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LA AUTOCONSTRUCCIÓN DEL SUJETO DESDE LAS PRÁCTICAS DISCURSIVAS. Por: Jenny Daira Maturana Angulo, Margarita Morales Velasco y María Eugenia Hernández Martínez Antes de entrar en las complejidades inherentes al tema de la auto construcción del sujeto, eje central de nuestro interés de conocimiento, se hace necesaria una contextualización histórica que nos permita entender las realidades del mundo actual y, por ende, las del sujeto constituido bajo el influjo de los medios masivos de comunicación y la publicidad. Pero, ¿quién es este sujeto contemporáneo? ¿Cómo lo articulamos con las implicaciones de la modernidad? Los ideales esgrimidos en los siglos XVIII y XIX para el ser humano, no se hicieron realidad. La emancipación del sujeto, el bienestar colectivo, la liberación del yugo religioso y la pretensión de universalización de la ética y la moral desde Kant, cedieron su lugar al predominio de la razón y la ciencia, y posibilitaron la aparición de un sujeto particularista, hedonista, apático y tecnócrata. Citado por Severiano, “Marcuse habla del establecimiento de un mundo casi totalmente administrado, la sociedad unidimensional (década de los 60), (Severiano, 2005, 23) caracterizada por la abundancia y una racionalidad dominadora, y en la cual el progreso tecnológico y científico, 1 junto con los medios de comunicación más sofisticados, pasa a producir y a dirigir al hombre en todas sus dimensiones, de forma imperceptible, fabricando sus deseos y necesidades, paralizando la consciencia crítica y transformando la sociedad en un mundo sin oposición”. En este contexto “ocurre lo que Marcuse llamó la “conquista de la consciencia desgraciada” en la cual el orden vigente, asimila toda posible trascendencia y no existen conflictos absolutos. Tal conciliación es factible gracias al debilitamiento del yo, que, desposeído de sus poderes para juzgar, se transforma en pura exterioridad y se adhiere de modo mimético al todo social”. (Severiano, 24) No existe un consenso en qué tanto sobrevive de este hombre unidimensional de Marcuse y el hombre posmoderno (años 80), desprendido del pasado y desesperanzado frente al futuro, cautivado por el espectáculo de las nuevas tecnologías, que cree saberlo todo, que busca su propio provecho y desprecia las causas colectivas, egocéntrico, hiperindividualizado, instrumentalizado, despolitizado, insatisfecho y frustrado a pesar de su enorme consumismo. En este contexto, la maestría nos ubica en un terreno complejo cuyo punto de emergencia obliga a interrogarnos acerca del sujeto, ese que se constituye en la razón de ser de nuestros estudios pos graduales y que nos motiva a emprender un proceso de investigación e indagación para obtener el título en Maestría en Educación: Desarrollo Humano. 2 Vale entonces la pena preguntarse: ¿Se trata de un nuevo sujeto o del mismo, vestido de falsa individualidad? ¿Este sujeto se relaciona de una manera diferente con los objetos que lo circundan? ¿O acaso estamos frente a un nuevo orden social imposibilitados de leer las características y condiciones del sujeto en presente? ¿Qué repercusiones en la psiquis humana tuvieron las formas de dominación predominantes en las sociedades industriales modernas? ¿Es posible que dentro del capitalismo los hombres se relacionen como “subjetividades plenamente constituidas”? ¿A qué sujeto les estamos apostando? Al social, al político, al cultural, que interactúa en la sociedad y desde nuestro contexto en las instituciones educativas, que se relaciona no sólo con el saber formal, instaurado en las aulas universitarias sino aquél que asume – o no - una postura y actitud cuando se ve avasallado y persuadidos por infinidad de mensajes mediáticos y publicitarios, cuya carga simbólica actúa en su psiquis conllevándolo a apropiarse de prácticas socio-culturales, con las que construye su visión de mundo y del mundo, a partir unas nociones y de unos saberes con los cuales llega a dialogar en el aula de clase. Es claro que en la actualidad el papel de la escuela y la familia se ha transformado. Atrás ha quedado la idea de ser los agentes exclusivos de formación puesto que compiten con unos dispositivos o formas de conocimiento y de experiencia informacional que en la actualidad están mediadas por las tecnologías y modelos discursivos, que han configurado nuevas prácticas sociales (redes sociales, realidad virtual, 3 experiencias sensoriales individuales con alto impacto en