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EL MAYOR BIEN PARA EL MAYOR NÚMERO La máxima del Utilitarismo Por: DÉNIX ALBERTO RODRÍGUEZ Docente de Humanidades No es ajeno a nuestro oído escuchar muchas veces a un político que argumenta la aprobación de una norma legal porque hacía el mayor bien para una mayor número de ciudadanos, es decir se justifica porque responde a un bien general. La postura que se esconde detrás de éste proceder se conoce como: UTILITARISMO. ¡Que palabra más extensa pero tan cotidiana entre nosotros! Es pues la creencia de que la única norma de moral está determinada por su utilidad. Veamos rápidamente su génesis: El utilitarismo comenzó con las filosofías de Jeremy Bentham (1748-1832) y John Stuart Mill (1806-1873). El utilitarismo obtiene su nombre de la pregunta de prueba de Bentham"¿De qué sirve?". Jeremy Bentham desarrolló su sistema ético alrededor de la idea del placer. Se apoyó en el antiguo hedonismo que buscaba el placer físico y evitaba el dolor físico. Según Bentham, las acciones más morales son aquellas que maximizan el placer y minimizan el dolor. Esto ha sido denominado algunas veces como "cálculo utilitario". Una acción sería moral si produce la mayor cantidad de placer y la menor cantidad de dolor. 1 John Stuart Mill modificó esta filosofía y la desarrolló aparte del fundamento hedonista de Bentham. Mill usó el mismo cálculo utilitario, pero en cambio se centró en maximizar la felicidad general calculando el mayor bien para el mayor número. Pues bien, esta ligera historia nos permite explicar la simpatía que hoy muchos profesan por dicho pensamiento que termina demoliendo a las reglas y normas por 1 Jeremy Bentham, Una introducción a los principios de moral y legislación (impreso en 1781 y publicado en 1789 (Batoche Books: Kitchener, ON Canadá), 2000), 14. alcanzar los resultados que persigue. Implicó para muchos una propuesta de vida moral muy distante por ejemplo de los dictámenes bíblicos, no había ninguna necesidad de apelar a la revelación divina. “La razón, antes que la revelación, es suficiente para determinar la moral2. Algunas reflexiones tratan de ofrecer las razones por las cuales “cala” el utilitarismo en la sociedad moderna: en primera medida porque es un “sistema ético” fácil de aplicar, para determinar si una acción es moral uno debe simplemente calcular las consecuencias buenas y malas que resultarán de una acción específica. Si lo bueno supera a lo malo, entonces la acción es moral. Una segunda explicación nos dirá algo sencillo: el utilitarismo evita la necesidad de apelar a la revelación divina. Muchos de los que adhieren a este sistema ético están buscando una forma de vivir una vida moral aparte de la Biblia y una creencia en Dios; Y finalmente, quizá la razón más contundente: la mayoría de las personas ya usan una forma de utilitarismo en sus decisiones diarias. Tomamos muchas decisiones no morales cada día basadas en las consecuencias. En la fila, para pagar en la caja buscamos la cola más corta para poder salir por la puerta más rápidamente. Tomamos la mayoría de nuestras decisiones financieras, según un cálculo utilitario de costos y beneficios. Así que tomar decisiones morales usando el utilitarismo parece una extensión natural de nuestros procedimientos de toma de decisión diarios. Para nuestra realidad humana y situacional, pensar de esta manera puede acarrearnos serios problemas y conducirnos a la filosofía maquiavélica expresada “en el fin justifica los medios”, ello desvirtúa todo fundamento verdaderamente ético. Pero así se mueve el mundo, no somos extraterrestres y estos modelos “´éticos o filosóficos” del utilitarismo que mueven al mundo nos absorben desprevenidamente favoreciendo por encima de todo nuestros intereses y beneficios, en la calle, la casa, la universidad y en la más cercana relación. En torno a ello se ha disertado considerablemente, postulando diversas miradas éticas, pero es infructuoso mientras se goce de cierto sesgo o intencionalidad particular; no sobra que desde la academia reflexionemos cómo superar esas constantes que son ya máximas de vida en nuestro medio, por ejemplo la tan utilitarista y cotidiana filosofía de que “a papaya servida, papaya comida”, no muestran más que unos esquemas de ciudadanía mezquina, maquiavélica y para nada democrática; políticas macabras de Estado que favorecen a ciertos sectores de la población pero dejan por fuera una inmensa mayoría... paremos aquí para no incomodar a nadie más. ¿Somos acaso culpables de ser utilitaristas? 2 Ibid. Pág. 221 PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN ¿El utilitarismo puede proteger los derechos de las minorías, si la meta es el mayor bien para el mayor número? ¿El resultado de las acciones que arroja el proceder utilitarista puede catalogarse como buenas simplemente porque son el producto de una filosofía que beneficia a la mayoría y porque los resultados son el mecanismo usado para juzgar la acción misma? ¿Es posible o utopía una ética del Amor como lo predicó Cristo y que hoy evocan muchos pensadores buscando igualdad, justicia, equidad y sabia distribución de los bienes? ¿Incursiona el utilitarismo en nuestra vida universitaria, por qué?