A y fitohemoaglutininas, aunque pueden responder débilmente a los mitógenos lipopolisacáridos típicos de células B (DeLuca y cols., 1983; Zapata, 1985). Según Blaxhall y Hood (1985) estas células suponen aproximadamente el 70% de los linfocitos circulantes, y las tinciones citoquímicas de fosfatasa y esterasa ácida permiten diferenciarlos de las células B. Participan activamente en la respuesta inmune humoral, principalmente frente a antígenos Tdependientes (Miller y cols., 1987; Vallejo y cols., 1992), y son los responsables de la respuesta celular, como la actividad citolítica o la actividad agresora natural (NK) (Yoshinaga y cols., 1994). Por otra parte, son los productores de factores como el MAF (factor activador de los macrófagos) (Graham y Secombes, 1990). Estas funciones se corresponden con las ejercidas por distintos tipos de linfocitos T de mamíferos (cooperadores (Th) o citotóxicos (Tc)), pero en peces todavía no se ha determinado si existen varios tipos, o son el mismo tipo de linfocito T que actúa de una u otra forma dependiendo del estímulo antigénico (Hardie y cols., 1996). En cuanto a los linfocitos B, muestran IgsM superficialmente en su membrana plasmática, por lo que también se conocen como linfocitos Ig+. Responden al mitógeno LPS y suponen aproximadamente un 30% de los linfocitos circulantes (DeLuca y cols., 1983; Blaxhall y Hood, 1985). Se localizan mayoritariamente en el bazo, y después en el riñón anterior y el timo (DeLuca y cols., 1983). Son los responsables directos de la producción de anticuerpos, frente a antígenos T-dependientes y T-independientes (Miller y cols., 1987). 2.2. Granulocitos La clasificación y nomenclatura de estas células, caracterizadas por la presencia de gránulos en su citoplasma, ha sido muy controvertida por la gran variación existente entre las distintas especies piscícolas y por los continuos intentos de asemejarlos a los granulocitos de mamíferos, que se dividen en neutrófilos, eosinófilos (acidófilos) y basófilos, según sus propiedades tintoriales con tinción de Romanovsky (Campbell y Murru, 1990; Hine, 1992). En peces teleósteos, se han descrito los tres tipos celulares por su morfología, pero no siempre están presentes todos ellos en la misma especie ni son comparables funcionalmente con sus análogos de mamíferos (Hine, 1992). 2.2.1. Neutrófilos Estas células, denominadas también heterófilos, polimorfonucleares (PMNs) o simplemente granulocitos, se caracterizan morfológicamente por un núcleo excéntrico multilobulado (dos o tres lóbulos), con la cromatina densa y agrupada que se tiñe púrpura oscuro con tinción de Giemsa o Wright, y por la presencia de un gran citoplasma pálido en el que se distinguen gránulos que varían desde el gris, al rosa pálido (Campbell, 1988; Campbell y Murru, 1990). Los gránulos son de forma redonda u ovalada, variables de tamaño y electrónicamente densos (Slierendrecht y cols., 1995). Su tamaño es mayor que el de los linfocitos y el de los eritrocitos (Blaxhall y Daisley, 1973). Aunque el grado de polimorfismo nuclear es variable, se asemejan a los neutrófilos de mamíferos por su morfología y por sus características histoquímicas, presentando tinción positiva por reacción al ácido periódico de Schiff (PAS) y sudán negro B, así como reacción positiva a las pruebas de benzidina-peroxidasa, fosfatasa ácida y fosfatasa alcalina (Roberts, 1989; Hine, 1992). Recientemente se han encontrado anticuerpos monoclonales específicos para este tipo celular, que permiten identificarlos y realizar estudios con las distintas poblaciones leucocitarias (Pettersen y cols., 1995; Slierendrecht y cols., 1995). La granulopoyesis se produce principalmente en el tejido hematopoyético renal y de forma secundaria en el bazo (Ellis, 1977), y los neutrófilos se localizan en sangre circulante, y tejidos inflamados (Campbell, 1988; Hine, 1992). Mediante su identificación morfológica se