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Bajo la luna llena, que fulgura en la noche clara
voy taciturno como un vilano desorientado,
y tu cenceña cintura que se gliza ante mis ojos
gallardo me vuelvo, ante tu suntuosa presencia.
¡ Serafín de mi vida! Me revuelvo en una
vorágine de sangre por tu opulento cuerpo
que llevas con desgaire frente a mis furtivas miradas.
Mi alma es para ti, zagala, si no la tomas amor, lebrel me volveré.
Mi empavesado corazón, como un pájaro herido
caerá de pasión con el zumo deseado de tus labios,
anatema mujer, siempre ávida de placer sin amor,
has horadado el panal moreno que finge mi piel.
¡ Ho! Invulnerable presencia, de cara patinada
un pueril hombre me ha hecho tu emgolada manera de ser,
henchida de hombres, incapaz de amarlos, transformando su
vidas en un gran hipogeo, solo les da una brizna felicidad.
Oye, diosa de ondulante greñas, bájate del plinto que te sostiene
Y entrégate a este montaraz cuerpo, volatinero amante.
Sobre un ribazo en ese lugar montuoso y con gran gula
Haremos con tu cuerpo y el mío las mejores ruecas.
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