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Texto extraido de artículo científico de José Ramón Alonso. José Ramón Alonso (Valladolid, 1962). Doctor en Neurobiología por la Universidad de Salamanca, donde es ahora Catedrático de Biología celular. Ha sido Rector de esta Universidad e investigador postdoctoral y profesor visitante en Alemania y Estados Unidos. Escribe en su blog sobre divulgación científica y el mundo universitario así como en prensa española e internacional .Reportaje: Las bacterias del sistema digestivo, nueva huella biológica humana. Tres tipos de colonias son independientes del género, edad, dieta u origen - Los ecosistemas intestinales tendrían diferente respuesta a dieta y medicinas. Alicia Rivera Madrid 27 ABR 2011 En los intestinos de cada persona viven unos 100 billones de bacterias de centenares de especies diferentes. Esos microorganismos ayudan a convertir los alimentos en energía, a destruir toxinas, a producir determinadas vitaminas o aminoácidos y a proteger al organismo frente a muchos patógenos; a cambio, el sistema digestivo les da alimento y hábitat. ¿Son todos los intestinos humanos más o menos iguales a efectos de la colonia bacteriana del aparato digestivo? Un equipo internacional ha identificado tres tipos de ecosistemas de microorganismos claramente distinguibles y en cada uno predomina un género u otro de bacterias. Además, estos tres tipos de flora intestinal son independientes de factores como de la edad, el sexo o la distribución geográfica de las personas. Las colonias bacterianas proporcionan así una nueva huella biológica que algunos comparan con el grupo sanguíneo. Microbioma y su relación con algunas enfermedades. El microbioma es el conjunto de microbios, sus genes y las interacciones que realizan en un ambiente determinado. Los constituyentes del microbioma de nuestro cuerpo –incluyendo bacterias, virus y eucariotas y al menos una arquea- interaccionan entre ellos y con varios de nuestros sistemas, incluyendo el digestivo, el inmunitario y el nervioso. Estos microbios, especialmente aquellos del intestino, influyen sobre muchas funciones y hay quien piensa que deberían ser considerados como un órgano más de nuestro organismo, como una parte integral e imprescindible de nuestro ser, al igual que una fábrica que externaliza parte de sus procesos sigue teniendo una unidad estructural y funcional aunque tenga servicios deslocalizados de la sede principal. El ser humano contiene diez veces más microorganismos (1014) que células humanas y el microbioma de cualquiera de nosotros tiene más variabilidad genética que todo el genoma humano y eso aunque en un adulto todo el microbioma pesa entre 200 y 1.400 gramos. La mayoría están en el intestino pero hay poblaciones importantes en la boca o la vagina. Solo una minoría de los microbios constituyentes pueden ser cultivados pero las nuevas técnicas de secuenciación sin cultivo han ampliado el conocimiento de nuestro microbioma, permitiendo la detección de cambios temporales, espaciales y asociados a la enfermedad en sus poblaciones. El microbioma es muy variable, las especies de bacterias presentes en dos gemelos difieren en más del 50% y la diversidad en los virus es aún mayor. Los cambios en la dieta tienen efectos significativos en el microbioma pero una vez establecido, parece ser relativamente estable (más del 95% de los virus muestran una variación mínima tras un período de un año). Ello no obstante, los ratones que pasan de una dieta rica en polisacáridos y pobre en grasas a una dieta rica en grasas y en azúcar, cambian su microbioma en un día. Las personas que pasan de una dieta rica en grasas y pobre en fibras a lo contrario muestran también notables cambios en su microbioma intestinal a las 24 horas. Los microbios del interior de nuestro cuerpo controlan cosas tan importantes como la concentración de algunas sustancias que pueden ser imprescindibles en determinadas proporciones y tóxicas a concentraciones mayores así como la renovación de estas moléculas si están dañadas. Un ejemplo son las hormonas sexuales donde se calcula que en torno al 65% de la testosterona de nuestro cuerpo ha pasado por nuestros microbios simbiontes. El microbioma está implicado en la obtención y almacenaje de productos energéticos en el sistema digestivo e interacciona intensamente con el sistema inmune. La importancia funcional va más allá del nivel de moléculas circulantes y, por poner otro ejemplo, un estudio en ratones realizado por Rochellys Díaz-Heijtz y su grupo y publicado en 2011 demostraba que la flora intestinal del roedor era necesaria para un desarrollo normal de su encéfalo y para un comportamiento también normal. Este trabajo mostraba que ratones libres de gérmenes mostraban un aumento de su actividad motora y una ansiedad reducida en comparación con ratones con un microbioma intestinal normal. Este trabajo mostraba que ratones libres de gérmenes mostraban un aumento de su actividad motora y una ansiedad reducida en comparación con ratones con un microbioma intestinal normal. Este fenotipo alterado de los ratones sin microbios intestinales estaba asociado con una expresión anómala de genes involucrados en rutas de segundo mensajero y en la potenciación a largo plazo en regiones cerebrales implicadas precisamente en el control mental y la ansiedad. Todos los datos indicaban que la colonización microbiana del intestino inicia mecanismos de señalización que afectan a los circuitos neuronales Los microbios del exterior son los responsables, por poner otro ejemplo, de nuestro olor corporal que se supone que es tan personal y único como las huellas dactilares o nuestro propio genoma. Aunque la presencia e importancia de las feromonas en los humanos es discutida no hay dudas sobre su impacto en otras especies, lo que sugiere que el éxito reproductivo de un individuo y por extensión, el éxito evolutivo de la especie puede estar ligado al microbioma que albergan en su piel. De hecho, estudios realizados en corales, por ejemplo, han visto que la supervivencia de un individuo depende no solo del propio organismo sino también de las bacterias que contiene y este equipo sería la víctima o el ganador de la selección natural. Estudios en Drosophila han demostrado que las bacterias simbiontes del intestino dirigen la preferencia de emparejamiento inducida por la dieta. Las moscas, en función de con qué se les alimenta (melaza o almidón) tienen una preferencia por una pareja que tenga el mismo tipo de dieta, preferencia que se establece en solo dos generaciones y que termina por separar poblaciones. Sin embargo, cuando se les trata con antibióticos — eliminando por tanto muchos microorganismos— se eliminan esas preferencias en la selección de pareja para los apareamientos. Esto implica también que el microbioma puede ser responsable de la formación de nuevas especies por mecanismos mucho más sencillos y presumiblemente frecuentes que el aislamiento geográfico. Entre ellos, además del apareamiento selectivo estarían otros procesos relacionados con el microbioma como el posible aprovechamiento de nuevos alimentos —las termitas pueden digerir madera por los microorganismos presentes en su sistema digestivo— o la supervivencia en nuevos tipos de hábitats —las leguminosas pueden vivir en terrenos pobres en nitrógeno por el aporte que le hacen las bacterias nitrificantes en los nódulos de la planta. El reciente interés por el microbioma es que puede estar implicado en el desarrollo de enfermedades autoinmunes como la diabetes, la artritis reumatoide, la fibromialgia, la artritis reumatoide o la esclerosis múltiple. También hay datos que implican a nuestros microbios en la aparición o la evolución de algunos cánceres, de las alergias, de la enfermedad de Crohn o de la obesidad.