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Cátedra Prensa y Poder (Trabajo práctico N° 1) Oscar Augusto Lloreda Oliveros El uso de los medios de comunicación social masivos por parte del régimen nazi ha sido un referente común para resaltar los efectos de los medios sobre sus audiencias. Sin embargo, tal como acota Maigret, existen ciertas evidencias históricas que permiten disminuir el sobredimensionamiento que ha recibido la acción de los medios nazis como causa principal del apoyo popular al gobierno del Tercer Reich y a la figura de Adolf Hitler. Maigret señala algunos elementos para sustentar su hipótesis: 1) El ascenso de Hitler al poder se produce más por un proceso de concertación de élites que por la participación popular; 2) El voto nazi mayoritario no se corresponde con los centros urbanos ni con los grupos obreros, sino con los campesinos protestantes sin representación política, quienes habrían asumido el voto como un medio de protesta; 3) Al momento del ascenso de Hitler al poder la radio se encontraba principalmente en manos de sus enemigos. Por estas razones, Maigret desestima que el uso de la radio durante el régimen nazi pueda considerarse como un ejemplo que confirme la hipótesis de la aguja hipodérmica. En su lugar plantea que aun cuando el emisor tenga intención de imponer un pensamiento, siempre hay que tomar en cuenta los actos del receptor, es decir, la forma en que se apropia del mensaje. Luego, la única forma en que la propaganda podría funcionar es sobre la base de una consonancia entre mensaje y receptor. En ese sentido, Maigret también deslegitima aquellas posiciones que afirman la existencia de una relación causal directa entre “violencia mediática” y violencia social. Fiel a su argumento, el autor implícitamente señala que el mensaje de violencia “representativa-simbólica” de los medios solo podría generar algún efecto en aquellas personas en quienes exista una propensión ex ante al delitoviolencia social. Maigret hace varias consideraciones para sustentar su planteamiento, entre ellas cita diversas investigaciones que concluyen en la inexistencia de causalidad entre violencia mediática y violencia social. Su tesis se fundamenta en una premisa clara: la violencia en los medios es simbólica, “es representación de la violencia”, y por tanto, como seres racionales, no generan un estímulo directo, como en los perros de Pavlov. Utiliza como ejemplos, los casos de Japón (videojuegos violentos) y Estados Unidos de América (películas violentas) y señala que, en el primer caso, se trata de un país con baja tasa de criminalidad; y, en el segundo, que la violencia social se debe más a factores socioeconómicos y estructurales. Indudablemente no se puede crear una relación causa-efecto entre la violencia mediática y la social, sin embargo, es necesario observar el fenómeno de la violencia desde una perspectiva mucho más amplia: 1) Estructura social y económica; 2) Desarrollo histórico-cultural sobre el tema de la violencia (representaciones sociales sobre el tema); 3) Ampliar conceptualmente la aproximación al tema de la violencia mediática: crear categorías, por ejemplo, violencia simbólica (no real, una película) y violencia concreta (real, vida cotidiana). De esta forma, se puede dejar a un lado el análisis de corto plazo para profundizar sobre las relaciones existentes en largo plazo, tomando en consideración diversos factores. No se puede afirmar, tampoco, que la única causa de la violencia radica en elementos psicológicos individuales, ya que en sociedades con una alta penetración mediática, son los medios, junto a la familia y la escuela, los principales forjadores del marco de representaciones sociales. Precisamente sobre ese marco de representaciones sociales es que intenta trabajar la publicidad. Ciertamente, como señala Maigret, no se puede afirmar que la publicidad es inoculante, en primer lugar porque el público interesado es cuantitativamente inferior al publico total; en segundo lugar, porque, incluso cuando el público interesado acceda en su totalidad al mensaje, existen, paralelamente, otra serie de opciones disponibles. Entonces, la publicidad no debe ser sinónimo de venta, sino de posicionamiento simbólico, en palabras de Maigret, debe ser considerada como “recursos y contextos” que pretenden ubicar a un producto-servicio en el imaginario individual-colectivo. Luego, los efectos de la publicidad no podrían calificarse como directos, en tanto una lógica mecanicista “publicidad-venta”, sino indirectos, bajo la lógica “publicidadimaginario colectivo-esquema de resolución-venta potencial”. Por último, Maigret señala que la crítica a los medios siempre nace de una inquietud relacionada con la pérdida de poder, en ese sentido cita los ejemplos de la relación niños/jóvenes/adultos y la incorporación de la población femenina al mercado laboral, ambos casos con pérdida de poder (adultos y hombres, respectivamente), en los cuales se cuestionó la acción mediática como causa probable de los cambios. Es muy probable que la inquietud por el uso de los medios provenga, generalmente, de la relación con el poder; sin embargo, ello no implica que quienes la critiquen se ubiquen del lado de quienes “pierden” poder y quienes la apoyen (o demuestren indiferencia sobre el tema) se ubiquen del lado de quienes “ganan” poder. Tampoco se puede afirmar que toda crítica está relacionada con la lucha por el poder, ya que ello sería ignorar la posibilidad de desarrollar investigaciones académicas que no se identifiquen intencionalmente con un bloque de poder, o incluso, significaría negar la posibilidad de cualquier reivindicación ética-moral. Lo que sí parece estar en la esencia de la inquietud por los medios, es el cambio social y ello abarca un espacio mayor al de las relaciones de poder. Entonces, podríamos decir que toda inquietud por el uso de los medios proviene del apoyo/rechazo al cambio social. Así, por ejemplo, en Venezuela se ha generado un movimiento a favor del cambio social que, en su primera etapa, no formó parte de la estructura de poder, pero que criticaba el uso de los medios para incentivar un modelo cultural (este grupo no estaba perdiendo poder, lo quería conquistar; además, su fin no es no era el poder, sino el cambio cultural); en su segunda etapa, ya en el gobierno, el movimiento (ahora con mayor poder real) incentiva cambios en las formas de comunicación en función de un cambio cultural (critica sin perder poder).