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EDICIONS INTERNACIONALS SEDOV Serie: Documentos históricos Grupo Germinal germinal_1917@yahoo.es LOS PROBLEMAS CLAVES DE LA REVOLUCIÓN PORTUGUESA Comité Coordinador de la Fracción Leninista Trotskysta de la IV Internacional Agosto de 1975 [extraído de Contra la corriente, Revista teórico-política de la Liga Comunista (organización simpatizante de la IV Internacional, nº 2, diciembre de 1975, pp. 3-13] El congreso mundial de 1969 de la Cuarta Internacional, el debate sobre el curso político a seguir, particularmente en relación a la lucha de clases en América Latina, llevó a la formación de dos tendencias. Estas más tarde se desarrollaron hasta convertirse en dos fracciones, la Tendencia Mayoritaria Internacional y la Fracción Leninista Trotskista. La reso1ución que presentamos constituye la posición oficial de la Fracción Leninista Trotskysta sobre la revolución portuguesa. Fue adoptada unánimemente por el Comité Coordinador en una reunión celebrada el 30 de agosto de 1975. *** El estreno de la revolución socialista portuguesa es actualmente el centro de la lucha de clases internacional. Una victoria para la clase obrera en Portugal anunciaría el fin del capitalismo europeo y asestaría un golpe 1 demoledor a la fuerza motriz del capitalismo internacional en los Estado Unidos. En vista del tamaño y el poder de la clase trabajadora relativo a la burguesía y sus contingentes reaccionarios ¿por qué no ha establecido todavía su propio gobierno? La respuesta es que los trabajadores portugueses, así como los trabajadores en otros países, se encuentran ante “una crisis de dirección”, según las palabras de Trotsky en el Programa de Transición. La crisis de dirección puede ser superada sólo por medio de la construcción de un equipo de cuadros capaza de proveer una dirección política correcta. El núcleo de semejante equipo es muy pequeño en Portugal actualmente. El problema principal es el de expandir ese núcleo. Esto significa construir un partido socialista revolucionario en el curso mismo de la revolución. La realización de este difícil requisito exige, sobre todo, un análisis marxista preciso de todas las fuerzas políticas en lucha, y, en particular, los problemas políticos en el fondo mismo de la lucha de clases que se desarrolla. Se requiere que se sea lo más concreto posible. Por más instructivas que sean las analogías con otras revoluciones, no pueden reemplazar el análisis de los eventos portugueses mismo y la determinación de su significado político en el contexto vivo de las fuerzas en lucha nacionales e internacionales. Esta resolución es destinada como una contribución a esa tarea la cual es la responsabilidad colectiva del movimiento trotskista en su totalidad. Por supuesto, se requiere más que el análisis y el pronóstico político correctos. A menos que el pequeño núcleo de fuerzas trotskistas en Portugal logre aprovechar plenamente las aperturas previstas por la revolución, no podrán expandirse los suficiente o con la suficiente rapidez para ganar la dirección de las masas revolucionarias. Afortunadamente, el patrón que sigue la revolución portuguesa favorece sus esfuerzos. Es una revolución proletaria por excelencia. Entre otras cosas, esto significa que se centra en las ciudades donde los trotskistas también están basados, dándoles oportunidades extraordinarias para divulgar sus ideas entre los sectores radicalizados de trabajadores. En una revolución en vías de desarrollo, el proletariado tiene enormes ventajas. Estas incluyen su peso económico y social, el poder de sus números cuando están unidos, la eficacia de sus métodos naturales de 2 organización y lucha en las fábricas y en las calles, el efecto de sus luchas sobre la radicalización y movilización de sus aliados en la ciudad y el campo, y sobre todo su inclinación a moverse hacia el socialismo, una tendencia muy evidente en Portugal hoy en día. De acuerdo con este modelo, los trabajadores portugueses en su primer ascenso empezaron a organizar sindicatos militantes y a establecer el control obrero de la industria. Comités de acción aparecieron en varias fábricas, así como formas similares en las fuerzas armadas y en algunos barrios prometiendo el surgimiento de soviets u órganos similares. La dirección del movimiento obviamente favorece el crecimiento del trotskismo. Tales fenómenos, junto con la determinación universal entre las masas de acabar con el salazarismo, o cualquier cosa semejante, y de establecer un nuevo sistema gubernamental capaz de garantizar la democracia tal como ellos la ven y la desean, han proveído una confirmación impresionante de lo acertado del Programa de Transición, que en 1938 describió la lógica de la revolución proletaria en ascenso como la de Portugal y señaló las consignas y tareas que la acompañarían, las cuales encaran los marxistas revolucionarios. Igualmente, los trotskistas portugueses quienes han asimilado las lecciones de Trotsky sobre todo del Programa de Transición, están bien preparados para abordar el problema clave de resolver la crisis de dirección que encara la clase obrera portuguesa, asegurando así una victoria de tremenda importancia para los trabajadores en todos los continentes. 1. Los cálculos de la burguesía en el golpe del 25 de abril El golpe militar del 25 de abril de 1974 que derrocó a la dictadura de Caetano, fue el resultado de la conclusión sacada por el capital financiero portugués, en el sentido de que ni su imperio colonial ni la clase obrera de su propio país podrían seguir siendo dominadas principalmente por medio de la represión. Los imperialistas portugueses se resistieron en un principio a la utilización de métodos neocoloniales para salvar su imperio. Como dirigentes del más débil de los poderes imperialistas, tanto económica corno políticamente, trataron de evadir el costo de promover y mantener una burguesía neocolonial. Más aún, su aparato estatal parecía tener un fuerte control sobre la sociedad. Así, los imperialistas portugueses pensaron lograr a 3 través de la resolución despiadada lo que otros imperialistas con muchos mayores recursos eligieron no intentar, o no pudieron lograr. Sin embargo, después de más de una década de salvaje guerra contra los pueblos de las colonias, los imperialistas portugueses vieron que la espada fue incapaz de cortar las fuentes de la revolución colonial que continuaba en ascenso. Aun el terror, practicado a escala masiva en el norte de Angola, fue insuficiente para destruir los movimientos nacionalistas, en particular debido a que tenían el apoyo, y en algunos casos bases, de los estados africanos negros, políticamente independientes, de los alrededores. A pesar de que los imperialistas portugueses lograron contener por un tiempo a los movimientos nacionalistas de las colonias económicamente importantes, esto fue insuficiente para llevar a cabo sus objetivos. Finalmente se dieron cuenta que no tenían los recursos para mantener una ocupación militar de las colonias a gran escala sin socavar las bases de la estabilidad capitalista en Portugal mismo. Tampoco pudieron obtener el necesario apoyo de los poderes imperialistas más fuertes para compensar su debilidad. De cualquier manera, los sectores de la clase dominante portuguesa que vieron la necesidad de un cambio de política, enfrentaron graves dificultades para llevarlo a cabo. El régimen se había basado en la represión corporativista por casi medio siglo. No sólo fuerzas represivas considerables como la policía secreta y la policía antimotín estaban fuertemente interrelacionadas con el régimen, sino también el destino de los intereses económicos de una capa inflada de pequeños capitalistas atrasados y latifundistas, estaba directamente ligada al mantenimiento de este sistema especial de represión. Más aún, los imperialistas portugueses habían esperado demasiado para pasar al neocolonialismo; enfrentaban movimientos nacionalistas de masas bien organizados, profundamente arraigados en la población de muchas de las colonias, incluida Angola, la pieza clave del imperio. Estos movimientos ya eran sólidos. Con su larga tradición de lucha, no podrían ser captados a bajo costo. Tampoco las masas coloniales, después de largos años de lucha de masas y enormes sacrificios y sufrimientos, podían ser desmovilizadas fácilmente por pequeñas concesiones. Así, el imperialismo portugués, que siempre ha tenido una débil base, se embarcó en el quizás más osado juego de los 500 años de expansionismo lusitano. Se lanzó a reorganizar sus métodos de control político y social a través de métodos violentos, a través de un levantamiento militar contra un atrincherado estrato del estado y el aparato político. Una gran indicación 4 del pensamiento del sector gobernante fue su decisión de permitir que se publicara el libro de Spínola, Portugal e o Futuro, en febrero de 1974. El libro se convirtió en el libro de mayor venta y ayudó a proveer al general con una imagen revolucionaria. A través del golpe posterior, Spínola se lanzó, en fin, a desarmar y neutralizar a una parte de la propia clase dominante, purgando un considerable número de las hasta entonces sacrosantas autoridades. Esto no sólo mutiló a las fuerzas policiales por un tiempo, sino que también fue un violento golpe a los hábitos de obediencia internalizadas por las masas en casi cincuenta años de dictadura inspirados en el fascismo de Italia y España. Los capitalistas portugueses no se embarcaron en tamaña aventura sin tomar en cuenta ciertas condiciones favorables. A pesar de que habían fracasado en el intento de frenar la radicalización de los obreros y la juventud, lo cierto es que no se había formado en Portugal aún un movimiento de masas poderoso y organizado. De la misma manera, a pesar de que el ejército imperialista había fracasado en el intento de sofocar los movimientos nacionalistas en las colonias y había sufrido algunas