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Richard Mc Donald cuando la muerte es bienvenida Testimonios Dos meses después de la muerte de mí padre, afiliado a su fundación, tengo la tranquilidad para escribirles este mensaje. El motivo fundamental es agradecer que exista un grupo de personas realizando una labor tan poco entendida por la sociedad. En el caso de mi padre, agradecer profundamente la solidaridad brindada por la Fundación, pues nos orientaron y apoyaron durante el tiempo de hospitalización. Sentir solidaridad en esos difíciles momentos y hacer que el paso que todos en algún momento debemos dar, se pueda asumir de una forma tranquila y que frente a la inminente partida de un ser querido se tenga la sensación de estar acompañándolo adecuadamente, es algo que realmente tiene un gran significado. Quisiera comentarles que mi esposa, Gloria Esperanza Mejía Ocampo, falleció el día 17 de octubre/09. Fue sometida a una operación en el cerebro (embolizaciones) y 3 horas después de haber salido de la operación se presentaron muchas complicaciones que la llevaron a una 'muerte cerebral'. Habíamos conversado sobre DMD y, en efecto, así se procedió. No solo murió 'dignamente', sino que hubo la oportunidad de donar sus órganos y, durante el trasplante, fue desconectada para que se fuera en paz. Ella siempre confío en ustedes y yo también. En los próximos días haré mi inscripción oficial a DMD. Cordial saludo, Jairo Correa Mejía. Mis reconocimientos y los de mi familia por el profundo sentido humano del trabajo que realizan. Antonio Rincón Ejercicios para el Cerebro Las actividades que ejercitan el cerebro pueden retardar el proceso de deterioro de la memoria y de otras funciones. Jesús con 62 años, es el padre de una familia numerosa, empezó a mostrar fallas en la memoria, incapacidad para seguir el hilo de una conversación y desorientación en momentos de estrés. Por fuera de su hogar, y a pesar de que sus síntomas eran notorios, nadie le señalaba sus deficiencias. Un buen día aceptó acudir donde su médico, quien ordenó exámenes de laboratorio y un test neuro-psicológico. Se le diagnosticó una incapacidad cognitiva leve (ICL). La recomendación del médico fue poner en práctica ciertas medidas que un reciente estudio propone para fortalecer la memoria en la población de adultos mayores. En esencia se trata de actividades diversas a manera de “ejercicios para el cerebro” que pueden posponer el deterioro asociado a los procesos demenciales en personas mayores. Entre más actividades se realicen, mayor es la posibilidad de preservar la memoria. Entre muchas otras se incluyen: Hacer ejercicio físico y de relajación diariamente para reducir el estrés. Mantener una adecuada nutrición e hidratación. Socializar: Obligarse a visitar amistades o a realizar reuniones sociales. Evitar el encierro y el aislamiento. Practicar la conversación con personas de distintas edades. Realizar ejercicios para fortalecer la memoria. Buscar ayuda preventiva en las instituciones especializadas. Leer y discutir lo leído; escribir. Escuchar más música clásica y ver menos Tv. Aprender otro idioma. Realizar actividades artísticas o tocar algún instrumento. Participar en juegos que requieran recordar palabras nuevas. Resolver crucigramas y armar rompecabezas. Tomar fotos. Ver álbumes y tratar de recordar nombres y circunstancias. Realizar actividades/labores nuevas, agradables con frecuencia. Mantenerse ocupado. Hacer algo por alguien cada día. Mantener intereses superiores/espirituales/religiosos. Y mantener una libreta a la mano para anotar todos los asuntos cotidianos que tienden a olvidarse. Nadie puede asegurar que el seguimiento de las medidas expuestas puedan devolverle a Jesús la memoria de su juventud, pero se consideran en conjunto los componentes básicos de una vida saludable. Este tipo de actividades, realizadas cotidianamente pueden ayudar a mantener un estímulo sobre las células cerebrales, aumentando así las posibilidades de un mejor y más prolongado funcionamiento cerebral. Carlos E. Climent Tomado de “El País” Cali, Octubre 11 de 2009 No se debe obligar a una persona a aceptar que se prolongue su vida contra su voluntad y con base en la ética de una tercera persona. Akihiro Igata, Presidente Japan Society for Dying writh Dignity Newsletter #133 Abril 2009 2 Médico de profesión y sensible por convicción, McDonald es uno de las personalidades más visibles en el siempre polémico campo de la eutanasia y el suicidio asistido. La primera vez que a Richard MacDonald lo impactó la muerte no fue cuando, haciendo su práctica médica en un pequeño hospital de su natal Alberta, recibió a un bebé de dos años con una infección en su