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EXCLUSIÓN SOCIAL HOY: ESTRATEGIAS DE ABORDAJE DE LAS NECESIDADES SOCIALES ACTUALES LA EXCLUSIÓN SOCIAL, HOY Excelentísimos… Sras., Sres. (…) El título de mi conferencia es: “La exclusión social, hoy”. No obstante, y en tanto que primera conferencia de este, a su vez, primer Simposium sobre exclusión social auspiciado por DIF (¿Qué SIGNIFICA ESTE ACRÓNIMO?) Tlajomulco creo que se hace pertinente, comenzar centrando las características actuales de la exclusión, acotando algunos términos y conceptos: - ¿qué entendemos por Exclusión Social? ¿Cuáles son las formas actuales de la exclusión y cuales sus problemáticas asociadas? Y, finalmente, ¿Cuáles las metodologías de trabajo y los objetivos asequibles? Todo ello se abordará, aquí y ahora, desde dos sesgos: - - Por un lado, la condición inevitable que supone el hecho de que mi ámbito de experiencia y conocimiento se circunscriba al entorno europeo. Desde esta perspectiva, intentaré ofrecer una visión lo suficientemente práctica y cercana con la intención de que el camino recorrido, sin olvidar los errores, puedan ser de utilidad para ustedes. Por otro lado, tengo la intención de proponer para su estudio y valoración conceptos e ideas muy generales de marco teórico que puedan ser de utilidad para ustedes en la comparación que quieran realizar con su modelo conceptual en el abordaje de la exclusión social. ¿Qué entendemos por exclusión social? Así pues, y sin más preámbulos: ¿qué entendemos por exclusión social? En un sentido amplio, entenderíamos como Exclusión Social aquellos procesos de negación, expulsión o inaccesibilidad a los recursos que son socialmente valiosos, en un determinado contexto sociohistórico: No acceder a aquello que socialmente se considera necesario para el pleno desarrollo personal (en la salud, en lo económico-productivo, en lo afectivo, social y familiar), nos sitúa en un plano de desigualdad que conduce en muchos casos a estar excluido de esa sociedad. Con frecuencia, la exclusión social se relaciona con la pobreza. Es cierto que ambos fenómenos son parecidos, y que con frecuencia se alimentan entre sí. Pero no son sinónimos. No es lo mismo. Es cierto que la pobreza es un factor determinante, y que en muchos casos, puede arrastrar, y arrastra, a la exclusión. Pero también es cierto que se puede ser pobre sin estar excluido de la sociedad. La exclusión social, apunta mucho más allá de lo que implica la 1 pobreza en sentido estricto del término: la exclusión social es el resultado global generado por la articulación de múltiples desigualdades en el transcurso de la vida de las personas. Dicho de otra forma, la exclusión social es aquello que impide el pleno desarrollo de las personas desde sus deseos y capacidades, dentro de los estándares mínimos de desarrollo alcanzados por la mayoría de la población de ese contexto. Es decir, la exclusión social no se define por no tener hogar. O por no tener empleo. O por ser drogadicto, o tener problemas de salud mental: todas estas circunstancias, suelen ser efectos de procesos de exclusión, aquello que los hace visibles a nuestros ojos, una parte del problema. Pero no son el todo, y casi nunca son la causa de la exclusión social (permítanme un paréntesis: muchos de ustedes estarán pensando que quizá en el caso de la enfermedad mental, si pudiera entenderse ésta como causa de exclusión. Pues bien, no tiene por qué ser así: hay cada vez más enfermos mentales con una vida normalizada, y en cambio, recientes estudios nos demuestran que estar en situación de sin hogar implica un riesgo de tener problemas de salud mental en 3 de cada 4 personas en esta situación, enfermedad que desarrollan, en Barcelona, 1 de cada 2). Otro término importante a barajar junto a los términos “exclusión social” y “pobreza”, es el de “desigualdad”: De hecho, desigualdades de todo tipo son las que, según sea su intensidad y su diversidad de posibilidades –desigualdades en la salud; en la educación; en el acceso efectivo a derechos; a un marco legal; al acceso al trabajo; a acceso a la vivienda; a ingresos suficientes, entre otros- conforman las múltiples y diversas formas de la exclusión social. Por eso, hablar del concepto “exclusión social”, es hablar de un concepto flexible, y con múltiples formas de manifestación. La exclusión social, hoy, no es lineal. Es más compleja y dinámica que hace muy poco tiempo. En relación a la historia del concepto de exclusión social, es preciso decir que éste se ha ido incorporando en el ámbito de las políticas públicas de manera progresiva en los últimos veinte años, substituyendo, en España, al concepto de “marginación”. Actualmente, los campos de la acción social pivotan alrededor del concepto de “exclusión social” y su lógica consecuencia son las políticas de “inclusión social”. Presentaré a continuación un breve análisis del contenido teórico-político del concepto. Se utilizó por vez primera en los años 70 del pasado siglo en Francia, en el contexto del que se llamó entonces “Movimiento por el Cuarto Mundo” y que lo acuñó para referirse a los grupos y personas que sufrían situaciones de pobreza y extrema marginación en el seno de las opulentas sociedades occidentales. De ahí, el término pasó al ámbito de las políticas sociales. En 1974, René Lenoir, Secretario de Estado para Asuntos Sociales del gobierno de Jacques Chirac, lo utilizó para nombrar a la creciente población occidental que estaba excluida o no tenía acceso a los mecanismos públicos de protección oficial. En los años 80 y de forma más decidida a partir de los 90, los conceptos de exclusión e inclusión penetraron con más fuerza en el marco de las políticas públicas de la propia Unión Europea. Primero como un complemento. Pero se fue configurando como el nuevo eje a partir del cual reestructurar el diseño de las políticas de intervención / acción social. 