derrotas, así como significativas pérdidas, no había sido aún quebrado o decisivamente derrotado. La condición favorable más importante desde el punto de vista de la burguesía era la ausencia de un movimiento de masas marxista revolucionario tanto en Portugal como en las colonias. El movimiento de masas estaba por confiables elementos reformistas. Como efectivamente sucedió, la aseveración hecha por la burguesía imperialista portuguesa acerca de la confiabilidad de los partidos obreros reformistas resultó exacta. Lo que los dirigentes portugueses subestimaron fue el poder y la extensión del ascenso de masas que surgiría, tanto el Portugal como en las colonias, por lo caída del salazarismo. No midieron bien las esperanzas que esto inspiraría en las masas en el sentido de que podrían finalmente ganar el derecho democrático o pensar, discutir y decidir por sí mismas, así como luchar por un cambio en sus condiciones económicas y sociales y determinar propio destino. Con la extensión de esta radicalización masiva, la burguesía encontró imposible reconsolidar suficientemente su aparato represivo y fue obligada a permitir purgas mucho más amplias de la policía y los oficiales derechistas de lo que había planeado o de lo compatible con la estabilidad del dominio de clase burgués. La presión del ascenso de masas abrió rendijas más grandes en la disciplina de las fuerza armadas resultando de la creciente falta de deseo de continuar la larga, infructuosa guerra colonial. A 5 medida que se profundizaba, este proceso amenazó con destrozar las fuerzas armadas como instrumento del estado burgués. 2. El Movimiento de las Fuerzas Armadas, un instrumento burgués El instrumento en el que la burguesía imperialista confió para la remoción del régimen de Caetano y para llevar a cabo la necesaria reorganización política fue el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA). Comenzó como un movimiento entre los oficiales profesionales que buscaban defender sus privilegios como graduados de las academias militares, contra los graduados normales de las universidades, muchos de los cuales fueron otorgados comisiones como parte de la expansión de las fuerzas armadas requeridas por la lucha de la guerra colonial. El MFA en esencia ha funcionado como el brazo político de la jerarquía militar. Esa ha sido su ambición, y esto es lo que la actual dirección quiere que sea. Después del intento de golpe el 11 de marzo de 1975, algunos de los más astutos demagogos militares como Otelo Saraiva de Carvalho, trataron de hacer aparecer las cosas como si existiera una diferencia política entre los más altos comandantes militares que se asociaron al cambio del 25 de abril, Spínola en particular, y el “movimiento revolucionario”. Con esto se intentaba explicar las evidentes divisiones en el MFA que se expresaron en los intentos golpistas del 28 de septiembre de 1974 y el 11 de marzo de 1975. En todo movimiento de conspiración como éste siempre hay varios estratos de oficiales con diferentes grados de compromiso, con los oficiales de menor graduación, que son los que corren los mayores riesgos, siendo generalmente los más radicales en sus discursos y los más decididos en la acción. De la misma manera, el MFA ha ganado muchos jóvenes oficiales radicalizados así como grupos de civiles también radicalizados, y ha mantenido su control sobre ellos. Sin embargo, el MFA siempre se esforzó en hacerse, en la medida posible, representativo de la comandancia militar, y desde vuelco del 25 de abril siguió con su política de hacer ingresar oficiales en base a las posiciones que estos tienen en la jerarquía militar. Además, los representantes de los estratos más bajos de las fuerzas armadas han sido incorporados a los cuerpos formales del MFA para convertirlos en mejores correas de transmisión para las órdenes de la dirección militar y mejores barómetros para los procesos políticos que se desarrollaban en las fuerzas armadas, así como para desviar las demandas de una verdadera democracia en las fuerzas armadas. De acuerdo con su estrategia bonapartista, los jefes militares también incorporaron algunos elementos 6 izquierdistas a las asambleas del MFA para contrabalancear la derecha e incrementar su campo de maniobra. Como un movimiento conspirador de oposición bajo Caetano, el MFA atrajo oficiales influenciados por varias corrientes políticas hostiles al régimen salazarista. Como una respuesta a la lógica y la presión de la lucha contra la dictadura, así como la presión de las masas después del 25 de abril, hubo una tendencia a la radicalización, en particular en los escalones más bajos del MFA. Esta tendencia se agudizó con las movilizaciones masivas en respuesta a los intentos de golpe de derecha del 28 de septiembre de 1974 y del 11 de marzo de 1975. En estos casos, los elementos conservadores en las fuerzas armadas temían que el fermento democrático y las luchas sociales se les estaban escapando de las manos y que el proceso de reformas no podía contener a las masas sino inspirarlas a seguir luchando. Al mismo tiempo, no estaban dispuestos a aceptar las demandas mínimas de algunos movimientos nacionalistas en las colonias. Si hubiera resultado exitosa, esta “restauración del orden” hubiera significado la purga de importantes sectores del MFA, ahora vistos como “no confiables” por los conservadores. En cada caso, las masas se movilizaron para defender el régimen militar, al que identificaban con las recientemente vislumbradas libertades y la perspectiva del socialismo. Estos intentos de golpe comprometieron más aún a la ya desacreditada burguesía portuguesa y cambiaron el equilibrio de fuerzas a favor de la clase obrera. Como resultado, el proceso de radicalización se aceleró en los niveles inferiores del cuerpo de oficiales, y después de cada intento de golpe el MFA se vio obligado a adoptar una palabrería correspondientemente más “socialista” y “antiimperialista” para poder desviar hacia MFA el proceso político. Sin embargo, el MFA ha permanecido el instrumento político esencial de la burguesía imperialista portuguesa. Y su objetivo sigue siendo el de modernizar y fortificar el capitalismo portugués (no el de derribarlo). Simplemente se vio obligado a utilizar fundamentalmente la demagogia para persuadir a los obreros portugueses y ayudar al capitalismo a salir de su hora más difícil. También está utilizando verborrea “socialista” para expresar las necesidades del capitalismo en forma más atrayente, como un primer paso hacia la restauración dominio de la ideología burguesa, el “orden público” y la represión burgueses. Un ejemplo de la demagogia del MFA es el uso que hace del nacionalismo burgués. Desde el golpe exitoso del 25 de abril de 1974, el grupo militar gobernante ha llevado adelante una campaña destinada a restaurar la 7 influencia del nacionalismo portugués que estaba totalmente desacreditado por haberlo utilizado Salazar. Para lograr esto, se hace pasar por un movimiento de liberación nacional, pidiendo prestado el antiimperialismo de los movimientos rebeldes de las colonias. De la misma manera ha tratado de pedir prestado los métodos represivos del bonapartismo en las colonias y de los regímenes stalinistas que, en tanto que están identificados hasta cierto punto con revolución y luchas progresistas, no están tan desacreditados como los instrumentos represivos del viejo régimen. Desde el golpe del 25 de abril, el MFA ha servido como el verdadero gobierno de Portugal capitalista y el imperio, usando los diversos gabinetes provisionales como método para presentar una fachada civil y asegurándose el apoyo de los partidos obreros de masas. En este ínterin ha presidido y mantenido un sistema capitalista e imperialista, poniéndose consistentemente del lado de la burguesía contra los obreros en los conflictos económicos. Ha echo sólo aquellas concesiones al movimiento de masas que fueron inevitables para mantener el apoyo popular y mantener también su posición tanto contra los elementos más conservadores de la burguesía, ansiosos de contener las reformas a toda costa, como contra los elementos más combativos del movimiento obrero que amenazan con poner al movimiento de masas fuera del control del MFA. En todo momento, el MFA se ha esforzado en mantener todo el control posible sobre las colonias sin poner en peligro la conversión a los métodos neocolonialistas. Ha habido diferencias acerca de cuanto hay que conceder. Un ejemplo es la disputa entre Spínola y los actuales dirigentes del MFA sobre el retiro de Mozambique. Los imperialistas portugueses han sido también forzados a hacer más concesiones de las que originalmente habían planeado. Sin embargo, la continuidad esencial en los objetivos políticos de la burguesía imperialista ha sido mantenida por su actual representante político, el MFA. Esto se ve, entre otras cosas, porque mantiene y refuerza la intervención militar portuguesa en Angola, y por los intentos del MFA, incluyendo la supuesta al “radical” de ganar un nuevo apoyo político en Portugal para mantener tropas en las colonias de mayor importancia económica y estratégica. El hecho de que el MFA haya usado demagogia “socialista” y “antiimperialista” en su intento de persuadir a las masas portuguesas para que acepten una continua intervención militar en las colonias, así como el envío continuo de tropas, es un índice tanto de los métodos como de los objetivos. 