ha estimado que suponen una media de 6-8% de los leucocitos totales de los salmónidos, aunque existen variaciones entre el 0 y el 25% en condiciones normales (Blaxhall y Daisley, 1973; Roberts, 1989), lo que se ha confirmado mediante anticuerpos monoclonales, técnica con la cual Pettersen y cols. (1995) identificaron al 6% de los leucocitos sanguíneos de salmón Atlántico como PMNs. Entre las principales funciones de los neutrófilos se encuentran la fagocitosis (O´Neill, 1985; Thuvander y cols., 1987; Hine, 1992), y la actividad microbicida mediada por el proceso denominado explosión respiratoria, que consiste en la capacidad de convertir el oxígeno molecular en una serie de compuestos o metabolitos de oxígeno (ROS), entre ellos el anión superóxido (O2-) y el peróxido de hidrógeno (H2O2), potentes microbicidas capaces de dañar moléculas orgánicas (Plyzycz y cols., 1989). Aunque la capacidad fagocítica de estas células ha sido cuestionada en el pasado (Griffin, 1983), O´Neill (1985), refiriéndose a PMNs de trucha común, los consideró como auténticos fagocitos profesionales, capaces de responder a los mecanismos de reconocimiento y opsonización, aunque se ha observado la variación entre especies e incluso entre individuos (Moritomo y cols., 1988; Hine, 1992). Los estudios sobre el efecto del complemento y la opsonización sobre la estimulación de la fagocitosis, y producción de anión superóxido en el fenómeno de explosión respiratoria, sugieren que tienen un poder fagocítico, así como un poder bactericida extracelular, similar al de los neutrófilos de mamíferos (O´Neill, 1985; Hine, 1992). Otra de sus funciones estriba en la mediación de la respuesta inflamatoria aguda. A partir del pronefros, los neutrófilos pasan al torrente circulatorio y migran a los lugares de inflamación, en respuesta a estímulos quimiocinéticos, aunque este fenómeno se produce de forma más lenta que en mamíferos. Esto provoca una depleción en los neutrófilos del pronefros (Campbell y Murru, 1990; Bly y cols., 1990; Hine, 1992). 2.2.2. Eosinófilos Se han descrito como células redondas que presentan un núcleo a menudo bilobulado y excéntrico, y un citoplasma azul pálido con gránulos de forma alargada o esférica, que se tiñen con colorantes ácidos en medio alcalino (Roberts, 1989; Campbell y Murru, 1990). Se han denominado a todos los eosinófilos de teleósteos como HGEs (eosinófilos granulares homogéneos, del inglés Homogeneous Granule Eosinophils). Esta morfología coincide con la de los eosinófilos de mamíferos, pero sin embargo, no ha podido demostrarse una analogía similar respecto a sus funciones (Hine, 1992). Aunque no existen dudas de su presencia en sangre de ciprínidos y peces cartilaginosos, en los que se encuentran distintos tipos (Campbell y Murru, 1990; Hine, 1992), en salmónidos se han descrito como células de rara aparición o ausentes en sangre (Ellis, 1977; Thuvander y cols., 1987). Sin embargo, se encuentran células eosinófilas distribuidas en el tejido conectivo, especialmente en tracto gastrointestinal y branquias, y también en piel y corazón, que contienen grandes gránulos, y que se han denominado EGCs (células granulares eosinofílicas, del inglés Eosinophilic Granule Cells) (Ezeasor y Stokoe, 1980). Su función no está clara, pero intervienen en los procesos de inflamación y defensa celular mediante degranulación, por lo que se han comparado con los mastocitos o células cebadas de mamíferos, ya que además se distribuyen análogamente (Powell y cols., 1991). A pesar de ello, no existen claras evidencias de que sean similares, ni se tiñen metacromáticamente como los mastocitos, aunque si se ha detectado la presencia de lisozima en su interior (Sveinbjørnsson y cols., 1996). Algunos investigadores las han relacionado con procesos de inflamación en trucha arco iris causados por los ECPs de bacterias patógenas como Aeromona salmonicida y Vibrio anguillarum. En estos casos, se ha asociado la degranulación de las células EGCs con la presencia de histamina en sangre, y se han encontrado células de este tipo presentes en bazo y pronefros (Lamas y cols., 1994). 