pequeña garganta que le causó la muerte en cuestión de horas. No. A pesar de que ese instante lo dejó marcado para siempre, fue el fallecimiento de su propia madre el acontecimiento que con mayor intimidad lo ligó a la muerte para siempre. Ocurrió años después, cuando la quimioterapia aún no estaba lo suficientemente desarrollada como para ser tenida en cuenta como una opción sólida en el tratamiento de pacientes con cáncer linfático. Era 1967, Richard ya trabajaba como médico general en otro hospital del norte de California y su madre sufría los embates de la metástasis en su pecho con 75 años de edad. Cuando viajó para verla, el cuadro resultó ser tan triste como perturbador: ella yacía doliente en una camilla con un tubo incrustado en su garganta, sus manos estaban amarradas para que no volviera a intentar quitarse el tubo que le permitía respirar artificialmente y el dictamen médico, pegado en uno de los marcos de la cama, declaraba la imposibilidad de que su estado mejorara. Cuando Richard habló con su madre supo inmediatamente que no quería seguir sufriendo. Le desamarró sus brazos y, en medio de su dolor físico, ella le señaló el tubo. Entonces Richard le dijo lo mucho que la amaba, le quitó el tubo de la faringe y en menos de dos minutos murió en sus brazos. En ese tiempo la eutanasia ni siquiera era debatida en los consultorios del mundo pero el padre y los hermanos de Richard sabían que él había hecho lo correcto y, encima de todo, la enfermera de la habitación donde la señora MacDonald sufrió sus últimos días de vida no sólo no lo acusó de homicidio sino que le dio las gracias por lo que ella consideró un gesto humanitario. La vida de Richard siguió entre las salas de urgencias hasta que en 1980, cansado de ver a tanta gente sufrir innecesariamente, fue escogido como director médico de la Hemlock Society, una organización creada con el ánimo de difundir el propósito de morir dignamente: “Los pacientes deben tener todo el control sobre el tratamiento médico que deben recibir y la forma como quieren sobrellevar su enfermedad terminal”. Las bases para un debate público que incluiría la eutanasia y el suicidio médicamente asistido como ejes centrales, estaban sobre la mesa de operaciones. La sola idea de que aquellos en estado terminal o con enfermedades dolorosas opten por una salida digna no ha sido fácil de vender. Los políticos no han entendido que más allá de que las leyes defienden los derechos humanos, también es un derecho muy humano el que alguien quiera morir con dignidad. Y sobre este concepto el doctor MacDonald ha basado sus esfuerzos en los últimos 29 años. Él no sólo se ha preocupado en ser claro sobre las condiciones que se deben dar para que un médico le ayude a un paciente a terminar su sufrimiento (se necesitan exámenes que certifiquen la enfermedad terminal y la cordura mental, además de la voluntad expresa del paciente), sino que por medio de libros y conferencias ha explicado, una y mil veces, que “cuando la calidad de vida se ha deteriorado tanto que ya no se la está disfrutando, querer morir es tan racional y aceptable que no se trata de una decisión entre la vida y la muerte sino de una decisión sobre cómo, cuándo y dónde se quiere morir dignamente”. Con esta convicción es que Richard ha mantenido el tema vigente, desde su pasado cargo como presidente de la Federación Mundial de Sociedades por el Derecho a Morir, o su actual labor como conferencista, que lo trajo por segunda vez al país como invitado especial de la fundación colombiana Pro Derecho a Morir Dignamente. Y mientras ve con buenos ojos que en lugares como Holanda, Bélgica y Luxemburgo se permita esta práctica y que en la mayoría de los países del mundo el 70% de la población acepte esta idea, Richard MacDonald seguirá convencido de que es igual de gratificante ayudar a una madre a parir a su hijo como también lo es el ayudar a un paciente a morir en paz, rodeado de sus seres queridos. Tomado de la Revista CROMOS Octubre 3 de 2009 Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente Cra. 11 No. 73-44 Oficina 508 Bogotá Teléfonos: 3454065 / 3473365 - Telefax 3131607 www.dmd.org.co e-mail: info@dmd.org.co Horario. Lunes a Viernes de 9:00 a.m. a 12:00m y de 2:00p.m. a 5:00 p.m. Diseño e Impresión - Donación Seguros Bolívar 3 Relación Médico-Paciente y Práctica Médica Establecer y sostener una fuerte relación médico-paciente constituye una meta importante en la práctica médica ya que a través de esta relación se efectúa la sanación. Ésta se realiza mucho mejor cuando se unen el arte y la ciencia de la medicina, cuando cuerpo, psicología y espíritu son tratados en conjunto. Un médico que carezca de conocimientos científicos no puede sino ser amable, pero un médico que no se preocupe por el paciente vacía a la medicina de su contenido humano, para pasar al dominio exclusivo de la técnica. En la relación médico- paciente intervienen tanto elementos racionales como espirituales, ya que con estos elementos el ser humano funciona, y esto hace posible la relación de persona a persona. Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente Personería Jurídica Nº 892 Minjusticia NIT. 860.350.514-5 ISSN 0122 - 6029 Abril 2010 Boletin No. 48 Editorial El derecho a la dignidad del Ser Humano hasta los momentos finales de su vida, que es el sustento de nuestra postura filosófica y humanitaria, gana cada día más apoyo en el mundo entero. Los médicos deben formarse, por tanto, no sólo con un conocimiento biomédico excelente, sino también en la capacidad de transmitir confianza y de cultivar aptitudes y valores relacionales, en especial aquellos necesarios para la práctica de la medicina. El médico debe ser educado en ética médica y en los valores, de forma que sepa anteponer el interés del paciente al suyo personal, y saber lo que significa ser un buen médico y un buen profesional, formando su carácter moral. Así parecen demostrarlo las intervenciones de personas y entidades en foros como el congreso de la Federación Europea de Sociedades del Derecho a Morir, que es miembro de la Federación Mundial y que sesionó a comienzos de octubre pasado en la ciudad alemana de Frankfurt. Allí se dieron cita delegados de quince asociaciones nacionales cuyas discusiones enriquecieron mucho el acervo teórico de nuestras ideas, además de presentar realidades relativas a la manera concreta de hacer respetar y cumplir ese derecho, considerado como uno de los fundamentales para toda persona. También el médico debe desarrollar habilidades comunicacionales, ya que a través de la comunicación con los pacientes se forja una relación en la que ellos sienten que son tratados como personas. Estas habilidades ayudan a que el paciente se sienta satisfecho, facilitan el resolver dilemas éticos y la toma de decisiones para el tratamiento terapéutico. En el mundo, los activistas del derecho a morir con dignidad siguen teniendo diferencias en cuanto a la forma de lograr que la sociedad acepte y respete ese derecho; mientras unos son partidarios de “retar a la ley” cuando ésta no lo reconoce, llegando inclusive a incurrir en actos que puedan clasificarse como ilegales para buscar que se produzcan llamamientos a juicio y durante ellos se puedan presentar públicamente los argumentos en contra de la misma ley, otros prefieren una vía de menos enfrentamiento basada en contactos con los legisladores del país para buscar convencerlos de la necesidad de cambiar las leyes. La medicina se beneficiaría y se humanizaría si los médicos funcionaran siempre en su relación con el paciente en un modelo comunicacional deliberativo o interpretativo, que atienda tanto lo biológico, como lo psicológico, lo espiritual y lo social; no bajo un modelo paternalista, que deja a un lado la reflexión; ni bajo un modelo contractual o consumista, que abandonan la confianza que debe establecerse entre el médico y el paciente; ni bajo un modelo biomédico que ignora los factores psicológicos y espirituales de la enfermedad. En Colombia, la actitud y esfuerzos de nuestra Fundación DMD han sido del segundo tipo, centrados en la divulgación de nuestro pensamiento tanto entre los miembros del Congreso nacional como –y muy especialmente- entre los ciudadanos corrientes, que son nuestros miembros y cuyo apoyo resulta fundamental para nuestra existencia como corporación sin ánimo de lucro. Eduardo Rodríguez Yunta Profesor de Antropología Médica, Pontificia Universidad Católica de Chile Tomado del libro DIÁLOGO Y COOPERACIÓN EN SALUD En el Congreso, mucho se ha logrado aunque no tengamos todavía aprobada una ley como las que ya rigen con todo éxito en Holanda, Bélgica, Luxemburgo y algunos estados de Norteamérica; número creciente de senadores y representantes entienden nuestra posición y están de acuerdo con ella, como lo han mostrado las votaciones alrededor del proyecto de ley que presentó el senador Armando Benedetti. Y entre los ciudadanos, la comprensión y el apoyo son aún más notorios, con incremento de las afiliaciones a DMD y de las donaciones con las que se fortalecen nuestros magros ingresos. Podemos así seguir mostrando al mundo nuestro ejemplo, único en América Latina, y buscar que ese ejemplo tenga seguidores en otras naciones, para bien de todos. Cada uno de ustedes, nuestros afiliados, es parte importante de este trabajo humanitario. Hemos reimpreso los Duelo-libros La Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente, DMD recibió de la Fundación Omega, al liquidarse, una serie de libros donde se puso a nuestro alcance su amplia experiencia profesional con personas, familias y grupos que viven la muerte de un ser cercano o una enfermedad en fase terminal: los “Duelo-libros”. En ellos encontrara apoyo para el dolor que usted vive, el regalo apropiado para aquella persona que esta pasando por un duelo y usted quiere acompañar activamente, pero no sabe como hacerlo. Son 11 títulos, uno para cada tipo de pérdida y cada relación afectiva. APRENDER A VIVIR A PESAR DEL DOLOR Dra. Cecilia Gerlein Echeverri, Psicóloga EL PACIENTE QUE VA A MORIR Y SU FAMILIA Preparándonos para el adiós Dra. Luz Emilia Guerrero, Psicóloga POR ENFERMEDAD CRÓNICA Dra. Isa Fonnegra de Jaramillo, Psicóloga LA MUERTE DE LA PAREJA Un adiós sin olvido Dra. Elsa Mantilla de Mejía, Psicóloga POR LA MUERTE DEL PAPÁ O LA MAMÁ Dra. Isa Fonnegra de Jaramillo, Psicóloga 4 LA MUERTE DE UN HIJO Una pena sin nombre Dra. Isa Fonnegra de Jaramillo, Psicóloga LA MUERTE DE UN HIJO BEBÉ Ilusiones truncas Dra. Marcela Soto White, Psicóloga SUICIDIO Cómo superar la pérdida y continuar la vida Dra. Margarita Hoyos Núñez, Psicóloga MUERTE POR ACCIDENTE Sin poderse despedir Dra. Isa Fonnegra de Jaramillo, Psicóloga POR ACTOS DE VIOLENCIA Una pesadilla real Dra. Cecilia Gerlein Echeverri, Psicóloga 35 FORMAS DE AYUDAR A UN NIÑO EN DUELO Dougy Center (USA) y Fundación Omega • Por cada uno sugerimos una donación de $15.000= pueden adquirirlos en nuestra oficina Carrera 11 No. 73-44 Of. 508 o solicitarlo telefónicamente a los Tels. 3454065-3473365 o al e-mail: info@dmd.org.co (En este caso se deben pagar los gastos de envío y si es del caso la comisión bancaria). Dr. Juan Mendoza-Vega MD Presidente Fundación DMD Presidente Federación Mundial de Sociedades por el Derecho a Morir WFRtDS DMD: RESPONSABILIDAD Y AMOR Firmar el documento “ESTA ES MI VOLUNTAD” es un acto de madurez y de amor responsable. Pero no es un momento, es un proceso de reflexión personal y de comunicación familiar. Muchas veces empezamos a considerar la necesidad de hacerlo cuando la realidad de una mala muerte, en la que casi nunca pensamos, nos llega por el conocimiento de un caso, bien sea a través de una lectura, una película o de un conocido que murió después de una agonía larga con muchas intervenciones médicas inútiles y sin esperanza, decididas por los profesionales y /o sus familiares, porque la persona no había expresado su voluntad, o no lo había hecho por escrito. Otras veces, nuestro enfrentamiento a la muerte obedece a una enfermedad, un accidente personal o de un ser amado. En ambos casos, se inicia el proceso de tomar conciencia de nuestra mortalidad, más cercana o más lejana, que se podrá aplazar pero no evitar. Ponerse en contacto con esa mortalidad y no evadirla, pensar en ella abre una puerta para contemplar el sentido no sólo de nuestra muerte sino de nuestra vida, de nuestro sentido de dignidad, del significado del amor y de la responsabilidad personal. También promueve una apertura en la comunicación familiar, una oportunidad de saber lo que cada uno piensa y siente, cuáles son nuestros temores y posiciones vitales e incluso, de expresar nuestro amor. Para algunos familiares el tema produce mucha angustia, lo rechazan y nos acusan de fatalistas o de egoístas, que pensamos en lo que nosotros queremos pero no en lo que ellos quieren (que no muramos nunca!) y puede que se nieguen a servirnos como testigos. Podemos incluso sentirnos culpables por nuestro deseo y decisión, pero es cuando debemos ser más claros y más firmes porque vamos a liberarlos a ellos de tomar decisiones difíciles para las que no están preparados. Hay que afrontar el tema y permitirles que se vayan preparando poco a poco. Aunque nuestros deseos hayan sido compartidos en familia, en un momento crítico ellos pueden olvidarlos, confundirlos, tergiversarlos, entrar en duda o generar un conflicto familiar y vivir momentos de mucha angustia e inseguridad que se pueden evitar si cuentan con nuestra voluntad escrita. Firmar el documento también abre la posibilidad de discutir francamente con los médicos nuestras decisiones finales, con la confianza de que sean respetadas y liberarlos también de presiones externas. Firmar el documento no reemplaza la reflexión personal ni la comunicación familiar, por el contrario las estimula y las enriquece. Cuando firmamos nuestro testamento vital, nos estamos haciendo dueños de nuestra vida y de nuestra muerte, estamos siendo autónomos y responsables y estamos amando generosamente. Dra. Cecilia Gerlein Echeverri Psicologa Miembro del Consejo Directivo de DMD 1