8 Desde el 25 de abril de 1974 hasta agosto de 1975, han habido cinco gobiernos “provisionales” en Portugal. El rápido recambio testifica la profundización de la inestabilidad de las bases del dominio burgués ante el continuo fermento democrático, las crecientes luchas sociales, el avance de la revolución colonial, y el empeoramiento de la situación económica. A lo largo de este proceso, los gobiernos provisionales han tenido como paralelo los cuerpos militares que han funcionado como la verdadera autoridad gubernamental. El pacto entre el MFA y los principales partidos burgueses y reformistas en abril de 1975 intentó de hecho formalizar esta situación estableciendo una estructura gubernamental de dos capas en la cual todos los poderes decisivos iban a ser ejecutados por los cuerpos del MFA. En su composición política, todos los anteriores gobiernos han sido abiertamente frentepopulistas; y esto era realmente su principal valor para la burguesía. Las tendencias y orientaciones políticas representadas en los cuerpos militares han sido más veladas, lo cual constituye nuevamente una de las ventajas políticas principales de estos para la burguesía. El continuo cambio desde julio de 1974 hacia más y más dependencia en las formaciones militares como la dirección política del Estado burgués ha tenido su complemento en la acentuación del rol equilibrador bonapartista del MFA. Paralelo a esta tendencia hacia el gobierno militar más abierto, el MFA ha incrementado su demagogia “socialista” y en particular ha recurrido a temas pequeño burgueses radicales como la necesidad de la “liberación nacional” en Portugal, “la democracia directa,” y diversas panaceas populistas. 3. El ascenso de masas Debido al repentino colapso del régimen represivo y a la extrema debilidad política y organizativa, tanto de los capitalistas como de los obreros, las clases fundamentales en Portugal, la situación política y social ha sido muy fluida. El viejo régimen cayó completamente desacreditado. En gran medida, la burguesía y las ideas burguesas compartieron su desgracia. En gran fermento, las masas empezaron a expresarse por primera vez en cuarenta y ocho años, a examinar más de cerca las ideas anteriormente prohibidas y ganar confianza en sus posibilidades para cambiar sus condiciones de vida. Como el más conocido de los grupos de oposición, el Partido Comunista tuvo el mayor prestigio. Pero todos los grupos de oposición, todos los partidos y grupos de izquierda, fueron tomados seriamente por las masas. Todas las tendencias y grupos tuvieron considerable eco en la prensa. Hubo 9 una igualdad sin precedentes para las tendencias de izquierda, y una amplitud y apertura de las masas a las ideas revolucionarias. El fermento de las ideas revolucionarias se extendió irresistiblemente, amenazando con disolver aun la disciplina de las fuerzas armadas, el último bastión del orden capitalista. Los obreros en las fábricas y las masas pobres en los barrios se organizaron espontáneamente. A los patrones y rompehuelgas odiados se les echó. Se apoderaron de las viviendas deshabitadas. Los obreros hicieron valer su derecho a tener reuniones y organizar asambleas en las fábricas. Las fábricas se convirtieron en centros de discusión y actividad política. Se lograron alzas salariales. Comités de fábrica democráticos surgieron en casi todas las grandes fábricas. Estos se eligieron en asambleas generales con la participación de todos los obreros. Con un salto los obreros traspasaron la fragmentación de sindicatos por profesión impuesta por el corporativismo, dirigiéndose hacia sindicatos por rama de industria democráticamente organizados, y abrieron la perspectiva de formas soviéticas de organización. Las divisiones en el comando militar que se desarrollaron a medida que algunas secciones de la burguesía empezaron a temer que el movimiento de masas en Portugal y las colonias estaba saliendo de su control, abrieron el camino para la organización democrática dentro de las fuerzas armadas, especialmente en la policía militar, la marina, y algunos regimientos del ejército. Esto ha planteado el peligro más inmediato al gobierno burgués desde el golpe de abril de 1974, provocando el uso por algunas fuerzas burguesas de una demagogia “radical” en un intento de mantener el control político sobre el proceso, y a otros sectores a asestar golpes desesperados para aplastarlo antes de que se escapara aún más de su control. Combinado con la agudización de la crisis económica y la parálisis parcial de las fuerzas represivas burguesas, el fermento en la clase obrera condujo a una serie de ocupaciones de fábricas, la imposición de elementos de control obrero, y a demandas de nacionalizaciones. Los trabajadores se dirigieron hacia las nacionalizaciones como un medio para prevenir los despidos y de oponerse a las afirmaciones de los dueños capitalistas de que no podían darse el lujo de responder a las demandas por mejoras salariales y en las condiciones de trabajo. Impusieron el control obrero para impedir el cierre de las fábricas, y en algunos casos como los bancos, impedir que los capitalistas usaran su poder económico para lanzar un ataque al movimiento obrero. 10 En el caso de los bancos, el gobierno fue obligado a ceder a la demanda de los trabajadores de la nacionalización, en partes para defenderse de los sectores de la burguesía quienes se oponían a la política de reforma que representaba. En otros casos, el gobierno se resistía a las demandas por la nacionalización de las empresas lucrativas. Sin embargo, debido a la crisis económica y la necesidad de orientar la economía de acuerdo con el cambio representado por el abandono del régimen salazarista, el gobierno mismo inició una serie de nacionalizaciones para sacar de apuros los intereses capitalistas claves y fortalecer el capitalismo portugués. En este contexto político estas nacionalizaciones tuvieron efectos contradictorios: Por un lado, diseminaron las ilusiones de que se les otorgaría el control de la economía a los trabajadores; por el otro, alentaron a los trabajadores a presionar por nacionalizaciones que rebasaran los límites de lo aceptable a la burguesía. Esta contradicción fue expresada más concretamente a nivel político por la demagogia del gobierno y el Partido Comunista, llamando a los trabajadores a trabajar más duro ya que ellos ahora “controlaban” la producción. Este tipo de “control obrero,” ligado a una creciente producción, tuvo el efecto de reforzar la rentabilidad capitalista de las fábricas en un periodo de crisis política cuando los capitalistas mismos no podían manejar bien sus fábricas. Bajo estas circunstancias, los capitalistas podían aceptar la pérdida del control directo sobre su propiedad, aún por un período prolongado. A medida que la radicalización se profundizó, campesinos sin tierra comenzaron a apoderarse de la tierra de los latifundistas, y los obreros agrícolas comenzaron a organizar sindicatos y a exigir igualdad con otros obreros. Las filas de las fuerzas armadas se hicieron más y más renuentes a quedarse o a ir a las colonias para llevar a cabo los planes neocolonialistas de la burguesía portuguesa. La caída del régimen de Caetano le dio un gran ímpetu a otros movimientos sociales. El movimiento de liberación femenil, por ejemplo, rápidamente planteó demandas que rebasaban lo que los militares estaban preparados a conceder. A pesar de la oposición del nuevo régimen y las fuerzas más cercanamente aliadas a él, como el Partido Comunista, el pequeño núcleo del movimiento femenil despertó el interés de mujeres en barrios pobres, fábricas y aldeas, indicando que tiene el potencial para desarrollarse rápidamente a medida que se profundiza el proceso revolucionario. El movimiento de los estudiantes universitarios y secundarios contra el autoritarismo en las escuelas y el limitacionismo en la educación tuvo una 11 poderosa alza junto con acciones por parte de los estudiantes de las colonias. Los estudiantes secundarios se convirtieron en su sector más dinámico. Entraron en la lucha contra los nuevos “salvadores” militares y lograran triunfos. Fue esencialmente la continuación y profundización de este amplio fermento social lo que dividió al MFA y llevó a los elementos más conservadores a intentos desesperados para llevar a cabo golpes de derecha con la intención de frenar el proceso. Por el contrario, las masas se movilizaron en gran escala cuando sus derechos democráticos y otras conquistas de la revolución se vieron peligrosamente amenazados. El proceso político en Portugal ha girado alrededor de los problemas que se volvieron explosivos debido a la preocupación de las masas con su derecho democrático de considerar libremente todos los puntos de vista y de hacer valer su voluntad como la mayoría de la población. La lucha por la defensa y la extensión de los derechos democráticos en la fábrica, en los cuarteles y en la sociedad en su conjunto es indispensable para avanzar hacia el establecimiento de un gobierno de obreros y campesinos. Esta lucha por un gobierno de obreros y campesinos constituye el eje decisivo de la lucha actual en Portugal. Con sus fraudulentos planes de “democracia directa” subordinada al régimen militar, los demagogos intentan engañar a la clase obrera y al campesinado y evitar de esa manera su organización. Un obstáculo fundamental en la movilización de las masas en la lucha por los derechos democráticos, la soberanía popular y un gobierno de obreros y campesinos son las direcciones de los partidos obreros reformistas y sus satélites, ya que todos favorecen la subordinación del movimiento obrero a un régimen militar no elegido por nadie, el principal defensor del capitalismo en Portugal hoy en día. Sin embargo, hay un fuerte sentimiento entre la clase obrera en su conjunto por un frente único en defensa de los derechos democráticos y otras conquistas bajo ataque, sentimiento éste que estas direcciones no pueden ignorar. Más aún, ellos ya han sido obligados de distintas maneras, a defender ciertos derechos democráticos en determinados momentos por sus propios intereses como burócratas. La lucha por la defensa de conquistas sociales y económicas de las masas trabajadoras, los derechos democráticos y la soberanía popular, como hilo conductor hacia un gobierno de los oprimidos y explotados, también pondrá en el tapete las contradicciones de los partido reformistas de la manera más aguda y plantea de manera contundente la necesidad de un frente único de la clase obrera. 