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r 1 ¡ 1 Manipulación genética y evolución A. Pardo Opto. de Bioética. Facultad de Medicina. Universidad de Navarra Los avances en e l conocimiento de la genética han co men7.ado a tener aplicaciones prácticas desde hace ya algunos a ri os. La mayor parte de ellas no se refieren al hombre ni al tratamiento de enfermedades hereditarias. Existen actualmente numerosos animales, p lantas y bacterias modificados genéticamente prestándonos sus servic ios: ovejas que segregan factores de coagulación humanos en la leche, vacas con hormona de crecimiento insertada para aumento ele producción láctea, cerdos modificados gené ticamente para se1vir de donantes de órganos para trasplante sin rechazo; plantas de cultivo resistentes al frío, la escasez de agua, o las plagas (insectos, hongos, bacterias o virus) que las atacan normalmente, o de ta lla in usual, gracias a la inserción de algunos genes seleccionados; bacterias que producen con facilidad, en tanques de cultivo, hormonas como la insulina, o s ustancias como el interferón , la interleukina, y otras muchas proteínas de extraord ina ria ulilidad e n Medicina, para el tratamiento de cie rtas infecciones o de ciertos tipos de cáncer. Antes de ser aceptadas, estas intervenciones genéticas sobre seres vivos han te nido dificultades, e n cuya discusión no e ntraremos ahora. Lo que ha levantado más polémica es la aplicación al hombre de estas tecnologías que, en su caso, permiten diagnosticar la presencia de genes anormales que causan o transmiten enfermedades hereditarias (incluso aunque el penador no las padezca) y, en cieJtos casos concretos, insertar genes seleccionados para corregir la e nfermedad que el trastorno gené tico produce. La tecnología genética que repare adecuadame nte los trastornos genéticos humanos, sustituyendo en las células del orga nismo un gen enfermo por su equivalente en estado correcto, es todavía cuestión del futuro. Sin embargo, ya están dados los eleme ntos básicos para la discusión de la ma nipulación genética humana. De ntro del capítulo de la manipulación genética humana se han barajado numerosos argumentos, tanto a favor como en contra de su práctica. Así, se ha dicho que no estamos e n condiciones de saber las consecuencias a largo plazo de estas inte rvenciones y que, por tanto, no se deben emprender. Que la alteración 4 REVISTA DE MEDICINA DE lA UNIVERSIDAD DE NAVARRA ABRil.JUNIO del patrimonio genetJco con procedimientos técnicos todavía poco refinados puede provocar más problemas de los que se intentan solucionar. Que la ma nipulación genética no de be afectar a las células germina les para evitar daños imprevisibles a las futuras generaciones. Que son procedi mientos todavía muy lesivos cuando se e mplean sobre embriones. Y otros argumentos más que no va mos a deta llar aquí. El objeto de este artículo es comentar con cierto detalle uno de los argumentos que se están barajando actua lmente. Su formulación viene a ser la siguiente: la variación espontá nea de numerosos genes humanos es el punto de partida del proceso de evolución biológica, que tiene luga r mediante la selección de las mutaciones que ofrecen más venrajas para la supervivencia. Cuando la manipulación genética esté técnicamente más madura, y se puedan llevar a cabo de modo efectivo alteraciones del patrimonio genético humano, terminaremos unificando los genes humanos al eliminar la va riabilidad de l gen que rep aremos. Por tanto, la uniformidad provocada por la ma nipulación genética tendrá como consecuencia la parálisis del proceso selectivo, con lo que la especie humana dejará de progresar evolutivamente. No sabemos exactamente qué consecuencias podría traer esto para la especie hu mana, pero supondrá indudablemente un empobrecimiento y una pérdida irreparable. Por esta razón, no deberían emprenderse sustituciones sistemáticas de genes pues la tecnología genética aplicada al hombre traerá pérdidas genéticas irreparables. Una formulación menos radical de 1~ misma idea sería afirmar que los trata mientos que se lleven a cabo sobre las células somaticas sin modificación ele las células germinales llevarán a la s uperv ivencia de los enJermos y a la transmisión ele los genes alterados, im pidiendo así los proced imie ntos de selección natura1 1. Este argumento es ele importancia casi inmediata en la ma nipulación genética de especies vegetales empleadas en agricultura. La generalización del cultivo de una sola variedad gené ticamente modificada, de características muy determinadas, hace que esa especie carezca de recursos ante la aparición de una plaga que, 74 f 1 si fuera eficaz