Download Neoplasia intraepitelial anal
Document related concepts
Transcript
10 749-755 REVI 32410.qxd 13/11/06 16:57 Página 749 Documento descargado de http://www.doyma.es el 06/02/2007. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. REVISIÓN Neoplasia intraepitelial anal 164.660 David Parésa, José Mulleratb y Miguel Peraa a Unidad de Cirugía Colorrectal. Hospital del Mar. Barcelona. España. Department of Surgery. Royal Free and University College Medical School. Londres. Reino Unido. b El virus del papiloma humano (VPH) es el responsable de los condilomas anales, la neoplasia intraepitelial anal (NIA) y el carcinoma escamoso anal. La NIA se considera una lesión premaligna, que puede avanzar hacia carcinoma escamoso anal después de pasar por grados progresivos de gravedad de las lesiones: NIA grados I, II y III. En este artículo realizamos una revisión bibliográfica para definir qué es la NIA y cuál es su mejor manejo. Su incidencia ha aumentado significativamente en los últimos años. Los grupos de riesgo básicamente serían los pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana, los pacientes inmunodeprimidos y los pacientes con otras lesiones por VPH (p. ej., condilomas anales). En caso de NIA de grados II o III, si se trata de formas localizadas, podría procederse a su exéresis quirúrgica, siempre y cuando no se prevea una morbilidad importante. En la NIA de grado I o en las formas difusas deberán programarse pautas de seguimiento para detectar la evolución hacia carcinoma escamoso anal. Los programas de detección de NIA son todavía objeto de debate, y deberían aumentar los esfuerzos dirigidos a estudiar el manejo del VPH en estos pacientes. Palabras clave: Neoplasia intraepitelial anal. Virus del papiloma humano. Diagnóstico. Tratamiento. Seguimiento. Anal intraepithelial neoplasia Human papillomavirus (HPV) is responsible for anal condylomata, anal intraepithelial neoplasia (AIN) and anal squamous cell carcinoma. AIN is a premalignant condition that can progress to invasive carcinoma through different grades of severity of the disease called AIN I, AIN II and AIN III. This paper looks at the current definition, diagnostic methods and management of AIN. The incidence of AIN has increased significantly in the last decades. The groups at risk are mainly patients with infection with human immunodeficiency virus, immunossuppressed patients and patients affected by HPV related diseases (e.g., cervical cancer or anal condyloma). Accurate diagnosis of AIN lesions consists of accurate grading and disease extension. Low grade AIN (AIN I) or in extensive lesions, follow-up is advised to determine the possible evolution to anal squamous cell carcinoma. In cases of more severe and localized lesions (AIN II and AIN III), surgical resection should be considered if the predictive postoperative morbidity is low. Screening programs for AIN are not currently in place and there might be much effort to study the management of HPV in these patients. Key words: Anal intraepithelial neoplasia. Human papillomavirus. Diagnosis. Treatment. Follow-up. El virus del papiloma humano (VPH) es conocido sobre todo por su papel en la etiopatogenia del cáncer de cérvix uterino1. Desde hace algunos años se conoce también su participación en áreas de la coloproctología, pues es el responsable de los condilomas anales2, la neoplasia intraepitelial anal (NIA)3 y el carcinoma escamoso anal4. La NIA, descrita en los años ochenta, es una entidad que se considera premaligna –similar a las lesiones precursoras del cáncer de cérvix, de vulva o de vagina– y afecta tanto al epitelio del canal anal como a la piel perianal5,6. Es una lesión que puede progresar hacia carcinoma escamoso anal pasando por diversos grados de gravedad de las lesiones, denominadas Correspondencia: Dr. D. Parés. Unidad de Cirugía Colorrectal. Hospital del Mar. Pg. Marítim, 25-29. 08003 Barcelona. España. Correo electrónico: dpares@imas.imim.es Recibido el 19-4-2006; aceptado para su publicación el 23-5-2006. NIA I, NIA II y NIA III. En la actualidad desconocemos exactamente cuáles son los factores que determinan dicha progresión en los pacientes afectados7. Parece que la incidencia y prevalencia de NIA han aumentado significativamente en los últimos años debido a varios factores: a) el mayor conocimiento de este tipo de lesiones ha comportado un mayor interés de la comunidad científica por su estudio; b) su incidencia y prevalencia han aumentado en paralelo al incremento de la población infectada por el VPH y de casos de pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) desde la década de los noventa, y c) el incremento de los índices de supervivencia de los pacientes infectados por el VIH tras la introducción del tratamiento antirretroviral en los últimos años8. El objetivo principal de este artículo es realizar una revisión bibliográfica de la NIA para actualizar la información existente sobre su definición, diagnóstico y mejor actitud terapéutica. Para ello efectuamos una búsqueda en la base bibliográfica MEDLINE utilizando los términos «neoplasia intraepitelial anal», «virus del papiloma humano», «diagnóstico», «tratamiento» y «seguimiento». Durante el proceso de selección se escogieron, por su importancia clínica o a juicio de los autores, los artículos más relevantes publicados en el período comprendido entre enero de 1980 y marzo de 2006, con el fin de actualizar la información existente sobre esta enfermedad. Infección por el virus del papiloma humano y neoplasia intraepitelial anal Virus del papiloma humano El VPH es un virus de la familia Papovaviridae. Sabemos que hay más de 100 serotipos del mismo virus. Los serotipos 1, 2, 4 y 5 se consideran responsables de las verrugas cutáneas comunes, y los serotipos 6 y 11 (y con menor frecuencia el 42, el 43, el 44) se aíslan más comúnmente en los cambios epiteliales no neoplásicos del ano y el área genital, como, por ejemplo, en los condilomas acuminados2. Se han aislado más de 15 serotipos (16, 18, 31 y 33, entre otros) con un potencial oncogénico bien conocido1,9. Precisamente los serotipos 16 y 18 son los que se han relacionado en mayor medida con los cambios oncogénicos epiteliales, y son responsables de más del 75% de los carcinomas de cérvix y de la displasia intraepitelial cervical (CIN) y vulvar10. Las pacientes con CIN y carcinoma escamoso de cérvix presentan una mayor incidencia de NIA y carcinoma escamoso de ano, lo que apoya el papel del VPH como factor etiológico común entre ellos11. En el carcinoma escamoso anal y, por lo que nos afecta en este artículo, en la NIA de alto grado (respecto a la NIA de bajo grado) también se ha hallado un aumento significativo de los serotipos 16 y 18 del VPH9,12,13. De hecho, la prevalencia de detección del VPH de alto riesgo en pacientes con NIA III en estudios de casos y controles oscila entre el 84 y el 100%12. La infección por el VPH se considera una enfermedad de transmisión sexual. En el canal anal, el virus tiende a infectar la zona de transición entre el epitelio columnar rectal y el epitelio estratificado de la piel14. Esta zona está situada unos 2 cm proximales y distales a la línea dentada. Diversos estuMed Clin (Barc). 