Download Leche materna, enfermedades infecciosas
Document related concepts
Transcript
1409-0090/98/12-03/139-141 Acta Pediátrica Costarricense Copyright© 1998, Asociación Costarricense de Pediatría Comunicación corta Leche Materna, Enfermedades Infecciosas y Antibióticos Erick Sell M ., María L. Avila-Agüero "Residente I año de Pediatria t ServIcIo de Infectologia Hospital Nacional de Niños "Dr. Carlos Saénz Herrera" Correspondencia: Servicio de Infectología, Apartado 16541000, San José Costa Rica. Correo electrónico mavila@hnn.sa cr Acta Pediátrica Costarricense 1998; 12: 139-141. En los últimos años se ha dado un notable énfasis a la promoción y al apoyo en general para la lactancia materna por diferentes instituciones y organismos a nivel mundial. Esto se debe a múltiples estudios que han demostrado la gran importancia de la leche humana en la nutrición infantil (1). La leche materna tiene un conocido efecto protector con relación a las enfermedades infecciosas y con la pandemia del SIDA al comprobarse que el virus se transmite por la leche humana, se han desatado una serie de polémicas sobre este y otros agentes infecciosos y el papel de la lactancia. Por esto, para poder brindar un consejo adecuado a las madres que amamantan, se deben conocer las enfermedades infecciosas que contraindican la lactancia, lo mismo que el uso correcto de los antibióticos durante el embarazo y la lactancia. Sin duda alguna, la leche humana constituye el alimento ideal para el ser humano en sus primeros meses de vida. No sólo es un producto natural, económico y balanceado bioquímicamente de acuerdo a las necesidades del lactante en sus diferentes etapas de crecimiento, sino también juega un papel imprescindible en la prevención de enfermedades y alergias (1). La producción de agentes antimicrobianos, antiinflamatorios e inmunomoduladores está limitado en el recién nacido como parte del proceso de maduración global. Así, por ejemplo, la producción de IgA secretoria en el infante comienza a los 4 meses y se establece completamente a los 12 meses; el repertorio completo de anticuerpos se logra a los 24 meses, y las células T de memoria a los 2 años (1). La leche materna suministra éstos factores inmunológicos, protegiéndo al lactante durante este período crucial. Los conceptos de "circulación enteromamaria" y "paso bronco-mamario· explican la transmisión de la IgA secretoria de la madre al niño por medio de la lactancia. En los centros linfoides en los bronquios, al igual que en las placas de Peyer en el intestino, el antígeno se expone a las células B IgM t, Idis Faingezicht t productoras y estas al estimularse se transforman en células plasmáticas productoras de IgA. Las IgA se transportan de la circulación de la glándula mamaria hacia los acinos de la misma, y de ahí la recibe el lactante; éste recibe de 0.5 a 1 gramo diario de IgA secretoria contra patógenos como: Eseheriehia eoli, Shigella, Salmonella, Closfridium diffieile, Rotavirus, Citomegalovirus (CMV) Poliovirus, Giardia, y Candida Un estudio realizado en León, albieans (1). Nicaragua para valorar el empleo de una vacuna antirotavirus, demostró relación entre lactancia prolongada e infección asintomática, concluye que la leche materna confiere protección parcial contra el rotavirus, probablemente mediada por anticuerpos IgA (2). De hecho, es bien conocido que el niño se enferma menos durante la lactancia. Existen agentes antinflamatorios, contenidos en la leche materna, como la acetilhidrolasa, una enzima que degrada el factor agregante plaquetario, a la cual se le atribuye papel protector en la enterocolitis del prematuro. El factor de crecimiento epitelial que se relaciona con recuperación temprana en la enfermedad diarreica aguda; y muchos otros factores inmunomoduladores como las citocinas que activan las células T y aumentan la producción de IgA, y las ~-casomorfinas y la prolactina (1). Contribuyendo todas ellas al efecto protector de la leche materna. Una pregunta frecuente es si las vacunas son potencialmente peligrosas durante la lactancia, tanto por el riesgo de producir enfermedad, como por inhibir la producción de anticuerpos en el lactante debido al aporte de los mismos por la leche materna. Se había pensado en este riesgo teórico, principalmente con las vacunas de la rubéola y la polio oral (OPV), sin embargo no hay evidencia que contraindique las inmunizaciones durante la lactancia cuando se emplea un esquema adecuado (3-4). La mayor polémica se presenta cuando hay que decidir si el proceso infeccioso es contraindicación para la lactancia. Por eso al evaluar las repercusiones de las enfermedades infecciosas sobre la lactancia debemos considerar varios aspectos; la composición de la leche, la transmisión de los agentes