12 4. Los estalinistas respaldan el orden burgués Durante la primera fase del nuevo régimen el Partido Comunista y su frente pequeño burgués, el Movimiento Democrático Portugués (MDP), jugó un rol político fundamental sosteniendo al gobierno militar. Era la única fuerza política no comprometida con el viejo régimen que tenía un aparato efectivo, y esa maquinaria se convirtió efectivamente en el aparato de masas del nuevo régimen. Fue la única corriente de la clase obrera que actuó como un partido de masas a pesar de su pequeñez (tomó problemas concernientes a las masas) y éste lo ayudó a aparecer en el centro del escenario con una velocidad extraordinaria mientras las otras corrientes trataban de evaluar la situación o se mantenían preocupadas con consideraciones sectarias. Fueron las fuerzas del Partido Comunista las que dominaron la gigantesca manifestación del 1 de mayo de 1974. Y los mítines después de la caída del gobierno de Caetano el 25 de abril, y eso los llevó a ser manifestaciones en apoyo a adulación por los militares. Fue este aparato el que permitió al General Spínola construir su imagen bonapartista y así dirigirse rápidamente hacia la restauración de una fuerte autoridad burguesa, lo que seguramente hubiese llevado al aplastamiento del mismo Partido Comunista, entre otros. La influencia política del Partido Comunista depende de que éste mantenga su base obrera y, en una situación donde la burguesía ha sido incapaz de restablecer su dominación, los dirigentes stalinistas enfrentan grandes peligros, así como grandes oportunidades para la expansión de su aparato burocrático. Así, tanto en el caso del golpe del 28 de septiembre de 1974, como en el del 11 de marzo de 1975, se vieron obligados a llamar a la movilización masiva que, a pesar de sus límites políticos y organizativos, tuvo aspectos revolucionarios. De todas maneras, el objetivo fundamental del Partido Comunista va en contra do la revolución. Su objetivo, como se ve claramente en el período posterior al 25 de abril de 1974, es el de servir como correa de transmisión en el movimiento obrero para el régimen burgués, como organizador de masas en nombre del MFA. El PC portugués y sus mentores en el Kremlin han intentado también usar su influencia con el MPLA en Angola para avanzar los planes colonialistas del MFA. El PC portugués, hoy en día, sabiendo que tiene el apoyo de una minoría de los trabajadores, prefiere un gobierno militar con una fachada populista a un régimen parlamentario. Los stalinistas creen que un gobierno de este tipo ofrece mejores posibilidades para llevar a cabo las reformas mínimas necesarias, mientras mantienen firme control sobre las masas, subordinándolas políticamente a la burguesía, y evitando que éstas vayan “demasiado lejos” como lo hicieron en Chile al decir de los stalinistas. 13 En vista de la situación prerrevolucionaria en Portugal, y de la extrema debilidad de la burguesía portuguesa, una solución de este tipo es más recomendable aún para los stalinistas. Un régimen militar, además, de ofrecer mayores garantías al imperialismo norteamericano de que las masas van a ser mantenidas dentro de ciertos limites que no hagan peligrar el status quo mundial. Para los stalinistas esto parece ofrecerles la oportunidad de lograr objetivos sin provocar la intervención de Washington o hacer peligrar la distensión Como resultado de esta política, el Partido Comunista, actuando como correa de transmisión de los militares y como policía obrera en Portugal, ha logrado que su apoyo popular se haya quedado bastante atrás de la influencia burocrática que logró como resultado de la fuerza de su maquinaria y su relación privilegiada con el MFA. Así, los stalinistas portugueses se han convertido en dependientes de que el gobierno burgués se mantenga en el poder para preservar los puestos obtenidos en el gabinete provisional que sirve como fachada a los militares, así como para preservar sus posiciones en el movimiento obrero. Esta situación les ha llevado a tomar más y más posiciones abiertamente antidemocráticas y finalmente asociarse al MFA en su intento de eliminar la libertad de prensa y la democracia sindical, y suprimir grupos de izquierda que no se subordinan a los militares. Particularmente Wall Street ha capitalizado estos ataques a los derechos democráticos para hacer avances en la propaganda a costa de los stalinistas portugueses y Moscú, amenazando con lo que sucedería si los stalinistas “van demasiado lejos”. Sin embargo, las acciones aparentemente agresivas de los stalinistas portugueses han sido totalmente apoyadas por el Kremlin y no representan alejamiento alguno de la política de la distensión en relación al imperialismo norteamericano. A pesar de que el objetivo de los stalinistas es el de consolidar su posición de auxiliar indispensable de los militares y de esa manera evitar todo desafío a su posición de parte de los rivales políticos, ese curso los está haciendo objetivamente más y más cautivos del régimen militar. Al mismo tiempo, al jugar el rol de fuerza represiva auxiliar de un régimen que no puede solucionar los problemas económicos y sociales de las masas portuguesas y que está decidido a hacerles pagar a los trabajadores el precio de la profundización de la crisis económica, el Partido Comunista está preparando el camino a la resurrección del anticomunismo reaccionario a escala masiva, no solamente entre los estratos pequeño burgueses, sino también en el seno de la clase obrera. 14 Actuando en nombre de un régimen burgués y en contra del desarrollo de la revolución portuguesa, el PC está ayudando a allanar el camino para la restauración de uno de los fundamentales puntales de la dominación burguesa: el miedo de las masas a que el socialismo signifique el fin de sus derechos democráticos y la subyugación a una maquinaria tiránica. El Partido Comunista creció en el último año de un pequeño núcleo a un partido de masas y no ha tenido tiempo aún de consolidar completamente a ese torrente de nuevos reclutas. Las diferenciaciones políticas son posibles, pero hasta ahora no han aparecido corrientes de gran importancia opuestas a la dirección stalinista. Las filas se han agrupado detrás de la dirección a causa de la adoctrinación de un espíritu fanáticamente sectario. La promesa de mejoras materiales para grandes estratos de reclutas a través de la maquinaria partidaria y la alianza con el gobierno militar también ayuda a fortificar esta actitud sectaria y a fortificar también la posición de la dirección. El Partido Comunista Portugués es, por lo tanto, una dirección plenamente stalinizada, que se distingue de sus partidos hermanos sólo por su dogmatismo y su adhesión servil a las directivas de Moscú. 5. Lo satélites centristas de izquierda del Partido Comunista Los grupos centristas de izquierda tuvieron una cierta influencia en Portugal, especialmente entre la juventud y los intelectuales, pero también entre los militares y obreros. Los dos partidos de este tipo que participaron en las elecciones del 25 de abril de 1975, el MES (Movimento de Esquerda Socialista) y el PSP (Frente Socialista Popular), ganaron más del dos por ciento de los votos entre los dos, lo cual representa más de la mitad de los votos de los partidos que están a la izquierda de las organizaciones de masas reformistas. De estos dos grupos, el MES es el más serio. Ya había roto con el frente popular dominado por los stalinistas un tiempo antes del cambio del 25 de abril de 1974 y ha intentado desarrollar una alternativa teórica al stalinismo. El FSP es una formación vulgarmente oportunista. Comenzó como una fracción del Partido Socialista decepcionada por la cantidad de puestos que les fueron acordados en la dirección. Los dirigentes de la fracción decidieron a principios de 1975 hacer su propio negocio como sostenedores de una versión extrema de la línea de MES. Parte de su mercadería incluía conexiones con los católicos radicales. Este grupo caracteriza al PS como un partido burgués. El MES, aunque no lo ha explicitado, también insinúa lo mismo. El FSP se subordina totalmente a 15 los militares, mientras que la posición del MES es más ambigua. El FSP firmó el Pacto-Programa. El MES no, pero dijo que en principio no tenía nada en contra de hacerlo. Ambos grupos se identifican con grupos guerrilleros latinoamericanos y atraen gente por medio de, además, su verborrea ultraizquierdista. Hay dos grupos que se autocaracterizan como organizaciones armadas y que llevaron a cabo actos terroristas contra el régimen de Caetano, el Partido Revolucionário do Proletariado-Brigadas Revolucionárias (PRPBR) y la Liga de Uniao e Acçao Revolucionária (LUAR). Todos estos grupos de centro-izquierda constituyen una nueva versión ultraizquierdista del viejo modelo anarquista, a pesar de que esto sea más pronunciado en aquellos grupos que se desarrollaron alrededor de acciones guerrilleras y no simplemente con la identificación con grupos guerrilleros extranjeros. Hay varios niveles de diferencia. El MES tiende a tomar como modelo a los críticos ultraizquierdistas de Lenin en la Tercera Internacional, quienes hacían un fetiche de la forma soviética, y llamaban a formar soviets bajo toda circunstancia, en forma abstracta y romántica, en lugar de tomar la tarea política concreta de conducir a los trabajadores a romper con los partidos burgueses y reformistas. Esta es simplemente una nueva forma de anarquismo disfrazada de “marxismo” y “leninismo.” El LUAR se acerca más a repetir las fórmulas de las corrientes anarquistas históricas. Pero estos son sólo matices. Todos tienen esencialmente la misma orientación y todos hacen eco de la línea del PC de apoyar a la dictadura militar con una fachada populista. El MES tenía una relativa fortaleza respecto al Partido Comunista en el movimiento obrero, antes del golpe del 25 de abril de 1971. Sin embargo, sus grupos fueron construidos en una orientación sindicalista. Lo que ellos llaman su orientación “de base” no apareció como débil bajo las condiciones de represión cuando las luchas obreras eran aisladas y las iniciativas de pequeños grupos tenían mayor impacto. Sin embargo, su ineficacia se volvió notoria cuando el movimiento obrero tomó su carácter masivo y tuvo que encarar problemas políticos planteados por un gobierno burgués que utilizaba concesiones y demagogia en lugar de una directa represión para contener las luchas obreras. Como resultado, los grupos del MES en el movimiento sindical tuvieron un severo bajón. Centralmente, debido al énfasis de estos grupos en el “basismo,” y las iniciativas “desde abajo,” cuestiones políticas generales como la actitud a tomar hacia el gobierno burgués apoyado por los partidos obreros reformistas, y cómo proyectar una alternativa obrera, fueron obscurecidas. 