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Palabras de Jorge Valencia Jaramillo, Representante Plenipotenciario de Colombia para la negociación del Acuerdo de Cartagena, en la Sesión Solemne por el 40 Aniversario de la Suscripción del Acuerdo de Cartagena Lima, 26 de mayo de 2009 Es bien difícil para mi decir unas palabras en el día de hoy. Al ver el video que nos acaban de presentar, vienen a mi memoria tantas cosas que es casi imposible hablar. Todos los Presidentes con quienes me tocó hablar están muertos. Casi todos mis compañeros de ideales, sueños y aventuras, están muertos. Tengo que recordar también a mis compañeros de Chile y de Venezuela, con quienes trabajé arduamente en esa construcción. Por eso naturalmente se me estremece el corazón y el alma, si pudiera decirse así, al ver hoy esta realidad y al recordar nuestros esfuerzos y nuestros sueños después de 40 años. Recuerdo lo que viví en cada una de las capitales, para que este sueño pudiese ser verdad. Debo hacer entonces un homenaje y un agradecimiento y un recuerdo muy especial a todos esos Presidentes, a todos los ministros, a todos los compañeros para manifestar mi emoción y - tengo que decirlo - mi sorpresa de que yo esté vivo todavía. Tuvimos un sueño. Un inmenso sueño. Luchamos y batallamos por él. Y él se volvió realidad. Hoy estoy de nuevo aquí como protagonista, una vez más, para manifestar que no importan las dificultades, los problemas de carácter político o económico: avanzamos, crecemos y somos una realidad de países hermanos. No importan las diferencias de opinión que pudimos tener en el pasado o que tengamos hoy día, para decir, ese sueño es mucho más grande que esos problemas o esas dificultades. Desde el año de 1960 miramos el desarrollo de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio. Cuando seis años después en el año de 1966, se pensó que el fruto de esa integración no era justo y equitativo con los países de menor desarrollo económico relativo y, por lo mismo, se pensó que una integración de carácter subregional era viable, desde el punto de vista económico, tengo que decir ahora, que no nos equivocamos, que ese desarrollo que hemos vivido hasta hoy, reafirma nuestras ideas y nuestro convencimiento de que íbamos por el camino correcto. El volumen del comercio que hoy tenemos evidentemente es muy importante. Desde que suscribimos el Acuerdo, ese comercio es hoy día 70 veces mayor de lo que era. Estoy seguro que podría ser aún más grande. Pero algo que nos afecta es no tener la persistencia para cumplir nuestros compromisos o dar una explicación que de momento sirve para justificar ese no cumplimiento. Sin embargo, debo decir que esos logros, los resultados, lo que nos convoca en el día de hoy, bien valieron y valen la pena. Por eso, lo que deseo ahora es renovar mi fe en ese esfuerzo; decir, como fui tantas veces presidente del grupo de todos los seis países andinos, que en mi voz y en mi corazón había siempre la expresión de un ideal. El de que nosotros los latinoamericanos, no obstante las diferencias, debemos estar siempre unidos; y que nosotros los países andinos, que tenemos esas montañas que nos unen y ese cóndor que vuela por encima de ellas, somos la expresión real, no solo romántica, o el ideal de que sí es posible alcanzar un nivel de desarrollo mayor si trabajamos unidos. Solos no lo logramos. Solos vivimos mercados insuficientes, que no permiten economías de escala y que por lo tanto no permiten avanzar. Solos es casi imposible una competencia real con los países desarrollados, con mercados inmensos, o con mercados y mano de obra muy barata, como la China de hoy o la India de hoy. Hace 40 años tuvimos un sueño. No fuimos ni seremos nunca inferiores a esos sueños. La responsabilidad de hoy día está en otras manos y en otros corazones. Esas manos bolivianas, peruanas, ecuatorianas o colombianas, serán iguales. Serán manos de quienes fuimos, somos y serán siempre hermanos. Y de quienes tuvimos, tienen y tendrán un corazón vibrante y emocionado que siempre dirá: ¡Adelante, adelante, hermanos! ¡Adelante para siempre! No vivamos antes, no miren ustedes hacia atrás. El sol de la victoria está frente a ustedes. Muchas gracias.