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MONSEÑOR DANIEL ADWOK KUR Monseñor Daniel Adwok Kur nace un 25 de Noviembre de 1952 en Atar, un pequeño pueblo al sur de Malakal, las orillas del Nilo blanco, durante los últimos años de ocupación británica. De familia católica tuvo que presenciar siendo joven el asesinato de su padre junto a otras 17 personas. El tenía entonces 12 años. La muerte de su padre, a comienzos de la primera Guerra, dejó a la familia Adwok en una situación financiera difícil y peligrosa. “Para todos nosotros fue traumático, afirma. Con mi madre regresamos a Malakal porque allá estábamos más protegidos”. A los 24 años, un 29 de Marzo de 1977 es ordenado sacerdote y un 6 de Octubre es nombrado obispo auxiliar de Jartum y titular de Moxori. Él explica así su vocación: “Mi colegio tenía fuertes lazos con el seminario de Juba. Los seminaristas nos hablaron de la necesitad urgente que tenía nuestro país de sacerdotes. Veíamos como los sacerdotes realmente se comunicaban con las personas y predicaban la palabra de Dios”. Este ejemplo selló el futuro y la vocación de Daniel Adwok, así como en aquellos años la Iglesia era para él un signo de esperanza, hoy el obispo Adwok es signo de esperanza para Sudán. Como seminarista el dinero era escaso, así que después de clases, el futuro sacerdote tenía que ir a las fábricas o trabajar en un taller mecánico, para pagar su estadía en el seminario y ayudar a su madre. Daniel Adwok Kur en sus 33 años de sacerdote y 17 de obispo, ha estado siempre comprometido con el destino de su país y su Iglesia. Sudán es el país más grande de África y también uno de los más sufridos. Diezmado durante los últimos 25 años por una feroz guerra civil entre el norte, de raíz islámica, y el sur, animista y católico, que cobró mas de 2 millones de vidas y desplazó a cerca de 6 millones de personas, sin embargo Sudán busca hoy su destino. En este medio, lleno de rencores y luchas tribales y religiosas, Monseñor Adwok ha dedicado su vida, a defender y ayudar a los creyentes acosados por la pobreza y las persecuciones. Su físico imponente, fuerte y macizo, y su gran personalidad le han ayudado en esta tarea. Sin esa fuerza y valentía, la fe habría muerto en muchos sectores de Sudán, afirman quienes conocen la realidad del país. Ordenado sacerdote en 1977, su primer destino fue la parroquia de Lul, región que en aquel entonces se estaba recobrando de una guerra. Pudo fundar allí un colegio y un centro catequístico. Después de trabajar duro en esta diócesis fue nominado rector del seminario de Juba, cargo que nunca asumió. Camino al seminario pasó a ver a su madre en Malakal y quedó atrapado nuevamente por la guerra. Era 1984 y una vez más la violencia predominaba. El padre Daniel organizó el abastecimiento y se encargó de la distribución de los pocos alimentos. “Yo garantizaba que la comida llegara y fuera distribuida justamente. Si no hubiera sido así la mitad o dos tercios de la población habría huido y sólo Dios sabe qué hubiera pasado con ellos porque la situación era extremadamente peligrosa”. “Allí, recuerda, trabajando en los centros de distribución descubres a personas muy diferentes, pero la verdadera alegría surge cuando encuentras aquellas comprometidas con la ayuda. Allí realmente aprecias su presencia y lo que hacen”. Después de ocho años en Malakal lo sorprendió su nombramiento como Obispo. Su reacción fue rechazarlo, ya que sentía que si se iba, dejaba abandonados a los miles de refugiados que dormían en su parroquia durante semanas. El Nuncio, representante del Santo padre, tuvo que volar a Malakal para encontrarse con el joven sacerdote que argumentaba estar demasiado ocupado para juntarse con él. Desde que fue nombrado Obispo auxiliar de Jartum, Daniel Adwok ha sido el abogado de la Iglesia, presionada por un islamismo militante y una pobreza extrema, situación agravada por la guerra civil y la violencia. En julio de 1998, dos sacerdotes párrocos, Lino Sebit y Hillary Boma, fueron arrestados por el gobierno de Jartum y acusados de estar implicados en la explosión de una serie de bombas contra el régimen islamista. Las gestiones diplomáticas fueron inútiles. Pero una multitud de creyentes se reunió para celebrar una misa al aire libre presidida por el obispo Daniel Adwok. Él recuerda lo que sucedió de la siguiente manera: “Queríamos afrontar la situación de una vez por todas. Por eso me levanté y dije que los sacerdotes estaban detenidos por fuerzas de seguridad y que estábamos preocupados por ellos. Que creíamos que estaban siendo torturados y que la inocencia de los sacerdotes estaba fuera de toda duda. Era una acción arriesgada considerando que