16 La necesidad de proponer un gobierno obrero de alternativa al MFA se perdió en un vago concepto de la auto-organización de masas. Concretamente, esto resultó en una aguda contradicción de los activistas del MES participando en huelgas que fueron denunciadas como “provocaciones reaccionarías” por el gobierno, mientras que el MES mismo daba apoyo político a ese gobierno. Finalmente, esta línea se redujo a la fórmula simplista que el MFA debía “fusionarse con el movimiento popular.” Lo que esta evolución demuestra es la incapacidad de las nociones renovadas de tipo anarquista para resolver los problemas políticos reales que enfrenta el movimiento obrero: los problemas de romper con el control político de un gobierno burgués demagógico y los partidos de masas reformistas. En esto, el error del MES es análogo a los errores de los anarquistas durante la guerra civil española. El hecho de que esta orientación anarquista sea encubierta con referencias implícitas o explícitas a los “soviets” no significa que esos grupos se estén acercando al leninismo. Al contrario, siguiendo su propio curso centrista pequeño burgués, han tendido a acercarse a una malinterpretación ultraizquierdista de la experiencia de la revolución rusa, planteada por primera vez por figuras como Antón Pannekoek. Como resultado de su confusión anarquista, así como del oportunismo que esta confusión engendra, el MES no ha podido ver los principios democráticos involucrados en el conflicto entre el Partido Socialista y el gobierno militar y ha de hecho adoptado tan sólo una versión más radical de la campaña antidemocrática del PC. A pesar de sus denuncias del “reformismo” y la “conciliación” del PC, se ha convertido en un auxiliar del stalinismo portugués y sirve de comando de avanzada en la campaña stalinista contra el PS. Le versión más extrema de esta confusión de tipo anarquista la encontramos en el Partido Revolucionário do Proletariado-Brigadas Revolucionárias, que fue construido en base a un programa de guerra de guerrillas urbanas contra el régimen de Caetano. Este grupo ha creado una organización fantasma de “sovi8ets”, de “comités de obreros, soldados y marineros” y ha llamado a las fuerzas militares de seguridad, el Copcon, a abolir a los partidos políticos y a la Asamblea Constituyente para entregar el poder a este inexistente “poder popular”. Raramente la jactancia ultraizquierdista ha sido llevada a conclusiones tan aberrantes. Este grupo ultraizquierdista ha sido utilizado como un instrumento por un grupo de oficiales militares que busca la abolición de la democracia política tal como existe ahora en Portugal y la consolidación de un a dictadura militar total. 17 6. El papel confusionista de los maoístas Hasta ahora, una parte considerable de la juventud y los obreros que buscaban una alternativa a la izquierda del Partido Comunista, fueron atraídos a varios grupos maoístas que han tendido a estructurarse en los siguientes cuatro grupos: Uniao Democrática do Povo (UDP); el Frente Eleitoral de Comunistas (Marxista-Leninista) o FEC (ml); el Movimento Reorganizativo do Partido do Proletariado (MRPP); y el Partido Comunista Portugués (Marxista-Leninista) o PCP (ml), el cual intentó participar en las elecciones como Aliança Operária Camponesa. El UDP era la fuerza dominante en el consejo de fábrica de los astilleros Lisnave de Lisboa desde el otoño de 1974 hasta la primavera de l975. El PEC (ml) ha sido el organizador de los Grupos de Acçáo Antifascista (GAAF) en Oporto, que se han especializado en atacar las reuniones y locales del partido burgués de derecha, El Centro Democrático Social (CDS). El PCP (ml) ha jugado un papel de dirección en el sindicato de obreros de la química y se halla en una alianza muy estrecha con el Partido Socialista. El MRPP ha funcionado como una estrecha secta, operando con diferentes siglas en sus varios frentes de trabajo. En cada zona, este grupo sigue la táctica teatral de levantar lo más alto posible la bandera roja, gritar lo más fuerte posible y asumir las posturas más provocadoras. No ha logrado adquirir una amplia influencia pero ha construido un grupo dedicado que probablemente sea el más grande entre los grupos maoístas. Estos grupos maoístas difieren en varios aspectos, siendo la línea divisoria más aguda la que existe entre el PCP (ml), que actúa más bien como un aliado centrista de derecha del PS y el resto, que son generalmente ultraizquierdistas en sus posiciones. Sin embargo, todos tienen un marcado rasgo común: el sectarismo, que es ejemplificado en su consigna común “ni fascismo ni social fascismo-democracia popular”. Los maoístas se han mostrado incapaces de entender el proceso real del desarrollo de la conciencia política de los trabajadores y han arbitrariamente contrapuesto sus píos esquemas o este proceso. En el caso del UDP esto se expresó en el intento de contraponer lo comités de fábrica a los sindicatos. Al perder de vista el proceso de organización de la clase obrera en su conjunto, el UDP obstaculizó tanto el desarrollo de los 18 sindicatos industriales como de genuinos comités obreros. Esto resultó en el aislamiento de importantes sectores de obreros combativos, en un debilitamiento de los comités de fábrica y la pérdida de posiciones por los mismos maoístas. En el caso del FEC (ml) terminó siendo un pequeño grupo de activistas conduciendo una guerra privada contra el CDS y las fuerzas represivas del Estado burgués. En el caso del MRPP, su estridente postura ultraizquierdista motivó la hostilidad de grandes sectores de la clase obrera y del movimiento de masas hacia todos los partidos a la izquierda de los Partidos Comunista y Socialista. En el caso del PCP (ml), el resultado fue un refuerzo de las actitudes sectarias del Partido Comunista entre las filas del partido obrero de masas, el Partido Socialista, ayudando de esa manera a impedir que las organizaciones obreras de masas desarrollaran acciones de frente único. En conclusión, el programa y la conducta política de los grupos maoístas en nada han contribuido al desarrollo de una alternativa revolucionaria en Portugal. Sin excepción alguna estos grupos han creado confusión entre los soldados, marineros, jóvenes y trabajadores militantes bajo su influencia, llevándolos a un asilamiento con respecto de la clase obrera. Junto con los anarco-centristas, los maoístas son en gran parte responsables del mantenimiento del control de los que están por la colaboración de clases (las direcciones del PS y PC) sobre la juventud radicalizada y la clase obrera y por lo tanto, de la continuación y profundización de la crisis de dirección revolucionaria en Portugal. 7. La rivalidad socialdemócrata por una posición privilegiada con el MFA Partido Socialista se ha convertido en el principal rival del Partido Comunista por obtener influencia de masas entre los trabajadores y la pequeña burguesía radicalizada. Los social demócratas, corno la dirección del Partido Comunista, tienen una perspectiva reformista que se expresa en la subordinación al grupo militar dominante. El PS se diferencia del PC en sus métodos de organización y control. No es un partido disciplinado ni homogéneo. Busca el control de la clase obrera a través de medios políticos y electorales, en vez de por medio de la construcción de una maquinaria disciplinada. Debido a su relativamente flexible organización y su composición políticamente heterogénea, es 19 mucho menos útil que el Partido Comunista para servir de correa de transmisión del régimen militar. El PS requiere de formas de democracia parlamentaria como menos para poder desarrollar su influencia, competir con la maquinaria del Partido Comunista, y de hecho para comunicarse con sus seguidores, si acaso no inclusive con sus miembros. Es como resultado de esta necesidad que el PS entró en conflicto con el Partido Comunista y la junta militar. Este conflicto ha venido desarrollándose desde aproximadamente un mes después de la caída de Caetano, cuando el régimen militar empezó a tomar medidas tendientes a reprimir el fermento radical. Dirigentes del Partido Socialista han repetidamente manifestado su oposición a cierto tipo de medidas represivas del régimen militar y han defendido a las víctimas de la represión pertenecientes a grupos que se encuentran a la izquierda de los partidos reformistas. Otra razón para esta defensa le los grupos de izquierda atacados por el régimen, que hasta ahora han sido por lo regular maoístas es la de ganar cierta cobertura de izquierda al asociarse con fuerzas de izquierda no social demócratas, no aliadas con Moscú. No obstante, el resultado de esta oposición limitada de la dirección del PS ha sido el de frenar una represión más severa de las ideas revolucionarias y la consolidación de un régimen burgués más estable. El Partido Socialista se convierte cada vez más en el núcleo que agrupa a las fuerzas del movimiento obrero que se niegan a agachar la cabeza ante los stalinistas. Al igual que el Partido Comunista, el