las colectividades globalizadas). “Frente al declive de la autoridad familiar y como consecuencia de una socialización predominantemente extra familiar que se da a través de los medios de comunicación de masas – instituciones racionales e institucionalizadoras -, el hombre, como señala Marcuse, sufre un “debilitamiento del yo”, que es “invadido y pulido directamente por la realidad tecnológica, sin las antiguas mediaciones de la familia burguesa de la etapa del capitalismo liberal”. (Severiano, página 24). Ante esta realidad, el sistema educativo vigente deberá apropiarse y aprovechar la presencia en las aulas de los jóvenes estudiantes que llegan al mundo universitario con ideas, conocimientos, sentimientos y expectativas de desarrollar su creatividad y de buscar su reconocimiento social en el mundo académico y profesional, a partir de sus esquemas mentales y prácticas socio-culturales. La temática de la autoconstrucción del sujeto, es una tensión que insta a pensarnos como sujetos actores, partícipes de una sociedad inmersa y supeditada a cambios vertiginosos, a cuestionarnos en razón a la condición de sujetos en evolución y la relación e interacción con sujetos en formación y en transformación. Al reflexionar sobre nuestra responsabilidad social en la educación respecto a los desafíos en tiempo presente, surgen numerosos interrogantes: ¿De qué manera estamos agenciando la civilidad en los estudiantes del presente? ¿Desde nuestro campo profesional, la 4 Comunicación Social, ¿qué construcciones de realidad estamos promoviendo? ¿A qué tipo de sujeto le estamos apostando desde nuestro rol-actor? ¿De qué manera estamos asumiendo, filtrando, reproduciendo o reconstruyendo el discurso mediático (periodístico, publicitario y organizacional), agenciado por las instituciones que conforman nuestra sociedad y son difundidos por los medios masivos de comunicación? Responder estos interrogantes desborda las pretensiones que tenemos con el interés de conocimiento, pero nos ubica en estado de alerta y de reflexión permanente respecto a la relación con los estudiantes, en nuestra condición de sujetos socio-políticos en desafío con la educación del presente. Son interrogantes que han demarcado la ruta epistemológica, la epistémica y las coordenadas de las lógicas de pensamiento desde las cuales es posible plantear las relaciones y circuitos cognoscitivos que puedan emerger de nuestra obra de conocimiento. Aunque la tensión de la autoconstrucción del sujeto social puede estar enmarcada desde las diversas dimensiones del conocimiento y de la sociedad, nos interesa ubicarnos desde cuatro potentes referentes en el desarrollo y autoconstrucción del sujeto socio- político del presente: el contexto social, la educación, los medios masivos de comunicación y la publicidad. En el campo de la educación esta temática resulta pertinente, máxime cuando estamos a la sombra de un sistema educativo que, como ente 5 social y público, no escapa a las influencias de carácter económico, político, cultural, jurídico e ideológico del contexto social. Desde esta óptica, al suscitar en su interior debates, reflexiones y rupturas tanto académicas como organizacionales, se hace factible que emerjan propuestas encaminadas al mejoramiento o replanteamiento del régimen educativo y, por ende, del sistema curricular, entendido este último como medio o vehículo desde donde es posible agenciar propuestas creativas, innovadoras que movilicen al sistema mismo y a las organizaciones educativas, públicas, privadas y civiles. Lo anterior genera a su vez la movilidad cognitiva y operativa de los sujetos-actores implicados en el proceso educativo: los estudiantes, los docentes y los directivos académicos y administrativos. En consecuencia, para referirnos a la episteme sujeto desde sus posibilidades de autoconstrucción, nos remitiremos epistemológicamente a lo que en su momento abordó el filósofo francés Michael Foucault, en torno al sujeto y el cuidado de sí, este último concebido como “las prácticas de libertad mediante las cuales el individuo busca constituirse y transformarse así mismo, como el problema ético y político más importante.” En el contexto social actual donde la incertidumbre y la inestabilidad es el denominador común, se hace invaluable que desde la academia se piense en las posibilidades de desarrollar metódicas que viabilicen en los estudiantes las posibilidades de otra miradas, enfoques o prácticas desde donde, juntos, podamos asumirnos como