2 En teoría, se pasó de una concepción basada en la paliación de daños sobre los llamados “marginados”, abocados teóricamente a su situación, a entender que debía incluirse al excluido, devolverlo al seno de la sociedad como un sujeto activo más. No obstante, este cambio no se ha consolidado aún, e incluso es utilizado de forma perversa cuando, en paralelo a las políticas de inclusión, se utiliza para argumentar la invisibilización del excluido, como veremos más adelante. Hay que matizar también que conforme el concepto maduró se fue relacionando cada vez más la exclusión social a la falta de recursos materiales y de ciertos niveles y condiciones de vida, construyendo las políticas de apoyo a los excluidos alrededor tan solo de proporcionar los recursos necesarios a quienes los necesitan, viendo eso como la forma de terminar con la exclusión. No es así: Lo necesario para terminar con la exclusión social, no es sólo ni básicamente revertir los efectos en quien la sufren, sino provocar un cambio sobre las dinámicas de desigualdad que generan situaciones estructurales que cultivan y producen exclusión. Pues si bien es cierto que apremia en todo momento proveer de recursos a los que sufren la exclusión, también lo es que las políticas deben buscar como objetivo el ser capaces de generar los cambios estructurales suficientes que permitan hacer desaparecer aquellos factores sociales de grave desigualdad que llevaron a un grupo a estar excluidos. Este matiz es una de las claves para abordar el fenómeno con garantías de ser eficientes en la inversión de recursos y en relación a los resultados esperables. Dicho de otra manera, el fenómeno de la exclusión tiende a ser identificado como un efecto de, básicamente, déficits personales en el ámbito económico-productivo-laboral. En este caso, podría entenderse que la clave para alcanzar la inclusión son únicamente las estrategias de inserción laboral o de mejora de la ocupación, partiendo de la premisa de que, si nuestra sociedad se estructura básicamente a través del ámbito económico y laboral, las posibilidades de desarrollo personal autónomo en los otros ámbitos pasa por la sostenibilidad de una determinada ubicación de la persona en el mercado. Ni es sólo así, ni es básicamente así: El correcto abordaje de la exclusión social pasa por buscar, en efecto, las causas de la misma. Pero no solo debemos centrar la mirada en las de orden económico-productivo: también y como apuntaba hace un momento, en las desigualdades en la salud, a través del acceso al sistema sanitario; en las desigualdades en la educación, a través del acceso al sistema educativo; en las existentes a través del acceso al derecho a la vivienda; o a través del acceso a los derechos básicos y a los derechos comunes de la mayoría de la sociedad; o el acceso a la información, el conocimiento, a la comunicación, y a la seguridad personal, por citar algunos de los principales factores que pueden, en su ausencia, llevar a la exclusión social. Como ven, les estoy remitiendo a un “paisaje” social en el que la probabilidad de exclusión para una parte de los miembros del grupo, se genera en el fondo, la base, la estructura misma de esa sociedad que, en algunos de sus espacios de organización social, gestión política, planificación comunitaria, genera esas posibilidades. Estoy, por otra parte, centrando la mirada no en el individuo, sino en la estructura, en la sociedad misma. 3 En ningún caso pretendo convencerles de que la responsabilidad de caer en la exclusión social es únicamente de la sociedad, versus un individuo indefenso a merced de lo social, que sucumbe irremediablemente. No es así. Pero si les quiero alejar del concepto clásico conforme la persona en situación de exclusión lo está “porque algo habrá hecho para estar así”, “porque lo merece”, “porque hizo mal sus elecciones”. De hecho, las teorías actuales, con muchos datos y bastante sentido común, confluyen a motivos mixtos: un espacio social en el que alguna o algunas de las desigualdades citadas tiene mucha presencia entre determinados grupos, genera más posibilidades de que personas en riesgo personal por determinados factores, entren de lleno en la exclusión. En realidad, se combinan los déficits estructurales con la responsabilidad individual. En cualquier caso, el concepto de exclusión social tal y como se lo sugiero, así como esta doble conjunción estructura-individuo como factores de riesgo de la exclusión, nos alejan de la Caridad