Partido Socialista creció en un año de un pequeño núcleo a un partido de masas. Es un partido social demócrata, es decir, un partido obrero reformista que dice representar al socialismo pero cuyas perspectivas están atadas a las posibilidades de las posibilidades de su propio capitalismo monopolista de hacer concesiones a los trabajadores. No se esfuerza por abolir el capitalismo y establecer un sistema socialista; y no está atado a una casta burocrática de ningún país en el que el capitalismo ha sido abolido. Sin embargo el Partido Socialista Portugués se ha desarrollado de una manera diferente a la de los partidos social demócratas en los otros países imperialistas de Europa. Es esencialmente una formación nueva y no está basada todavía en una gran burocracia sindical. El núcleo inicial juntó una cantidad de hilos conductores de la oposición de izquierda no stalinista a la dictadura de Salazar, todos los cuales se oponían profundamente al sectarismo y dogmatismo del PC dirigido por Alvaro Cunhal. Algunos de estos elementos, sobre todo Mário Soares, buscó apoyo de los partidos socialistas de Europa Occidental y de los países capitalistas 20 “democráticos”. Algunos de ellos, corno Soares, salieron del medio de la vieja burguesía liberal. Otros, también como Soares, recibieron su entrenamiento en el Partido Comunista. Una parte de la dirección del Partido Socialista viene de los stalinistas liberales que dejaron el Partido Comunista en 1968, el más notable de ellos, el dirigente del trabajo sindical del PS Marcelo Curto. Otra contribución al núcleo inicial fue hecha por la juventud involucrada en acciones terroristas contra el viejo régimen. Muchos católicos radicalizados fueron también atraídos al núcleo inicial. El grupo inicial incluía también a jóvenes intelectuales y activistas influenciados por la radicalización de la juventud a nivel internacional, quienes tenían una actitud crítica hacia el reformismo pero que carecían de una perspectiva política claramente definida o consistente. Estos elementos, que buscaban un escenario amplio de actividad política, encontraron el stalinismo del Partido Comunista y sus satélites y de los maoístas, repugnante. Esta heterogeneidad se ha incrementado durante el crecimiento del Partido Socialista hasta convertirse en partido de masas. La flexibilidad ideológica y organizativa del PS hizo de él un lugar común para trabajadores en proceso de radicalización pero que no estaban dispuestos todavía a someterse al conformismo político y organizativo exigido por el PC. Atrajo en particular trabajadores e intelectuales temerosos de las características totalitarias del stalinismo, y a estratos de obreros militantes que rechazaban la política policial del PC en el movimiento obrero a nombre del régimen militar. Esta combinación heterogénea incluía, como era de esperarse, a elementos imbuíos de anticomunismo reaccionario y prejuicios antileninistas. Más aún, en el conflicto con un Partido Comunista que intenta utilizar métodos totalitarios para apoyar el dominio de los militares, fuertes corrientes en esa combinación buscaron naturalmente el apoyo de los partidos socialistas europeos incluso de los gobiernos capitalistas “democráticos”. Sin embargo, los hechos no apoyan la afirmación del PC y sus satélites ultraizquierdistas, de que el PS se ha convertido en el centro de organización de la reacción. La realidad es que el PS se ha convertido en un lugar de reunión de una amplia gama de fuerzas representantes de la mayoría de los trabajadores y pequeña burguesía radicalizada portugueses. La clase obrera se encuentra profundamente dividida y debilitada como resultado de la política de las direcciones del PC y el PS, y se están creando las condiciones para la restauración de un gobierno abiertamente antiobrero en Portugal. Así, la 21 campaña sectaria del PC lanzada contra el PS, después de la victoria electoral de este último, puede en algún momento resultar suicida para los mismos stalinistas. De hecho representa un peligro mortal para la clase obrera en su conjunto. En esta campaña la motivación del PC es la determinación de defender las posiciones burocráticas que ha ganado como resultado de su papel de organizador de masas de la junta militar, así como los cálculos de Moscú de que un régimen como el del MFA llena mejor que ningún otro sus necesidades diplomáticas actuales en la distensión con Washington. Esta campaña de calumnias y demagogia contra la social democracia como el peligro principal, va en contra de los intereses de la revolución y debe de ser caracterizada como reaccionaria. La mejor manera en que los revolucionarios pueden combatir el desarrollo de los sentimientos anticomunistas y antileninistas en las bases del Partido Socialista es mostrando en la práctica que defienden los derechos democráticos de las masas, y que están luchando por extenderlos a los cuarteles, las fábricas, los sindicatos, y cualquier comité popular; que están luchando por unir a la clase obrera y sus organizaciones alrededor de un programa que verdaderamente responde a sus necesidades y aspiraciones. Entre otras cosas, esto implica la denuncia de la demagogia de los stalinistas y el combatir su campaña de calumnias contra el Partido Socialista. Incluye también la crítica resuelta de la ligazón de la dirección del PS con el MFA y su orientación frentepopulista, la cual es un obstáculo fundamental para el establecimiento de un gobierno obrero y campesino. 8. El camino hacia el poder y el papel de la Asamblea Constituyente El proceso revolucionario no ha alcanzado aún el punto en el cual formas claras de poder obrero han empezado a aparecer. Lo que ha aparecido son iniciativas espontáneas y aisladas de las masas, formas de control obrero y comités de fábrica embrionarios. Estos desarrollos pueden señalar el camino hacia el poder dual. El progreso en este sentido depende de un curso político correcto. La tarea fundamental es llevar a los trabajadores a romper con la subordinación al Movimiento de las Fuerzas Armadas y a ejercer su derecho de poner un gobierno obrero y campesino en el poder. Esta lucha en el momento actual se centra en la soberanía de la Asamblea Constituyente, en la cual los partidos obreros tienen una substancial mayoría absoluta y la cual es, además, el único organismo nacional hasta el momento, elegido por el pueblo. Esto se contrapone a la soberanía de la jerarquía militar no electa que constituye el actual gobierno Muy 22 estrechamente ligado a esto está la lucha crucial por los derechos democráticos y el control democrático de las fuerzas armadas. Los variados esquemas de “democracia directa” presentados por los demagogos del MFA están dirigidos a desviar a los obreros de insistir sobre la expresión concreta de soberanía popular través de la Asamblea Constituyente; es decir, estableciendo un gobierno obrero y campesino. La meta del MFA es mantener a los obreros cautivos de los varios gobiernos provisionales frentepopulistas, en los cuales el PC y el PS luchan por los ministerios. De la misma manera, la supuesta “democratización” del MFA, y el establecimiento de “consejos revolucionarios” bajo el tutelaje del MFA, están destinados a desviar a las bases del ejército de exigir el derecho democrático de organizarse independientemente del MFA y de participar en la actividad política. Los esquemas ultraizquierdistas de “consejos revolucionarios” planteados en oposición a la Asamblea Constituyente hacen el juego a los demagogos militares. Esta línea de los grupos anarco-centristas de llamar a un régimen burgués a abolir el único organismo existente electo nacionalmente con representación política de las masas trabajadoras, en nombre de “soviets” fantasmas o a cambio de promesas de los oficiales militares demagogos, no es otra cosa que un confusionismo criminal, si no una traición abierta a la clase obrera. La capitulación de los anarco-centristas ante los “salvadores” militares burgueses se expresa también en la demanda de que el régimen use sus tropas para respaldar a grupos de las colonias, que ellos consideran ser los más “progresistas” entre aquellos que compiten por el poder. Esta demanda está ayudando al régimen imperialista a hacer retroceder el sentimiento de las masas por el regreso a Portugal de las tropas de las colonias. Por lo tanto juega un rol reaccionario. También promueve la política del MFA de restaurar a les fuerzas armadas como un instrumento efectivo de represión. Los consejos de fábrica que aparecieron en el período posterior a la caída de Caetano fueron una respuesta a la necesidad de contar con una organización económica que representase a todos los trabajadores de una empresa, una necesidad especial creada por la fragmentación de las organizaciones económicas de los trabajadores bajo el régimen salazarista. Estos organismos se han mantenido dentro del marco sindical. No han funcionado como soviets. No han tomado iniciativas políticas; no han asumido el control de las concentraciones industriales: no han funcionado como arena de debate político general o como centros organizadores de acciones de frente único de la clase obrera; no han lanzado a la lucha a los estratos más oprimidos de las masas; no son vistos por los trabajadores 23 como un centro de poder paralelo o en competencia con el gobierno. Los consejos vecinales que existen actualmente representan aun menos a núcleos de consejos obreros que podrían conducir hacia el poder obrero. Las formas democrático-revolucionarias más avanzadas que han aparecido hasta ahora en Portugal son las asambleas y comités de soldados y marineros que han aparecido en varias unidades en ciertos momentos. Sin embargo, estos no se convirtieron en comités permanentes a gran escala, salvo en la marina, que no es políticamente la rama decisiva de las fuerzas armadas. Paralelo a su creciente ataque a la libertad de prensa y a la Asamblea Constituyente en nombre