el problema ético y 6 político más importante y de esta manera hacerle frente a los actuales desafíos sociales. En este sentido, “la importancia política de la noción cuidado de sí, según Foucault, ayuda a pensar de manera diferente problemas contemporáneos; por su puesto, si se tiene cuidado en no caer en lo que Foucault mismo previene: visualizar la alternativa de un problema actual en la solución de otro problema que gente distinta logró en un momento histórico diferente (Humberto Cubides, en Foucault y el sujeto político: ética del cuidado de sí). Al referirnos al término autoconstrucción, estamos proponiendo la posibilidad de que el sujeto socio-político pueda asumirse de manera consciente, con toda la capacidad de transformación del sí mismo en actor, es decir, en términos de Touraine, “consistiría en asumir el yo en vez del ello, es el esfuerzo por decir yo sin olvidar que la vida personal está llena, por un lado, de ello, de líbido, y por otro lado de los papeles sociales” (Touraine, 209). Estamos ante un sujeto potente con capacidad para saber cuándo su aprendizaje se da, inclusive más allá del aula, y que asume como posible forma de conocimiento y aprendizaje el colectivo, la sociedad en su conjunto que le aporta no sólo la alternativa de agruparse solidariamente, sino de aprender acerca de las distintas prácticas socioculturales. Por lo tanto, estamos vislumbrando que desde el aula y mediante el desarrollo de prácticas discursivas, se potencie un sujeto social- actor que se “transforma a través de un proceso en el cual se va conformando 7 él mismo como agente, como movimiento”. “En su actuar participan no un sentido, sino varios sentidos, por cuanto se define su acción como consciente y deliberada en la dirección que tomará la dinámica histórica. En la acción, los actores sociales pueden devenir en sujetos sociales, pero también pueden llegar a desarticularse o no llegar a constituirse. La acción misma define a los actores como un proceso en continua formación. A través de su acción los actores representan una fuerza que se manifiesta en su presencia y permanencia en el conjunto social y cuyo grado puede ser variable.” (Calvillo y Charry, 18, 2000) Los cambios sociales Los parámetros y paradigmas que otrora aseguraron una aparente estabilidad social para la humanidad, han sido fuertemente movilizados por fuerzas, tensiones y corrientes de pensamiento que han emergido como visible manifestación de resistencia, de cambio, de fuga, y han conllevado a transformaciones en las diversas dimensiones de la sociedad. En nuestra sociedad, ello se ve reflejado en todas y cada una de las medidas que adoptan las organizaciones sociales, privadas y públicas, en aras de hacerle frente a las emergencias socioeconómicas, obligándolas a modificar sus prácticas sociales, culturales y políticas. En esta misma línea podemos referirnos a su impacto en la cultura, la educación y en todos y cada uno de los sujetos que conforman el entramado social. 8 Desde esta perspectiva, es pertinente pensar en primer lugar, cómo esa serie de transformaciones y cambios sociales inciden e influencian al sujeto social, concebido éste según Zemelman como, "formas particulares de expresión social" que "se constituyen como mediaciones de poder y de lucha entre la estructuración de la sociedad a partir de la división social del trabajo y las formas clasistas de expresión política" (Charry y Calvillo, 2002, 5); y en segundo lugar, en los factores incidentes en su proceso de autoconstrucción y formación a partir de los imaginarios de realidad que provee el discurso mediático y publicitario. En esta misma línea, es vital dar cuenta de cómo pensadores e investigadores de ciencias como la filosofía, psicología, antropología y la sociología, entre otras, empezaron a determinar el lugar y evolución cognoscitiva del sujeto, las rutas y métodos de accesibilidad al conocimiento para entender, comprender, e interpretar la realidad que vive y que construye cotidianamente. Sin lugar a dudas se inició el camino a la transformación al repensamiento e implantación de paradigmas, de cosmovisiones para denotar y connotar las acciones, miradas y decisiones respecto al devenir del sujeto y la sociedad. Ha sido en ese repensar del sujeto social, como parte vital de la conformación y estructuración de las sociedades, donde la ciencia ha fijado sus intereses cognoscitivos, en aras de poder explicar la esencia del ser sujeto y del ser objeto. Es ahí donde las