2.2.3. Basófilos Se describen como células con citoplasma ligeramente basófilo y grandes gránulos redondeados que a menudo ocultan el núcleo y que recuerdan a los basófilos y mastocitos de mamíferos. Sin embargo, se conoce muy poco de ellos y según estudios ultraestructurales y citoquímicos se pueden confundir con eosinófilos y no se pueden hacer analogías con las células de mamíferos. Se les considera ausentes en la circulación de la mayoría de especies salmónidas (Ellis, 1977; Campbell y Murru, 1990; Hine, 1992). 2.3. Monocitos/Macrófagos Existe cierta confusión en cuanto a la denominación de estos leucocitos en los peces. Mientras que en mamíferos se habla de los monocitos como células parcialmente diferenciadas presentes en sangre, precursores de los macrófagos de los tejidos, en peces esta distinción no está tan clara. En sangre, la morfología de estas células recuerda a los monocitos de los mamíferos (Ellis, 1977; Enane y cols., 1993), pero la identificación de estas células por parte de los investigadores como monocitos, macrófagos o células transicionales en sangre, ha hecho que se utilice indistintamente el término monocito o macrófago, mientras que siempre se habla de macrófagos cuando se localizan en tejidos (Campbell, 1988). Los monocitos/macrófagos son grandes leucocitos con citoplasma azulgris o azul brillante con tinción Giemsa, y ocasionalmente vacuolado, en el que puede observarse pseudopodia. El núcleo ocupa entre un medio y un tercio del volumen celular y su forma es variable, redonda u ovalada, a menudo con una ligera invaginación, o con forma de riñón. En él, la cromatina aparece dispersa (Campbell, 1988). Ultraestructuralmente, el citoplasma es denso, con formaciones membranosas, gran número de cuerpos heterogéneos (fagosomas), y en ocasiones presenta gránulos de melanina (Peleteiro y Richards, 1990). Se tiñen positivamente por reacción al PAS y presentan actividad esterasa inespecífica y fosfatasa ácida concentrada en los gránulos (MacArthur y Fletcher, 1985). Su presencia en sangre circulante de salmónidos es muy escasa, aunque aumenta tras la inoculación de material particulado o tras una infección, situaciones en las que se pueden encontrar macrófagos con material fagocitado en sangre (Weinreb, 1958; Ziegenfuss y Wolke, 1991). Se distribuyen por todos los tejidos y cavidades corporales, pero principalmente se localizan en riñón y bazo, donde concentran el material fagocitado y pasan a formar parte de los centros melanomacrofágicos, en los que acumulan también una cantidad variable de pigmentos (MacArthur y Fletcher, 1985; Agius, 1985; Herráez y Zapata, 1986). Así mismo, su presencia es abundante en tejidos inflamados (Campbell y Murru, 1990). Los macrófagos constituyen la principal célula fagocítica en los peces, por su capacidad de ingerir y digerir material extraño, inerte o antigénico, así como restos celulares resultantes de la respuesta inflamatoria u otros procesos degenerativos (MacArthur y Fletcher, 1985; Agius, 1985; Ziegenfuss y Wolke, 1991; Blazer, 1991; Enane y cols., 1993). Al igual que los neutrófilos, también tienen gran capacidad microbicida intra y extracelular, gracias a la liberación de ROS durante el proceso de explosión respiratoria (Secombes y cols., 1988; Plyzycz y cols., 1989). Por otra parte, estas células participan en la respuesta específica como importantes células accesorias en la iniciación y en la regulación de la inmunidad. Reconocen y procesan el antígeno y secretan factores solubles que regulan la actividad linfocitaria (Smith y Braun-Nesje, 1982; Clem y cols., 1985; Blazer, 1991). Los antígenos fagocitados, así como el material inerte, es transportado a los centros