a través de la misma, la patogenicidad del microorganismo y los efectos colaterales del empleo de antibióticos. La contaminación de la leche exprimida ha sido responsable de varios cuadros fatales de septicemia por Sfaphyloeoeeus epidermidis. Se han reportado, además, de cuadros LACTANCIA MATERNA Y ANTIBIOTICOS de enterocolitis aguda necrot;zante en gemelos pretérminos quienes se alimentaban con leche exprimida y en la cual se aisló esta bacteria y entéricos Gram-negativos (5). Se han sugerido medidas preventivas como la limpieza de las mamas antes de la recolección, con agentes químicos como el Phisoderm®, sin encontrarse mayores ventajas al compararlo con agua sola. Sin embargo, sí se da énfasis en el tratamiento de la leche por congelamiento a -20 oC, o aún con mejores resultados, fa pasteurización a 62.5 oC por 30 minutos, la leche materna puede seguir usándose con seguridad (5-6). de las razones por las que se considera la lactancia como factor de riesgo para la transmisión del CMV en el paciente inmunocomprometido (4,8-10). Se ha demostrado la transmisión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en la leche humana, principalmente en las mujeres que lo adquieren durante el post-parto. El riesgo de transmisión no está bien establecido, aunque hay estudios en donde se analizaron muestras de leche materna por reacción en cadena de polimerasa, encontrándose ácido ribonucléico (RNA) del VIH-1 en un 39 % de las muestras; 47% en la leche "madura" de más de un mes y 27% en el calostro (4,10). Existen factores asociados que aumentan el riesgo de transmisión del VIH, como la deficiencia de vitamina A, valores < de 20mcg/dl, el conteo de CD4 < de 400 células, juntos aumentan 20 veces el riesgo de hallar DNA del VIH-1 en la leche materna. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que en los países donde la desnutrición y las infecciones son causa importante de mortalidad en el inicio de la vida, y no hay manera de proporcionar otra fuente alimenticia, las madres continúen amamantando, sin tener en cuenta su estado serológico (4,11). Con respecto al virus de la hepatitis S, estudios en Taiwán e Inglaterra indican que no hay un aumento significativo en el riesgo de infección en los niños amamantados. por madres HSsAG positivas, sobre todo sí se les aplica inmunoglobulina y vacuna anti-hepatitis S (4). Se aconseja a las madres HTLV-1 (+) (virus de la leucemia humana de células T tipo 1) que no amamanten, pues hay estudios que sugieren que la transmisión se produce principalmente por la lactancia. Este virus es endémico en Japón, el Caribe y Sur América, y se asocia con procesos malignos y trastornos neurológicos en los adultos (4). En cuanto al efecto de la infección aguda en la madre y su repercusión sobre la cantidad y composición de la leche, un estudio realizado con mujeres peruanas de bajos recursos, cursando con un cuadro febril agudo, que se encontraban amamantando niños entre 1 y 6 meses de edad, demostró que aunque hubiese alteración en la proteína C reactiva materna, no se presentaban cambios en el volumen, composición o calidad de la leche (7). La mastitis y los abscesos no son infrecuentes, y en ocasiones provocan el abandono de la lactancia. La mastitis no contraindica la lactancia, pero en el caso del absceso, este se puede comunicar con un conductillo mamario, e inocular un número no despreciable de microorganismos potencialmente patógenos. En estos casos se aconseja suspender la lactancia e iniciar antibioticoterapia (4). La tuberculosis activa contraindica la lactancia debido a la posibilidad de transmitirle la enfermedad al lactante por partículas de secreción respiratoria y aunque es raro, por absceso mamario. Por lo tanto se debe suspender la lactancia en la etapa contagiosa y posteriormente reanudarla (4), o bien proveer a la madre de una mascarilla especial que impida la diseminación de la Mycobacteria y que proteja al niño. El CMV se puede excretar en forma intermitente en la leche humana. Debido a los anticuerpos maternos transferidos pasivamente no suele haber enfermedad en el neonato. Sin embargo, el riesgo de enfermedad sintomática aumenta en los hijos de madres seronegativas que sufren seroconversión durante la lactancia, y en los neonatos prematuros con bajas concentraciones de anticuerpos maternos adquiridos por vía transplacentaria. La precaución que debe tenerse con el CMV durante la lactancia se puede ilustrar con el caso reportado de un lactante de 4 meses portador del síndrome de Wiskott- Aldrich, cuyo hermano mayor falleció del mismo síndrome y por infección con CMV, por lo cual sus padres lo aislaron de otros niños bajo las más estrictas normas de higiene, para evitar la infección por este virus. El niño murió debido a un cuadro