apuestas teóricas y las demostraciones científicas han centrado su interés para dilucidar y 9 divulgar de manera contundente e irrefutable la naturaleza del hombre y de todo lo existente. En esa búsqueda desenfrenada, el sujeto social se ha diluido entre paradigmas, teorías, corrientes de pensamiento metáforas y paradojas, que han dejado como resultado la disociación no sólo del ser sujeto, sino del conocimiento como fuente primordial para explicar el devenir, el acontecer de la realidad. Porque “el sujeto político de la transformación se constituye en la misma transformación. Estas interpretaciones suponen que ningún proceso de transformación puede realizarse sin sujeto, pero el sujeto no ingresa en el proceso ya pre configurado sino que se construye a sí mismo mientras avanza. Por lo tanto, es menester conocer las condiciones presentes de las que se parte en la construcción, pero inmediatamente debemos imaginar las potenciales direcciones de la articulación colectiva que han de enriquecer al sujeto político en el proceso mismo de creación del nuevo poder.” En consecuencia, hoy estamos frente a un sujeto que desde sus construcciones, producciones simbólicas y prácticas sociales se ha subsumido en un estado de “inconciencia” de sí mismo, de abandono y de enajenación. Una enajenación y abandono que alimenta cada día con su insaciable deseo del tener, poder y conocer. Desde esta mirada, cabe entonces preguntarse ¿Qué ha pasado con los procesos de formación y educación que han instaurado las sociedades? ¿Cuáles deberían ser las condiciones o exigencias requeridas para transformar a 10 ese sujeto social enajenado? ¿En qué ha sido formado el sujeto social? ¿En qué se ha transformado? ¿Se podría hablar de deformación del sujeto según las actuales circunstancias? ¿Desde dónde se puede posibilitar su autoconstrucción? ¿Auto construirse en qué y desde qué? ¿Qué implicaría una autoconstrucción? Estos interrogantes surgen a partir del devenir y estado actual en el que se debate la sociedad colombiana. Una sociedad en permanente estado de incertidumbre (social, económica y política), que se debate entre fuerzas de poder que de una u otra manera determinan el devenir que vamos construyendo automáticamente por los discursos dirigidos y manipulados por dichas fuerzas a través de la publicidad y los medios masivos de comunicación. Medios que, en muchas ocasiones, están lejos de dar cumplimiento con la misión y funciones para lo que han sido creados, cuales son la de informar de manera objetiva, educar y entretener de manera consciente y formativa. Es evidente que a partir de los discursos y mensajes que circulan, las audiencias van creando o recreando la realidad, los elementos y rasgos culturales y la misma producción simbólica desde la cual estructura, conforma, configura su lenguaje con el que interactúa con sí mismo y con los otros. Desde esa perspectiva de posibilidades de llegar a constituirse como sujeto, es que nos interesa problematizar la condición humana del sujeto social en el contexto colombiano. Para ello, es preciso ser consciente de la enajenación y alineación a la que éste es sometido por las fuerzas del poder hegemónico que subyace en los discursos y mensajes que 11 circulan y que forman parte de nuestra cotidianeidad. Entre la diversidad de discursos que circulan donde se presenta y representa la realidad, se visibiliza predominantemente los discursos mediático y publicitario, agenciados por la contundencia, el poder de convocatoria y la cobertura que ha posibilitado el alto nivel tecnológico y científico de la sociedad actual. Guillermo Orozco, comunicador e investigador mejicano, plantea la dependencia total de la sociedad de los medios masivos de comunicación y los sistemas de información. Hoy es casi imposible imaginar un día donde el sujeto se abstraiga de la utilización de un celular, un computador, una revista, un televisor, etc. Esto ha conllevado a referentes culturales, prácticas sociales y comunicativas, toma de decisiones, personales y profesionales, que están mediados directa e indirectamente por la influencia e incidencia mediática y publicitaria. Por consiguiente, los medios de comunicación expresan modelos de colocación del sujeto en ideologías, estrategias para estabilizar los significados respecto a temas clave como la mujer, los migrantes, los jóvenes, etc. Como lo hace notar el crítico de medios colombiano Omar Rincón, en su texto narración mediática, “el argumento es que los medios de