2006;127(19):749-55 749 10 749-755 REVI 32410.qxd 13/11/06 16:57 Página 750 Documento descargado de http://www.doyma.es el 06/02/2007. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. PARÉS D ET AL. NEOPLASIA INTRAEPITELIAL ANAL Fig. 1. Muestra de epitelio de canal anal normal (hematoxilina-eosina, ×200). Los condilomas genitales o anales son la manifestación clínica más frecuente de la infección por el VPH. A pesar de ello, la mayoría de los individuos infectados presentan una infección subclínica (detección únicamente de lesiones asintomáticas) o bien latente (sólo se detecta la presencia del VPH sin lesión alguna)18. El diagnóstico del VPH ha mejorado significativamente en los últimos años, tal como se expondrá más adelante. Además, pueden detectarse serotipos de riesgo de lesiones con potencial oncogénico, lo que abre una puerta muy interesante en el campo del control y seguimiento de los pacientes infectados. El tratamiento de la infección por el VPH es un objetivo prioritario para que disminuya la población con riesgo de presentar carcinoma de cérvix, y quizá, consecuentemente, también carcinoma escamoso anal. Se han realizado algunos ensayos con vacunas contra el VPH que se están evaluando para estudiar la posible utilización de este tratamiento en grupos de riesgo o quizá en determinados subgrupos de la población general15,18. Neoplasia intraepitelial anal Fig. 2. Muestra de epitelio de canal anal con células displásicas diagnósticas de neoplasia intraepitelial anal (hematoxilina-eosina, ×200). dios han demostrado que, una vez que una zona del área anogenital es infectada por el VPH, las áreas adyacentes pueden infectarse también por extensión directa del virus9. La infección por el VPH se ha relacionado con una serie de factores ambientales, tales como el uso de anticonceptivos y el hábito tabáquico, así como con la infección por otros virus, como, por ejemplo, el virus del herpes simple, el citomegalovirus o el virus de Epstein-Barr3,12. Las lesiones genitales por el VPH son actualmente la enfermedad de transmisión sexual más frecuente en EE.UU., donde se calcula que aproximadamente 20 millones de personas en algún momento de su vida pueden estar infectadas por el VPH y serán capaces de transmitirlo15. Existe suficiente evidencia que relaciona causalmente la infección por el VPH y la NIA12. Varios estudios han demostrado que la progresión de la NIA hacia carcinoma escamoso es mayor en sujetos homosexuales y, en general, en grupos de población con contacto sexual anal10. Este hallazgo se explica por la relación existente entre la infección por el VPH y el sexo anorreceptivo como medio de transmisión13. A pesar de todo, parece que esta vía no es la única que puede vehiculizar la infección vírica, y determinados estudios demuestran la presencia de condiloma anal en pacientes varones heterosexuales que no han tenido contacto anorreceptivo16. Algunos autores han planteado que una posible vía de transmisión del virus en estos casos sería el contacto con fluidos vaginales infectados17. 750 Med Clin (Barc). 2006;127(19):749-55 La NIA es una entidad poco conocida, que se caracteriza por la presencia de cambios celulares de displasia en el epitelio del canal anal. Histopatológicamente se define por la presencia de un cambio progresivo (total o parcial) del epitelio normal del canal anal por células inmaduras que tienen características de células basales5. Esta lesión sería el estadio precursor de carcinoma escamoso anal, al igual que ocurre en el cérvix con las lesiones displásicas o CIN (más recientemente denominadas lesiones intraepiteliales escamosas, o SIL)11. Desgraciadamente, se está utilizando términos diferentes para definir la misma lesión: displasia anal, carcinoma anal in situ y, cuando éste se encuentra únicamente en la piel perianal, enfermedad de Bowen19. Los clínicos que tratamos a estos pacientes debemos utilizar términos homogéneos que nos permitan actualizar los conocimientos sobre este proceso. La denominación NIA es la más aceptada en los últimos años y, por tanto, la única que debería utilizarse7. Desde el punto de vista citológico puede definirse de forma similar a las lesiones del cérvix uterino y, por lo tanto, puede utilizarse la clasificación de Bethesda20, que diferenciaría entre la SIL de bajo grado y la SIL de alto grado. Esta definición citológica tiene una correspondencia histológica cuando se analiza la biopsia efectuada en el canal anal, que es la herramienta fundamental para el diagnóstico de NIA. La biopsia se basa, al igual que en el caso de la CIN, en la detección de la displasia y en la determinación de su profundidad en el epitelio estudiado (figs. 1 y 2). Así pues, teniendo en cuenta la división del epitelio en 3 partes, la NIA se divide en grado I, grado II y grado III en función de la aparición de células displásicas que afecten al epitelio de menor a mayor profundidad, respectivamente. Aunque a veces existe cierta confusión, a efectos prácticos la SIL de bajo grado incluiría la NIA de grado I (NIA I) y la SIL de alto grado será sinónimo de NIA de grado II (NIA II) y la NIA de grado III (NIA III)12. Los hallazgos citológicos que en la clasificación de Bethesda para el cérvix uterino se denominan ASCUS (atipia citológica de significado incierto) quedan todavía por definir en la citología anal. Un aspecto que vale la pena remarcar es que para evaluar las alteraciones del epitelio transicional anal se requiere una gran experiencia, ya que puede haber un número importante de falsos positivos. De hecho, se considera necesario que los patólogos tengan una especial dedicación a la interpretación de estas lesiones, sobre todo atendiendo a la gran variación interobservador existente en la determinación de los distintos grados de displasia21. 10 749-755 REVI 32410.qxd 13/11/06 16:57 Página 751 Documento descargado de http://www.doyma.es el 06/02/2007. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. PARÉS D ET AL. NEOPLASIA INTRAEPITELIAL ANAL La incidencia y prevalencia exactas de la NIA no se conocen todavía. La mayoría de los pacientes no presentan ningún síntoma y la NIA suele detectarse de manera incidental al realizar un estudio anatomopatológico de las piezas resecadas en cirugía anal (hemorroides, condilomas anales y otros). Esto suele ocurrir en una proporción que puede llegar al 1% de los procedimientos quirúrgicos anales19,22. En cambio, se conoce bien qué grupos de población presentan un mayor riesgo de contacto con el VPH y, por tanto, de desarrollar NIA: historia de CIN de alto grado o carcinoma de cérvix, pacientes infectados por el VIH, pacientes inmunodeprimidos por otras causas y, por último, las parejas sexuales de los otros grupos descritos o el contacto sexual anorreceptivo12. Al evaluar la prevalencia de NIA en estos grupos de riesgo, se observa que aumenta de manera significativa respecto a la población general. En efecto, la prevalencia puede superar el 15% en pacientes infectados por el VIH, el 20% en pacientes con CIN III o carcinoma de cérvix o en pacientes inmunodeprimidos por otras causas como el trasplante renal12,23. Por último, se ha postulado que aproximadamente un 10% (y en los pacientes infectados por el VIH hasta un 30%) de los pacientes con condilomas anales podrían tener diferentes grados de NIA, lo cual apoya la necesidad del estudio histológico de los condilomas resecados en la práctica clínica diaria12,24. Historia natural de la neoplasia intraepitelial anal Actualmente el problema estriba en que el significado clínico de la NIA está todavía por definir. Las primeras experiencias clínicas publicadas han permitido conocer que las lesiones clasificadas como NIA I pueden experimentar una regresión espontánea sin ningún tratamiento o progresar hacia grados mayores de displasia12. Conocemos también que aproximadamente un 10% de los pacientes con NIA de bajo grado (NIA I) puede evolucionar a NIA II, NIA III o incluso a carcinoma escamoso anal8. A pesar de todo, los datos clínicos publicados hasta el momento proceden de series con un escaso número de pacientes y pueden que no sean concluyentes. Por un lado, en una serie clásica, de los 19 pacientes con un hallazgo casual de NIA III ninguno evolucionó a carcinoma escamoso anal con un seguimiento de 6 años22. Por el contrario, otro grupo con gran experiencia publicó que, de 32 pacientes con NIA III, el 15,6% (5 pacientes) desarrollaron carcinoma anal invasor con un seguimiento de 18 meses25. El objetivo principal de la detección y el tratamiento de la NIA es evitar la aparición de carcinoma escamoso anal invasor o, en su defecto, detectarlo cuanto antes para poder disminuir la mortalidad y morbilidad. Los factores que se han relacionado con la evolución (regresión o progresión) de estos grados lesionales han sido: la infección por el VIH, el potencial oncogénico del VPH, la carga viral de VPH, la coinfección por serotipos diferentes del VPH o de otros virus (p. ej., herpes simple) y factores específicos del huésped, tales como el estado inmunológico general y local o aspectos más complejos de biología molecular26. Los pacientes infectados por el VIH tienen una mayor prevalencia de infección por el VPH (incluso los varones heterosexuales) que la población general27,28. Se ha demostrado además que la incidencia de lesiones de NIA de alto grado es mayor en el grupo de pacientes infectados por el VIH24,29,30. Algunos metaanálisis relacionan directamente la infección por el VIH y el carcinoma de cérvix, y lo mismo podría suceder con la NIA o el carcinoma anal31. Por otro lado, se sabe también que la NIA está íntimamente relacionada con la presencia de distintos grados de inmunodepresión12. Este hecho se observó a partir de estudios de recuentos de linfocitos CD4 y CD8 en pacientes con infección por el VIH y NIA29. Estas observaciones han permitido postular la hipótesis de que la inmunodeficiencia favorecería la replicación del VPH y ésta actuaría como factor promotor de la carcinogénesis sinérgicamente con otros factores (la mayoría de ellos todavía desconocidos)24. Por tanto, existe cierta evidencia de que el curso de la enfermedad es más acelerado en estos pacientes, con una menor respuesta terapéutica y asociación a estadios más avanzados de inmunodepresión32-34. Por todo ello se considera que el VIH podría favorecer la replicación de los serotipos asociados a un mayor riesgo de progresión de la displasia o aumentar sinérgicamente su acción lesiva30. Lo que no se sabe todavía es cómo afectará a la evolución de la NIA la larga supervivencia actual de los pacientes infectados por el VIH gracias a los tratamientos antirretrovirales. Palefsky et al35 analizaron precisamente el efecto del tratamiento antirretroviral en la prevalencia de NIA en pacientes infectados por el VIH. Sorprendentemente, la prevalencia de NIA en este grupo de pacientes fue muy elevada (81%). Lo interesante en este grupo de pacientes sería conocer la evolución de estas lesiones tras la introducción del tratamiento antirretroviral y revertir el estado de inmunodepresión. Los datos actuales parecen indicar que el tratamiento antirretroviral podría reducir el desarrollo o la progresión de las lesiones NIA de bajo grado, pero no tendría efectos sobre las lesiones de alto grado. Hipotéticamente, este hecho podría explicarse porque en estas lesiones ya se ha producido un daño más establecido en el genoma celular36. Toda esta información determina la insistencia por parte de los autores en la realización de programas de diagnóstico y en la necesidad de homogeneizar el tratamiento de esta entidad, para evitar que aumente la incidencia de carcinoma escamoso anal en este grupo de pacientes35. Todavía no está claro por qué determinados serotipos del mismo VPH pueden desarrollar lesiones malignas (NIA o carcinoma) y otras benignas (condilomas anales). El proceso desde la infección hasta la lesión, paso fundamental en la comprensión de las diversas etapas, se conoce sólo parcialmente. Estudios in vitro con líneas celulares de muestras de cérvix han permitido investigar las propiedades oncogénicas de los serotipos más frecuentes (serotipos 16 y 18). Se ha observado que existen 2 proteínas víricas, E6 y E7, que, cuando el VPH infecta la célula y el genoma vírico se integra en el ADN celular, pueden iniciar el proceso oncogénico alterando directamente los mecanismos reparadores del ADN y del ciclo celular26. Este efecto se produce a través de la interacción con la expresión de p53 y pRb (proteína del retinoblastoma) por las proteínas E6 y E7 del VPH, además de otros factores locales (p. ej., factores hormonales) que no están todavía claramente definidos37. Tampoco se conoce con exactitud qué papel desempeña en la génesis de estas lesiones el tiempo prolongado de contacto del VPH con el huésped. Una de las formas conocidas de evaluar la presencia y quizá la «cantidad» de daño tisular que puede provocar un virus es la carga viral o presencia cuantitativa del virus en tejidos y líquidos biológicos. Algunos trabajos relacionan la carga viral del VPH y la posible evolución de las lesiones displásicas en el cérvix38. Éste podría ser otro dato clave en el tratamiento de la NIA. Asimismo se ha considerado que la coinfección con otros serotipos de VPH, o incluso más probablemente con otros virus como el herpes simple, podría alterar el curso natural de la infección favoreciendo la replicación de los serotipos asociados a un mayor riesgo de progresión de la displasia3,30. Algunos autores han podido relacionar el grado de angiogénesis en las lesiones provocadas por el VPH y su potencial maligno39. Litle et al40 demostraron que la angiogénesis estaba aumentada y la apoptosis se hallaba disminuida en las leMed Clin (Barc). 