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VI Encuentro de Biarritz Sao Paulo, junio 1-2, 2006. EN TORNO AL DOCUMENTO ¨MOVIMIENTOS, PARTIDOS Y GOBERNABILIDAD EN AMÉRICA LATINA¨ Ana Évelyn Jacir de Lovo El Salvador El tema propuesto para esta reunión es, sin duda, de gran actualidad y pertinencia para comprender el momento socio-político y económico que vive América Latina y para explorar alternativas de solución a los problemas generados tanto por nuestras formas de incorporación a la globalización, como por la matriz de violencia y exclusión social que se ha constituido en la larga duración de nuestra historia. Iniciar el análisis desde la perspectiva de la subjetividad política de la región es una propuesta muy estimulante y atractiva. Colabora a la restauración de la centralidad política que enfatiza en los aspectos dinámicos que las decisiones y arreglos de los actores sociales y políticos realizan al apropiarse de las situaciones y al plantear soluciones para salir de estados adversos que requieren cambios en tiempos cortos y acelerados. Muestra las alternativas para unificar las grandes diferencias de distintos grupos que tienen una diversidad de motivaciones y causalidades en su acción social y política. Los movimientos sociales, los partidos políticos, la gobernabilidad, y en éste último, la forma de gobierno, son ámbitos privilegiados para la reflexión y la propuesta de la acción política que busca soluciones y nuevas rutas de desarrollo para las sociedades latinoamericanas. Mis comentarios, debo aclararlo, son hechos desde la realidad de El Salvador, un pequeño país que ha impactado al mundo político por diversas razones: una guerra civil de doce años, un acuerdo de paz exitoso al finalizar la guerra fría; un país que tiene casi una tercera parte de su fuerza de trabajo en Los Ángeles, Chicago y Washington; un aliado muy definido de los Estados Unidos; índices altos de pobreza pero que se han suavizado en los últimos años; un país que rivaliza y quizás supera ya a Colombia en los índices de violencia; que se apoya fuertemente en las remesas enviadas por migrantes ilegales, en su mayoría; donde no obstante que la izquierda ha sido una fuerza política desestabilizadora de primer orden, los grupos de la derecha, cada vez caminando hacia el centro político y la modernización política, llevan casi 20 años en el gobierno, accediendo por la vía democrático electoral y reinventándose de manera permanente. Cra 7 No. 26-20, Piso 27, info@corporacionescenarios.org Teléfono 210 7892 Bogotá D.C., Colombia 1 Movimientos sociales: ¿oportunidad o desafío? Ambas cosas. Los movimientos sociales, con sus diversas formas de conformación, sean movilizados por causas corporativas, por razones de identidad, motivaciones políticas o por reacciones ante la globalización, están presentes muy fuertemente en nuestras realidades. Representan, en este sentido un desafío en el sentido que su rechazo o no comprensión podría producir conflictos de altos costos para la sociedad actual y futura, generando conflictos que pueden desmontarse vía la comunicación, la concertación y el reforzamiento de la vía democrática. Y representan, también, una oportunidad para cambiar el ámbito de las libertades políticas, de la democracia, de la moral y de la cultura. Creo que todos estamos de acuerdo que la democracia es una ruta de reconstitución de nuestras sociedades, por muy distintas que se presenten las opciones políticas y sociales que impulsen los actores enfrentados. Los movimientos sociales orientan sus luchas en contra de la democracia liberal por no encontrar salida a sus reivindicaciones y demandas. En ese sentido hay que reconocer que la democracia liberal tiene muchos problemas pero tiene grandes fortalezas que necesitan ser rescatadas y ampliadas. Los valores y principios basados en la libertad y la igualdad siguen siendo una orientación inapreciable para la vida en dignidad, aunque los sistemas de poder que hemos desarrollado no han permitido una operatividad que acerque con mayor efectividad resultados palpables a la mayoría de la población. Por eso es tan importante que profundicemos en como ampliar la democracia, los valores de libertad e igualdad, a los diferentes ámbitos de las relaciones sociales. Es importantísimo reflexionar y trabajar de manera conjunta con los diferentes grupos de la sociedad, en el rediseño de un encuentro genuino entre el ciudadano, la sociedad, la economía y el Estado, que naturalmente pasa por la constitución de los actores capaces de implementar esta articulación. En este rediseño los gobiernos son indispensables pero no pueden entrar solos en la tarea de reconstrucción. Se requiere que los