de la “democracia directa” y “el proceso revolucionario,” el MFA aparece ante las masas cada vez menos como una salida para sus dificultades. Este descenso del prestigio de los militares es más marcado entre el campesinado, ya que solamente una política agraria revolucionaria puede empezar a solucionar los problemas que enfrenta el campesino pobre de Portugal. El nivel técnico de la agricultura debe ser elevado, el latifundio debe ser abolirlo en el Sur, y se debe establecer proyectos de subvención para ayudar a los campesinos pobres en el Norte subsidiados por el gobierno. En el Sur, el proletariado agrícola y los campesinos pobres han podido aprovechar la parálisis de las fuerzas represivas burguesas para tomar tierras y mejorar en gran medida su nivel de vida. Como resultado, se han convertido en fuertes defensores del nuevo régimen. Sin embargo, este proceso puede chocar pronto con serias limitaciones e inclusive convertirse en lo contrario bajo un gobierno burgués. Ayuda estatal es necesaria para reorganizar en forma la agricultura extensiva practicada en la zona. A menos que las ocupaciones de tierra sean integradas a una política socialista de conjunto para la agricultura, las acciones de esta capa militante pero pequeña de trabajadores rurales puede servir para atemorizar al estrato mucho más grande de pequeños propietarios en el Norte quienes temen que un gobierno “comunista” les quitaría sus tierras y ganado además de someterlos a controles burocráticos y altos impuestos. El fracaso del gobierno del MFA en el campo nos provee con un índice de su naturaleza conservadora. Por un lado, el continuo retraso de la agricultura ha significado un aumento continuo en los precios de los alimentos para los trabajadores urbanos. Por el otro lado, el fracaso en ofrecer alguna esperanza de mejora a los campesinos ha empujado a este estrato hacia “salvadores” reaccionarios. Las recientes manifestaciones por la “independencia” en las Azores son un ejemplo claro de esto. 24 La falsedad de la demagogia del MFA acerca de la “democracia directa” se muestra quizá más claramente en la reaccionaria oposición del gobierno militar a las luchas por los derechos democráticos en las escuelas secundarias, una oposición reafirmada en la declaración política del Conselho da Revoluçao del 21 de junio. Las luchas de masas de los estudiantes secundarios por los derechos democráticos ha mostrado a eses sector del pueblo como uno del los más militantes y más altamente politizados del país, y uno de los menos influenciados por los militares y los reformistas. La declaración del 21 de junio anuncia un nuevo ataque de los militares contra este movimiento de masas, que está peleando por una verdadera democracia directa y no por una “participación” bajo la autoridad de los tutores militares. En conclusión hay seis ejes del proceso revolucionaria en Portugal en la etapa actual. 1. La defensa de las conquistas económicas de los obreros y de otros sectores de las masas, y la lucha por las aspiraciones económicas despertadas por la caída del régimen salazarista. 2. La lucha por el retiro inmediato de todas las tropas de las colonias. 3. La lucha por los derechos democráticos de las filas de las fuerzas armadas. 4. La lucha por los derechos democráticos y la toma de decisiones de una manera democrática en todas las áreas de la vida social. 5. La lucha por organizaciones obreras eficaces. Los obreros portugueses están aún en una etapa inicial de organización, Los embrionarios comités de fábrica y los núcleos de sindicatos industriales que se han desarrollado, aunque muestran algunos rasgos avanzados, son todavía inadecuados a escala nacional para defender los intereses más elementales de los trabajadores. En esta situación, la propaganda y agitación por sindicatos industriales y una estructura sindical única y democrática, y la transformación de los embrionarios comités de fábrica en comités de acción que puedan movilizar a los trabajadores y las masas pobres en los centros industriales, se combina estrechamente con otras tareas revolucionarias y forma un componente esencial en el 25 desarrollo de una respuesta concreta y revolucionaria a las preocupaciones de las masas de trabajadores. La lucha por el control obrero en las condiciones actuales también encaja perfectamente con estas tareas, y los obreros ya han ejercido el control en muchas ocasiones para proteger sus intereses específicos frente a los ataques del gobierno, el sabotaje de los patrones y el creciente desempleo e inflación. El control obrero es necesario para obtener la información y organización económica necesaria para defender los empleos, para evitar la fuga de capitali8es, para luchar contra la inflación y administrar una escala móvil de salarios y horas de trabajo. Sin embargo, el control obrero no puede cumplir sus objetivos a menos que los obreros dejen en claro que no aceptan ninguna responsabilidad por el funcionamiento de la economía hasta que no tengan verdadero poder político sobre ella. Debido a la demagogia del régimen militar y el Partido Comunista (demagogia reforzada por las inclinaciones anarquistas de los grupos centristas de izquierda, existe el peligro de que una fachada de control obrero sea usada por el gobierno para inducir a los obreros a aceptar la austeridad). Si esa táctica tiene éxito, resultará tarde o temprano en una desmovilización y desmoralización profunda de la clase obrera. Un ejemplo de cómo el gobierno y los reformistas han utilizado el tema del “control obrero” con objetivos demagógicos fue provisto por el cierre del diario República. En este caso-prueba, un descarado ataque a la libertad de prensa y a la libertad de expresión del más grande partido de la clase obrera fue justificado con el argumento de que un pequeño grupo de trabajadores de la imprenta influenciados por los stalinistas tenía el derecho de imponer censura política a un diario que al gobierno y al PC no les agraciaba. El mayor peligro que se enfrenta al organizar a los obreros a nivel económico es el intento del régimen militar y sus defensores stalinistas, de imponer el tutelaje del Estado burgués sobre los sindicatos. La llamada Ley de Unidad Sindical, que impone la intersindical como la única federación nacional legal, fue precisamente un intento de la junta militar y el Partido Comunista de subordinar a los sindicatos al Estado burgués, para convertir a los sindicatos en correa de transmisión para la política del gobierno en la clase obrera. 6. La lucha por un gobierno obrero y campesino A nivel político, los trabajadores en su gran mayoría buscan dirección en tres fuentes: el Partido Socialista, el Partido Comunista e Intersindical, la 26 federación de sindicatos. El Partido Socialista es el que tiene el mayor número de seguidores y el más atractivo por el momento para la mayoría de la clase obrera. El Partido Comunista y la Intersindical son las organizaciones más fuertes de la clase obrera y son buscados como dirección en la acción, tal como ocurrió en la resistencia a los intentos de golpe de septiembre de 1974 y marzo de 1975. En este momento, ninguna alternativa a estas organizaciones de masas tiene margen de confianza entre grandes capas obreras. Ni puede desarrollarse alternativa alguna hasta que las masas hayan aprendido en la práctica las limitaciones de las direcciones de estas organizaciones. El único organismo nacional políticamente representativo, elegido por los trabajadores y las masas en Portugal, es la Asamblea Constituyente, en la cual los partidos obreros tienen la mayoría absoluta. La lucha por un gobierno obrero y campesino no puede ser librada sin defender la soberanía popular y la democracia, y concretamente sin defender a la Asamblea Constituyente contra los intentos del Partido Comunista, la junta militar y los dirigentes del PS de socavar su autoridad y limitar o destruir su soberanía. La lucha por un gobierno obrero y campesino se centra en este momento alrededor de la Asamblea Constituyente. Los más agudos problemas son la defensa de la Asamblea Constituyente, la demanda de que represente los intereses de las masas de trabajadores que la eligieron, y el repudio de los partidos obreros al Pacto-Programa, que codificó su capitulación a la junta militar. Al firmar este acuerdo con el régimen militar, los líderes de los partidos obreros de masas traicionaron su responsabilidad de representar a los obreros que los apoyan. En la Asamblea Constituyente, el Partido Socialista está en una posición por demás contradictoria, ya que afirma representar a la mayoría de los obreros así como también tener el mandato de la mayor parte de la población. Más aún, los dirigentes del Partido Socialista entraron en conflicto con el gobierno militar en la defensa de la soberanía popular y los derechos democráticos de las masas. Pero continúan acatando los decretos de los dirigentes militares. Los dirigentes del Partido Socialista son también menos capaces de controlar a sus seguidores y dependen más de su popularidad electoral que el Partido Comunista. Los órganos incipientes de poder obrero surgirán de las luchas unificadas de masas de la clase obrera, como ha sucedido anteriormente en cada ascenso revolucionario. En Portugal no se puede abrir el camino a tales luchas sin comenzar por desafiar el derecho del gobierno militar a 27 gobernar. La aceptación de esta pretensión es no solamente la mayor fuerza que mantiene la subordinación de los trabajadores a la dirección burguesa y el mayor obstáculo a su organización, sino que es también el mayor obstáculo a que las organizaciones obreras de masas participen en acciones de frente único. Concretamente, la defensa de la soberanía de la Asamblea Constituyente contra el gobierno militar implica el llamado a los Partidos Comunista y Socialista, como representantes de la abrumadora mayoría de los trabajadores portugueses y la mayoría del pueblo