2006;127(19):749-55 751 10 749-755 REVI 32410.qxd 13/11/06 16:58 Página 752 Documento descargado de http://www.doyma.es el 06/02/2007. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. PARÉS D ET AL. NEOPLASIA INTRAEPITELIAL ANAL siones de NIA de alto grado respecto a las lesiones de bajo grado. Posteriormente el aumento progresivo de los fenómenos de angiogénesis se confirmó en 70 muestras repartidas en todas las etapas del proceso (de piel normal, de NIA y, finalmente, de carcinoma escamoso anal)39. Un par de años después se supo que este fenómeno está mediado por una infiltración macrofagocitaria, sin que conozcamos todavía las repercusiones terapéuticas o diagnósticas futuras que pueda tener este hallazgo41. Hoy día se cuenta con un amplia evidencia científica que permite considerar que el VPH posee todas las herramientas moleculares necesarias para iniciar el camino tisular de tejido normal a carcinoma invasor15. Diagnóstico Diagnóstico de neoplasia intraepitelial anal Historia clínica y exploración física. La historia clínica será fundamental para identificar a los grupos de riesgo de desarrollar este tipo de lesiones. Por otro lado, lo más habitual es que los pacientes con NIA estén asintomáticos y no presenten ninguna lesión característica en la exploración física. Es preciso realizar exploraciones a la población de riesgo, y en especial a las personas infectadas por el VIH con relaciones anorreceptivas, prestando especial atención a cualquier lesión perianal, debido a la mayor incidencia de NIA o cáncer escamoso anal4,10. La NIA o incluso el carcinoma escamoso anal pueden presentarse en forma de úlcera anal, cuyo diagnóstico diferencial incluirá sobre todo otras enfermedades de transmisión sexual anal (sífilis, herpes simple, etc.). Ante cualquier lesión dudosa de malignidad, hay que plantearse la realización de una biopsia-exéresis para estudio histopatológico42. En las mujeres se recomienda realizar también una exploración genital en el mismo momento que la exploración anal, por la alta asociación entre lesiones anales y genitales43. De hecho, este trastorno es otro de los más claros exponentes de la medicina multidisciplinaria, de manera que se puede considerar la posibilidad de visitar a estos pacientes en consultas conjuntas para el control de las lesiones del cérvix (consultas dedicadas a programas de cribado y manejo del CIN). Anorrectoscopia de alta resolución. La anorrectoscopia de alta resolución se ha descrito básicamente para detectar lesiones subclínicas y conocer la extensión de la enfermedad en las formas localizadas. Esta técnica es la recomendada actualmente para la exploración completa si se quiere detectar las lesiones de NIA, y requiere la utilización de un anorrectoscopio con luz, equipado específicamente con una lente magnificadora de imágenes que permita detectar zonas con sospecha de NIA. Las lesiones suelen mostrar con esta exploración una coloración blanquecina al contacto con una solución de ácido acético al 0,2% aplicado con un algodón en el canal anal. Esto permite, mediante una luz de fluorescencia, describir y practicar, en algunos casos, la biopsia de las áreas con NIA44. La utilización de solución de ácido acético con concentraciones superiores al 0,5% (como en las lesiones del cérvix) no se considera necesaria en el ano, por ser las células de esta área más altas en queratinización. También puede aplicarse una tinción con Lugol para teñir más adecuadamente las áreas afectadas, las cuales aparecen con un color pardusco. La anorrectoscopia de alta resolución ha demostrado tener un valor predictivo positivo del 49% para detectar lesiones de NIA de alto grado, y es una exploración fundamental para el manejo de estos pacientes12. Para realizar esta técnica se requiere una formación específica con una curva de aprendizaje no despreciable. 752 Med Clin (Barc). 2006;127(19):749-55 Citología anal. Esta técnica, por su similitud con la empleada en la detección de displasia cervical y su comodidad de realización en la misma consulta, tiene un futuro prometedor. Para su realización no se necesita ningún procedimiento anestésico ni preparación previa. Mediante un cepillo que se introduce en el canal anal se obtiene una muestra. Se debe evitar la introducción de cualquier lubricante que pueda alterar la toma de muestras. Posteriormente el cepillo se sumerge en un medio líquido que permite la obtención de células para el análisis citopatológico posterior. Mediante esta técnica no tan sólo puede determinarse la presencia de células con NIA, sino también la presencia de infección por VPH en tinciones inmunohistoquimicas45. Los primeros estudios (publicados entre 1985 y 1995) intentaron analizar la sensibilidad de la citología anal con cepillo para determinar la presencia de lesiones de NIA, a pesar de que la citología como única medida subestimaba la presencia de NIA respecto a la biopsia. Estos trabajos determinaron que esta técnica detectaba únicamente el 35-62% de lesiones de NIA en comparación con las biopsias14,45,46. Esta baja sensibilidad era debida fundamentalmente a la dificultad de obtener una buena muestra en la consulta por la contaminación fecal. Hoy día las técnicas citológicas han mejorado de forma significativa y han demostrado tener una sensibilidad y especificidad comparables al menos a la citología cervical47. Esta prueba diagnóstica, por su baja morbilidad y su accesibilidad, sería la primera maniobra a realizar en la consulta para diagnóstico o seguimiento de estos pacientes. Recientemente se ha publicado un estudio controlado sobre el diagnóstico de la NIA que incluyó a 150 sujetos. En él Vajdic et al48 intentan evaluar si es mejor la citología con cepillado o la citología dirigida mediante rectoscopia. Los autores obtuvieron un mayor número de muestras adecuadas para la detección de NIA con citología por cepillado anal sin rectoscopia y, además, observaron que fue un procedimiento más cómodo para el paciente. Ante un diagnóstico citológico de NIA según los criterios actualmente aceptados, deberá realizarse una exploración anorrectal completa con microbiopsias de las zonas de sospecha para confirmar el diagnóstico y determinar el grado de displasia. Finalmente, se podrá evaluar también de esta manera la extensión de la enfermedad en el canal anal (forma