estábamos frente a un gobierno que quería afirmar su autoridad. Sin embargo, el emplazamiento público fue efectivo y la situación se resolvió”. Esta es sólo una de las situaciones o incidentes en que participó Monseñor Daniel Adwok, trabajando siempre en cooperación con el Cardenal Gabriel Zubeir Wako de Khartoum. Conocido y respetado es también su trabajo social y pastoral con los enormes campos de refugiados que existen en Jartum. “Lo que me importa es el servicio”, afirma. Con su habitual sonrisa, delinea su filosofía con lentitud y cordialmente: “Mi vida es servir. Me mueve servir a las personas en lo material y en la defensa de sus derechos. A pesar de que no me alcanzan las fuerzas para ayudarlos, siento que tengo que ser su amigo, compartir sus dificultades”. Desde 1950 el coraje de los obispos sudaneses ha sido de un valor incalculable para la Iglesia en la ciudad de Jartum, que ha crecido de 50 mil a un millón de fieles. Pero no sólo de esa ciudad sino en el país entero. Sudán, el país más grande y más rico en reservas de África, sueña hoy con un futuro de esperanza. Es el Kairós de Sudán han afirmado los obispos. Después de 25 años de guerra civil, en el año 2005 se firmó un acuerdo de paz que finaliza en el próximo año con un referéndum en el cual, entre otros, el sur debe decidir si se independiza de Jartum o no. En ese entonces, en el acuerdo se pusieron varios hitos que no se han cumplido, afirman. Mientras tanto han arreciado los conflictos interétnicos, los abusos, las violaciones y asesinatos de mujeres, los problemas limítrofes y los ataques de LRA (Lord´s Resistnace Army), una facción del islamismo extremo e intolerante. Ante el temor de un fracaso del plebiscito a efectuarse en enero próximo, los obispos de Sudán han llamado a una cadena de oración por la paz que se inició el 21 Septiembre recién pasado. Esta es iniciativa de reconciliación, bajo el lema “cambia tu corazón, cambia tus palabras”, las nueve diócesis católicas de Sudán, invitan a momentos de oración y adoración eucarística y meditación sobre temas como la justicia, la paz, la construcción de comunidades. “Queremos que la gente asuma su obligación de vivir en paz. Que comprenda que necesitamos seguir el consejo de Juan Pablo II: si quieren las paz, busquen la justicia”. La iniciativa, en la cual también participan los anglicanos y otras confesiones cristianas, tendrá un momento fuerte de oración precisamente el día 24 de Noviembre, fecha en que también los obispos de Chile rezarán en todas las iglesias por los cristianos perseguidos. Es el Domingo de Oración por la Iglesia Perseguida instituido hace pocos años por la Conferencia Episcopal Chilena, a petición de la fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre (AIS), y que se ha comprometido a mantener. LOS CRISTIANOS DE SUDÁN SE DISPONEN A ASUMIR SU NUEVA SITUACIÓN EN EL NORTE Y EL SUR ANTE EL PRÓXIMO REFERÉNDUM DE ENERO PRÓXIMO Se ha abierto en Sudán el proceso cívico educativo que culminará en una consulta decisiva al pueblo sudanés. Los pronósticos dicen que el 9 de enero de 2011 surgirá un nuevo país en África: Sudán del Sur. La Iglesia trabaja con otros grupos confesionales cristianos y las autoridades internacionales para lograr un proceso de transición limpio y en paz. Con sentido de responsabilidad por el futuro, grupos de misioneros y líderes católicos colaboran en el plan eclesial para prepararse al proceso de toma de decisiones. Líderes cristianos de distintas confesiones han pedido la mediación de la ONU para que el referéndum del 9 de enero sea limpio. En Juba, capital de la región semiautónoma de Sudán del Sur, una iniciativa intecongregacional, algo muy común en África, integrada por 24 religiosas y religiosos de Kenia, Sri Lanka, Myanmar, México, Vietnam, Estados Unidos, etc... en total quince nacionalidades, trabajan en cuatro diócesis de Sudán meridional: Yambio, Malakal, Wau y Juba, la capital. El proceso se llama Solidaridad con Sur Sudán y lo relata la revista de los misioneros combonianos Mundo Negro. Este proyecto es fruto de un nuevo modo de entender la misión que surgió en el Congreso Internacional de Vida Religiosa celebrado en Roma en 2004, bajo el lema “Pasión por Cristo, Pasión por la humanidad”. Aunque todavía en sus inicios, la iniciativa de colaboración entre los religiosos de distintas denominaciones es el futuro en África. Y una realidad muy cuajada por ejemplo en Camerún y otros países en los que la Iglesia tiene mayor arraigo. Este trabajo silencioso y constante de la Iglesia Católica se orienta a preparar una transición pacífica a la independencia de la región meridional, predominantemente cristiana. Ha sido un largo proceso