melanomacrofágicos, donde se producen las interacciones con las células responsables de la respuesta específica (Lamers y Parmentier, 1985; Press y cols., 1995). Figura 2: Origen de las células que intervienen en la respuesta inmune 2.4. Centros melanomacrofágicos (CMMs) Son agregados celulares cuya denominación como centros melanomacrofágicos (CMMs) fue propuesta por Roberts en 1975 por la semejanza ultraestructural de sus células con macrófagos, su alto contenido en melanina y su tendencia a agregarse (Agius, 1985). Aparecen en órganos linfoides de todos los teleósteos. En salmónidos se localizan principalmente en bazo y riñón, y más escasamente en las áreas periportales del hígado, y a diferencia de otras especies, no están cubiertos por una cápsula externa (Zapata, 1985). Se distribuyen homogéneamente por todo el tejido esplénico y renal, por lo que algunos autores sugieren que están estrechamente relacionados con el sistema vascular y que la entrada de los productos que acumulan se produce vía sanguínea (Herráez y Zapata, 1986; Ziegenfuss y Wolke, 1991). Se forman principalmente por acumulación de células fagocíticas que contienen material foráneo y grandes cantidades de productos de desecho celular, y células linfoides Ig+, además de otros linfocitos Ig- y células reticulares (Agius, 1985; Lamers y Parmentier, 1985; Tatner y Finlay, 1991; Press y cols., 1994). Estas células, principalmente los macrófagos, migran desde los elipsoides esplénicos del bazo o sinusoides del riñón donde realizan la fagocitosis hasta alcanzar los CMMs o formar unos nuevos simultáneamente. Aunque en muy baja proporción, también se ha descrito el paso de macrófagos circulantes con material fagocitado a través de esos canales vasculares hasta la pulpa del órgano (Lamers y Parmentier, 1985; Herráez y Zapata, 1986; Ziegenfuss y Wolke, 1991). Entre sus funciones se encuentra la de procesar y acumular los productos de desecho celular provenientes principalmente de la destrucción de eritrocitos y del metabolismo del hierro, así como de tejidos dañados en procesos patológicos. Como consecuencia de ello, se acumulan una serie de pigmentos, como la melanina, lipofucsina y hemosiderina (Agius, 1985; Lamers y Parmentier, 1985; Herráez y Zapata, 1986; Blazer y cols., 1987). La melanina aparece dentro de gránulos y la función que se le asigna viene dada por su capacidad de absorción de radicales libres y cationes, producidos durante los procesos de oxidación-reducción, y que son perjudiciales para las células, así como por cierta capacidad bactericida en asociación con la peroxidasa. La lipofucsina es un pigmento de degeneración producido por la oxidación de ácidos grasos insaturados o lipoproteínas, y la hemosiderina deriva de la metabolización de la hemoglobina, y en ella se almacena el exceso de ion hierro (Agius, 1985). Debido a esta implicación en los procesos de degeneración celular, se produce un aumento en número y tamaño de CMMs con la edad, en ayunos prolongados, deficiencias vitamínicas, anemias y procesos patológicos (Agius, 1985; Herráez y Zapata, 1986). Por otra parte, los CMMs se han comparado con los centros germinales de mamíferos por su capacidad de almacenar el material antigénico (en forma de complejo antígeno-anticuerpo o libre) o no antigénico, fagocitado por los macrófagos, durante mucho tiempo y por su importancia en los procesos de captación y procesamiento del antígeno (Herráez y Zapata, 1986; Press y cols., 1994). Las acumulaciones junto con los macrófagos de células Ig+, y células Ig- que migran a través de estos acúmulos, las interacciones entre estas poblaciones y la generación de citoquinas, pueden influenciar la respuesta inmune específica en los peces de la misma forma que ocurre en los centros germinales de mamíferos (Graham y Secombes, 1990; Tatner y Findlay, 1991; Press y cols., 1994; Press y cols., 1995). El aumento en número y tamaño de