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Acceso_Libre Fecha:2012-10-02 129014-Apatía del INAH pone en peligro zonas arqueológicas En El Pital, en San Rafael, existe una importante más grande que Tajín, pero lamentablemente está abandonada * En Misantla hay otra en la misma condición. Martínez de la Torre, Ver.- (AVC/Gilberto Viveros) La falta de recursos y el desinterés que casi siempre ha existido por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), son factores que ponen en constante peligro las zonas arqueológicas, no descubiertas, de esta región, las cuales permanecen totalmente abandonadas y con muy pocas posibilidades de llegar a convertirse en verdaderos atractivos turísticos. Una de ellas, que es incluso más grande que Tajín, conocida como “ El Eslabón Perdido” , se ubica en la comunidad El Pital, en el municipio de San Rafael, está zona portuaria prehispánica, anterior a la civilización azteca y casi contemporánea a las primeras culturas mayas, se forma por aproximadamente 153 pirámides que actualmente están bajo maleza, cultivos de plátano, naranja y limón. El Pital es anterior a El Tajín y su civilización se desarrolla entre 300 y 900 años antes de Cristo. Fue el antiguo límite de un corredor cultural que iba desde Teotihuacán, a unos 53 kilómetros de la actual capital de México hasta el norte del Estado de Veracruz, ya en el Golfo de México. El templo más grande localizado en esta ciudad prehispánica tiene aproximadamente 72.900 metros cúbicos de volumen, está relleno de barro y recubierto de estupo, una mezcla de cal con agua. Lamentablemente, a pesar de ser considerada una maravilla prehispánica, que estuvo altamente poblada hasta el siglo XVI, esta zona se encuentra en peligro, pues los saqueadores de esta y otras regiones han aprovechado el abandono de las autoridades, principalmente del INAH, para extraer piezas de jade, muñecos de barro, vasijas y otros objetos históricos, que comercializan entre el turismo extranjero que esporádicamente llega a esta región. Paxil, otro paraíso prehispánico en peligro Al igual que el Pital, otra maravilla que está en riesgo, es la zona arqueológica llamada Paxil, ubicada en Misantla, en el centro de la comunidad Morelos, lugar que, según datos históricos, fue una antigua urbe que dominó el panorama cultural del Totonacapan, mexicano y guatemalteco, durante el periodo cronológico del Posclásico Mesoamericano, que abarca del 450 al 1500 de nuestra era. Esta zona está también abandonada, cubierta de maleza y con algunas plazas completamente destruidas por la mano del hombre; comprende, por lo menos, 577 sitios ceremoniales, de los que apenas 11 han sido excavados. Los 50 montículos que hay son edificios grandes, medianos y pequeños, distribuidos entre plazas, en un elegante y regio ordenamiento urbano. En el área destacan tres edificaciones: la pirámide o edificio de \"la Palma\" (llamada así porque ahí se encontró una figura de cerámica de las llamadas \"palmas\"); el edificio \"D\", y la pirámide \"I\", la más alta de todo el conjunto, de donde aún se pueden apreciar de manera sobresaliente dos canchas de juego de pelota que aún sobresalen en esta abandonada joya arqueológica. De acuerdo a los registros y datos proporcionados por algunos de los primeros exploradores, Paxil ocupa una superficie aproximada de 150 metros de ancho, en dirección Este-Oeste, por poco más de 1, 500 metros de largo, en dirección Norte-Sur. Sobre este eje se hallan largas plataformas, en las que se desplantaron edificios menores, articulados por la presencia de amplias plazas. En un recorrido por la zona se pudo constatar como la naturaleza y la irracionalidad de algunos pobladores, que se dicen dueños de esas tierras, han provocado la destrucción de algunos de los centros ceremoniales más importantes, en los que, incluso, se han construido viviendas sobre ellos, es decir que las pirámides que en la época prehispánica sirvieron para rendir culto a los dioses, ahora se han convertido en el cimiento de varias viviendas. Pero el abandono no sólo se limita al antiguo sitio, sino también al accidentado camino que conduce a la congregación en la que se encuentra ubicado; el cual ha sido utilizado como un banderín de políticos que han prometió rehabilitarlo, pero que hasta hoy no han cumplido, lo que hace que se mantenga completamente deteriorado y -en algunas partes- ya casi intransitable. El abandono, un problema sin fin Según el presidente de la Asociación Civil “ El Eslabón Perdido, Abraham Bautista Galindo, la dejadez de la INAH no es un problema nuevo, pero por desgracia parece que nunca se va a resolver, pues hasta ahora ha ignorado los llamados que se le han hecho para que este lugar sea explorado y resguardado por su personal, tal y como se ha hecho con la zona arqueológica de Tajín. “ Este tema se abordado por muchos medios, pero por desgracia el Instituto de Antropología sigue haciendo como que no escucha, ni ve; lo más triste es que los antropólogos mexicanos ya ni si interesan en el estudio de estas ruinas, que hoy corren la misma suerte de otras de esta región, como las que se ubican en la comunidad Pueblo Viejo y Cañadas, en Martínez de la Torre, las cuales hasta hoy permanecen totalmente olvidadas” , agregó. En entrevista con este medio, Bautista Galindo aseveró que, aún con decidía del INAH, en la comunidad El Pital, los pobladores se están organizando para limpiar, cuidar y rescatar las piezas que han sido extraídas de la zona arqueológica, las cuales aseveró que serán colocadas en un museo comunitario que se está construyendo en ese mismo lugar. Por lo que respecta a Paxil, comentó que las autoridades municipales sólo se han limitado a anunciar que implementarán un programa de rescate en las ruinas, pero todo esto se ha quedado ahí, lo que quiere decir que el área corre el riesgo de sufrir más saqueos y destrucción, como ocurre con las ruinas de Pueblo Viejo y Cañadas, de estas últimas se ha hablado poco, pero son también muy importantes. Sin embargo, siguen bajo tierra, maleza y en riesgo de desaparecer. Gilberto Viveros