localizada o difusa). Biopsia anal. El estudio histológico mediante biopsia directa de las lesiones constituye la prueba de referencia para el diagnóstico y la evaluación de la gravedad de la NIA12,19. Mediante esta técnica se puede clasificar las lesiones en función de su gravedad (NIA I, II y III). En general, la toma de muestras es un procedimiento molesto para el paciente y el clínico necesita realizar una exploración muy adecuada del canal anal, por lo que se recomienda efectuarla con anestesia (general o raquídea). Sistemáticamente debe realizarse biopsias de las áreas del canal anal que presenten alteración de la coloración normal. También se recomienda realizar el denominado «mapeo anal», consistente en la toma de microbiopsias de todos los cuadrantes (mínimo de 3 biopsias desde la piel perianal hasta 2 cm por encima de la línea dentada para cada uno de los cuadrantes) a fin de evaluar la presencia y extensión de la enfermedad y programar la mejor táctica terapéutica7. Otras técnicas diagnósticas. Recientemente se han descrito nuevas técnicas diagnósticas. Entre ellas destaca el uso de índigo carmín49 o incluso técnicas más sofisticadas de fotodiagnóstico12, las cuales parece que han tenido unos resultados esperanzadores en el diagnóstico de la NIA. 10 749-755 REVI 32410.qxd 13/11/06 16:58 Página 753 Documento descargado de http://www.doyma.es el 06/02/2007. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. PARÉS D ET AL. NEOPLASIA INTRAEPITELIAL ANAL Diagnóstico de infección por el virus del papiloma humano El diagnóstico de la infección por el VPH sólo puede hacerse mediante técnicas de detección y caracterización del genoma del VPH, ya que no es posible realizar cultivo del virus y los métodos de detección de antígenos carecen de sensibilidad suficiente. Los métodos de detección del VPH han mejorado de manera significativa en los últimos años15. En un principio el VPH se diagnosticaba por cambios histológicos y/o citológicos. Estas técnicas se usan todavía para detectar la presencia del virus en las muestras de citología, pero desde la década de los años setenta los patólogos utilizan técnicas de hibridación in situ y, posteriormente, hibridación en medio líquido para detectar la presencia de ADN viral. Más recientemente, en la década de los noventa, la estandarización de las técnicas de reacción en cadena de la polimerasa con la utilización de los cebadores «de consenso» para múltiples serotipos de ADN ha mejorado los resultados en este campo, ya que permite detectar múltiples serotipos tanto en muestras de tejidos como en células exfoliadas, incluso tras haber realizado fijación y tinción3,37. Esta línea de actuación diagnóstica del VPH es francamente esperanzadora. De hecho, grupos de estudio de las lesiones precursoras del cáncer de cérvix realizan algoritmos de actuación diferentes en función de la presencia o ausencia de VPH de alto riesgo oncogénico en las muestras de cérvix tomadas durante el cribado o seguimiento de este proceso50. El tratamiento antivírico o incluso la obtención de la esperada vacuna son otros argumentos para insistir en la detección del virus en estos pacientes15,18,23. Tratamiento Para el tratamiento de la NIA se han descrito todo tipo de técnicas de exéresis (desde la resección quirúrgica hasta la ablación), tratamientos citotóxicos tópicos, y algunos grupos han propugnado la utilización de fármacos inmunomodulares (p. ej., el imiquimod)12. La exéresis quirúrgica de toda la lesión o de parte de ella permite el estudio histológico completo. A pesar de ello, las similitudes de la NIA con las lesiones displásicas en el cérvix no son tan claras en lo que se refiere al tratamiento. El cérvix, por su disposición anatómica, permite que se pueda realizar una exéresis mediante conización con todas sus variantes técnicas (p. ej., con electrobisturí, láser, etc.), con una relativa baja incidencia de complicaciones postoperatorias. El canal anal es diferente y cualquier exéresis comporta o puede comportar una morbilidad importante en forma de dolor anal, estenosis anal, incontinencia fecal, etc.7. Por ello el manejo terapéutico de la NIA es todavía hoy motivo de controversia. Por un lado, algunos grupos defienden la resección o ablación51, mientras que otros son más partida- rios de adoptar una actitud expectante (únicamente seguimiento) si no existe una evidencia clara de carcinoma escamoso anal52. En el manejo de esta enfermedad lo primero que hay que saber es si la afectación es difusa por todo el canal anal o bien se localiza sólo en un área. Si la enfermedad es difusa, no hay duda de que cualquier intento de exéresis será imposible sin un daño colateral importante7. De hecho, cuando se extirpan áreas que están afectadas por NIA con una extensión superior al 30% de la circunferencia del canal anal, las posibilidades de estenosis anal postoperatoria aumentan significativamente. Por ello algunos grupos realizan colgajos cutáneos y en ocasiones propugnan la realización de una colostomía provisional de protección7,12. En principio parece un tratamiento muy agresivo para una enfermedad poco conocida, de causa vírica y premaligna. Además, la morbilidad postoperatoria está aumentada en pacientes que en muchas ocasiones tienen comorbilidades, como, por ejemplo, infección por el VIH7. Así pues, parece más razonable hasta el momento el seguimiento para detectar la progresión de la enfermedad7. Por el contrario, en las formas localizadas (afectación máxima de un tercio de la circunferencia del canal anal) sí existe la posibilidad de realizar una exéresis con una morbilidad aceptable. Se han descrito desde exéresis quirúrgicas con o sin colgajos de avance cutáneos hasta la ablación por coagulación, láser o argón12,29. En la tabla 1 se resumen las técnicas y resultados de las series más importantes publicadas en los últimos 10 años. Cabe destacar que la recurrencia, con un seguimiento superior a los 2 años en todas las series, es muy variable y oscila entre el 0 y el 80%7,44,51-53. La aparición de carcinoma escamoso anal en estas experiencias varía entre el 0 y el 27%44,51-53, pero parece que está íntimamente ligada a los pacientes inmunodeprimidos7. No cabe duda de que la comunidad científica está a la espera de resultados de series controladas para determinar cuál es el mejor tratamiento para estos pacientes. A continuación se resume la actitud terapéutica que puede adoptarse cuando la citología anal detecta NIA (según el grado de displasia): 1. Pacientes con lesión escamosa anal intraepitelial de bajo grado o NIA grado I. El riesgo potencial de malignidad es bajo y, tal como se ha comentado, existe una posibilidad no despreciable de regresión espontánea, que es desconocida en el caso de la NIA, pero que en la afección cervical se estima en alrededor del 80%. Una actitud