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Curso sobre el Sistema Solar: Lección nro. 1 ¿Que es el Sistema Solar? a1) Aspecto del Firmamento: Idea General. Comenzaremos por considerar lo que es posible conocer del Sistema Solar sin la ayuda de ningún artificio, esto es una primera aproximación. La multitud de puntitos luminosos que pueblan el firmamento son otros tantos astros situados en lejanas regiones del espacio. Su luz, que vemos brillar ahora, proviene en algunos casos de épocas remotas, ya que la luz de algunas estrellas ha tenido que viajar durante muchos años en el espacio antes de llegar a nosotros. Si se prolonga la contemplación del firmamento durante horas se observará que todos los astros parecen girar en el sentido este – oeste, manteniéndose siempre constante sus distancias relativas. Este movimiento de los astros no es real, sino que se trata de un efecto de la rotación de la Tierra alrededor de su eje. Si se prolonga todavía más la contemplación, se observará que unos pocos astros, que también reclaman la atención por su luminosidad, no solo tienen su movimiento de giro alrededor del eje del mundo, sino que también se desplazan respecto al fondo de las estrellas fijas. Estos cuerpos celestes son los planetas del Sistema Solar; es decir, astros que no brillan con luz propia, sino con la luz que reflejan del Sol, alrededor del cual giran. Su cambio de posición en el firmamento es un reflejo de su movimiento de traslación en torno al Sol. Aparte debemos mencionar que los Planetas no presentan el característico centelleo, común a todas las estrellas. Este fenómeno se debe a que el centelleo es una característica de las fuentes de luz puntuales, es decir, de aquellos focos luminosos que se reducen a un punto sin dimensiones, y las estrellas, debido a su gran distancia, se comportan como tales, pero los planetas están a distancias mucho menor comparadas con la distancia de las estrellas. El planeta de más fácil identificación es sin duda Venus, puesto que después del Sol y la Luna es el astro más luminoso del firmamento. Su brillo máximo es 15 veces superior al de la estrella más brillante: Sirio. Debido a su gran brillo, en condiciones muy favorables, se puede identificar en pleno día, por supuesto conociendo previamente su posición. Por las posiciones aparentes que pueden adoptar en el cielo, Venus no se aleja excesivamente del Sol y en las condiciones más favorables se puede observar unas cuatro (4) horas antes y después de la salida y puesta del Sol. Otro planeta de fácil reconocimiento por su coloración rojiza, que se destaca entre los otros astros, es Marte. Su luminosidad presenta importantes cambios debido a las variaciones de su distancia a la Tierra, pero cuando alcanza su valor más elevado sobrepasa incluso al de todas las estrellas. Sus períodos de visibilidad son superiores a los de Venus, por lo tanto superiores a 4 horas. La identificación de Júpiter es más problemática, puesto que la tonalidad blanquecina de su luz y el valor de su luminosidad relativamente elevado pueden, en ciertas circunstancias, producir una confusión con Venus. Este error no es posible cuando los dos astros son visibles, ya que el brillo de Venus es generalmente superior, y sobre todo su situación en el firmamento permite su identificación y la de Júpiter por exclusión. En el caso de Saturno, el planeta más lejano entre los visibles a simple vista, su luminosidad no facilita su identificación, puesto que aun siendo elevada es igualada por bastantes estrellas fijas. Tampoco se obtienen mejores resultados si se observa su movimiento respecto a las constelaciones, ya que su gran distancia a la Tierra hace que este movimiento solo se pueda detectar tras cuidadosas mediciones. De aquí que la única característica que puede servir para una rápida localización, aparte del conocimiento previo de su situación en el firmamento, sea la fijeza de su brillo, que se destaca entre todos los astros próximos en el sector a observar. Un caso especial lo constituye Mercurio, el planeta que se encuentra más próximo al Sol en el espacio. Las condiciones de visibilidad de este planeta son muy limitadas, ya que en los mejores momentos para realizar observaciones, el planeta se encuentra muy bajo en el horizonte. Se sabe que grandes astrónomos de la Edad Media nunca pudieron observar