CMMs se ha descrito en el curso de varias infecciones o inmunizaciones, por bacterias como Aeromonas hydrophila o Vibrio anguillarum. Las hipótesis que tratan de explicar esto son varias. En primer lugar, en el curso de la infección se produce un aumento de desechos celulares lo que conlleva la peroxidación de lípidos y renovación de eritrocitos, aunque esto no serviría en el caso de inmunizaciones. Por otra parte, los pigmentos (melanina) pueden tener una acción bactericida directa, y finalmente, su aumento se debería a su implicación en el desencadenamiento de la respuesta inmune (Agius, 1985; Lamers y Parmentier, 1985; Herráez y Zapata, 1986; Lamas y cols., 1994). Por otra parte, se ha demostrado que algunos factores externos también inducen la formación de CMMs, independientemente de la edad, como la presencia de contaminantes, estación del año (siendo más abundantes en verano) y factores causantes de estrés, lo que junto a los cambios observados en procesos patológicos, ha llevado a algunos autores a sugerir que los CMMs podrían utilizarse como indicadores de salud en el pez (Blazer y cols., 1987). 2.5. Sistema reticuloendotelial (SRE) Es un sistema de células con alta actividad fagocítica y capacidad de concentrar y segregar el material fagocitado, ampliamente distribuidas por todo el organismo, cuya función es retirar de la circulación células envejecidas y materia particulada. En los peces teleósteos, las células que se consideran componentes del SRE generalmente son monocitos/macrófagos y se localizan en los sinusoides y capilares peritubulares del riñón, en los elipsoides esplénicos, en la cavidad peritoneal, donde se localizan como células libres, en el revestimiento auricular cardiaco, y en la sangre y la linfa, donde se encuentran como monocitos/macrófagos circulantes. Las células gigantes y células epitelioides que se observan en las lesiones inflamatorias crónicas también se consideran parte del SRE (Roberts, 1989). Las principales diferencias con el SRE de mamíferos son la alta significación de la aurícula en el caso de los peces y la no presencia de células de Kupffer en el hígado, que suponen una gran parte del tejido fagocítico de mamíferos (Ferguson, 1989). 3. Principales órganos linfoides La carencia de médula ósea y ganglios linfáticos en los peces teleósteos es una de las principales diferencias con los mamíferos, lo que hace que no se pueda diferenciar claramente entre órganos hematopoyéticos y órganos linfoides primarios y secundarios. Aunque algunos autores optan por denominar a los órganos que ejercen estas funciones en los peces como órganos linfo-hemopoyéticos (Zapata, 1985), en esta revisión los trataremos como órganos linfoides. Figura 3: Localización de los principales órganos linfoides 3.1. Timo Es un órgano par, homogéneo, representado por unas delgadas láminas ovales de tejido linfoide, dispuesto subcutáneamente en la comisura dorsal del opérculo, revestido por tejido mucoso del epitelio faríngeo (Ellis, 1988). No existe una división clara entre región medular y cortical, y la cápsula epitelial ejerce un importante papel en la relación del órgano con el medio externo, aunque dependiendo de la edad. En alevines muy jóvenes, esta cápsula se compone únicamente de una capa de células que aísla a los timocitos del agua, sin embargo, en ella aparecen fenestraciones o poros que sugieren que puede haber contacto directo entre el antígeno externo y el órgano, y que están presentes hasta que el animal es adulto. Cuando alcanzan la madurez, las perforaciones desaparecen y se observa un mayor número de células mucosas (Chilmonczyk, 1985; Bernstein y cols., 1998). A nivel estructural, se compone mayoritariamente de células linfoides, principalmente timocitos, en distintos estadíos de maduración, dispuestos en una red formada por células epitelio-reticulares. También pueden encontrarse células mioides, células del