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VICARÍA ZONA SUR Pastoral de Espiritualidad LECTURA ORANTE DE LA PALABRA EVANGELIO DE LUCAS 16, 19-31 Domingo 25 de septiembre de 2016 ORACIÓN.- “Jesús, mi buen Señor, que la lectura en oración que voy a hacer, la realice en compañía de tu Espíritu, que éste me permita interiorizarla de tal modo que me ilumine y me de fuerzas para vivir de manera coherente y fiel. Y te pido que renueves en mí, la fe -que es un don gratuito de tu amor-, la esperanza –para que me sostenga y pueda perseverar en medio de las dificultades y sombras que están presente en mi vida- y la caridad –para que pueda dar testimonio de tu amor a través de las obras que me invitas a realizar-. Amén”. LECTURA.- ¿Qué dice el texto de Lucas 16, 19-31? Introducción.- Este relato del evangelista Lucas forma parte de un conjunto de parábolas por medio de las cuales Jesús da a conocer la buena noticia del amor misericordioso del Padre, también las usa para advertir a sus oyentes sobre las consecuencias de sus acciones, y a la vez, las utiliza para enseñar a sus discípulos de cómo deben vivir y actuar para ser auténticos testigos de su nombre. Contexto.- Esta lectura es la continuación de versículos previos en que Jesús enseña por medio de parábolas. Jesús en esta parábola en particular advierte sobre la incompatibilidad entre el seguimiento a su persona y servir al dinero o a las riquezas materiales. Texto: Lucas 16, 19-31 “El Rico y Lázaro Había un hombre rico, que vestía de púrpura y lino y todos los días hacía espléndidos banquetes. 20Echado a la puerta del rico había un pobre cubierto de llagas llamado Lázaro, 21que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamerle sus heridas. 22Murió el pobre y los ángeles lo llevaron junto a Abrahán. Murió también el rico y lo sepultaron. 23Estando en el lugar de los muertos, en medio de tormentos, alzó la vista y divisó a Abrahán y a Lázaro a su lado. 24Lo llamó y le dijo: —Padre Abrahán, ten piedad de mí y envía a Lázaro, para que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua; pues me torturan estas llamas. 25Respondió Abrahán: —Hijo, recuerda que en vida recibiste bienes y Lázaro por su parte desgracias. Ahora él es consolado y tú atormentado. 26Además, entre ustedes y nosotros se abre un inmenso abismo; de modo que, aunque se quiera, no se puede atravesar desde aquí hasta ustedes ni pasar desde allí hasta nosotros. 19 Insistió el rico: —Entonces, por favor, envíalo a casa de mi padre, 28donde tengo cinco hermanos; que les advierta no sea que también ellos vengan a parar a este lugar de tormentos. 29Le dice Abrahán: —Tienen a Moisés y los profetas: que los escuchen. 30Respondió: —No, padre Abrahán; si un muerto los visita, se arrepentirán. 31Le dijo: —Si no escuchan a Moisés ni a los profetas, aunque un muerto resucite, no le harán caso. 27 Leemos el Texto de Lucas 16, 19-31.- Lee lentamente el texto y trata de imaginar la escena. Toma tu tiempo para mirar a Jesús… a los discípulos… y toma un lugar entre ellos. Mira a Jesús y a sus discípulos… sus gestos… procura escuchar sus palabras… el tono de sus voces… mira como reaccionan ante lo que les advierte y enseña. ¿Qué te impresionó más del texto? Imagina los sentimientos que experimenta Jesús al dirigirles esta parábola. Imagina los sentimientos que experimentan sus discípulos y todos los que escuchan las palabras de Jesús, la historia que les narra cómo advertencia de algo que podría sucederles si no cambian su proceder. ¿Qué quiere Jesús que entiendan sus discípulos a través de las palabras que les dirige? MEDITACION: ¿Qué me dice o nos dice el texto para nuestra vida? En este momento todo aquello que fue leído, se lleva a la propia vida. El Señor viene a ti con la pregunta: ¿Qué me dice el Señor por medio de esta Palabra? ¿Cómo reaccionas ante lo que indica Jesús? ¿Qué te pasa en tu posición de discípulo? ¿Cómo asumes la advertencia que hace Jesús? Comparando la situación que narra la parábola con mis preocupaciones de hoy, de la Iglesia y de la comunidad en que participo: ¿Qué observo? ¿Cuál es nuestra respuesta, que debemos cambiar?, nuestra forma de seguir a Jesús ¿entra en conflicto con otras preocupaciones o intereses de nuestra vida? ORACIÓN.- ¿Qué le respondo a Dios luego del regalo de su Palabra? Que el regalo de la lectura y la meditación haga eco en lo profundo de nuestro ser y se convierta en oración de corazón a corazón. Pidamos al Señor el don de la humildad para que entendamos que somos discípulos, sabiduría para entender y acoger su palabra. Pidamos a Jesús luz para identificar que debemos cambiar en nuestra forma de seguirle en relación a nuestro interés en servir al dinero y a una búsqueda desordenada de conseguir bienes y riquezas. CONTEMPLACION.- Dejo que el Señor me hable y me ame. En un momento de silencio contemplo a Jesús mirándome como mira a sus discípulos... Derrama con su mirada ternura, paz y amor, y me invita a seguirle y dejar que me toque el corazón de modo que vaya transformándolo todo… Me dejo tocar e invadir por la ternura de Jesús ACCIÓN.- ¿Y ahora cómo hago vida esta Palabra? La Palabra que fue leída, meditada, orada y contemplada, se hace acción. Y me pregunto: ¿A qué me invita Jesús con esta Palabra? Me comprometo a que en la escucha y en la meditación de su Palabra, vaya sacando a la luz todas las oscuridades que me impiden mi recto actuar, una acción en que estoy más inmerso en mi querer, que en la invitación de Jesús siendo su discípulo. ORACIÓN DE ENVÍO.- Te invito para finalizar la lectura orante a rezar con una parte del Salmo 32: Alégrense en el Señor, regocíjense los justos. ¡Feliz el que está absuelto de su culpa, a quien le han enterrado su pecado! 2 ¡Feliz el hombre a quien el Señor no le imputa el delito y en cuya conciencia no hay engaño! R. 1 Te declaré mi pecado, no te encubrí mi delito; propuse confesarme de mis delitos al Señor; y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R. 5 Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación. 8 –Te instruiré, te señalaré el camino que debes seguir te aconsejaré, con mis ojos puestos en ti. R. 7 Alégrense en el Señor, regocíjense los justos, canten jubilosos los rectos de corazón. 11