como sistema lógico de abordaje de la exclusión social, así como de la “culpabilidad” que llevaría presuntamente a las personas a la exclusión, con lo que serían, en tanto que personas a recuperar, individuos sujetos a la buena merced de las acciones caritativas. Deberíamos en cambio hablar de personas con derechos en un contexto social desigual, merecedoras del derecho a oportunidades en tanto que personas y ciudadanas que, por otra parte, deben tener el compromiso y la responsabilidad de saber aprovechar. Así pues, el trabajo para erradicar la Exclusión Social, no es una Gracia, ni debe nacer de la Caridad, sino que es un Derecho y tiene como objeto recuperar a ciudadanos y ciudadanas a su pleno retorno, al menos el máximo posible, al plano social activo, aportando a la sociedad lo mismo que los demás miembros, sujetos a su vez a los mismos derechos y obligaciones. Este enfoque y su lectura política es pertinente en tanto que no tenemos demasiada historia acumulada en reconocernos como ciudadanos y ciudadanas, con derecho a los derechos. Por eso, en el pasado, la Caridad era el discurso fundamental alrededor del cual se elaboraban las políticas y acciones hacia los excluidos al ser, de hecho, casi la única vía de apoyo a los necesitados: una gracia que se otorgaba sin merecimiento de la misma, en lugar de un deber social, un derecho. No había más modelo de apoyo a los excluidos que el que provenía de la Caridad de personas e Instituciones. Y aquellos a quienes se graciaba con la caridad, eran personas en deuda. Hoy, nuestras sociedades asumen y hablan abiertamente de un Tercer Mundo en el que la pobreza extrema es tan evidente como obscena, pero seguimos reaccionando ante nuestro Cuarto Mundo, la pobreza extrema y exclusión de nuestras sociedades, como algo a invisibilizar, sobre lo que no acabar de barajar números reales a nuestros medios de comunicación. Éste es el uso perverso del concepto de exclusión del que les hablaba antes, cuando criminalizamos el Cuarto Mundo –al menos, en Europa sí lo hacemos- mediante leyes o ordenanzas que persiguen en mayor o menor medida los efectos de la pobreza, multando, deteniendo o obligando a permanecer donde no lo desean a personas en situación de exclusión basados en la idea de que no tenemos por qué ver, ni coincidir con aquellos que, si están excluidos, ”no están” y deben ser efectivamente expulsados de nuestras calles, incluso de nuestras mentes… Todo ello porque, sin duda, la exclusión, la pobreza, la marginación, 4 sigue generando miedo y rechazo en nuestras sociedades, encarnando un estigma de vergüenza social. Formas de exclusión social y problemáticas asociadas Permítanme dejar aquí el concepto de exclusión social, y apuntar algunos aspectos sobre las formas de la exclusión social, hoy, y algunas de las problemáticas asociadas que presenta. Formas Es fácil entender que, si la exclusión social se fundamenta en graves desigualdades, sea pues un fenómeno que ha existido siempre en la historia de la Humanidad: efectivamente, la dificultad para acceder a espacios y recursos materiales e inmateriales socialmente valorados para la colectividad, ha tenido siempre presencia entre las relaciones humanas como un fenómeno estructural, multidimensional y dinámico. Los actuales procesos de cambio social, rápidos y profundos, iniciados hace unas décadas y acelerados con la mundialización de la globalización, así como la grave crisis económica que se ha desencadenado en los últimos tres años, han diversificado y modificado definitivamente los límites, perfiles y dinámicas de la vulnerabilidad y de la exclusión social, así como sus ritmos y la permeabilidad entre el ámbito excluido y el no excluido. Estos nuevos límites y perfiles, añadidos a los tradicionales, nacen de los siguientes hechos: 1) Hoy en día, los procesos de empobrecimiento y precariedad laboral y social avanzan mucho más rápido que antes. 2) Se ha incrementado el número de factores que hacen más vulnerables a las personas. 3) La sociedad está más fragmentada e individualizada que antaño, echando a perder la fuerza del grupo y la comunidad como motor de acción. Estos hechos, caen como una losa sobre muchas personas que contaban con una única fuente de ingresos que perdieron por la crisis, o personas con redes sociales muy frágiles, incluso inexistentes y que no pueden reaccionar a una situación de emergencia social para cubrir sus necesidades. En relación a los hechos antes descritos, este nuevo contexto significa, pues: 1) rapidez en la “caída” a la exclusión; 2) repentina aparición de más factores pivotando sobre el principal, vulnerabilizando más la persona 3) falta de apoyos de la familia, el grupo, la comunidad, muchas veces incapaz de apoyar, cuando no es inexistente. De esta manera, los grupos clásicamente más proclives a ser vulnerables a la exclusión, son ahora con claridad y a distancia del resto de la sociedad los grupos con más riesgo, no ya de vulnerabilidad, sino de exclusión social. Nos referimos a: - Mujeres Personas mayores Jóvenes Extranjeros / especialmente los en situación de ilegalidad administrativa Personas con discapacidad Personas con enfermedad mental Además, han