destruyendo su huésped , podría terminar con la especie. De hecho, se están hacie ndo viveros con las variedades autóctonas ele muchos tipos ele cultivos para evitar este problema. Y, en este mismo sentido, la protección ele a mbie ntes naturales, especialmente los tropicales, garantiza una fuente de recursos genéticos e norme. Pero este argumento, aplicado al hombre, es más que discutible. Dada la baja frecuencia de las enfermedades de origen hereditario, un tratamiento de los enfermos que permita su supervivencia y reproducción, y la transmisión de la enfermedad, tardaría cienLos ele a11os en producir un aumento apreciable de la frecuencia de su aparición, como se puede deducir con un sencillo cálculo. La teórica influencia sobre e l proceso evolutivo sería n1.ínima . Y, para cuando esa alte rac ión genética comenzara a ser un proble ma más frecuente, la tecnología estaría probablemente en condiciones de solventarla , también de ca ra a la descendencia: el hombre, por medio de su actividad técnica, deja de estar sujeto a los dictados ele la selección ambie ntal. La cuestión se presenta algo distinta si se plantea como objeción a la interve nción genética sobre e l hombre como intervención mejorativa y uniformante de sus características somáticas, cuestión, por ahora , de ciencia ficción . En este caso, efectivamente, empobrecería mos el patrimonio genético de la humanidad. Pero el problema de la manipulación mejorativa no estriba en ese e mpobrecimiento. Estri ba e n que condicionaríamos el modo de vivir de las generaciones futuras simpleme nte a una decisión, básicamente arbitraria, ele la generación actual. Lo más típico de l ho mbre no es su patrimonio genético, sino su modo de vivi r, hecho de aspectos biológicos y espirituales integrados. Puede que hoy nos parezca ideal un estilo de vida (por ejemplo, ser deportista) para el que sean útiles unas características (fuerza muscular, altura, resistencia física). Pero no hay más que repasar la historia para ver lo voluble que es e l vivir huma no . A nuestros descendie ntes les haríamos un flaco servicio si determiná ramos sus condicion es físicas teniendo e n mente el estilo de vida que ahora nos parece ideal. 1 1 Detrás de la argu mentación da1winista, con su hincapié exclusivo e n la riqueza ele la va riedad genética, se esconde una idealización de la naturaleza· física: el proceso evolutivo nos conduce, ciegamente (curiosa paradoja), a un mundo ideal, en el que la vida de l hombre será mejor, porque tend rá mejores condiciones físicas. Pero tal idealización se construye a costa ele un empobrecimie nto paralelo en la concepción del hombre: éste sería, funda mentalmente, un ser biológico. Los aspectos no biológicos que configuran decisivamente la vida cotidiana y constituyen la b iografía humana serían, según esta concepción biologista, cuestiones periféricas, accesorias, que se ai'iaden a la realidad biológica. Aceptar este razonamiento para negarse a p racticar la manipulación mejorati va del hombre es una tramp a intelectual para e l médico. La Medicina es una acLividad humana que pretende ayuda r a los demás hombres en su vida cotidiana, a esa vida cotidiana hecha de aspectos físicos y espiritua les, que se describe en una biografía . No es una actividad técnica destinada a reparar cuerpos: la Medicina aba rca ta mbién el alivio y e l consuelo, que no caben en la Medicina expeditiva que Plató n consideraba patrimonio de los esclavos. El argumento del empobrecimiento genético imp lica considerar, en cierta medida al menos, que lo princip al del hombre es su sola biología. Y e l resultado ele esa asunción, m uchas veces implícita e n e l ejercicio p rofesional de nuestros colegas, es el desdibujarniento de lo propiamente humano del hombre. Como consecuencia, aparece la moderna cegue ra del médico a los problemas humanos del paciente, la incap acidad para conve rsar con él y crear el clima apto para la comunicación, el desahogo, el consue lo . La deshumanizaciém que se observa e n la Medicina contemporánea es fruto precisamente de esa ceguera específica , que tiene su comienzo en subrayar excesivamente los aspectos meramente biológicos de la vida humana. l iJ;I sido la Asociación l\lédica l\lundialla que ha ar~u mentado de este modo en la cx M posición de motivos para la dahor.u: i6n d~ una dedarad(ln ~ohre principios éticos p<H<I el diagnóstico genético. Cfr. Anónimo (cditori:tl). Narurc 1995; 377:273 . Que estt: rJ;.o:ona mi~nto apareca en un documento de una entidad de esta importancia indic<1 que es una opinión lllH)' difundid a t!n a mhit:!nlt:!S mé<.Jkos. 75 REVISTA DE MEDICINA DELA UNIVERSIDAD DE NAVARRA ABRIL.JUNIO 5