fatal de infección por CMV; la madre amamantaba al niño, y a pesar de ser IgG positiva, el virus se aisló de la leche al tiempo que el infante desarrollaba la infección generalizada. Esta es una Las mujeres con lesiones herpéticas en las mamas no deben amamantar. Más aún, se ha aislado virus en leche sin encontrarse lesiones concomitantes en la madre. Algunos autores aconsejan que no amamanten mujeres con enfermedad mucocutánea primaria hac;ta tanto no resuelvan las lesiones, y no se elimine el virus. (4) En relación con el virus de la hepatitis C, existe discrepancia en cuanto a su transmisión por la leche materna. El virus puede estar presente en la saliva hasta en un 36% de las portadoras. Aunque se reporta un 5% de transmisión perinatal, en la mayoría de los estudios no se ha aislado el RNA en la leche humana. En un estudio de 60 niños examinados en Nueva Zelanda, se hallaron cinco muestras positivqs por RNA viral, lo cual sugiere que es necesario una investigación más profunda, sin poder descartarse la participación de la leche materna en la transmisión de la hepatitis C (1214). En relación con los antibióticos, las concentraciones de los mismos en la leche materna no han sido estudiadas en forma adecuada. La isoniacida, el metronidazole, la trimetropina y las sulfonamidas alcanzan en leche materna niveles 140 LACTANCIA MATERNA Y ANTIBIOTICOS 12. Croxon M. Vertical transmision of hepatitis c virus in New Zealand. N Z Med J, 1997,110:165-167 13. Kage M. Hepatitis C virus RNA present in saliva but absent in breast-milk of the hepatitis C carrier mother. J Gastroenterol Hepatol 1997,12:518-521 14. Nelson JD. Pocket Book of Pediatric Antimicrobial Therapy. 33" edición. Williams and Wilkins. 1998-1999. 15. Poywka S; Feucht H. Hepatitis C infection in pregnancy and the risk of mother-to-chi/d transmission. Eur J C/in Microbiollnfect Dis 1997,16:121-124 similares a los séricos. Las concentraciones de tetraciclinas, cloranfenicol y eritromicina alcanzadas en leche materna, representan del 50-75% de las halladas en suero. Las penicilinas G y V, aminoglucósidos, ácido nalidíxico, oxacilina, novocaína, nitrofurantoína y algunas cefalosporinas, alcanzan cifras inferiores al 25% en relación con los séricos. Es importante advertir que el ácido nalidíxico, la nitrofurantoína y las sulfas pueden inducir hemólisis en niños. Algunos fármacos pueden ser nocivos para la embarazada o para el feto, entre ellos ribavirina, amantadina, ciprofloxacina, norfloxacina, estolato de eritromicina, griseofulvina, ácido nalidíxico, tetraciclina y primaquina. Se consideran seguros los siguientes fármacos: penicilina, aztreonam, cefalosporinas, eritromicina base, mandelato de metamina, espectinomicina, nistatina, cloroquina, niclosamida, paramomicina, permetrin, praziquantel, pamoato de pirantel y piretrinas. El resto de antibióticos deben de ser usados con cautela (4,14). Concluimos que así como debe continuarse con el estímulo de la lactancia materna, también es fundamental apoyar el estudio de los riegos y las limitaciones que los procesos infecciosos implican para la lactancia, para poder aconsejar con propiedad a cada madre en una forma individualizada. Aún así, es innegable, que la lactancia materna es la mejor inversión. REFERENCIAS Wendelin s; Powers N. Breast feeding update: immunology, nutrition, and advocacy. Pediatrics in Review 1997,18:40-47 2. Espinoza F. Rotavirus infections in young Nicaraguan children. Pediatr Infect Dis J, 1997, 16:564-571 3. Adu FD; Adeniji JA. Meas/es antibodies in the breast milk of nursing mothers. Afr J Med Sci, 1995, 24:385388 4. American Academy of Pediatrics. Human milk. En: Peter G, ed. 1997 Red Book: Report of the Commitee on Infectious Diseases. 24th ed. Elk Grove Village, IL:American Academy of Pediatrics; 1997:73-80. 5. NG PC; Lewindon PJ. Bacterial contaminated breast milk and necrotizing enterocolitis in preterm twins. J Hosp Infect 1995, 31:105-110 6. Thompson N. Contamination in expressed breast milk following breast cleansing. J Hum Lact, 1997,13:127-30 7. Zavaleta N. Effect of acute maternal infection on quantity and composition of breast milk. Am J Clin Nutr 1995,62:559-63 8. Numazaki K. Human cytomegalovirus infection of breast milk. FEMS Immunol Med MicrobioI1997,18:91· 98 9. Richter D; Hampl W; Pohland F. Vertical transmision of cytomegalovirus most probably by breast milk to an infant with Wiskolt-Aldrich Syndrome with fatal outcome. Eur J Pediatr 1997,156:854-855 10. Lewis P. Cel/-free human inmunodeficiency virus type 1 in breast milk. J Infect Dis, 1998,177:34-39 11. Nduati RW. Human immunodeficiency virus type 1infected celis in breast milk: association with immunosuppression and vitamin a deficiency. J Infect Dis, 1995, 172:1461-1468 1. 141