surgido, así mismo, algunos nuevos grupos: 5 - - - Desempleado de larga duración Familias empobrecidas (con algunos ingresos, pero no suficientes para el total de gastos para vivienda, salud, manutención, suministros, educación de los hijos). Personas, familias, con endeudamiento excesivo (normalmente sobre la vivienda, con situaciones como la de España, en que la persona pierde la vivienda pero mantiene la deuda, de por vida) Niños: menores de edad con graves y largos episodios de problemas familiares estructurales (pérdida de hogar, de ingresos familiares, ruptura familiar, desatención, falta de apoyo, pérdida de escolaridad, desapego por la sociedad); menores solos de origen inmigrante, abandonados a sus suerte por las Administraciones Jóvenes con alguna formación básica, pero insuficiente para alcanzar un futuro profesional competitivo que permita alcanzar estándares básicos de inclusión social Una de las novedades, estriba en que les estoy describiendo perfiles de personas con una trayectoria social normal, que en un determinado momento, entra con extrema rapidez en situación de vulnerabilidad, incluso de exclusión social. Personas cualquiera que por razón de la competitividad del mercado, o del riesgo en el endeudamiento personal, quedan en una posición social tan desfavorable que les deja en estado de “quiebra-social”. Si clásicamente los procesos de exclusión podían consolidarse en años, ahora, en muchos casos, pueden hacerlo en muy pocos meses. Por otro lado, estamos describiendo aquí una situación procesual, de tránsito de una situación de normalidad, a una de vulnerabilidad y/o de exclusión. Estamos hablando de un proceso con distinto estadios y momentos: normalmente, un primera fase o tiempo en que la vulnerabilidad es más fácilmente reversible, pues la persona está más cercana en el tiempo de la situación de normalidad; momento del proceso en el que se comienzan a romper lazos importantes, a nivel social-afectivo, económico-productivo, otros, en el camino hasta la total instalación en la situación de exclusión. Como decía, hoy en día, este proceso puede generarse con inusitada rapidez. Pero esta característica negativa tiene también su lectura en positivo. Es un proceso de dos sentidos: se puede recorrer de ida hacia la exclusión, así como de regreso a la inclusión. Y la rapidez puede permitir que, en muchos casos, el poco tiempo de pérdida de referentes y lazos sociales, económicos, educativos, emocionales, no haya llegado a vulnerabilizar en extremo las posibilidades de recuperación personal. Esa debería ser una de las razones y eficiencias de las “Políticas de Inclusión” o de las “Políticas para población Vulnerable” o “en riesgo de Exclusión”: son las que van dirigidas a las personas y grupos afectados, pero que justamente por la labilidad, flexibilidad y movilidad de la exclusión, hoy, pueden recuperar su plena autonomía con menos costes personales y menos secuelas en su trayectoria vital. Así lo demuestra, entre otros, un estudio sobre las personas sin hogar de Barcelona realizado en 2008, según el cual más de una cuarta parte de estas personas, llevaban menos de 6 meses 6 sin hogar, y sólo un 25% llevaba cinco años o más en esta situación, tiempo que se presupone ya como una situación de cronicidad de más difícil retorno. Así lo entiende también la Comisión Europea, cuando define un futuro inmediato en el que la mayoría de las personas en situación de exclusión serán personas que estarán en esta condición de manera transitoria: algunas, una sola vez en su vida y por un corto período. Otras, entrando y saliendo de la exclusión durante una parte de sus vidas. Y una minoría –insisto: una minoría-, con su trayectoria vital instalada en la exclusión social. Debemos acabar, pues, con la creencia errónea de que la mayoría de las personas en situación de exclusión, lo están de por vida y de manera inalterable. Problemáticas asociadas ¿Cuáles son las problemáticas asociadas a las actuales formas de exclusión social? Seguiré, si ustedes me lo permiten, ofreciéndoles una aproximación desde una perspectiva macro social. Tomaré un ejemplo: La Unión Europea. Hasta hace muy poco, y desde el fin de la II Guerra Mundial, Europa se ha ido construyendo como un espacio común basado, entre otros pilares, en el Estado del Bienestar, que se ha desarrollado en mayor o menor medida según el país. Era una cuestión de modelo: Europa, el Viejo Continente, quería ser una especie de “faro” de organización política y social, en el que la abolición de las desigualdades y la garantía efectiva de derechos para todos los ciudadanos fuese uno de sus elementos diferenciales. Hoy en día, y les cito un documento de la Comisión Europea de marzo de 2010, la Unión se marca como uno de sus objetivos prioritarios haber reducido en 2020, 80M del total de 110M de personas pobres y/o en situación de exclusión, que suponen el 20% de la población total de la EU. El motivo: hacer viable el futuro de Europa en el contexto mundial. El texto califica la exclusión social como un grave riesgo para la cohesión social de la Unión y afirma que el tener porcentajes tan elevados de pobreza y exclusión implica la posibilidad