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Artículo especial Año de Darwin. Lo que falta por aclarar en la teoría de la evolución Luis M. Gonzalo Sanz Catedrático de Anatomía y Embriología. Universidad de Navarra. Pamplona. Navarra. España. Este año 2009 nos ofrece dos aniversarios importantes en la vida de Charles R. Darwin: el bicentenario de su nacimiento y los 150 años de la publicación de su obra El origen de las especies, libro clave para la teoría de la evolución. Estos dos eventos serán motivo de publicaciones, encuentros, conferencias, etc., en las que se tratarán distintos aspectos de la evolución y de la significación que Darwin tuvo en el desarrollo de esta teoría. La evolución, desde Lamarck y Darwin hasta nuestros días, ha ido reuniendo un gran número de datos que permiten afirmar que ha pasado de ser una hipótesis a contarse entre las teorías, e incluso algunos evolucionistas la consideran un dogma. Sin embargo, hay que convenir en que, a pesar de todos los datos que la avalan, todavía hay lagunas que necesitan ser rellenadas. A algunas de ellas me voy a referir en el presente artículo. Laguna de los pasos intermedios entre dos especies Según sostenía Darwin, el paso de una especie a otra se produce por la sumación de pequeños cambios, acaecidos de forma continuada, durante mucho tiempo. Si eso fuera así, se deberían encontrar numerosos restos de los pasos intermedios entre una y otra especie y tales restos no se han encontrado. El propio Darwin fue consciente de esta dificultad cuando escribió: “No ha podido ser observado ningún cambio de una especie en otra […]. No podemos probar que haya cambiado una sola especie”1. “El número de variedades intermedias que deberían existir sobre la tierra tendría que ser enorme. Entonces, ¿por qué cada formación geológica y cada estrato no están llenos de estos eslabones intermedios?”2. Esta misma pregunta y dificultad se la han planteado otros muchos científicos. Así, David Kitts escribió: “La evolución requiere formas intermedias y la paleontología no las proporciona”3. Por su parte, Gary Parker afirmó: “Si la evolución fuera verdad deberíamos encontrar, literalmente, millones de fósiles que mostraran cómo unas formas de vida han ido cambiando lenta y gradualmente en otras, pero estos eslabones faltan”4. Por otra parte, si se hubieran dado todos estos pasos y de forma lenta, se habría requerido un tiempo muy superior al que se le concede a la existencia de nuestro planeta y, en especial, a los seres vivos. Además, los leves cambios que, según Darwin, son los responsables de la evolución, en realidad sólo operan una microevolución, es decir, cambio de una raza en otra, no de especie. A este respecto, S. Lovtrup dijo: “Ocurren micromutaciones, pero la teoría de que ellas solas pueden dar razón de los cambios evolutivos es falsa, o al menos no comprobable”5. Fred Hoyle ha afirmado que “La teoría de la evolución no sirve para un nivel taxonómico más amplio, pues no puede explicar los 38 JANO 30 DE OCTUBRE DE 2009. N.º 1.750 12ARTesp0074Darwin.indd 1 • pasos mayores de la evolución”6. Y J. Agassiz ha llegado a decir que: “La teoría de la transmutación de las especies es un error, falso en los hechos, no científico en los métodos y perverso en su tendencia”7. La selección natural y el azar, por sí solos, no explican ni la evolución ni el origen de la vida Los neodarwinistas atribuyen la evolución a la selección natural, punto este al que Darwin daba la máxima importancia, y a las mutaciones genéticas ocurridas al azar. Monod se expresó de forma rotunda: “El azar, sólo el ciego azar es el responsable de la evolución”8. Por su parte, R. Dawkins admite que: “La selección natural es un proceso ciego, inconsciente y automático, no tiene un objetivo que alcanzar”9. Uno de los razonamientos que muestran claramente que la selección natural y el azar no pueden explicar la múltiple variedad de especies que en la actualidad pueblan la Tierra, ni tampoco el origen de la vida, son los cálculos de los genetistas matemáticos, que afirman con toda seguridad que se habría necesitado una antigüedad de nuestro planeta muy superior a la que se le atribuye. Según Wilder-Smith10, la posibilidad de que haya surgido la vida de forma espontánea de una “sopa” de aminoácidos sería de 1 por 10 elevado a 67, es decir, cero. Y lo mismo piensan, con relación al ADN, Alsee11, Smith12, Morowitz13, Jockey14, Penrose15, etc. Para debatir la posibilidad matemática del origen por azar de la vida, se han organizado diferentes congresos en los que han participado matemáticos, genetistas, biólogos, etc. Entre las más conocidas de estas reuniones científicas están la de Filadelfia (1966), Alpbach (Suiza, 1969), Chicago (1970) o Nueva York (1974). En reuniones posteriores se han tratado puntos más concretos, siendo las más conocidas las que vienen teniendo lugar en el Instituto Henry Poincaré de París. En todas estas reuniones ha habido puntos de vista diferentes entre biomatemáticos y biólogos. Para los primeros, como antes ya se ha dicho, el azar hubiera requerido una antigüedad de la tierra muy superior a la que tiene (Eden16, Wald17). La aparición del Homo rationalis Otro punto de controversia es el origen del hombre moderno. En general, los evolucionistas ateos −que no admiten en el hombre un componente espiritual− piensan que la inteligencia se ha adquirido por un proceso evolutivo natural y que no ha supuesto un cambio de naturaleza. Por el contrario, los que