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CARGOS CONTRA LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA La pregunta que cabe hacerse hoy en día con respecto a la filosofía no es el papel que ha cumplido en la historia de eso que llamamos cultura o civilización humana ( cuya relevancia nadie parece poner en duda) sino dilucidar si puede seguir teniendo una función, si puede encontrar un sitio ante el panorama de disciplinas absolutamente sistematizadas y especializadas que: - deben su origen a la filosofía - cubren las, digámoslo así, tres esferas sobre las que ha girado la reflexión filosófica occidental desde hace 2500 años: la natural o cosmológica, el ámbito antropológico y la esfera social ( ética y política). Hoy en día son numerosas las voces que anuncian el final de la filosofía. Desde el Círculo de Viena se ha dicho que la filosofía tiene los días contados, que habla sin sentido. Posturas menos radicales afirman que la filosofía ya ha cumplido su destino histórico al dar lugar al conocimiento científico. Se dice, y no sin razón, que nuestra cultura, nuestra civilización acelerada y tecnologizada exige resultados prácticos. Sin entrar ahora a profundizar el significado de lo práctico, debemos admitir que la filosofía es incapaz de elaborar verdades incontestables aunque quizá una actitud crítica y reflexiva que nos ayude a ensanchar horizontes y a comprender las bellezas y las miserias de ese instrumento con el cual juzgamos y acaso sintamos no sería, a mi parecer, un logro pequeño. Desfasada, poco práctica, inoperante. A pesar de esto, más que el desprecio, con ser malo y como dice el tango, es peor el olvido. Pero la filosofía no sólo se “enfrenta” a problemas y criticas externas. La filosofía actual, afectada también por el ritmo vertiginoso y fragmentario en el que nos vemos inmersos, presenta en su seno los mismos problemas de especialización e incomprensión mutua que recibe del exterior. Se ha olvidado, desde dentro, que la filosofía ha intentado ser siempre una actividad ( quizá sería más adecuado hablar de una actitud) crítica y reflexiva que busca respuestas a las preguntas eternas del hombre que Kant había resumido de forma genial en éstas: ¿qué puedo saber? ¿qué debo hacer? ¿qué me cabe esperar? ¿qué es el hombre?, para caer en un academicismo y retoricismo, en una filosofía de salón o en una filosofía de rutina y oficina Acaso la filosofía se encuentre hoy desorientada – acaso sea esto una constante en la naturaleza humana, siempre desbordada por las fuerzas de la naturaleza primero, por las fuerzas destructoras que la propia tecnología ha generado después- pero, podríamos preguntarnos: ¿ hemos sido capaces de responder satisfactoria y definitivamente a esas preguntas que nuestra propia naturaleza nos impone una y otra vez , tarde o temprano?. Decía Platón: “Para el hombre, una existencia sin examen es algo que no vale la pena vivirse”. La filosofía puede desaparecer como disciplina. Pero la desaparición del filosofar no nos convertiría en bestias, como dice Pomponazzi, sino en mamíferos tecnológicos. El estudio de la filosofía nos hace mejores. La búsqueda de la verdad es búsqueda de la libertad ( o por lo menos abre horizontes; despliega el espíritu, que diría Hegel), aunque también es cierto que el saber obliga.