de fractura social. Para Europa ya no es una cuestión de modelo si no de supervivencia. Y tener grupos de personas en situación de exclusión social en el seno de una comunidad, no es solamente un problema para esas personas: es un problema que incide directamente sobre el conjunto de esa comunidad. Otro problema asociado es el de la ciudadanía en riesgo y la crisis del reconocimiento efectivo de los derechos: Es un hecho que las sociedades progresan y se desarrollan más y mejor cuando disponen de elevados índices de democratización e inclusión del mayor número posible de sus miembros en la esfera de producción de tejido social, artístico-cultural, de generación de conocimiento y de desarrollo productivo. En definitiva, que todas las personas cuentan. Y aquellas que quedan al margen, dejan de ser un activo importantísimo para el conjunto de esa sociedad, que crece menos. Por lo tanto, la plena ciudadanía del mayor número de miembros, es un activo social al que no puede renunciar una sociedad que aspira al máximo desarrollo posible. 7 Por otra parte, el no reconocimiento efectivo de los derechos supone aún mayor vulnerabilidad para las personas en riesgo o en situación de exclusión. No resulta extraño,más bien se observa con cierta repetición como patrón de conducta-, el aumento de la presión legal, incluso policial, sobre los colectivos en situación de exclusión, materializando perversamente la “exclusión del excluido”, agravando su situación original de víctimas de la desigualdad y radicalizando las diferencias internas de la sociedad, polarizándolas. Así ocurre en Barcelona, como en tantas otras ciudades europeas: por un lado, los servicios sociales públicos se esfuerzan en mejorar las prestaciones y coberturas en especial atención a esta situación de crisis, y paralelamente, desde la misma administración municipal, se ponen en marcha disposiciones legales (leyes, decretos, ordenanzas), que tienen entre sus funciones controlar policialmente, perseguir, castigar con multas o forzar a desplazamientos involuntarios las personas afectadas en situación de exclusión. Todo ello, además, constituye un referente criminalizador de la exclusión a ojos de la sociedad, que puede sentirse compelida a entender que la exclusión y la pobreza es algo que puede ser perseguido. También, es frecuente, precisamente en momentos de mayor vulnerabilidad social, el endurecimiento de las legislaciones y reglamentos en materia de extranjería, con lo que las personas inmigrantes, de por sí uno de los grupos diana de la exclusión social, se ven en muchos casos rematadas definitivamente en su situación. Todo ello nos lleva a otro problema: el aumento de la desigualdad social, la polarización de la que hablaba hace unos momentos, radicalizando la sociedad en dos grandes grupos: los no excluidos y los excluidos. Los que mantienen niveles aceptables o óptimos de bienestar y acceso a bienes, y los que no tienen suficiente calidad de vida en relación a los estándares de supervivencia. Lo que nos lleva a otro problema, que enlaza con el ejemplo que cité antes y que cierra el círculo: la pérdida de cohesión social, la aparición de niveles distintos de metas sociales, de diferentes necesidades y parámetros generales dentro de la misma sociedad. Y el riesgo de conflicto, que puede ocupar un amplio abanico que vaya desde la guetización y represión de los grupos excluidos, hasta la extensión de la conflictividad en el conjunto de la sociedad, con el riesgo mayor o menor de paralización de la misma que esa conflictividad pueda conllevar: Estancamiento en lugar de desarrollo social; inversión en seguridad y políticas sociales, en lugar de en educación, salud y bienestar social; recelo y conflicto social en lugar de convivencia y afianzamiento del proyecto común de país, de estado, de sociedad, entre otros… Metodología de trabajo y objetivos asequibles Con su permiso, abordaré el tercer punto de mi presentación: metodología de trabajo, y objetivos asequibles. Metodología de trabajo No me compete en este contexto de reflexión teórica el plantear metodologías concretas de intervención social sobre la exclusión social, abordaje que veremos en otras presentaciones de este mismo Simposium. 8 Me permitirán que enfoque mi discurso en este ámbito de metodología sobre cómo pueden posicionarse los principales actores sociales que deben implicarse en el trabajo de inclusión de los grupos en situación de exclusión social. Estos actores sociales pertenecen a dos grandes ámbitos: - El tejido civil La administración En el ámbito del tejido civil, principalmente: - las empresas, la Academia, la banca el Sector Social y las personas individuales. Y en el de las Administraciones: todas ellas, ya sean municipales, del Estado o nacionales, y siempre en función de sus respectivas competencias y responsabilidades. Comenzaré con el tejido civil, en concreto, las empresas: Cabe esperar de ellas, básicamente, el aporte de recursos, ya sean materiales o inmateriales. EL mundo empresarial, es el más preparado de entre todos los agentes sociales para proveer de dinero y de bienes necesarios a los técnicos, ya sean de la administración pública o del sector social (asociaciones, entidades sociales). También disponen de expertos y de conocimiento sobre temas necesarios que no son específicos de la intervención social. Debemos citar aquí un acrónimo y el concepto que representa: RSC. Responsabilidad Social Corporativa, que no es sino aquella cuota de co-responsabilidad social que la empresa privada quiere asumir–o a veces debe asumir, por Ley-, en forma de apoyos a las entidades sociales en alguna de las múltiples formas de hacerlo, ya sea a través de bienes materiales, apoyos a proyectos por parte de su personal experto, o ofreciendo puestos de trabajo, ya sean puestos “puente”, o definitivos, para el pleno retronó al mundo laboral de personas en exclusión. La Academia es otro actor social de gran importancia, que puede ofrecer un bien intangible precioso, el propio de su misión como institución: la generación y transmisión de conocimiento y el apoyo a la innovación y el desarrollo, en este caso, del Sector Social. También, la Banca, que en muchos casos dinamiza la intervención social a través de Fundaciones y que, en cualquier caso, es un sector dentro del ámbito privado, sobradamente dotado para apoyar la intervención social. Cuando hablo de Sector Social me refiero a las asociaciones; a las federaciones de asociaciones; a la tarea social de la Iglesia; a las Fundaciones dedicadas a la intervención social; todo ello constituye el Tercer Sector, o Sector Social. La misión principal de este sector es trabajar por la inclusión social de los grupos vulnerables o excluidos, y hacerlo, además, desde tres premisas, que constituyen valor añadido al servicio prestado, y en el que el Sector Social debe ser referente. Estas tres premisas, son: - acoger, acompañar y 9 - apoyar la autonomía de las personas y grupos con los que se trabajen. Tiene además otras tareas: debe aportar conocimiento específico sobre las realidades en las que trabaja y en las que es experto; debe transmitir información, conocimiento y sensibilización a la sociedad; debe elaborar propuestas a los responsables políticos. Y, sobre todo, el Sector Social debe llevar a cabo todas estas tareas aportando valores: En un momento de rapidez, de volatilidad de las relaciones y los compromisos, los Valores, son uno de los estandartes que el Sector Social puede ofrecer al resto de agentes sociales. Por otra parte, las personas individuales. Estas son el cimiento de la sociedad, y por tanto de la empresa privada, de la banca, de las asociaciones, de la Iglesia, de los movimientos laicos comprometidos… Las entidades sociales tienen como una de sus misiones la sensibilización y búsqueda de compromiso entre las personas con la intención de encontrar su apoyo, pero con el fin primero de construir sociedades más solidarias, justas y cohesionadas. Las personas, con nuestra actitud, tenemos mucho por hacer en ese camino. La Res Pública de la sociedad romana, cuya traducción del latín sería “la Cosa Pública”, y que no es sino la conciencia e implicación política que construía las normas y relaciones de convivencia social en la Roma antigua, era responsabilidad de todos aquellos que tenían el privilegio de ostentar el grado de Ciudadanos: Y hoy, en nuestras sociedades, sigue siendo responsabilidad de los y las ciudadanos y ciudadanas la construcción de nuestra Res Pública. Debemos ser siempre conscientes de que la búsqueda del bien común, es responsabilidad de todos. Paso a continuación a hablar de la administración: El ámbito de las Administraciones Públicas, es aquel sobre el que recae la responsabilidad legal de atender a los grupos excluidos. Y en tanto que responsables de elaborar las políticas públicas y velar por su complimiento, deben hacerlo marcando los objetivos a alcanzar y estableciendo la forma de hacerlo. Le corresponde pues a las Administraciones el liderazgo. Deben guiar a la sociedad civil, planificando, diseñando políticas, dando pautas claras y estableciendo objetivos alcanzables. Debería también apoyarse en el entramado de agentes sociales y sus distintas potencialidades (las de la empresa privada, la banca, la Academia, el Sector Social), y fomentar la correcta coordinación y eficiencia de la intervención de estos agentes sociales. Debe legislar y dotar de recursos las políticas que impulsa, o velar por su existencia a través de convenios y alianzas con el sector civil. Para el diseño de las políticas, puede apoyarse en la sociedad civil, pidiendo la colaboración de las entidades del Sector Social, ya sea invitándole a participar del diseño de las mismas, ya sea buscando el consenso de las que se propongan, ya sea concertando servicios con el Sector Social, con la flexibilidad que permite aprovechar en positivo las aportaciones que este Sector puede complementar respecto a las propuestas de las Administraciones. Para todo ello, las Administraciones deben dotarse de una correcta y suficiente recogida de información. 