admiten que nosotros, los hombres actuales, poseemos un alma racional, no tienen la menor duda de que ese cambio de naturaleza ha sido un hecho: Dios, en un momento determinado, www.jano.es 27/10/2009 11:39:07 Artículo especial Año de Darwin. Lo que falta por aclarar en la teoría de la evolución L.M. Gonzalo Sanz infundió en nuestros primeros padres un alma espiritual. Esto es lo que se deduce del primer capítulo del Génesis y de las declaraciones de la Iglesia católica18,19. Hay un hecho, o si se quiere una paradoja, para la que los materialistas no tienen fácil explicación y es la explosión de descubrimientos, avances técnicos y artísticos y, sobre todo, la capacidad de simbolización, realizada por el Homo sapiens sapiens en muy poco tiempo. Los paleontólogos materialistas la atribuyen a un mayor desarrollo cerebral, pero se da la paradoja de que el Homo neanderthalensis tenía una capacidad craneal de unos 1.600 cm3, mientras que el sapiens sapiens sólo alcanza los 1.400 cm3. Razonando con el criterio del paralelismo entre el desarrollo cerebral y el técnico-cultural, los neandertales deberían haber alcanzado un desarrollo superior a los hombres actuales, sobre todo teniendo en cuenta que contaron con unos 350.000 mil años, mientras que estos últimos sólo tienen una existencia de unos 40.000 años. Es verdad que desde el Homo habilis hasta los neandertales parece darse ese paralelismo cerebro-técnica, pero se rompe claramente con el hombre moderno. Su capacidad de simbolización expresada en el lenguaje, en las manifestaciones artísticas, en los enterramientos rituales, etc., indican que experimentó un cambio esencial y no simplemente de grado, fue el paso de animal a animal racional (Gonzalo20). El origen del hombre y el principio antrópico El término principio antrópico fue introducido por Brandon Carter en 197321. Viene a decir que nuestra existencia determina en una medida considerable las propiedades del Universo que contemplamos. Quienes defienden este principio han podido observar que las constantes físicas del Universo parecen estar diseñadas para que pueda existir vida inteligente. Si estas constantes cambiaran no existiríamos, ha dicho Penrose. Los cosmólogos Brandon Carter y Robert Dicke vieron en este principio varias relaciones numéricas sorprendentes entre la constante gravitatoria, la masa del protón, etc. (como es sabido, las constantes físicas fundamentales son la gravitatoria, la velocidad de la luz en el vacío, la carga del electrón, la de Planck, la masa del neutrón, etc.). Pequeñísimas variaciones en estas constantes hubieran dado lugar a un Universo inhabitable. Esta sería la versión fuerte de la antropía. La versión débil señala que los valores observados en las cualidades físicas y cosmológicas toman unos valores específicos de tal modo que existen donde la vida basada en el carbono pueda evolucionar, requiriéndose para ello que el Universo tenga una antigüedad suficiente. El principio antrópico −por lo que se acaba de decir, que el Universo ha sido diseñado con vistas a los seres vivos y, más en concreto, con vistas a los seres inteligentes, como es el hombre− parece que va demasiado lejos. En efecto, puede interpretarse que la inteligencia surgió como un paso evolutivo más en un universo en que se daban las condiciones favorables, condiciones diseñadas por un Creador para que aparecieran seres inteligentes. J Bibliografía 1. Darwin Ch. My life and letters. Clasic literature Library. 2. Darwin Ch. On the origin of species by means of natural selection. Londres: J. Murray; 1959. [Reimpresa por Cramery, 1995]. 3. Kitts D. Paleontology and evolutionary theory. Evol. 1974;28:45872. 4. Parker G. Dry bones and other fossils. The fossils Book. Gree Forest: Master Books; 2006. 5. Lovtrup S. The refutation of a myth. Londres: Croom Helm; 1987. 6. Hoyle F. Mathematics of evolution. Memphis: A Com Enterp; 1999. 7. Agassiz L. On the origin of species: Arguments against Darwinism. Am J Sci. 1960;30:154-9. 8. Monod J. El azar y la necesidad. Barcelona: Barral; 1973. 9. Dawkins R. The blind watchmaker. WW Norton Co; 1986. 10. Wider-Smith AE.. The natural science know nothing of evolution. California: Master Books; 1981. 11. Alsee R. The mathematics of evolution. Slashdot, 27 abril, 2006. 12. Smith W. Design and logos in Biology. Discovery channel, 11, sept. 2007. 13. Morowitz H. Beginning of cellular life. Nueva York: Yale University Press; 1992. 14. Hockey H. Information theory and molecular biology. Cambridge: Cambridge Univ. Press; 1992. 15. Penrose R. The road to reality. A complete guide to the laws of the universe. Londres: Knopf; 2006. 16. Eden M. Inadequacy of the neodarwinismo evolution as a scientific theory. En: Moorhead P, Kalan M, editors. The mathematicals challenges to the neodarwinismo. Wistar monographs, n.º 5; 1986. 17. Wald G. Mathematical interpretation of evolution. Wistar monographs, n.º 5; 1986. 18. Pío XII. Encíclica: Humani generis, 12 de agosto, 1950. 19. Juan Pablo II. Mensaje a la Academia Pontificia de la Ciencia, 22 septiembre 1996 (Observatore Romano 25 de octubre de 1996). 20. Gonzalo Sanz LM. Enigmas en la evolución. Madrid: Biblioteca Nueva; 2007. 21. Carter B. The Anthropic Principle and its implications for biological evolution. Philos. Trans. Roy Soc. 1983;310:347-63. 22. Dicke R. Dirac’s Cosmology and Mach’s principle. Nature. 1961;192:44-1. JANO 30 DE OCTUBRE DE 2009. N.º 1.750 12ARTesp0074Darwin.indd 2 • www.jano.es 39 27/10/2009 11:39:07