comunicación a su vez son ventanas abiertas al mundo, espejos de la vida y referentes colectivos de los modos legítimos de ser en la sociedad y participan de la producción de la realidad hasta el punto de 12 reproducirla en toda su densidad y consistencia, liberar su sentido escondido y mostrar sus sobresaltos íntimos”. En consecuencia, este panorama, se constituye en una base fundamental para pensar y ponernos en estado de alerta respecto al sujeto, un sujeto que poco a poco ha sido invisibilizado, acallado por los discursos económicos que hacen que éste configure o supedite sus ideas, gustos, costumbres, hábitos y sus decisiones acorde con los lineamientos económicos que día a día son impuestos. Un sujeto acallado por el discurso político, donde la amenaza, el temor, la incertidumbre han hecho que adopte medidas igualmente temerarias, con tal de poder sobrevivir ante el permanente estado de miedo e incertidumbre. Un sujeto amedrentado pero que vive con la ilusión de la seguridad y por ello adopta medidas como pagar por la vigilancia de la cuadra o del conjunto residencial donde habita, polarizar los vidrios del carro, subir las ventanas cada vez que se encuentra en un semáforo o, en los casos más extremos, contratar guardaespaldas. Pero, ¿qué pasa con aquellos que no tienen con qué pagar por su seguridad? ¿Quién los protege? ¿Quién los escucha cuando son vulnerados sus derechos? Un sujeto invisibilizado y acallado por el mismo sistema educativo, aparentemente incluyente según la constitución, pero sutilmente excluyente en la práctica cotidiana. Sistema donde la intervención del docente es opacada por reglamentos, indicadores de productividad 13 intelectual y procesos de evaluación. Donde el estudiante ya no es la razón de ser de una academia que pretende formar seres humanos, sino que es considerado un cliente que, mientras pague y esté al día con su responsabilidad económica, tiene acceso a la información que impartirá un profesor. En consecuencia cabe preguntarse: ¿qué está pasando con el sujeto de hoy? ¿En qué condiciones se encuentra? ¿A qué estado conllevará la condición del sujeto actual? ¿Qué deberíamos hacer para detener esta montaña rusa en la cual nos encontramos? ¿Qué tipo de sujetos han construido los paradigmas desde donde se ha desarrollado el mirar y el devenir de la sociedad actual? ¿Cuál es el lugar del sujeto hoy? ¿Cuál es el camino? ¿Hay esperanza? Son interrogantes que nos movilizan, retan y desafían, en aras de encontrar no soluciones definitivas, pero sí rutas, caminos, metódicas y dialécticas desde las cuales sea posible comprender la complejidad del sujeto social, su contexto, su devenir y sus acontecimientos. Son interrogantes que concitan a la posibilidad de plantear circuitos relacionales entre lo gnoseológico y lo epistémico como rutas emergentes de otras miradas o enfoques que nos permitan entender y comprender las nuevas racionalidades que en su devenir el sujeto está construyendo ante un emergente orden social. Al respecto, Edgar Morin plantea la necesidad de pensar en la articulación como método emergente para posibilitar la reducción de la brecha generada por el proyecto eurocentrista de la modernidad, donde 14 el imperio de la razón y el poder de las ciencias obnubilaron a las sociedades de la época, ocasionando la separación entre el sujeto y la naturaleza, el sujeto y la fe, el sujeto y el conocimiento, el sujeto y la ciencia. Hoy, en consecuencia, estamos frente a un panorama complejo donde lo novedoso se convierte en obsesión, donde predomina más el tener que el ser y donde reina el consumismo desaforado. En ese sentido, Morin hace un llamado a la necesidad de articular el conocimiento con el sujeto, el sujeto con la ciencia, el sujeto con el individuo, el sujeto con la fe, el sujeto con la razón. A esa articulación la concibe como la complejidad del sujeto. Conscientes de tal panorama, consideramos que forma parte de nuestra responsabilidad social como docentes y partícipes en el proceso de formación de los jóvenes de hoy, reflexionar respecto a las posibilidades de formación del sujeto social, y proponer como interés de conocimiento: ¿qué prácticas discursivas desarrollar en la Universidad Autónoma de Occidente, que posibiliten durante el proceso de formación profesional, la autoconstrucción de un sujeto, que desde el campo de la comunicación social y publicitaria, promueva reflexiones y acciones políticas frente a la realidad colombiana? En este sentido es preciso abordar