10 En Europa, la propia administración no sabe recoger muchas veces de manera eficiente la totalidad de la información de la que es titular. Otras, ni si quiera tiene a su alcance toda la información, y no sabe o no quiere obtener la que le falta y que está en poder del Sector Social. También, puede que disponga de ella, pero haga un uso o, mejor, un “no-uso” para su análisis, debido al estigma de la exclusión y ocultando la información por miedo a su uso político. Debe garantizarse la correcta explotación de la información y los análisis de la misma lo más correctos y objetivos posibles. Y para hacerlo, la Administración cuenta, además de con sus propios expertos, con la Academia y con algunos profesionales del sector civil –empresa, sector social- también expertos. También, debe garantizar de manera efectiva los derechos legalmente reconocidos, tarea que en la realidad no siempre es fácil, pero no por eso es menos necesaria. A su vez, deberían perseguir y de ninguna manera fomentar, las actitudes criminalizadoras, estigmatizantes o invisibilizadoras de la exclusión social. Podríamos decir que: - - Las Administraciones aportan liderazgo, señalan el camino y deciden el destino al que llegar. Y que tiene más posibilidades de éxito cuanto más y mejor se apoya y lidera al resto de los agentes sociales; las instituciones Sociales aportan conocimiento específico, compromiso en el trabajo a realizar, aportan valores; la empresa privada y la banca aportan recursos materiales e inmateriales; la Academia aporta conocimiento e innovación; y las personas, apoyan toda esta red, además de formar parte de ella, como núcleo del sentir y de la orientación de la sociedad. Para cerrar este bloque en relación al método de trabajo, o “cómo abordar el fenómeno de la exclusión social”, permítanme compartir con ustedes unos criterios básicos que debieran regir la actuación de todos los agentes: - - Huir del asistencialismo como solución a la exclusión. El asistencialismo sólo aborda el momento concreto y de manera parcial, a cambio de desarmar un poco más a la persona asistida de capacidad de recuperación de autonomía. Es “pan para hoy y hambre para mañana”, con un alto coste añadido al institucionalizar y hacer más dependiente a la persona excluida Fundamentar las líneas de acción contra la exclusión, abordando las desigualdades desde los siguientes ejes: o Eje de reducción de desigualdades / reconocimiento de derechos legales: en la alimentación, salud, la vivienda, el empleo, la educación-formación profesional, entre otros o Eje político / legal: dotar de mecanismos de consenso social y político y su plasmación en leyes. No generar un marco legal que construya sociedades con ciudadanos de Primera, de Segunda categoría, e incluso “no-ciudadanos” 11 o El eje social / afectivo / familiar: fomentando la recuperación de los vínculos, a través de redes socio afectivas fuertes y densas o Eje económico / productivo: poner al alcance de las personas en exclusión al acceso a un mercado laboral digno y suficiente para la subsistencia en buenas condiciones, así como en general, ingresos suficientes Objetivos asequibles Finalmente, y a la mayor brevedad, ¿Cuáles serían los objetivos asequibles para trabajar en la reducción de la exclusión social? Serían aquellos que se plantean a partir de una suficiente recogida de datos, tanto en número como en calidad, y un posterior análisis objetivo de los mismos. Esta tarea nos da el conocimiento de la realidad y las causas de los fenómenos, ayudándonos a saber las necesidades. Después, estas necesidades objetivadas deben ser contrastadas con los recursos existentes. A partir de ese momento seremos capaces de proyectar, temporalizando y planificando eficientemente: - designando responsables, estableciendo objetivos asequibles, que lo serán tanto más cuanto seamos capaces de fijar: indicadores de resultado parciales a medir en el transcurso del tiempo en que consideramos que este objetivo debe ser alcanzado. No olvidemos que debemos tener como objetivo final, no me cansaré de decirlo, atacar las causas de la exclusión social, no sus efectos, aunque también debamos trabajar sobre ellos. Y las causas de la exclusión, se encuentran en las desigualdades: en la salud, en el acceso al empleo, en la educación y en la formación profesional, en la vivienda, en el estatus legal, en la consecución efectiva de los derechos reconocidos, en el apoyo social suficiente a los grupos y personas que lo necesitan. Por tanto, nuestros objetivos, además de posibles, deben atacar en los efectos, pero centrarse en las causas, Caballo de Troya que debemos poder desarmar para atajar la Exclusión Social. Así mismo, no debemos centrarnos sólo, ni principalmente, en devolver a las personas a la esfera económico productiva. Eso sería hacerle el juego a una estructura deficiente, devolviendo al sistema productivo a las personas debilitadas, sin haber restablecido sus problemas ni enmendar aquello que los generan. Las causas de la exclusión son más complejas que los efectos, pero en ellas está la solución. Finalmente, sólo añadir sobre los objetivos que estos deben orientarse en función a un fin último: dotar a las personas y grupos excluidos atendidos de la máxima autonomía posible en cada caso. 12 Como colofón a esta presentación ante ustedes, permítanme que les exponga errores cometidos por las políticas públicas españolas en los últimos años, a modo de ejemplo y como posible