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¿La segunda oportunidad para el carbón? La Revolución Industrial es un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, en el que Inglaterra en primer lugar, y el resto de la Europa continental después, tuvieron el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la Historia de la humanidad desde el Neolítico. La economía basada en el trabajo manual fue reemplazada por otra dominada por la industria y la manufactura. La revolución comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de los procesos del hierro. La expansión del comercio fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes y posteriormente por el nacimiento del ferrocarril. La invención de la máquina de vapor fue una de las más importantes innovaciones de la revolución industrial. Máquina de vapor de Watt La máquina de vapor consiguió mejoras en el trabajo del metal basado en el uso del coque (combustible obtenido de la destilación de la hulla) en vez de carbón vegetal. Pero el alto contenido en gases contaminantes que genera su combustión hizo que paulatinamente fuera relegado por otras fuentes energéticas menos contaminantes. La esperanza que ha supuesto el uso de biocombustibles como sustituto de los combustibles fósiles tradicionales (carbón, petróleo y gas natural) tiene detractores, alguno de ellos con autoridad suficiente como Hartmut Michel, premio Nobel de Química en 1988. En palabras de H. Michel, “los combustibles de origen vegetal no son una buena opción para combatir el cambio climático: no ahorran emisiones de CO2 y promueven la deforestación de la Amazonia. Para producir algunos biocombustibles, como el etanol, hace falta invertir mucha energía en forma de fertilizante, de transporte... Y también en el destilado del alcohol. Lo que se obtiene al fermentar el vegetal es algo como el vino, con un 10% de alcohol, y hay que convertirlo en alcohol 100%. Para eso hay que invertir casi tanta energía como la que hay en el etanol. Y si se obtiene esa energía de combustibles fósiles, se acaba emitiendo más CO2 de lo que se emitiría simplemente usando gasolina en el coche” Hartmut Michel A esto hay que añadir que los biocombustibles están fomentando la pérdida de selva tropical en Indonesia, Malasia, algunas zonas de África y en Brasil. En Brasil es la soja: cada vez se cultiva más y más soja en la selva. Y quemar selva para producir soja libera una cantidad enorme de dióxido de carbono a la atmósfera. Sabemos que aún apagando todos los motores y las fábricas, el CO2 emitido permanecerá más de 100 años en la atmósfera. No podemos frenar el calentamiento global, pero sí ralentizarlo y disminuir sus efectos. Para ello debemos reducir las emisiones de CO2, tal y como estableció el protocolo de Kioto, firmado por 141 países en 1997. Sin embargo, muchos no cumplen sus compromisos; y además tres grandes potencias económicas (China, India y EEUU) ni siquiera han firmado el protocolo. Aunque hoy no sabemos cómo frenarlo, la historia nos indica que los descubrimientos científicos pueden, muchas veces, resolver los problemas. Así que una esperanza está en la investigación. Y aquí entra el tema central del presente artículo. Un ambicioso plan mundial para inyectar bajo tierra las emisiones de las centrales térmicas, podría colocar al tan denostado carbón a la cabeza de las energías limpias. El 40% de la electricidad mundial se genera actualmente en centrales térmicas de carbón lo que supone unas emisiones de dióxido de carbono en torno a 2.700 millones de toneladas anuales. Con unas reservas probadas de 450 años y probables de 1.000 años, este combustible es el más firme o único candidato a proporcionar, al menos en los próximos 50 años, la creciente demanda de energía mundial. Sin embargo su futuro depende de su capacidad de adaptación a los nuevos requerimientos ambientales. Por esta razón, las plantas de generación de energía basadas en carbón deben aumentar su eficiencia (un 10% de incremento en la eficiencia reduciría un 25% las emisiones de gases efecto invernadero) e incorporar técnicas de captura y almacenamiento de dichos gases, de tal forma