razonable sería realizar un descripción geográfica de las posibles lesiones de NIA y efectuar una biopsia (con anestesia general) del área que en la anorrectoscopia aparezca como más aberrante (aspecto más blanquecino), así como llevar a cabo un mapeo de todo el canal anal7. Esto permitirá obtener una muestra para TABLA 1 Resultados en el tratamiento de la neoplasia intraepitelial anal (NIA) de alto grado (NIA II y NIA III) o de enfermedad de Bowen en las series publicadas entre los años 1997 y 2006 Autores (año) N VIH+ Tratamiento Devaraj y Cosman (2006) Scholefield et al7 (2005) 40 35 9 0 (6)b Chang et al44 (2002) 37 29 Marchesa et al51 (1997) Sarmiento et al53 (1997) 26 18 NE 0 Sólo seguimiento Escisión local amplia en 28 pacientes Biopsia y electrocoagulación Escisión local amplia Escisión local amplia y colgajo de avance 52 Carcinoma anala Seguimiento – 14,2% 3 (7,5%) 3 (8,5%) Media de 2,6 años Mediana de 5,25 años 79,3%c; 0%d 0 23,1% 31% 3 (11,5%) 5 (27,7%) Media de 2,69 añosc y 2,38 añosd Media de 8,6 años Media de 8,4 años Recurrencia N: número total de pacientes tratados; NE: no especificado; VIH: virus de la inmunodeficiencia humana. a Número de pacientes de la serie que desarrollaron carcinoma escamoso anal durante el seguimiento. bNingún paciente con infección por el VIH, pero 6 pacientes inmunodeprimidos básicamente por tratamiento con glucocorticoides por lupus eritematoso sistémico, panarteritis nodosa, trasplante renal y asma bronquial grave. cPacientes con infección por el VIH. dPacientes sin infección por el VIH. Med Clin (Barc). 2006;127(19):749-55 753 10 749-755 REVI 32410.qxd 13/11/06 16:58 Página 754 Documento descargado de http://www.doyma.es el 06/02/2007. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. PARÉS D ET AL. NEOPLASIA INTRAEPITELIAL ANAL estudio histológico (además de la citología) y se podrá comparar con otros controles durante el seguimiento si se confirma el diagnóstico. A los 6-12 meses (no existe consenso al respecto) se recomienda realizar una nueva exploración para evaluar los cambios producidos en las lesiones descritas en la anterior exploración y efectuar una biopsia del área previamente afectada y biopsiada a fin de evaluar la progresión o regresión de la enfermedad. Si en este último control no existe progresión, parece razonable realizar un seguimiento anual con citología anal y rectoscopia únicamente. 2. Pacientes con lesión escamosa anal intraepitelial de alto grado o NIA II y III. En primer lugar, es necesario proceder a la descripción geográfica de las lesiones de NIA III, tomando como mínimo 3 biopsias de cada uno de los cuadrantes para poder evaluar adecuadamente la extensión de la enfermedad7. Si la lesión es localizada (menos de un tercio de la circunferencia del canal anal) y, por tanto, se prevé la posibilidad de realizar la exéresis sin una morbilidad postoperatoria importante asociada, ésta estaría justificada. En los casos de afectación difusa consideramos, al igual que otros grupos, que por el momento no estaría indicada la resección, que tiene una elevada morbilidad, por las razones antes expuestas, si bien esta actitud es motivo de controversia. Por otro lado, no hay que olvidar que esta enfermedad está producida por el VPH y hoy día no existe ningún tratamiento farmacológico que actúe directamente contra él. Aprovechando las experiencias previas con el CIN se han realizado algunos ensayos de tratamiento inmunológico contra el VPH54. Con todo, quizá el campo terapéutico más desarrollado actualmente sea la utilización de vacunas, algunas profilácticas y otras terapéuticas, cuyos resultados son como mínimo esperanzadores15,18. Recientemente se han publicado 2 estudios que tuvieron una gran repercusión en la literatura médica y cuyo objetivo fue evaluar la eficacia de las vacunas frente a la infección por el VPH. Ambas vacunas están formadas por proteínas similares a las del virus y, por tanto, son capaces de producir anticuerpos neutralizantes. El primer estudio evaluó una vacuna bivalente (serotipos 16 y 18) con resultados bastante satisfactorios55. El segundo evaluó en ambos sexos la efectividad de una vacuna cuadrivalente (serotipos 6; 11; 16, y 18), que demostró ser eficaz durante un seguimiento de 2,5 años56. Ambas vacunas están pendientes de aprobación por la Food and Drug Administration en los próximos meses, si bien queda por resolver algunos aspectos concretos, tales como la población a la que se debería vacunar y la posibilidad de revacunación en grupos de riesgo. Un punto controvertido en el manejo del VPH es la actitud diagnóstica y terapéutica que debería adoptarse ante la presencia de serotipos de VPH de alto riesgo en la citología anal o la biopsia, pero sin evidencia de NIA. Esta situación plantea mayores dificultades cuando el paciente está infectado por el VIH o pertenece a algún otro grupo de riesgo de NIA de alto grado o incluso de desarrollar carcinoma escamoso anal. Se deberá diseñar estudios prospectivos para dar respuesta a estas preguntas. Seguimiento El seguimiento es la conducta más importante que hay que considerar en cualquier paciente afectado de NIA. Por desgracia, como se desconoce la historia natural de la progresión, todavía no sabemos con exactitud cuál debería ser el calendario de seguimiento, sobre todo teniendo en cuenta 2 principios: a) el seguimiento debe ser prolongado en el tiempo, pues la infección por el VPH es crónica y se ignora qué influencia tiene o tendrá sobre la evolución de las lesiones, b) no deberíamos alterar la calidad de vida del pacien- 754 Med Clin (Barc). 2006;127(19):749-55 te con pruebas molestas o innecesarias, sobre todo porque los afectados de NIA en la mayoría de casos estarán asintomáticos y un porcentaje no despreciable tendrá una regresión espontánea de las lesiones12. Parece lógico que el seguimiento más estricto se realice en los sujetos inmunodeprimidos (infectados por el VIH u otras causas) y sobre todo en los pacientes afectados de NIA II o III7,57. En estos pacientes las visitas de seguimiento deberán realizarse como mínimo cada 6 meses (cada 3 meses en inmunodeprimidos) y en ellas se efectuarán una anorrectoscopia y citología anales para comprobar que no haya aparecido ninguna lesión indicativa de carcinoma escamoso anal. Ante cualquier lesión sospechosa de malignidad deberá programarse sin demora una biopsia quirúrgica. En las lesiones de NIA I será suficiente un control mínimo cada 12 meses (cada 6 meses en inmunodeprimidos) o ante la nueva aparición de cualquier síntoma. Programa de cribado en la neoplasia intraepitelial anal Gracias al cribado de las lesiones precursoras de cáncer de cérvix en las mujeres adultas, en los últimos años han disminuido tanto la incidencia como la mortalidad del carcinoma de cérvix18. Por tanto, es lógico pensar que en el