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La fiesta de la cátedra de san Pedro en Roma, celebra el día en que san Pedro, después de siete años de cátedra apostólica en Antioquía, entró en Roma para continuar su prédica y convertirla en centro de la Iglesia universal, en la Santa Sede. Anteriormente, esta festividad se realizaba el 18 de enero y el 22 de febrero tenía lugar la celebración de la cátedra de Antioquía, donde Pedro había establecido primero su sede. Por lo tanto se efectuaban dos celebraciones. En 1960, el papa Juan XXIII excluyó el 18 de enero del calendario romano, quedando fijado, para la de san Pedro en Roma, el día de hoy. “La ‘cátedra’, literalmente, es la sede fija del obispo, por eso se llama ‘catedral’, y es el símbolo de la autoridad del obispo, y de su ‘magisterio’, que, está llamado a conservar y transmitir. El Papa es el obispo de Roma por lo que, se le considera la cabeza visible de la Iglesia católica, cabeza del Colegio episcopal y el jefe de Estado y soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano. Se cuenta que un día Pedro visitó a Cornelio, antiguo funcionario imperial. Cornelio recibió al extranjero con amabilidad y dijo: "Amigo, puedes disponer de esta casa para tus predicaciones". Y Pedro vio una sala y una silla de madera. Así entró Pedro como primer obispo de Roma, que sería en adelante el centro del nuevo reino de Cristo en la tierra. Unos veinticinco años gobernó san Pedro la cátedra, desde la cual predicó la doctrina que conduce a los hombres a la salvación. En Roma se guarda todavía la silla de madera en que se habría sentado el apóstol, en un relicario de bronce esculpido por Bernini. Jesús, una vez resucitado, confirmó esta misión a Simón Pedro. Él, que profundamente arrepentido ya había llorado su triple negación ante Jesús, ahora hace una triple manifestación de amor: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,17). Entonces, el Apóstol vio con consuelo cómo Jesucristo no se desdijo de él y, por tres veces, lo confirmó en el ministerio que antes le había sido anunciado: «Apacienta mis ovejas» (Jn 21,16.17). Esta potestad no es por mérito propio, como tampoco lo fue la declaración de fe de Simón en Cesarea: «No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mt 16,17). Sí, se trata de una autoridad con potestad suprema recibida para servir. Es por esto que el Romano Pontífice, cuando firma sus escritos, lo hace con el siguiente título honorífico: Servus servorum Dei. Así lo manifestó el Señor en Cesarea de Filipo: «Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). Y Jesús mismo declara que Pedro ha hablado por revelación divina y lo constituye en base de la Iglesia, en "la piedra", en "la roca"... "Esa roca", apoyada en "Cristo" mismo. Por lo tanto, la Iglesia de Cristo es indestructible, porque está apoyada "precisamente" en Cristo. En su confesión de fe, no sólo reconoce a Jesús como el Mesías, sino también como al Hijo de Dios vivo. Y el Señor le da a Pedro, la suprema autoridad en la tierra, el poder de perdonar, de abrir y cerrar las puertas de su Iglesia y del mismo cielo. Pedro como mayordomo de la Casa de Dios, ejercerá el poder de admitir o excluir según el Evangelio y administrará la comunidad por medio de todas las decisiones oportunas en materia de doctrina y de moral; es decir, que la misión de Pedro será declarar lo que "es”y lo que "no es" lícito para los miembros de la Iglesia. La Iglesia es el cuerpo de Cristo, y todos los bautizados, formamos parte de esa Iglesia, como miembros vivos. Pero para ser miembros "vivos" del Cuerpo de Cristo necesitamos: "el perdón de los pecados". Y Jesús dio a su Iglesia, en la persona de Pedro y sus sucesores, ese poder de atar y desatar. Sabemos también que ella ha recibido, junto con el Espíritu Santo iluminador, la garantía de la verdad, la luz necesaria para guiar al pueblo de Dios en su camino de éxodo en la tierra. Allí donde está Pedro allí está su Señor y nuestro Señor. Por eso no hay poder humano, ni siquiera como dice el Evangelio, las fuerzas del Infierno serán capaces de hacer naufragar la barca de Pedro. Por eso pidamos a María, Madre de la Iglesia que amemos cada día más a la Iglesia de Cristo. Que nos enseñe a respetar a nuestro Papa, reconociendo en él al sucesor de Pedro y representante de Cristo en la tierra. Si deseas recibir archivos de Espiritualidad Católica envía un correo sin asunto y sin texto a: siembra_amor+subscribe@googlegroups.com Los archivos del mes puedes descargarlos en: http://siembraconmigo.blogspot.com/ Servicio Gratuito con Fines Educativos