actores políticos, gobierno y movimientos sociales participen de manera decisiva, aunque cada país tiene su propia modalidad y sus formas de acción. En la actualidad, en El Salvador, por ejemplo, los “antiguos” y “nuevos” movimientos sociales han desvanecido paulatinamente en su significación. Después de una guerra civil de doce años y de un proceso de paz que lleva ya catorce años de implementación, los desacuerdos, los conflictos y las demandas sociales y políticas han sido canalizadas hacia el sistema político y resueltas en este ámbito. Existen movilizaciones sociales, por supuesto, pero muchas de ellas nacen en las estrategias de los partidos políticos o éstos incorporan muy rápidamente a las movilizaciones que han surgido autónomamente. Cra 7 No. 26-20, Piso 27, info@corporacionescenarios.org Teléfono 210 7892 Bogotá D.C., Colombia 2 Los movimientos sociales tradicionales, formados por sindicatos, campesinos, pobladores, empleados públicos y otros, se han visto muy disminuidos después de haber sido, en los años setenta del siglo pasado, fuerzas fundamentales de la acción social y política. Esto debido a la desorganización que sufrieron a raíz que la estrategia de la izquierda consistió en desmontar uno de los movimientos sociales más poderosos de América Latina en su época, para incorporar a sus masas y sus dirigentes a una estrategia militar de captura por el poder que desembocó en una guerra civil de doce años que tuvo un desenlace por medio de la negociación. Se debió también al proceso de desindustrialización del país a finales del siglo y a profundos flujos migratorios internos e internacionales que revolucionaron el perfil demográfico del país. Hasta el momento, este tipo de movimiento social no se recupera y tiene poca significación en la política nacional. Los nuevos movimientos sociales, los movimientos identitarios, tampoco han tenido un desarrollo muy importante aunque han realizado importantes aportes en la vida política. Los movimientos de mujeres tienen como resultado el aporte de leyes sobre la familia, la violencia doméstica y la protección de los niños, lo mismo que han modificado pautas culturales en la vida cotidiana relacionada a los géneros. El movimiento ecologista no ha logrado alcanzar dimensiones de mayor insidencia, lo mismo que los movimientos relacionados a la identificación y preferencias sexuales. Frente a la globalización y sus efectos, se han dado movimientos contra la privatización, en el sector salud sobre todo, y frente a los tratados de libre comercio. No obstante, no han logrado un mayor impacto social y político. En términos generales, puede decirse que la dependencia política de los procesos en que se forman las demandas sociales, no ha permitido el surgimiento autónomo de los movimientos sociales en lo que va del nuevo siglo. En este sentido, los movimientos comunales que impulsen el desarrollo local, los grupos o asociaciones barriales o vecinales se incorporen a la dinámica de los partidos políticos y se institucionalicen precozmente. Las acciones colectivas en El Salvador, en su mayoría, han perseguido satisfactores materiales y se insertan en las luchas por la igualdad social, que desembocan en la demanda por una mayor participación en la vida política, en demandas por una democratización de la política y la sociedad. Los movimientos sociales, muy débiles en la actualidad, han reiniciado sus acciones – siempre bajo las orientaciones de los partidos políticos demandando la satisfacción de necesidades básicas, entre ellas: agua, alimentos, medicamentos, salud y vivienda; a las cuales se incorporan otras demandas conflictivas de los sectores medios, como acceso a combustible, energía eléctrica, servicios financieros de bajo costo y que cada vez encarecen la vida diaria de la población. En este sentido, partidos políticos de oposición, Cra 7 No. 26-20, Piso 27, info@corporacionescenarios.org Teléfono 210 7892 Bogotá D.C., Colombia 3 grupos políticos, comunidades populares, asociaciones de trabajadores o vecinales levantan banderas de atención a necesidades concretas ante un Estado cuya situación fiscal en crisis o deficitaria no le permite actuar con la rapidez o efectividad requerida. UN PROBLEMA CENTRAL: LA FOMACIÓN DE CIUDADANOS Otro punto sobre el cual me gustaría opinar es sobre la necesidad de formar ciudadanos. Nuestras sociedades aún padecen de algo que se ha dado en llamar, “ausencia de ciudadanos”. Retomo lo que Tocqueville planteara en torno al entonces joven país norteamericano: “Se ha querido hacer una ciudad sin ciudadanos, una república con los subditos [servidores] sometidos a un funcionario y transformar en republicanos a los servidores de un funcionario