que a partir del 2030 todas las plantas de nueva construcción deberán evitar al menos el 90% de las emisiones. Entre los diversos proyectos que a nivel mundial se están llevando a cabo, destaca la instalación FutureGen que entrará en funcionamiento en EEUU en 2012 y que, con una potencia de 250 MW y emisiones nulas de CO2, proporcionará energía para 1500 hogares. Está claro que como materia prima Instalaciones de la central energética FutureGen puede propiciar el desarrollo de la India y China, solventar en Estados Unidos y en buena parte de Europa las importaciones de gas natural y acabar en gran medida con nuestra dependencia del petróleo. Según el Servicio Geológico del Estado de Illinois, sólo el carbón de sus yacimientos tiene mayor valor calorífico que todos los depósitos de petróleo de la península Arábiga. Sin embargo, su procesado es muy agresivo para el medio ambiente, lo que requiere instalar equipamientos especiales para reducir la contaminación del aire. Como asegura gráficamente el Consejo para la Defensa de Recursos Naturales de EE UU (CDRN), “si lo quemamos como hemos venido haciendo hasta ahora, el planeta sufrirá un elevado calentamiento climático”. Por estas razones y por los riesgos que entraña su extracción, se ha relegado al carbón durante décadas a un segundo plano. Hoy la inmensa mayoría de las plantas térmicas que usan este material se cuentan entre los puntos industriales más contaminantes. Se calcula que las más grandes generan cada año una neblina tóxica similar a la que producirían dos millones de vehículos. La revista Newsweek ha señalado en un reciente informe especial sobre el futuro de la energía que “por cada tonelada de combustible que quema, sus chimeneas arrojan dos de C02”. En definitiva, el carbón es el responsable de una tercera parte de los gases de efecto invernadero. Es más, David G. Hawkins, director del CDRN, indica en un estudio publicado en Scientific American que “a lo largo de su vida útil, estimada en unos 60 años, las nuevas plantas que operen en 2030 podrían arrojar tanto CO2 a la atmósfera como ha liberado todo el carbón quemado desde la Revolución Industrial”. Para entonces, según el Departamento de Energía de EE UU, el consumo se disparará hasta los 10.600 millones de toneladas, casi el triple que hoy. Así las cosas, para que el carbón se convierta en una fuente de energía limpia debe cambiar la forma en la que las centrales lo procesan. En las más antiguas, se quema para calentar agua y transformarla en vapor que hace mover turbinas. En muchos casos, estas obtienen menos del 40% del potencial energético del combustible. Las más modernas, de ciclo combinado, oxidan el carbón a altas presiones en un gasificador. Luego se utilizan turbinas más eficientes, capaces de alcanzar el 50% del aprovechamiento energético. En las más avanzadas, el gas de síntesis o singas que sale del gasificador, y que es en esencia un compuesto de monóxido de carbono e hidrógeno, se hace reaccionar con vapor. El gas resultante, rico en hidrógeno, se quema para generar electricidad. Central eléctrica “limpia”del futuro con eliminación de CO2 En su lugar, las nuevas plantas energéticas “limpias” no sólo optimizarán el uso del carbón, sino que eliminarán el CO2, “secuestrándolo” y encapsulándolo a gran profundidad en acuíferos salinos, es decir, en formaciones areniscas cuyos poros están llenos de agua salada, o en pozos petrolíferos ya explotados. Los otros contaminantes, convertidos en sólidos inertes, se almacenarán en zonas seguras. El proceso se inicia con una reacción del carbón con oxígeno (O2) y agua (H2O), generándose como residuos cenizas y una mezcla similar a la grava que pueden ser utilizadas en construcción de edificios o carreteras. La corriente de salida del gasificador, rica en monóxido de carbono (CO) e hidrógeno (H2) pasa por una segunda etapa en la que, al reaccionar con agua, parte del monóxido de carbono pasa a CO2, generándose más hidrógeno. El CO2 generado se almacenará en una formación geológica profunda que contiene agua salina y que se encuentra localizada debajo de la planta de generación con lo que se evita el proceso de