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buzos — 18 de agosto de 2014 43 www.buzos.com.mx COLUMNA CARLOS EHÉCATL ehecatllazaro@gmail.com clionautas > Investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales. Ilustración: Carlos Mejía Las sanciones a Rusia y sus repercusiones en Latinoamérica Desde el descubrimiento de América hasta los días que corren, América Latina (AL) ha sido una de las regiones más explotadas y sometidas del mundo. Después de vivir el sangriento episodio de la conquista militar, los pueblos latinoamericanos entraron a un periodo de relativa estabilidad en el que se procuró la dominación ideológica. En contadas excepciones, al cabo de 300 años, estas colonias vivieron violentas convulsiones sociales que concluyeron con su independencia política respecto a las metrópolis europeas, dándole a los nacientes Estados la posibilidad de decidir su propio destino. Sin embargo, al cortar las relaciones que tanto tiempo habían tenido, se encontraron en un terreno en el que no tenían experiencia y comenzaron a vivir los problemas económicos, sociales y políticos por los que todas las sociedades atraviesan. Pero la independencia debía ser total y terminaron con toda muestra de influencia española o portuguesa. A mediados del siglo XIX, Europa presumía a una nación que era la luz del progreso y del futuro: Inglaterra. Pero no era la única, Estados Unidos (EE. UU.) estaba teniendo un acelerado desarrollo económico y el orbe también fijaba sus ojos en este país. El crecimiento económico de EE. UU. e Inglaterra pronto los llevó a incursionar en las embrionarias economías latinoamericanas. En 1898 EE. UU. arrebató a España los territorios de Cuba, Puerto Rico y Filipinas durante la Guerra hispano-estadounidense. Como se sabe ahora, el naciente imperio yanqui hizo de Puerto Rico una colonia propia, condición de la que escapó Cuba por medio de la revolución socialista que encabezó Fidel Castro en 1959. Previamente, aparecieron en suelo latinoamericano empresas estadounidenses como la United Fruit Company que empezaron a dominar su economía. Por mandato del capital estadounidense, el te- rritorio de Colombia sufrió la amputación de su territorio para formar Panamá, donde a principios del siglo XX se abrió el canal que agilizaría el comercio internacional. Inglaterra, por su lado, era uno de los más grandes importadores de materias primas producidas en AL y era también (por el empuje que le diera la Revolución Industrial) su más grande exportador de telas. Ya entrado el siglo XX la situación cambió: el triunfo de la Revolución Rusa de 1917 y la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) crearon un sistema internacional con dos polos bien definidos y diametralmente opuestos. En estas circunstancias, en las que las ideas socialistas estaban más vivas que nunca y la URSS iba cobrando simpatía en el mundo, el imperialismo estadounidense vio amenazada su hegemonía económica en AL e inmediatamente se dispuso a atacar. Desde la segunda mitad del siglo XIX se impusieron regímenes políticos que garan- tizaran la prevalencia de la economía capitalista y rechazaran la influencia ideológica de la URSS en la región. Con el triunfo de la Revolución Cubana y la posterior Crisis de los Misiles, el imperio estadounidense estuvo más alerta que nunca, y no dudó en utilizar contra la población latinoamericana los métodos más crueles y deshumanizados para la protección de sus intereses. A finales del siglo XX ocurrió el suceso que hizo brincar de júbilo a los capitalistas y llenó de dudas el corazón de los simpatizantes del socialismo: En diciembre de 1991 desapareció la URSS y con ella el mundo bipolar. Las potencias europeas, con EE. UU. a la cabeza eran ahora dueñas absolutas del mercado mundial. Recientemente, la coyuntura internacional generada por el derribo de un avión en el espacio aéreo de Ucrania dio pie a que los países de la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte impusieran importantes sanciones económicas a Rusia acusándola de apoyar con armas a los rebeldes ucranianos pro rusos. Rusia, a su vez, respondió también con sanciones económicas contra los países que se sumaron a la política agresiva dictada por el imperialismo yanqui. Vladímir Putin echó mano, asimismo, de sus relaciones con AL, donde, desde los inicios del siglo XXI, parece existir un prometedor movimiento que no busca el interés del capital estadounidense sino el bienestar de sus pueblos. Los bienes que Rusia dejará de adquirir en los países de la UE serán sustituidos con importaciones de algunos países latinoamericanos y China. La diversificación de sus mercados, y la menor dependencia hacia la economía estadounidense, fortalecerá a los países latinoamericanos en su añejo propósito de no continuar siendo marionetas del imperialismo.