y situar al espíritu de libertad en medio de la servidumbre”. Para ganar las elecciones presidenciales, legislativas o municipales se requiere la participación efectiva de los ciudadanos y para que esto suceda se necesita que los ciudadanos tengan mayor poder en la medida en que se organicen en sus contextos más cercanos, utilizando y activando sus valores y tradiciones, impulsados ya sea por sus necesidades de susbsistencia material o por otros requerimientos de identidad colectiva. Pero es indispensable que nuestros sistemas políticos estén orientados a proporcionar mayor poder a los ciudadanos y a sus organizaciones. Son numerosos los estudios que plantean que sólo si la sociedad civil se fortalece frente al Estado, sólo si la cultura cívica y las organizaciones sociales tienen consistencia, densidad y son sustentables, podrá formarse un sistema de oportunidades más equitativo y formas organizativas democráticas. Es famoso el estudio de Robert Putman en el que se muestra como, en los estados del norte de Italia en los siglos XVIII y XIX, la presencia de comunidades cívicas – redes de asociaciones horizontales – que desarrollaron pautas de respeto, confianza, cooperación y reprocidad en los estados del norte, tuvieron un papel más definitivo en el proceso de modernización que los procesos de relativo desarrollo del sur liderado por gobiernos monárquicos y oligárquicos. El problema es cómo logramos constituir al hombre/mujer que participe en la formación de sus comunidades, que por un lado constituya con su actividad a la democracia y que sea, a su vez, constituido por la democracia. Los Cra 7 No. 26-20, Piso 27, info@corporacionescenarios.org Teléfono 210 7892 Bogotá D.C., Colombia 4 movimientos sociales en América Latina se han formado y constituido en la matriz de la protesta social, para ser escuchados han tenido que salir a la calle y hacer uso de repertorios de violencia social, que los ha llevado,con posterioridad, a ser reconocidos social y legalmente. En los países desarrollados, los sujetos sociales son reconocidos desde la matriz de legalidad, de la existencia de un marco legal e institucional efectivo previo a su constitución, que los reconoce y faculta para la solución de sus demandas, dentro de un orden establecido. Requerimos la formación de ciudadanos que tengan como característica principal pensar y actuar por sí mismos y que están respaldado por derechos políticos en un Estado de derecho consolidado. El ciudadano es un actor conciente de lo que le pertenece y que hace valer por que los conoce perfectamente sus derechos. Requerimos en esta búsqueda de la reintegración entre los movimientos y la política actual de espacios en los cuales los ciudadanos y sus organizaciones arraiguen su condición en la medida que cotidianamente ejerzan sus derechos y cumplan con sus obligaciones con la sociedad. No por que estén siendo vigilado sino por que se lo exige su conciencia. Para la reordenación democrática en nuestros países requerimos de ciudadanos que hagan cambiar el Estado, la forma de gobierno y a la misma sociedad de una manera más conveniente, para una vida más equitativa, más justa, orientada hacia el crecimiento pero también al desarrollo humano. Los cambios tenemos que sufrirlos todos. Los movimientos sociales por su parte deben comprender que requieren de las otras partes de la sociedad para constituirse y para consolidar sus reivindicaciones y demandas, no pueden imponer su especificidad a lo diverso de toda la sociedad. El sistema político, los partidos políticos, el Estado, deben cambiar para integrar en su seno esta parte de la diversidad social respetando los tiempos constitutivos de cada uno de los componentes de la sociedad, sin imponerles un determinado proyecto y siempre buscando la integración conveniente para todos. La tarea es encontrar la forma de gobierno adecuada para mantener la gobernabilidad en este constante equilibramiento social y político que se requiere para poder responder la pregunta del profesor Touraine: “¿Podremos vivir juntos?”, Sobre la forma de gobierno semipresidencialista. Unas pocas palabras sobre el esquema semipresidencialista a que muy rápidamente se hace referencia en el documento y que, muy especialmente, requiere de una mayor reflexión y de amplios debates en nuestra región. Ante la necesidad de esta nueva integración política de la diversidad social de nuestro tiempo, las preguntas que surgen son: ¿el semipresidencialismo capta Cra 7 No. 26-20, Piso 27, info@corporacionescenarios.org Teléfono 210 7892 Bogotá D.C., Colombia 5 el nuevo reto de la participación ciudadana y de la dinámica de sus organizaciones? ¿Le conviene a los países latinoamericanos