orientación desde lo que no debe suceder: - - - Imperdonable pérdida de oportunidad: en el período de bonanza económica del 1995 al 2007, no se redujo la pobreza. No hubo redistribución de riqueza coordinada por el Estado, mejorando la deficiente inversión social del estado español. Resultado: la tasa de pobreza de 1997, sobre el 18% de la población, era en 2007, después de 11 años de bonanza, del 19%, un punto porcentual mayor. Una inversión insuficiente y no siempre eficaz en políticas sociales (durante muchos años, un 7% por debajo de la media de estados de la Unión Europea, sobre todo, en educación, familia, vivienda, prestaciones económicas. Poco o nulo peso de los Planes de Inclusión municipales, con lo que la acción desarrollada en el último decenio ha sido mucho menor de lo planificado. Omnipresencia de la Administración en detrimento del Sector Social, lo que ha repercutido en menos eficiencia. Ayudas económicas a todas luces insuficientes a muchos colectivos en exclusión Restricción en los criterios de ayudas básicas. Trámites burocráticos vinculados al apoyo social, muy lentos. Déficit en la capacidad del seguimiento de casos. Frente a lo cual, en estos momentos críticos, la Administración y la Sociedad Civil está apostando por: - Implicar al conjunto de la sociedad, corresponsabilizar a todos los agentes sociales en el compromiso por la recuperación social. Aprovechar la vocación de servicio público del Sector Social, buscando modelos de cooperación entre sectores. Aplicación de medidas, tanto personales como colectivas, planificadas desde el corto, medio y largo plazo, y desde una visión integradora de la persona. Mejora de la eficiencia de los recursos, canales y procedimientos existentes, con mucho margen –es decir, con demasiada ineficiencia en muchos aspectos hasta el momento-. 13 Conclusiones - - - - - - Exclusión social, es aquello que impide el pleno desarrollo de las personas desde sus deseos y capacidades, dentro de los estándares mínimos de desarrollo alcanzados por la mayoría de la población de ese contexto La exclusión social no es sinónimo de la pobreza. Pueden presentarse juntos, en los mismos contextos, pero no son lo mismo, y no siempre se dan las dos circunstancias La raíz de la exclusión social, se encuentra en las Desigualdades sociales, que podemos listar como desigualdades en la salud; en el empleo; en el acceso a la vivienda; en el acceso a derechos; etcétera La lucha contra la exclusión social, debe llevarnos a trabajar las causas de las desigualdades, no las consecuencias de la exclusión, normalmente visibilizadas mediante diversas formas de pobreza, incapacidad de ingresos, soledad, ausencia de calidad de vida Lo que está en juego, es la propia sociedad: su cohesión, su futuro. Las personas excluidas, son más débiles en tanto que ciudadanos/as. O incluso puede que no sean capaces de articularse como tales, manteniéndose en un “subgrupo”, como ocurre en Europa con los inmigrantes irregulares. Eso debilita la capacidad productiva de la sociedad (producción económica, producción cultural, generación de cohesión, lazos sociales, etc.) y debilita los recursos: de salud, de seguridad, educativos, sociales... La exclusión social, es un proceso en un momento determinado del proceso vital de la persona. Es un proceso de ida que tiene vuelta. Sólo una minoría de personas en situación de exclusión, lo están de manera permanente. La mayoría, lo están de forma transitoria. Las administraciones, deben liderar a la sociedad, marcando objetivos y definiendo políticas, apoyándose en el resto de agentes sociales. La sociedad civil, puede aportar bienes, recursos, conocimiento y apoyo. El sector social debe abanderar el compromiso, la experiencia y el respeto a los Valores. Recordar un concepto clave: Trabajar por la máxima autonomía posible de la persona excluida Acabar con la exclusión social, no es solucionar el problema de unos pocos: es mejorar el conjunto de la sociedad, es mejorar la vida de todos. Señoras, señores: Muchísimas gracias por su atención. 14 BIBLIOGRAFÍA ALONSO, R.; Els nous rostres de la pobresa a Catalunya [los nuevos rostros de la pobreza en Catalunya], Dossiers del Tercer Sector, núm. 3, Taula del Tercer Sector, octubre 2010. http://www.tercersector.cat/admin/repositori/file/Dossiers%20nous%20rostres%20pobresa% 20a%20Catalunya.pdf CASTEL, R.; Encuadre de la exclusión, (pp. 55-86), en KARSZ, S. (coordina); La exclusión: bordeando sus fronteras. Definiciones y matices, Gedisa, 2004 Europa 2020. Una Estrategia para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador; Comisión Europea, marzo 2010 Joint Report on Social Protection and Social Inclusion 2010; Directorate General for Employment, Social Affairs and Equal Opportunities Units E2 and E4; (European Comission, febrero 2010 LÓPEZ JIMÉNEZ, J.J.; Consecuencias de la crisis económica sobre los servicios de atención a la pobreza: un análisis desde Cáritas (ARI), Real Instituto Elcano, 2010, http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT =/elcano/elcano_es/zonas_es/ari175-2010 SUBIRATS, J. (director); Ciudadanía e inclusión social. 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