tipo de los macrófagos y células granulares eosinofílicas. En ocasiones pueden aparecer nidos focales epiteliales, conocidos como corpúsculos de Hassal (Zapata, 1985; Ferguson, 1989). La histogénesis del timo comienza varios días antes de la eclosión en la trucha arco iris, pero hasta los 14 días post-eclosión no se observan células linfoides diferenciadas, por lo que hasta esa edad no es competente en sus funciones (Zapata, 1985). El fenómeno de involución tímica, como consecuencia de la degradación de células linfoides y acumulación de tejido conectivo se da de igual forma que en mamíferos en torno a la madurez sexual, aunque existen diferencias entre especies (Ferguson, 1989). La alta capacidad mitótica de los timocitos, la migración de linfocitos a otros órganos linfoides, principalmente el bazo, y el tamaño relativamente grande que alcanza este órgano en juveniles de tres o cuatro meses de edad, ha hecho pensar que el timo era el principal órgano linfopoyético (Tatner y Manning, 1983; Tatner, 1985). Mediante la timectomización de truchas de diversas edades, se demostró la implicación del timo en la respuesta celular y humoral frente a antígenos T-dependientes o T-independientes a lo largo de la vida de los peces hasta que son adultos (Zapata, 1985). Recientemente se ha encontrado un alto nivel de expresión de genes RAG (genes activadores de la recombinasa), esenciales para la formación de receptores funcionales específicos de los linfocitos, lo que demuestra finalmente que el timo constituye en estos peces uno de los principales lugares de diferenciación de estos tipos celulares. Puesto que los linfocitos Ig+ o linfocitos B aparecen en el timo más tarde de lo que lo hacen en riñón y bazo, se cree que no es el timo el principal órgano de diferenciación de células B, pero si de desarrollo y educación de linfocitos T (Razquin y cols., 1990; Bernstein y cols., 1998). 3.2. Riñón anterior El riñón aparece como una hoja de tejido en posición dorsal, unida a las paredes de la cavidad general del cuerpo del pez mediante el mesotelio y parte de tejido conectivo. Macroscópicamente es un órgano homogéneo, pero puede diferenciarse un segmento anterior o riñón craneal, derivado del pronefros y constituido fundamentalmente por tejido linfo-hematopoyético, y un segmento medio y/o posterior o riñón troncal derivado del mesonefros, en el que el tejido hematopoyético forma una matriz entre las nefronas y estructuras del sistema excretor (Ferguson, 1989). Estructuralmente, el riñón anterior se compone de una red de fibras reticulares que proporcionan soporte para el tejido linfo-hematopoyético, que se encuentra disperso entre un sistema de sinusoides revestido por células reticuloepiteliales (Ellis, 1980; Press y cols., 1994). Aparecen como células principales un gran número de macrófagos, CMMs, y células linfoides en todos sus estadíos evolutivos, mayoritariamente células Ig+ (linfocitos B) (Agius y Agbede, 1984; Kaattari e Irwin, 1985; Press y cols., 1994). Las células reticulares juegan un papel importante proporcionando las interacciones necesarias para el funcionamiento de las células linfoides (Press y cols., 1994) y las células endoteliales de los sinusoides suponen el principal sistema de filtrado de la sangre gracias a su capacidad de endocitosis (Danneving y cols., 1994). En el desarrollo del pez, el riñón anterior es el primer órgano en el que aparecen células Ig+, por lo que se le considera un órgano primario en la diferenciación de células B (Irwin y Kaattari, 1986), siendo el otro gran órgano que expresa los genes RAG (Bernstein y cols., 1998). Para la diferenciación celular es necesaria la cooperación de células del estroma, que en el caso del riñón son células reticulares y macrófagos. Por esta característica, por su capacidad hematopoyética y de producción de células sanguíneas, y por sus características ultraestructurales e histoenzimáticas, es considerado como un órgano análogo a la médula ósea de los mamíferos, en el que se produce la eritropoyesis, granulopoyesis y linfopoyesis (Razquin y cols., 1990). Probablemente, son los CMMs, localizados también en el bazo, los que proporcionan un ambiente apropiado en el que se lleva a cabo la cooperación celular necesaria para la producción de anticuerpos (Lamers y Parmentier, 1985; Press y cols., 1995). 