de décadas de guerra y conflictos que culminaron en el acuerdo de 9 de enero de 2005, por el que el Norte predominantemente musulmán y las autoridades de Jartum, en su mayoría árabes, en un país habitado mayoritariamente por población negra, cedían y firmaban un pacto. El presidente Omar al-Bashir, atrincherado en el norte del país, no puede salir, debido una orden de busca y captura contra él por parte del Tribunal Internacional de La Haya. Fue emitida el 4 de marzo de 2009, por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad en la región de Darfur. Por primera vez, una corte internacional acusa a un mandatario en ejercicio. Un grupo de líderes cristianos se entrevistaron con el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, el 11 de octubre, en Nueva York, como parte de un largo viaje de explicación de la situación crítica que vive Sudán. Estos líderes temen que la consulta cree tensiones y lleve a un despertar del conflicto latente entre Sudán del Norte y la región semiautónoma del Sur. Una larga guerra, con interrupciones, que costó la vida de dos millones de personas y en la que siete millones más se vieron obligados a abandonar sus casas. El conflicto vio su final en la firma del Comprehensive Peace Agreement (Acuerdo Integral de Paz), en 2005. La delegación de líderes cristianos incluye al arzobispo Daniel Deng Bul, de la Iglesia Anglicana; obispo emérito Paride Taban de Torit y el obispo auxiliar Daniel Adwok Kur de Jartum, de la Iglesia Católica; reverendo Ramadan Chan, secretario general del Consejo de Iglesias de Sudán; Sam Kobia, enviado ecuménico especial a Sudán, y representantes de Caritas Internacional y del Consejo Mundial de las Iglesias. Según estos líderes cristianos, “la cancelación o el aplazamiento del referéndum, o un simple indicio de que el resultado de la consulta pudiera ser ajeno a la voluntad del pueblo, no sería entendido por los ciudadanos y crearía un peligroso vacío que podría llenarse con violencia e incluso una eventual vuelta a la guerra”. Funcionarios de la ONU aseguraron a la delegación que habrá representantes en cada condado de Sudán del Sur con el fin de hacer el seguimiento del refrendo electoral sobre la independencia. Intento de asesinato Mientras tanto, todos se preguntan quién intentó matar el pasado 10 de octubre al cardenal Gabriel Zubeir Wako, arzobispo de Jartum. Durante la celebración de la Eucaristía, y ante unos 10.000 fieles, un hombre intentó apuñalar al cardenal, pero fue detenido y reducido por los presentes. Según informa Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), el atentado al purpurado estaría conectado con una campaña de intimidación de grupos extremistas islámicos contrarios a la separación de la región semiautónoma del Sur. El obispo Eduardo Hiiboro Kussala, de Tombura-Yambio, en Sudán del Sur, dijo a AIN que podría haber una posible conexión entre el atentado y un movimiento extremista. Hiiboro hizo su declaración cuatro días después de que un hombre con una daga se acercara al cardenal, durante la eucaristía celebrada en Jartum, en la fiesta de san Daniel Comboni, patrón de Sudán. El obispo afirmó: “Por supuesto, no sabemos si el hombre armado actuaba solo o si había otras personas involucradas pero sería muy posible que formara parte de una amplia campaña de intimidación contra la Iglesia”. Añadió que el atentado coincide con una creciente postura militante por parte del presidente de Sudán Omar al-Bashir. Por su parte el obispo auxiliar católico de Jartum Daniel Adwok Marok Kur, que formaba parte de la delegación que visitó la ONU, dijo: “La tensión existe ya en el norte y en el sur. El norte no quiere la secesión del sur”. También, el obispo emérito Paride Taban de Torit subrayó: “Hacemos también un llamamiento a nuestros hermanos y hermanas en el Señor para que nos acompañen con sus oraciones”. Hace unos 30 años había un solo sacerdote en Jartum y ahora pasan de cien; con una treintena de parroquias y unos cien centros donde se celebra la eucaristía. De los 18 millones de habitantes de la archidiócesis, más de 900.000 son católicos. La Iglesia local dirige el proyecto “Salvar a los que pueden ser salvados”, con 65 escuelas, mas de 33.000 alumnos y en torno a mil maestros. Su fin es ofrecer una educación adecuada a niños refugiados en Jartum y los procedentes del sur del país. La Iglesia católica se afianza también en el norte en un contexto difícil, predominantemente musulmán y gobernado por autoridades de esta religión. En el norte y en el sur, los misioneros católicos trabajan por un proceso limpio, transparente, y de asunción de responsabilidades por parte de la ciudadanía. Por Nieves San Martín, Zenit.