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“Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús…” (Romanos 6:23) “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos; y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Isaías 55:7) “…Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…” (Hechos 16:31) “Mas a todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre.” (San Juan 1:12) ES TIEMPO DE ELEGIR Si tú o alguno de tus seres queridos quieren seguir escuchando más, acerca de la Obra de Jesucristo en nuestro favor, y de cómo a muchos nos hizo pasar de muerte a VIDA ETERNA, acércate a esta dirección, en los siguientes horarios. Iglesia Cristiana Evangélica ELIJA A CRISTO “Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús…” (Romanos 6:23) “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos; y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Isaías 55:7) “…Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…” (Hechos 16:31) “Mas a todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre.” (San Juan 1:12) ES TIEMPO DE ELEGIR Si tú o alguno de tus seres queridos quieren seguir escuchando más, acerca de la Obra de Jesucristo en nuestro favor, y de cómo a muchos nos hizo pasar de muerte a VIDA ETERNA, acércate a esta dirección, en los siguientes horarios. . Iglesia Cristiana Evangélica ELIJA A CRISTO Estamos en tiempos en que muchos ciudadanos nos vemos en el deber cívico de elegir representantes. Muchos lo hacen con alegría, pues tener el poder y la libertad de elegir nos da cierta tranquilidad, pero también nos da un sentido muy claro de responsabilidad. Elegimos representantes que pueden llegar a durar en su puesto un tiempo limitado por las leyes, pero, ¿qué pasaría si nos dan a elegir quién nos gobierne de por vida? La Santa Biblia nos enseña que la humanidad se encuentra sometida al gobierno y paternidad del diablo, Satanás, quién cautivó desde el principio el corazón del hombre y llevó tras sí a toda la descendencia de Adam y Eva. “Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir. Él, homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él...” (S. Juan 8:44) Tristemente esta paternidad y gobierno maligno, también nos ha condenado a estar separados de Dios, nuestro Creador. Esta separación es la muerte, que se manifiesta a nivel físico (todos somos testigos de ella) y a nivel espiritual, puesto que nuestros pecados nos alejan de la Santidad del Padre Celestial y nos condenan a la muerte y perdición eterna, o sea, al infierno. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…” (Romanos 3:23) Estamos en tiempos en que muchos ciudadanos nos vemos en el deber cívico de elegir representantes. Muchos lo hacen con alegría, pues tener el poder y la libertad de elegir nos da cierta tranquilidad, pero también nos da un sentido muy claro de responsabilidad. Elegimos representantes que pueden llegar a durar en su puesto un tiempo limitado por las leyes, pero, ¿qué pasaría si nos dan a elegir quién nos gobierne de por vida? La Santa Biblia nos enseña que la humanidad se encuentra sometida al gobierno y paternidad del diablo, Satanás, quién cautivó desde el principio el corazón del hombre y llevó tras sí a toda la descendencia de Adam y Eva. “Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir. Él, homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él...” (S. Juan 8:44) Tristemente esta paternidad y gobierno maligno, también nos ha condenado a estar separados de Dios, nuestro Creador. Esta separación es la muerte, que se manifiesta a nivel físico (todos somos testigos de ella) y a nivel espiritual, puesto que nuestros pecados nos alejan de la Santidad del Padre Celestial y nos condenan a la muerte y perdición eterna, o sea, al infierno. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…” (Romanos 3:23) “De consiguiente, vino la reconciliación por uno, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron.” (Romanos 5:12) Dios es Amor, y es justo, e hizo al hombre capaz de elegir su destino; nos dio libre albedrío. También nos propició por Su Gracia, un Salvador, para que seamos libertados del poder del pecado, de la muerte y del diablo. Este Salvador es Cristo Jesús, quién se ofreció a Sí mismo para ocupar nuestro lugar y sufrir la paga de nuestros pecados. Él sufrió la muerte en la Cruz del Calvario para salvar a la humanidad. Por ser sin pecado, la muerte no lo pudo retener y ahora, sentado a la diestra del Padre en los Cielos, espera que le aceptemos. Que le elijamos como nuestro Salvador y Rey; voluntariamente, por amor a Su obra, reconociendo nuestra incapacidad para salvarnos a nosotros mismos. Él está esperando esa elección, la más importante que podamos hacer en nuestras vidas… ¿Qué haremos? ¡Elije a Cristo! Reconoce tus pecados, tu maldad, tu destino perdido sin Dios. Arrepiéntete de corazón y pídele perdón. Acéptalo como tu único y suficiente Salvador. Y al instante y para siempre, Él entrará en tu corazón; y serás llamado un hijo de Dios. “De consiguiente, vino la reconciliación por uno, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron.” (Romanos 5:12) Dios es Amor, y es justo, e hizo al hombre capaz de elegir su destino; nos dio libre albedrío. También nos propició por Su Gracia, un Salvador, para que seamos libertados del poder del pecado, de la muerte y del diablo. Este Salvador es Cristo Jesús, quién se ofreció a Sí mismo para ocupar nuestro lugar y sufrir la paga de nuestros pecados. Él sufrió la muerte en la Cruz del Calvario para salvar a la humanidad. Por ser sin pecado, la muerte no lo pudo retener y ahora, sentado a la diestra del Padre en los Cielos, espera que le aceptemos. Que le elijamos como nuestro Salvador y Rey; voluntariamente, por amor a Su obra, reconociendo nuestra incapacidad para salvarnos a nosotros mismos. Él está esperando esa elección, la más importante que podamos hacer en nuestras vidas… ¿Qué haremos? ¡Elije a Cristo! Reconoce tus pecados, tu maldad, tu destino perdido sin Dios. Arrepiéntete de corazón y pídele perdón. Acéptalo como tu único y suficiente Salvador. Y al instante y para siempre, Él entrará en tu corazón; y serás llamado un hijo de Dios.