manejo de la NIA puede reproducirse esta experiencia. Los grupos de riesgo conocidos que podrían beneficiarse de estas campañas serían los pacientes infectados por el VIH con contacto sexual anorreceptivo, las pacientes con infección por el VIH y lesiones ginecológicas por VPH (CIN, carcinoma de cérvix o condilomas genitales), y quizá los pacientes con condilomas anales8,58. Podrían establecerse otros grupos poblacionales de riesgo que todavía no está claro si se beneficiarían de estas pautas de detección (p. ej., pacientes inmunodeprimidos por trasplante renal u otras causas)7,23. La técnica de cribado debería ser coste-efectiva, de manera que probablemente la realización de una anorrectoscopia exploradora y/o citología anal con cepillado sería lo que mejor se adaptaría a estas necesidades48. Conclusiones La NIA es una lesión producida por el VPH. Básicamente los grupos de riesgo serían los pacientes infectados por el VIH con contactos anorreceptivos y los pacientes con otras lesiones por el VPH (p. ej., carcinoma de cérvix o condilomas anales). Ante un diagnóstico de NIA deberá determinarse el grado y la extensión de la enfermedad. En la lesión escamosa intraepitelial de alto grado (NIA II y III), si se trata de formas localizadas, podría procederse a la exéresis quirúrgica, siempre y cuando no se prevea una morbilidad importante. En la lesión escamosa intraepitelial de bajo grado (NIA I) o en las formas difusas deberán programarse pautas de seguimiento para comprobar si se produce una evolución hacia carcinoma invasor anal. La realización de programas de detección es todavía objeto de debate. Deberían aumentarse los esfuerzos dirigidos a estudiar el manejo del VPH en estos pacientes. Agradecimientos Queremos agradecer la colaboración especial de los siguientes profesionales, sin los cuales este artículo no podría haberse escrito: Dr. Francisco Alameda, del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital del Mar de Barcelona, por habernos proporcionado las fotografías y por su ayuda en la corrección del manuscrito; Dr. Gabriel Vallecillo, del Servicio de Medicina Interna y Enfermedades Infecciosas del Hospital del Mar de Barcelona, por su contribución en la elaboración del artículo, y Dr. Mark C. Winslet, del Departamento Universitario de Cirugía del Royal Free and University College Medical School de Londres (Reino Unido), por la colaboración en la corrección del manuscrito. 10 749-755 REVI 32410.qxd 13/11/06 16:58 Página 755 Documento descargado de http://www.doyma.es el 06/02/2007. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. PARÉS D ET AL. NEOPLASIA INTRAEPITELIAL ANAL REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Muñoz N. Human papillomavirus and cancer: the epidemiological evidence. J Clin Virol. 2000;19:1-5. 2. Congilosi SM, Madoff RD. Current therapy for recurrent and extensive anal warts. Dis Colon Rectum. 1995;38:1101-7. 3. Palefsky JM, Holly EA, Gonzales J, Berline J, Ahn DK, Greenspan JS. Detection of human papillomavirus DNA in anal intraepithelial neoplasia and anal cancer. Cancer Res. 1991;51:1014-9. 4. Ryan DP, Compton CC, Mayer RJ. Carcinoma of the anal canal. N Engl J Med. 2000;342:792-800. 5. Fenger C, Nielsen VT. Dysplastic changes in the anal canal epithelium in minor surgical specimens. Acta Pathol Microbiol Scand. 1981;89:463-5. 6. McCance DJ, Clarkson PK, Dyson JL, Walker PG, Singer A. Human papillomavirus types 6 and 16 in multifocal intraepithelial neoplasias of the female lower genital tract. Br J Obstet Gynaecol. 1985;92:1093-100. 7. Scholefield JH, Castle MT, Watson NF. Malignant transformation of highgrade anal intraepithelial neoplasia. Br J Surg. 2005;92:1133-6. 8. Palefsky JM. Anal squamous intraepithelial lesions in human immunodeficiency virus-positive men and women. Semin Oncol. 2000;27:471-9. 9. Shah KV. Human papillomaviruses and anogenital cancers. N Engl J Med. 1997;337:1386-8. 10. Daling JR, Madeleine MM, Johnson LG, Schwartz SM, Shera KA, Wurscher MA, et al. Human papillomavirus, smoking, and sexual practices in the etiology of anal cancer. Cancer. 2004;101:270-80. 11. Scholefield JH, Sonnex C, Talbot IC, Palmer JG, Whatrup C, Mindel A, et al. Anal and cervical intraepithelial neoplasia: possible parallel. Lancet. 1989;2:765-9. 12. Abbasakoor F, Boulos PB. Anal intraepithelial neoplasia. Br J Surg. 2005;92:277-90. 13. Frisch M, Glimelius B, Van den Brule AJ, Wohlfahrt J, Meijer CJ, Walboomers JM, et al. Sexually transmitted infection as a cause of anal cancer. N Engl J Med. 1997;337:1350-8. 14. Sonnex C, Scholefield JH, Kocjan G, Kelly G, Whatrup C, Mindel A, et al. Anal human papillomavirus infection: a comparative study of cytology, colposcopy and DNA hybridisation as methods of detection. Genitourin Med. 1991;67:21-5. 15. Mahdavi A, Monk BJ. Vaccines against human papillomavirus and cervical cancer: promises and challenges. Oncologist. 2005;10:528-38. 16. Sonnex C, Scholefield JH, Kocjan G, Kelly G, Whatrup C, Mindel A, et al. Anal human papillomavirus infection in heterosexuals with genital warts: prevalence and relation with sexual behaviour. BMJ. 1991;303:1243. 17. Goorney BP, Waugh MA, Clarke J. Anal warts in heterosexual men. Genitourin Med. 1987;63:216. 18. Lacey CJ. Therapy for genital human papillomavirus-related disease. J Clin Virol. 2005;32 Suppl 1:82-90. 19. Cleary RK, Schaldenbrand JD, Fowler JJ, Schuler JM, Lampman RM. Perianal Bowen’s disease and anal intraepithelial neoplasia: review of the literature. Dis Colon Rectum. 1999;42:945-51. 20. Smith JH. Bethesda 2001. Cytopathology. 2002;13:4-10. 21. Lytwyn A, Salit IE, Raboud J, Chapman W, Darragh T, Winkler B, et al. Interobserver agreement in the interpretation of anal intraepithelial neoplasia. Cancer. 2005;103:1447-56. 22. Foust RL, Dean PJ, Stoler MH, Moinuddin SM. Intraepithelial neoplasia of the anal canal in hemorrhoidal tissue: a study of 19 cases. Hum Pathol. 1991;22:528-34. 23. Patel HS, Silver AR, Northover JM. Anal cancer in renal transplant patients. Int J Colorectal Dis. 2005;16:1-5. 24. Pera M, Sugranes G, Ordi J, Trias M. Asociación entre la infección por el virus del papiloma humano, las lesiones premalignas del cáncer anal y el virus de la inmunodeficiencia humana: estudio prospectivo en individuos con condilomas acuminados. Med Clin (Barc). 1999;113:13-4. 25. Scholefield JH, Hickson WG, Smith JH, Rogers K, Sharp F. Anal intraepithelial neoplasia: part of a multifocal disease process. Lancet. 1992;340:1271-3. 26. Mullerat J, Deroide F, Winslet MC, Perrett CW. Proliferation and p53 expression in anal cancer precursor lesions. Anticancer Res. 2003;23:2995-9. 27. Palefsky JM, Holly EA, Ralston ML, Da Costa M, Greenblatt RM. Prevalence and risk factors for anal human papillomavirus infection in human immunodeficiency virus (HIV)-positive and high-risk HIV-negative women. J Infect Dis. 2001;183:383-91. 