almacenamiento y transporte del CO2 hasta el almacenamiento definitivo. En España cabe destacar el proyecto que llevará a cabo la Ciudad de la Energía en León que consiste en la construcción de una planta piloto modular de combustión de 20-30 MW con captura de CO2 y posterior almacenamiento en formaciones geológicas salinas profundas. La planta se ubicará en Cubillos del Sil, donde se encuentra una central térmica de carbón, y estará en marcha en la primavera de 2010. El Instituto Geológico Minero de España (IGME) ha empezado a localizar las áreas subterráneas susceptibles de albergar el CO2 capturado. Se precisa una cavidad similar a la de los pozos de petróleo, es decir, que exista una roca permeable para inyectar el fluido de dióxido de carbono, limitada por capas laterales y un zócalo basal impermeables para evitar escapes del fluido. Los cálculos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU apuntan que entre el 15% y el 55% de las emisiones de CO2 actuales se podrían absorber mediante el almacenamiento, como una medida de mitigación. La captura y almacenamiento de CO2 es una más de la media docena de alternativas que propone el IPCC. Se utilizará antracita pulverizada inyectada en las calderas de combustión. En una etapa posterior se depurarán las emisiones para retirar los otros gases presentes tras la combustión, básicamente nitrógeno y azufre, además de partículas. En la última fase, de compresión, se envasará a 80 atmósferas de presión en barriles, tanques o grandes depósitos para transportarlo al lugar de su almacenamiento geológico profundo. Por la chimenea sólo debe salir vapor de agua. En definitiva, el informe del proyecto señala que la planta donde se instale debe producir hasta un 40% más de electricidad que una planta equivalente clásica para compensar los costes. Hace un año, Greenpeace presentó un informe sobre esta nueva tecnología alegando, entre otras cosas, que el almacenamiento subterráneo de carbono es arriesgado. Incluso unos niveles de fugas muy bajos podrían minar cualquier esfuerzo para mitigar el cambio climático. Es una tecnología cara que podría originar un incremento del precio de la electricidad entre un 21% y un 91%. Supone, a su juicio, una amenaza para la salud, los ecosistemas y el clima. El tiempo resolverá la inquietud que muestran algunos grupos ecologistas y la enorme expectación que ha levantado este nuevo desafío para abordar el grave problema que supone conciliar nuestro desarrollo económico con la salud ambiental del planeta. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA Diario Digital EL PAIS. Entrevista al premio Nobel Hartmut Michel http://www.elpais.com/articulo/futuro/biocombustibles/ahorran/emisiones/CO2/elpepus ocfut/20070912elpepifut_4/Tes Ciencias ambientales. Ecología y Desarrollo Sostenible. Autores Bernard J. Nebel, Richard T. Wright, Francisco Javier Dávila Traducido por Francisco Javier Dávila. 6ª edición. Ed Pearson Educación, 1999 Interesante reseña sobre un texto denso y completo en el enlace web: http://books.google.es/books?id=sy0dCa8xC5MC&pg=PA536&lpg=PA536&dq=carbo n+combustible+fosil&source=bl&ots=5K7QbhtBDJ&sig=JEIEMPKHAj9ysMkspdBasePc6Y&hl=es&ei=oqACSpuRDdqNjAfk4YzVBA&sa=X&oi=book_result &ct=result&resnum=9#PPA529,M1 Greenpeace. En su web http://www.greenpeace.org/espana/news/greenpeace-calificade-estafa presenta un resumen de su posición sobre este tema. Añaden 3 interesantes infografías y un tríptico en PDF. Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Dossier del informe de consenso científico sobre Captura y Almacenamiento de CO2 (CAC) publicado en 2005. http://www.greenfacts.org/es/captura-almacenamiento-co2/ Monografía de comunicación científica. Cambio climático. Museos científicos coruñeses. Proyecto CAC de la Ciudad de la Energía de León. Enlaces web: http://www.ciuden.es/index.asp?pagina=programas&c=19&subpagina=47 http://www.ecoticias.com/20090321-captura-de-co2-en-la-ciudad-de-la-energiade-ponferrada.html Proyecto CAC FutureGen. Enlaces web: http://en.wikipedia.org/wiki/FutureGen http://www.technologyreview.com/es/read_article.aspx?id=324 José A. López Isarría. Mayo de 2009