que desde el período posindependentista han vivido gobernados por poderosos caudillos, dictadores y fuertes figuras de presidentes que centralizaron las decisiones políticas y condujeron la acción política casi de manera unipersonal?. ¿Podría esta forma de gobierno funcionar para articular los distintos elementos segmentados y debilitados en torno a un Estado que busca su modernización y renovación? ¿Qué agregaría a la escena política para acercar los movimientos sociales con los partidos políticos y los distintos gobiernos? La dinámica política general es que existen actores sociales que ocupan posiciones diferentes en el tejido social y político. Cada un de ellos son particularidades sociales y que entre éstas se generan antagonismos que crean fronteras internas en este todo social. Hay segmentos que han alcanzado una posición más ventajosa que otros y tratan de hacer a través de contratos o por la fuerza que los otros segmentos se articulen a sus requerimientos particulares. El contrato de Hobbes o la universalidad del proletariado en el pensamiento de Marx, presentan una visión de cómo se impone un segmento sobre los otros. Frente a esto, se levanta la posibilidad de una política centrada en los problemas de la vida que permita a los distintos grupos o segmentos realizar sus objetivos, de tal forma que la democracia debe ser encarada bajo la forma de un diálogo, en el que las controversias puedan resolverse escuchándose entre sí. ¿El semipresidencialismo capta esta necesidad de pluralismo y logra crear una institucionalidad que incorpora la riqueza de la diversidad política de nuestras sociedades compuestas de tantas inequidades y demandas insatisfechas? Nuestra tradición ha sido tener una institución presidencial fuerte y un congreso dependiente, lo mismo que nuestro sistema judicial. En la actualidad, los congresos no tienen, salvo excepciones, mayorías absolutas y siempre se está en la búsqueda de pactos políticos para pasar ciertas coyunturas. El esquema semipresidencial permitiría, por una parte, mantener cercana la vigorosa presencia del presidente, cercana de nuestra tradición política, que representaría al grupo político de mayor densidad, que con su mayoría buscaría gobernar. En el Congreso, cada vez más fortalecido por ampliar su participación en las decisiones de gobierno, se reunirían los segmentos que han obtenido la densidad requerida para ejercer su representación y elegirían a un jefe de gobierno para atender la política cotidiana, dejando al presidente las tareas trascendentes del jefe de Estado. No obstante, la idea de los segmentos que no han alcanzado la mayoría para obtener la presidencia, es la de participar en las decisiones y gestión de gobierno. ¿Podría pensarse en la instalación de un gobierno de coalición para integrar a todos los partidos significativos a práctica de gobierno? Todos los Cra 7 No. 26-20, Piso 27, info@corporacionescenarios.org Teléfono 210 7892 Bogotá D.C., Colombia 6 segmentos, de acuerdo a fuerza electoral, obtendrían una parte del Ejecutivo. Sería un gran avance para la democracia, ¿pero es factible? Cualquiera que sea la modalidad del sistema semipresidencialista que sirva para el ejercicio de pensar una forma de gobierno más integradora para nuestras necesidades actuales, deben pensarse en algunas realidades que juegan en contra o que al menos pesan lo suficiente para pensar en la magnitud del cambio. Por un lado, el peso tan grande del efecto del presidencialismo que será muy lento y difícil de erradicar y sustituirlo por prácticas más democráticas. Por otro, la falta de experiencia en la práctica parlamentaria autónoma es una realidad inmensa. En El Salvador, el empantanamiento del Congreso, luego de doce años de iniciada esta experiencia nueva, es una fuente de conflicto permanente que ha llevado a que los ciudadanos estén descontentos por la inefectividad de los diputados y su inútiles controversias de militantes intransformables. Pensar que esta situación se ampliaría al ejecutivo llevaría a límites de una desgobernabilidad fronteriza al caos. No obstante, la búsqueda de nuevas formas de gobierno, de representación, de participación y gobernabilidad es el reto más urgente de nuestros días. BIBLIOGRAFÍA 1. BUTLER, J., E. LACLAU Y S. ZIZEK. 2003. Contingencia, hegemonía, universalidad. Diálogos contemporáneos en la izquierda. Buenos Aires: FCE. 2. CASTELLS, MANUEL. 2001. La era de la información (3 tomos). Madrid: Alianza Editorial. (Existe Edición de Siglo XXI). [Ver especialmente Tomo II: El poder de la identidad). 3. LACLAU, E. 2006. La razón populista. México D. F.: FCE. 4. RANCIÉRE, JACQUES. 1999. 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