3.3. Bazo Es un órgano abdominal, que suele ser único, aunque en ocasiones pueden encontrarse dos o más bazos menores. Está bien definido por una cápsula fibrosa, pero no presenta ni trabéculas ni una clara diferenciación entre pulpa blanca y pulpa roja, característico del bazo de los mamíferos. Está compuesto por un sistema de elipsoides esplénicos, CMMs y tejido linfoide que en la mayoría de las especies aparece organizado formando acúmulos alrededor de los otros dos componentes (Ferguson, 1989). Los elipsoides son capilares de paredes gruesas que se abren en la pulpa y que resultan de la división de las arteriolas esplénicas. En sus paredes aparecen macrófagos que participan activamente en la fagocitosis de antígenos, generalmente bajo la forma de complejos antígeno-anticuerpo o de productos metabólicos, material que puede ser retenido largos periodos de tiempo y jugar un papel importante en el fenómeno de memoria inmune. Después de esta captación inicial, el material es transferido a los CMMs dentro de los macrófagos (Ferguson, 1989; Espenes y cols., 1995; Press y cols., 1995). Estos compartimentos son los principales filtradores del sistema vascular capaces de eliminar antígenos circulantes y células sanguíneas debilitadas (Espenes y cols., 1995; Falk y cols., 1995). La determinación de cual es la función inmune del tejido linfoide esplénico ha sido motivo de controversia, principalmente por las diferencias encontradas entre las distintas especies. A este respecto, estudios ontogénicos en salmón Atlántico, carpa y trucha arco iris, sugirieron que el bazo no es esencial en la maduración inmunológica ya que linfocitos del timo y del riñón anterior eran partícipes de numerosas funciones inmunes cuando el bazo era todavía rudimentario (Razquin y cols., 1990). Sin embargo, bajo estimulación antigénica aparecen células productoras de anticuerpos, cuya cinética es muy parecida a la observada en el riñón anterior (Kaattari e Irwin, 1985; Razquin y cols., 1990), probablemente debido a la función de los CMMs. 3.4. Tejido linfoide asociado a mucosas o intestino (MALT o GALT) El MALT o GALT no es un órgano linfoide como tal, pero se considera tejido linfoide con importantes funciones defensivas. Al igual que en el mucus de piel y branquias, en el mucus intestinal se ha demostrado la presencia de leucocitos, capaces además de secretar anticuerpos bajo inmunización (Georgopoulou y Vernier, 1986). En un estudio realizado por Davidson y cols. (1991) se demuestran las distintas funciones de los leucocitos aislados a partir de este tejido en trucha arco iris. Son capaces de producir MAF, función asignada a los linfocitos T (Graham y Secombes, 1990), tipo celular dominante en este tejido, y liberan sustancias quimioatrayentes para la migración de los leucocitos de riñón. Aunque no se sabe que tipo celular es el productor de estas sustancias, se sospecha de las EGCs y enterocitos secretores, puesto que son capaces de degranularse. Por otra parte, existen fagocitos con capacidad de fagocitosis y de liberación de radicales libres de oxígeno. Bibliografía Agius, C. (1985) The melano-macrophage centres of fish: A review. En: Fish Immunology. M.J. Manning y M.F. Tatner. Academic Press. Londres. pp: 85-106. Agius, C. y Agbede, S.A. (1984) An electron microscopical study on the genesis of lipofucsin, melanin and haemosiderin in the haemopoietic tissues of fish. J. Fish Biol., 24: 471-488. 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