portugués, a establecer un nuevo gobierno ejerciendo su mayoría en la Asamblea Constituyente y apelando a las masas y a las bases de las fuerzas armadas a movilizarse en su favor. Estas son también las principales fuerza políticas en la Intersindical, la cual debería mantener su independencia de cualquier gobierno, aún del gobierno obrero y campesino como el defensor directo de los intereses económicos de los obreros. Exigir esto a los dos partidos de masas de la clase obrera es una parte esencial del proceso de plantear una alternativa gubernamental socialista al régimen militar y de exponer la incapacidad de estos partidos para proveer tal alternativa. A medida que la desilusión de las masas con el régimen militar se profundiza, y la crisis económica empeora, la amenaza de un golpe reaccionario será cada vez más grave. Al mismo tiempo, el MFA perderá su capacidad y determinación de resistir una arremetida derechista. Dado que su poder está basado específicamente en el ejército burgués, el armar a las masas representa para él un peligro mortal. Más aún, a medida que el régimen se desacredita más y más, las masas se mostrarán cada vez más reacias a movilizarse bajo su bandera, ya que esto las seguiría subordinando a un régimen sobre el cual ellas no ejercen ningún control y que parece estar cada vez menos interesado en responder a sus necesidades e intereses. Por lo tanto, la propaganda y agitación para movilizar y armar a las masas en contra de los verdugos derechistas únicamente se puede llevar a cabo con éxito en combinación con la lucha por un gobierno obrero y campesino. 9. Las tareas de los trotskistas portugueses Bajo las condiciones de la represión salazarista, los trotskistas no podían reali8zar discusiones políticas regulares y exhaustivas en las que participará 28 la organización entera. Así mismo, no podían participar, excepto de una manera muy limitada, en la vida del movimiento trotskista mundial, Entre otras cosas, esto dificultó la construcción de una organización políticamente homogénea a nivel nacional y la resolución de diferencias políticas tácticas e incipientes sin escisiones. Desde abril de 1974, sin embargo, esta tendencia ha sido al menos en cierta medida, revertida. No obstante, aún existen dos grupos trotskistas separados. La Liga Comunista Internacionalista (LCI) fue reconocida por el Congreso Mundial de febrero de 1974 como grupo simpatizante de la Cuarta Internacional. La existencia de la otra organización, el Grupo Marxista Revolucionario (GMF), ahora el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), fue conocida por la Cuarta Internacional únicamente hasta el verano de 1974. Estos dos grupos de similar tamaño han concentrado sus actividades en diferentes arenas y son ahora complementarios en determinados aspectos,. Su unificación sobre una base principista representaría un avance cualitativo para el trotskismo portugués. Ambos grupo trotskistas consisten principalmente de jóvenes reclutados del medio estudiantil, El PRT tiene muchos activi8stas de escuelas secundarias. La LCI tiene una mayor proporción de activistas de más edad con experiencia en las universidades y en campañas políticas. Ambos grupos han abierto trabajos en las fábricas. En esto la LCI tiene más experiencia. Pero ninguna organización tiene todavía una implantación substancial en el movimiento obrero. Bajo tales condiciones, los trotskistas portugueses tienen las siguientes tareas: 1. Abrir una discusión común para elaborar un programa acabado para la revolución portuguesa y para construir un partido trotskista de masas en Portugal. 2. Integrarse a la vida política de la Cuarta Internacional y participar en sus discusiones. 3. Regularizar y expandir su trabajo de propaganda, en particular publicando un periódico regular atractivo y garantizando la traducción y publicación de la obras de Trotsky. 4. Demostrar la aplicación práctica de las ideas y principios trotskistas en las luchas amplias contra la explotación y opresión. El programa común de los trotskistas portugueses debería incluir los siguientes puntos: 29 1. La movilización de un movimiento amplio para exigir el retiro inmediato e incondicional de todas las tropas portuguesas de las colonias. 2. La defensa del derecho de todos los miembros de las fuerzas armadas de discutir todas las ideas políticas y de organizarse políticamente sobre bases de igualdad en los cuarteles y en las instalaciones militares. Completa democracia en el seno de las fuerzas armadas, incluyendo el derecho a elegir oficiales y a discutir todas las órdenes que tengan relevancia política. Defensa del derecho del personal militar a participar plenamente en la vida política del país sin restricción alguna. Movilización de un amplio frente en defensa de cualquier personal militar victimizado por razones políticas. 3. La presentación de un plan de reforma agraria radical adaptado a las condiciones portuguesas. Puesto que la gran mayoría del tercio de la población portuguesa que vive de la agricultura son pequeños propietarios, esto requiere de un programa de subsidio estatal para los campesinos a nivel individual, así como el auspicio de cooperativas auxiliadas por el Estado y granjas estatales en la zona de cultivo extensivo. Para el área donde el proletariado rural predomina, se requiere también un programa para los sindicatos de trabajadores agrícolas. La gran desigualdad en las condiciones de vida de los distintos pequeños propietarios debería también ser tomada en cuenta. 4. El planteo oportuno de demandas económicas inmediatas y demandas democráticas y transicionales para enfrentar las necesidades de capas oprimidas de la población, tales como las mujeres y la juventud en particular. 5. La concentración del frente más amplio posible para la defensa y extensión de los derechos democráticos. Los derechos políticos de la mayoría de las organizaciones obreras en Portugal han sido atacados en una y otra ocasión desde el 25 de abril de 1974, incluyendo los derechos de cada uno de los partidos reformistas de masas. Sin embargo, el principio de solidaridad del movimiento obrero en su conjunto contra tales ataques está lejos de haber sido establecido. Aun más, incluso las fuerzas políticas y partidos burgueses y pequeño burgueses tiene contradicciones en su seno sobre esta cuestión que pueden ser explotados a favor de los intereses fundamentales del movimiento obrero. Por ejemplo, algunos elementos en el burgués PPD protestaron contra los ataques de la policía a los manifestantes pro-MPLA en agosto de 1974 con mucha más fuerza e insistencia que el PC. Mientras que todos los partidos políticos de importancia en Portugal afirman estar a favor de la 30 6. 7. 8. 9. democracia, sólo los revolucionarios son capaces de defender y extender consistentemente los derechos democráticos. Impulsar el control obrero para defender los intereses de los trabajadores contra los despidos, la intensificación del trabajo, y los intentos de los capitalistas de usar su poder económico para sabotear la economía y frenar el avance del proletariado hacia la toma del poder. El control obrero es una extensión de los derechos democráticos a la fábrica y es necesario en el etapa actual para defender los derechos democráticos de los trabajadores en la sociedad en su conjunto contra la reacción capitalista. Sin embargo, puede jugar este papel únicamente si sirve los intereses de la clase obrera en su conjunto y es subordinado a la perspectiva general de desarrollar la democracia obrera. Ambos los intentos del gobierno y el Partido Comunista de obligar a los obreros a trabajar más duro y los intentos de grupo ultraizquierdistas relativamente pequeños de pasar por encima de las opiniones de la mayoría de los trabajadores con iniciativas minoritarias y campañas demagógicas no impulsan sino retrasan el desarrollo del genuino control obrero. Obtener la independencia política de la clase obrera con respecto al MFA y cualquier otra dirección bonapartista que surja. Esto implica llamar a las organizaciones obreras de masas a representar verdaderamente los intereses de los trabajadores y romper con cualquier forma de colaboración con la burguesía, incluyendo al gobierno militar burgués en todos sus aspecto, como un medio para demostrar en la práctica a los trabajadores las limitaciones de sus direcciones reformistas. Esto incluye el llamar a los partidos obreros de masas a romper el Pacto-Programa y establecer un gobierno obrero y campesino. Promover la unidad en la acción de la clase obrera impulsando la demanda por su frente único de todas las organizaciones que afirman representar a los trabajadores en defensa de las conquistas logradas y contra cualquier ofensiva de las fuerzas burguesas que amenace al proletariado en su conjunto. Esto incluye las medidas apropiadas para armara al proletariado para la defensa de sus conquistas. Promover la organización independiente de la clase obrera para que le proletariado pueda cumplir las tareas que la lucha de clases le impone en este periodo de crisis y triunfe en una confrontación directa con la burguesía. Esto implica impulsar formas más y más amplias de organizaciones obreras, sindicatos industriales, una estructura sindical unida y democrática, comités de acción y comités de fábrica democráticos que puedan unificar y movilizar a las amplias masas de trabajadores en las zonas industriales y atraer a otras capas explotadas y oprimidas, y finalmente, congresos 31 nacionales y regionales de organizaciones obreras que puedan adoptar una política global y diri8gir a las masas trabajadoras en la toma de iniciativas decisivas. La dirección de desarrollo es hacia el establecimiento de un gobierno obrero y campesino y la organización de soviets como base de un Estado obrero. Edita: GRUPO GERMINAL (en defensa del marxismo) Para contactar con nosotros: germinal_1917@yahoo.es Visita nuestra página: www.grup-germinal.org 32