el universo y las prácticas discursivas ejercidas por los medios de comunicación en la sociedad global. Ello implica “entender lo que Octavio Lanni claramente previó dentro de la denominada mundialización de la cultura de masas, ese proceso galopante (orquestado por los medios impresos y electrónicos) de 15 organización del sentido de mundo, del imaginario colectivo y de la subjetividad de las personas, fundamento de la industria cultural, vista como un sector productivo altamente lucrativo al nivel mundial. Industria que llega a los lugares más distantes del mundo y que, combinada con el marketing global, difunde y reitera patrones de valores que prevalecen en los centros dominantes, irradiados desde las ciudades globales, tejiendo mercadería e ideología, corazones y mentes, nostalgias y utopías” (Octavio Lanni, Beatriz Sarlo, 2007,2). En este sentido, es fundamental comprender el discurso de los medios, “en calidad de prácticas sociales manipulaciones, inscritas persuasiones a partir y de pactos seducciones, entre invisibles diversos de y heterogéneos actores que coexisten asimétricamente sin distancias y que, en permanente flujo, ritualizan interacciones en una sociedad, en la que, al parecer, a partir de lenguajes específicos, determinados dentro de una compleja red de formatos, se crean significados que afectan, ya no solo la manera en la que la persona se ve a sí misma, sino el propio sentido que le imprime a su vida, al vivir en el mundo, y por ende, a sus relaciones con los demás” (Lanni, Sarlo, 2). Lo anterior, nos concita no sólo a proponer la emergencia de articular o situar en diálogo abierto campos de conocimiento como la filosofía, la psicología, la antropología y la sociología, que han profundizado el estudio del ser humano y su interactuar con la sociedad, en aras de construir cultura, asumir actitudes y conductas entre otros, sino el de explorar otras posibilidades de formación y autoconstrucción del sujeto 16 social: rutas, metódicas o racionalidades emergentes que viabilicen la posibilidad. En tal sentido, la racionalidad emergente surge como antítesis del teoricismo que ha caracterizado a los procesos científicos de universalización, generalización y abstracción del conocimiento. “Optar por la racionalidad emergente como ruta posibilita el virar hacia formas de conocimiento intersubjetivo e interpersonal, teleológicamente orientadas al bien humano. Esta ruta privilegia el saber ser, el saber vivir, el saber ser en comunidad, el saber oír, el saber hacer. Se trata de emerger de la racionalidad sapiencial y de sus correspondientes lenguajes narrativos, simbólicos y metafóricos; lenguajes entrañables en los que reside lo mejor de lo humano, que la modernidad ilustrada rechazó con desdén y hasta con rabia”. (Parra, Alberto, 2007) En este sentido, consideramos vital explorar en el contexto epistémico circuitos relacionales como: las representaciones que hacen los sujetos de sí mismo y de su entorno, las subjetivaciones que emergen del sujeto a partir de la apropiación, el uso y consumo de los medios masivos, de las políticas y estrategias de comunicación que se promueven en la ciudad de Cali y específicamente en la Universidad Autónoma de Occidente. Circuitos relacionales que apuntan a mantener el sistema social, económico y político actual. Igualmente, se hace vital explorar las construcciones simbólicas que se apropia el sujeto para insertarse en los referentes culturales que sostienen su entorno social. El problema de conocimiento planteado apunta hacia lo que considera en su planteamiento Zemelman, (1992, 48) cuando afirma que “el reto 17 consiste en plantear la construcción de un conocimiento que no deje fuera, por su afán y precisión formales, regiones de la realidad significativa para la definición de prácticas de transformación1”. Prácticas de transformación que invitan a reflexionar respecto a las directrices administrativas y organizacionales de las instituciones educativas, a repensar a ese sujeto social y biográfico en las posibilidades de iniciar el camino del desaprender y aprender, y a considerar la autoconstrucción del sujeto, desde una fuga a la esperanza, que cuestiona y tensiona nuestra condición humana y que, de una u otra manera, deberá ejercer presión en las organizaciones sociales para que en éstas se promueva un desarrollo humano que valore más al sujeto como ser biográfico, historizado y cultural. Zemelman Hugo. 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