28. Piketty C, Darragh TM, Da Costa M, Bruneval P, Heard I, Kazatchkine MD, et al. High prevalence of anal human papillomavirus infection and anal cancer precursors among HIV-infected persons in the absence of anal intercourse. Ann Intern Med. 2003;138:453-9. 29. Melbye M, Palefsky J, Gonzales J, Ryder LP, Nielsen H, Bergmann O, et al. Immune status as a determinant of human papillomavirus detection and its association with anal epithelial abnormalities. Int J Cancer. 1990;46:203-6. 30. Unger ER, Vernon SD, Lee DR, Miller DL, Sharma S, Clancy KA, et al. Human papillomavirus type in anal epithelial lesions is influenced by human immunodeficiency virus. Arch Pathol Lab Med. 1997;121:820-4. 31. Mandelblatt JS, Kanetsky P, Eggert L, Gold K. Is HIV infection a cofactor for cervical squamous cell neoplasia? Cancer Epidemiol Biomarkers Prev. 1999;8:97-106. 32. Holly EA, Ralston ML, Darragh TM, Greenblatt RM, Jay N, Palefsky JM. Prevalence and risk factors for anal squamous intraepithelial lesions in women. J Natl Cancer Inst. 2001;93:843-9. 33. Palefsky JM, Holly EA, Hogeboom CJ, Ralston ML, DaCosta MM, Botts R, et al. Virologic, immunologic, and clinical parameters in the incidence 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. and progression of anal squamous intraepithelial lesions in HIV-positive and HIV-negative homosexual men. J Acquir Immune Defic Syndr Hum Retrovirol. 1998;17:314-9. Palefsky JM, Holly EA, Ralston ML, Jay N, Berry JM, Darragh TM. High incidence of anal high-grade squamous intra-epithelial lesions among HIV-positive and HIV-negative homosexual and bisexual men. AIDS. 1998;12:495-503. Palefsky JM, Holly EA, Efirdc JT, Da Costa M, Jay N, Berry JM, et al. Anal intraepithelial neoplasia in the highly active antiretroviral therapy era among HIV-positive men who have sex with men. AIDS. 2005;19:1407-14. Palefsky JM, Holly EA, Ralston ML, Da Costa M, Bonner H, Jay N, et al. Effect of highly active antiretroviral therapy on the natural history of anal squamous intraepithelial lesions and anal human papillomavirus infection. J Acquir Immune Defic Syndr. 2001;28:422-8. Gagne SE, Jensen R, Polvi A, Da Costa M, Ginzinger D, Efird JT, et al. High-resolution analysis of genomic alterations and human papillomavirus integration in anal intraepithelial neoplasia. J Acquir Immune Defic Syndr. 2005;40:182-9. Snijders PJ, Van den Brule AJ, Meijer CJ. The clinical relevance of human papillomavirus testing: relationship between analytical and clinical sensitivity. J Pathol. 2003;201:1-6. Mullerat J, Wong Te Fong LF, Davies SE, Winslet MC, Perrett CW. Angiogenesis in anal warts, anal intraepithelial neoplasia and anal squamous cell carcinoma. Colorectal Dis. 2003;5:353-7. Litle VR, Leavenworth JD, Darragh TM, Kosinski LA, Moore DH, SmithMcCune KK, et al. Angiogenesis, proliferation, and apoptosis in anal high-grade squamous intraepithelial lesions. Dis Colon Rectum. 2000;43: 346-52. Mullerat J, Perrett CW, Deroide F, Winslet MC, Bofill M, Poulters LW. The role of macrophages in angiogenesis. Comparison between HIV+ and HIV– populations with anal dysplasia and anal cancer. Anticancer Res. 2005;25:693-9. Billingham RP, Isler JT, Kimmins MH, Nelson JM, Schweitzer J, Murphy MM. The diagnosis and management of common anorectal disorders. Curr Probl Surg. 2004;41:586-645. Scholefield JH, Ogunbiyi OA, Smith JH, Rogers K, Sharp F. Anal colposcopy and the diagnosis of anal intraepithelial neoplasia in high-risk gynecologic patients. Int J Gynecol Cancer. 1994;4:119-26. Chang GJ, Berry JM, Jay N, Palefsky JM, Welton ML. Surgical treatment of high-grade anal squamous intraepithelial lesions: a prospective study. Dis Colon Rectum. 2002;45:453-8. Haye KR, Maiti H, Stanbridge CM. Cytological screening to detect subclinical anal human papillomavirus (HPV) infection in homosexual men attending genitourinary medicine clinic. Genitourin Med. 1988;64:378-82. Frazer IH, Medley G, Crapper RM, Brown TC, Mackay IR. Association between anorectal dysplasia, human papillomavirus, and human immunodeficiency virus infection in homosexual men. Lancet. 1986;2:657-60. Fox PA, Seet JE, Stebbing J, Francis N, Barton SE, Strauss S, et al. The value of anal cytology and human papillomavirus typing in the detection of anal intraepithelial neoplasia: a review of cases from an anoscopy clinic. Sex Transm Infect. 2005;81:142-6. Vajdic CM, Anderson JS, Hillman RJ, Medley G, Grulich AE. Blind sampling is superior to anoscope guided sampling for screening for anal intraepithelial neoplasia. Sex Transm Infect. 2005;81:415-8. Yamaguchi T, Moriya Y, Fujii T, Kondo H, Oono Y, Shimoda T. Anal canal squamous-cell carcinoma in situ, clearly demonstrated by indigo carmine dye spraying: report of a case. Dis Colon Rectum. 2000;43:1161-3. Zielinski GD, Bais AG, Helmerhorst TJ, Verheijen RH, De Schipper FA, Snijders PJ, et al. HPV testing and monitoring of women after treatment of CIN 3: review of the literature and meta-analysis. Obstet Gynecol Surv. 2004;59:543-53. Marchesa P, Fazio VW, Oliart S, Goldblum JR, Lavery IC. Perianal Bowen’s disease: a clinicopathologic study of 47 patients. Dis Colon Rectum. 1997;40:1286-93. Devaraj B, Cosman BC. Expectant management of anal squamous dysplasia in patients with HIV. Dis Colon Rectum. 2006;49:36-40. Sarmiento JM, Wolff BG, Burgart LJ, Frizelle FA, Ilstrup DM. Perianal Bowen’s disease: associated tumors, human papillomavirus, surgery, and other controversies. Dis Colon Rectum. 1997;40:912-8. Klencke B, Matijevic M, Urban RG, Lathey JL, Hedley ML, Berry M, et al. Encapsulated plasmid DNA treatment for human papillomavirus 16-associated anal dysplasia: a phase I study of ZYC101. Clin Cancer Res. 2002;8:1028-37. Harper DM, Franco EL, Wheeler C, Ferris DG, Jenkins D, Schuind A, et al. Efficacy of a bivalent L1 virus-like particle vaccine in prevention of infection with human papillomavirus types 16 and 18 in young women: a randomised controlled trial. Lancet. 2004;364:1757-65. Villa LL, Costa RL, Petta CA, Andrade RP, Ault KA, Giuliano AR, et al. Prophylactic quadrivalent human papillomavirus (types 6, 11, 16, and 18) L1 virus-like particle vaccine in young women: a randomised doubleblind placebo-controlled multicentre phase II efficacy trial. Lancet Oncol. 2005;6:271-8. Cleary RK, Schaldenbrand JD, Fowler JJ, Schuler JM, Lampman RM. Treatment options for perianal Bowen’s disease: survery of American Society of Colon and Rectal Surgeons Members. Am Surg. 2000;66:686-8. Goldie SJ, Kuntz KM, Weinstein MC, Freedberg KA, Welton ML, Palefsky JM. The clinical effectiveness and cost-effectiveness of screening for anal squamous intraepithelial lesions in homosexual and bisexual HIVpositive men. JAMA. 1999;281:1822-9. Med Clin (Barc). 2006;127(19):749-55 755