al planeta Mercurio. El escaso margen de observabilidad del planeta se debe a su proximidad al Sol, ya que se aparta muy poco de él y además su brillo se ve disminuido debido a los rayos solares. Los mayores períodos de observación no superan las 2 horas. a2) Movimientos aparentes de los planetas. Si en un mapa celeste se dibujasen detalladamente todas las posiciones por las que pasa un planeta en su desplazamiento, se observaría que este movimiento tiene efecto normalmente en el sentido oeste-este a través de las constelaciones. Tal movimiento recibe el nombre de directo o prógrado. En algunas ocasiones, a lo largo de unas pocas semanas, se constataría que el camino del planeta en cuestión sobre el fondo de las estrellas fijas parece invertirse, movimiento entonces en el sentido esteoeste, que recibe el nombre de retrógrado. Se observaría asimismo que cuando cambia de sentido el planeta pasa por una posición en la cual parece detenerse durante cierto tiempo respecto a las constelaciones, posición que recibe el nombre de estacionario. Estos cambios de sentido en el movimiento de un planeta no tiene lugar sobre una misma línea recta, que primero sería descrita en un sentido y después en el opuesto; por el contrario, la trayectoria del planeta es una línea curva que presenta tantas sinusoidales como cambios de sentido. En algunos casos estas sinusoidales se cierran sobre si mismas y dan lugar a bucles en la trayectoria del planeta. En realidad, la Tierra y los demás planetas se mueven siempre en un mismo sentido describiendo elipses, respecto a las cuales el Sol ocupa una posición central. Los bucles, o simplemente los cambios de sentido que observamos, son aparentes, y sus causas han de buscarse en los en los cambios en la posición y velocidad relativa del planeta respecto a la Tierra, y también en el hecho de que las dos trayectorias no están en el mismo en un mismo plano. Este movimiento aparente de los planetas tiene siempre lugar en las proximidades de una línea imaginaria a la que se da el nombre de eclíptica, esta es la trayectoria aparente que sigue el Sol a lo largo de un año en el firmamento de las estrellas fijas, y no es otra cosa que la intersección del plano de la órbita de la Tierra con la esfera celeste. En la figura 1 se observa la trayectoria aparente de un planeta superior, por ejemplo Júpiter y en la figura 2, la trayectoria aparente de un planeta inferior, por ejemplo Mercurio. Figura 1 Figura 2 a3) Fases de los planetas En la figura 3 se muestra las posiciones relativas del Sol, la Tierra y los planetas. La órbita más pequeña es la de un planeta interior (Mercurio y Venus), la central es la trayectoria de la Tierra y la más externa, corresponde a un planeta exterior (Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón (planeta enano)). Figura 3 Los planetas interiores son los que están más cerca del Sol que la Tierra, y los exteriores son los que giran más allá de la órbita de la Tierra. Cuando observamos un planeta con un telescopio se comprueba: i) Que los diámetros de los mismos son muy variables. ii) Que presentan fases análogas a las de la Luna. i) La gran variabilidad de los diámetros de los planetas se debe a que sus distancias de la Tierra, d, oscilan entre límites muy separados. Así un planeta interior se halla a una distancia mínima de la Tierra cuando de encuentra en su conjunción inferior: d = dT – dP donde: dT: es la distancia de la Tierra al Sol. dP: es la distancia del planeta al Sol. La distancia máxima se produce cuando el planeta se encuentra en conjunción superior: d = dT + dP En el caso de un planeta exterior tenemos: d = dP – dT en la oposición , distancia mínima d = dP + dT en la conjunción, distancia máxima ii) Las fases de los planetas prueban que estos son cuerpos oscuros, opacos e iluminados por el Sol, y se producen como consecuencia del movimiento de los mismos. Durante este movimiento, el observador terrestre puede ver el huso iluminado que se forma por la intersección de los hemisferios que el planeta vuelve a la Tierra y al Sol. Mientras los planetas inferiores (interiores), Mercurio y Venus, presentan las mismas fases que la Luna, los superiores (exteriores) debido a la gran distancia que los separa de la Tierra en la oposición, solo presentan fases incompletas. Figura 4 Prof. Dr. Raúl Roberto Podestá Presidente LIADA